Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

domingo, 30 de septiembre de 2018

'Abd al-Kartm aΙ-Jîlî DEL DESVELAMlENTO (tajallî) DE LOS NOMBRES DIVINOS (Titus Burckhardt)

'Abd al-Kartm aΙ-Jîlî DEL DESVELAMlENTO (tajallî) DE LOS NOMBRES DIVINOS Ext..de "al Insân a1-Kâmil" ("Del Hombre Universal"). Traducido del árabe y comentado por Titus Burckhardt. París, Dervy-Livres, 1975. *** Cuando Allâh, el Altísimo, Se revela a uno de Sus servidores por un Nombre, este servidor es arrebatado fuera de sí mismo bajo las fulguraciones del Nombre divino, de modo que, si invocas entonces a Allâh con este Nombre, es el servidor quien te responderá, pues el Nombre divino se aplicará desde entonces a él. El primer grado en este orden espiritual es la contemplación de Allâh revelándose como El-que-existe (al-mawjid) (1), y este Nombre se refiere al propio adorador. Más allá de este grado, Dios se revela primero por Su Nombre El Único (aΙ-wâhid), y luego por el Nombre Allâh; en este punto, el servidor se desvanece bajo la irradiación divina, su montaña se resquebraja, y Allâh (al-hagq) le llama desde lo alto del Sinaí de su Realidad esencial (hagîgah): "En verdad, Yo soy Dios, no hay divinidad fuera de Mí: -¡adórame!" (Corán, XX, 14); entonces AIIâh eclipsa el nombre del servidor y establece en su lugar Su Nombre, de manera que, si tú dices: -iAllâh!, el servidor te responde: "-¡Estoy a tu disposición!" Si el servidor se eleva más alto y Allâh le fortifica y le confirma, después de su extinción (fanâ), en el estado de subsistencia (bagâ), Allâh responderá ΈΙ mismo a cualquiera que invoque a este servidor; así, por ejemplo, cuando digas: "-¡Oh, Muhammad!", será Allâh quien responderá: "-iAquí me tienes!" Después, si el servidor continúa su ascenso, Allâh Se revela a él por el Nombre El Clemente (ar-rahmân), y luego por el Nombre El Señor (ar-rabb), y luego por el Nombre El Rey (al-malik), y luego por el Nombre El Conocedor (al-'alAm), y luego por el Nombre El Potente (al-qadîr); cada uno de estos Nombres implica una revelación superior a la que confiere el Nombre precedente, pues Allâh Se comunica de una forma más perfecta al revelarse distintamente: cuando Se desvela a Su adorador como el Clemente, diferencia con ello Su revelación global, expresada por el Nombre Αllâh; igualmente, cuando Se manifiesta como el Señor, ΈΙ diferencia su revelación -relativamente global- "el Clemente", y diferencia Su manifestación "el Señor" en virtud del Nombre "el Rey". Este orden es el inverso de aquel que se aplica a las manifestaciones de la Esencia a Si misma, manifestaciones cuya excelencia va de lo universal a lo particular, pues El Clemente es superior a El Señor, y Allâh superior a ambos. En virtud de esta analogía inversa entre la jerarquía de las manifestaciones de la Esencia y la jerarquía de las "revelaciones nominales", al adorador agota las revelaciones de los Nombre -cuya realidad intrínseca es siempre la Esencia- experimentando cada uno de ellos, pues cada Nombre divino lo exige y se aplica a él como a su propio sujeto. Es entonces cuando el pájaro de su intimidad cantará sobre las ramas de su santa realidad: A aquel que invoca los nombres de mi Amada, respondo; Yo llamo, y Laylâ (2) acude a mi pedido. Es así porque no somos sino un solo espíritu; Nos llamáis dos cuerpos, es extraño. Somos como una sola persona que posee dos nombres y una sola esencia. Por el nombre con que invoques a la Esencia, así Ella te visitará. Mi esencia es Su Esencia, y mi nombre es Su Nombre. Mi relación con Ella consiste en que yo me abismo en la unión. En realidad, no somos dos esencias en un solo ser, Pues el amante es también la Amada. Cosa extraña, el hombre que recibe las revelaciones de los Nombres divinos no contempla nada más que la Esencia pura, sin que sea consciente del Nombre que La revela; y sin embargo, se discierne el Nombre divino que le domina, porque el contemplativo se refiere a la Esencia por el Nombre que rige en el mismo instante de su contemplación de la Esencia. En esta contemplación por los Nombres divinos, los hombres difieren unos de otros. Hablaremos de algunas de sus vías, sin describirlas todas, dado que es imposible enumerar todos los Nombres divinos y, con mayor razón, todas las vías que llevan a cada uno de estos Nombres; pues los hombres que reciben la Revelación divina por un solo y mismo Nombre divino difieren no obstante por sus actitudes. No mencionaré entonces de todo ello sino lo que me fue dado durante mi propio viaje espiritual en Allâh; por otra parte, nada referiré en este libro, ni de mí ni de otro, sin que yo mismo lo haya experimentado en el tiempo en que recorría en Allâh el camino de la intuición (al-kashf) y de la visión directa (al-mu'âyanah). Regreso pues a aquello que dije acerca de las diferentes maneras con las que los hombres reciben las revelaciones de los Nombres divinos: a algunos, AIIâh Se revela como El Anciano de los Días (al-gadîm), y acceden a esta revelación por la intuición de su preexistencia en el Conocimiento divino: reconocen que ellos eran antes de la creación, porque el Conocimiento divino, del que ellos mismos son el objeto, era eternamente. Allâh es esencialmente conocedor; ahora bien, el objeto del conocimiento no podría estar separado del propio conocimiento, pues es con respecto a su objeto que el conocimiento es conocimiento; dicho de otra forma, es el conocimiento del objeto lo que define la naturaleza del sujeto conocedor, de manera que, si el conocimiento es eterno, su objeto debe ser también eterno; de donde se sigue que los seres preexisten en el Conocimiento divino. Algunos se vuelven entonces a Allâh en virtud de Su Nombre El Anciano de los Días; cuando la Ancianidad de la Esencia se revela a ellos, su existencia efímera se desvanece, y subsisten eternamente por Allâh, inconscientes de su condición temporal. A otros, Allâh Se revela como La Verdad (al-hggq), y a Ella acceden porque Allâh les descubre la Verdad divina expresada en la sentencia coránica: "No hemos creado los Cielos y la tierra y lo que hay entre ambos sino por la Verdad" (XV, 85, y XLVI, 2-3). Cuando la Esencia se desvela por Su Nombre La Verdad, la naturaleza creada del contemplativo se desvanece, y no subsiste sino su santa y trascendente esencia. A otros, Allâh Se revela por Su Nombre el Único (al-whid), y les conduce a esta revelación mostrándoles la unidad intrínseca del mundo, que procede de la Esencia divina del mismo modo que las olas emanan del océano; contemplan la manifestación de Allâh en la multiplicidad de las criaturas, que se diferencian en virtud de la Unicidad divina; entonces, su montaña se resquebraja: el que invoca desfallece; su multiplicidad se funde en la soledad del Único; las criaturas son como si jamás hubieran sido, y Allâh como si jamás hubiera cesado de ser (3). A otros, Allâh Se revela por Su Nombre El Santísimo (al-quddûs), y acceden a esta revelación porque intuitivamente comprenden el secreto de la sentencia divina: "Y le insuflé Mi espíritu" (es decir, al cuerpo de Adán; Corán, XV, 29; XXXVIII, 72); Allâh les enseña que el Espíritu de Dios no es sino el propio Allâh, y que es santo y trascendente. Ahora bien, desde que AIIâh Se desvela en Su Nombre El Santísimo, el servidor se despoja de las impurezas de la existencia y subsiste por Allâh, trascendiendo todo lo efímero. A otros, Allâh Se revela por Su Nombre El Aparente (az-zâhir); poseen la intuición de la Luz divina manifestándose en las cosas corporales, y reconocen por ello que es sólo Allâh lo que aparece. Ahora bien, cuando Allâh Se desvela como El Aparente, el servidor se extingue con toda la creación, no-manifestada como tal, en la manifestación del Ser divino. A otros, Allâh Se revela por Su Nombre El Interior (al-btin), y acceden a ΈΙ por la intuición de que las cosas subsisten por Allâh, que es su realidad interior. Cuando Allâh Se desvela como El Interior, la manifestación del servidor, proyectada por la Luz divina, se extingue; ΑΙΙâh deviene el interior del servidor, y éste el exterior de ΑΙlâh. En cuanto a la revelación divina por el Nombre Αllâh, el camino que a ella conduce no puede ser delimitado; por otra parte, lo mismo ocurre con la revelación de cualquier otro Nombre divino, como antes dijimos; definitivamente, no podrían ser fijadas las vías de acceso a estas revelaciones, pues sus modalidades varían en virtud de los receptáculos humanos. Cuando Dios Se revela a Su servidor por el Nombre Αllâh, el alma del servidor se extingue, y Αllâh se pone en su lugar, purificando su templo de las trabas de lo efímero, y rompiendo el lazo que le liga a las existencias; entonces, ΈΙ (4) es único por Su esencia y único por Sus cualidades, no conociendo ni padres ni madres. "Acuérdate de Αllâh, y Αllâh Se acordará de ti"; contempla a Αllâh, y Αllâh te contemplará! Entonces él canta por la lengua de su estado: Ella (5) me atrae, substituyéndose a mí en mí; Ella me reemplaza, en verdad, pero, ¿dónde estoy yo ahora? Yo me convierto en Ella, y Ella soy yo mismo; No existe para Ella ningún ser singular que la desee. Yo subsisto por Ella y en Ella; no existe "tú" entre nosotros. Mi estado con Ella era en el pasado y será en el porvenir, Pero yo he elevado mi alma, y Ella ha roto la barrera; He despertado de mi sueño y abandonado mi tálamo. Ella me ha mostrado a mí mismo por el ojo de mi realidad esencial; Leo estos caracteres sobre el rostro de la Belleza, He pulido mi belleza interior, convirtiéndome en el espejo Donde están impresos los rasgos de la Plenitud. Sus cualidades son las mías, mi esencia es la Suya, Y en Sus virtudes se alza para mí [el sol] de la Belleza. Mi nombre es realmente Su Nombre; y el Nombre de Su esencia es mi nombre, Y todos estos atributos me llegan por naturaleza. Aún a otros, Αllâh Se revela por Su Nombre El Clemente (ar-rahmân). Y es que Dios, revelándose a ellos por Su Nombre Αllâh, les dirige por Su propia Esencia hacia el supremo grado divino, que sintetiza los aspectos de la Gloria y que penetra todas las existencias; es el camino que conduce a la revelación de la Esencia por el Nombre El Clemente (6). En este estado de desvelamiento divino, la actualidad espiritual del servidor quiere que los Nombres divinos desciendan sobre él uno tras otro, y que los reciba según la medida de lo que Αllâh en él deposita de Su Luz esencial. Los Nombres se suceden hasta que el servidor recibe la revelación divina por el Nombre El Señor (ar-rabb); entonces descienden sobre él los Nombres de la Persona (an-nafs) divina, que se hallan bajo la dominación del Nombre El Señor y que sintetizan los aspectos de lo divino y de lo creado, como El Conocedor (al-'alîm), el potente (al-gadîr) y sus semejantes. Su serie termina en el Nombre El Rey (al-malik); cuando el servidor recibe éste y Αllâh Se desvela a él esencialmente, todos los demás Nombres, en toda su plenitud, descienden igualmente sobre él uno tras otro, hasta llegar al Nombre El Subsistente (al-gayyûm). Cuando el servidor recibe este último y ΑlΙâh Se revela a él por este Nombre, él ha pasado de los "desvelamientos de los Nombres divinos" a los "desvelamientos de las Cualidades divinas" (7). NOTAS: 1. O más precisamente: 'El que es real"; la palabra "existir", que contiene un matiz de relatividad, tiene aquí una función simbólica. 2. Nombre de la amada del ilustre Majnûn (el "poseído"), que es frecuentemente tomado como símbolo del contemplativo ebrio de amor divino; Laylâ es entonces la Realidad divina (al-hagîgah). 3. En realidad, ΈΙ jamás cesa de ser; el paralelismo de las dos frases simplemente indica que para el contemplativo que se halla en tal estado de extinción no se concibe el fin de dicho estado. 4. Este pronombre es voluntariamente ambiguo; puede referirse a Αllâh o al ser liberado. 5. La Realidad divina (al-hagîgah). 6. Es decir, que la diferenciación de la luz divina que reintegra poco a poco todos los aspectos cósmicos del servidor se opera espontáneamente a partir de un primer "contacto" global con la Esencia. 7. Como el autor nos ha hecho comprender anteriormente, no puede tratarse aquí sino de una especie de esquema ideal del proceso espiritual, esquema que por otra parte tienen sus correspondencias en algunas vías fundadas en la invocación de una serie de Nombres divinos; la regla gadirita es particularmente explícita a este respecto (cf. Mehmmed Ah i Α nî, Abd-al-Kadir Guilânî, París, Geuthner, 1938). - Artículo*: Zurraquín - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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Las Nueve Musas Diosas de la Memoria I

Ver VídeoArte Documental. La Memoria de Calíope - Artículo*: Mª Angeles Díaz - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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Vitud Y Meditacion-Ajahn Brahmali

Para el Budismo, todo es causal, todo tiene que ver con la causa y efecto. Nada se mantiene solo como una cosa que existe por si mismo Todo es causalidad. La causalidad es uno de los aspectos fundamentales de las enseñanzas de Buddha Todo puede ser entendido en términos de causa y efecto y esto es también así para la Atención Correcta Una causa es la que yo llamaría la causa "lejana" de la Atención Correcta, es ese deseo de hacer surgir la Atención Correcta en futuro remoto para alguien que practica las enseñanzas Budistas La otra es la que yo llamaría la causa "inmediata", que es lo que se hace aquí y ahora. Cuanta más cantidad de buenas acciones hacen, menos cosas malas hacen y así, más natural, más simple, más liviana, más pura, más brillante, más hermosa se vuelve tu mente Entonces comienzan a entender la causa y el efecto entre la virtud y la Atención Correcta La virtud y la capacidad de estar en el momento presente Cuando se sienten bien dentro de ustedes, quieren estar aquí y ahora Nació en Noruega Ajahn Brahma en 1964. Él se interesó en el budismo y la meditación en los 20 años después de su visita a Japón. Después de haber completado estudios de ingeniería y finanzas, comenzó su entrenamiento monástico del año anagarika (mantener los ocho preceptos) en Inglaterra y en Amaravati monasterios budistas Chithurst. Después de escuchar la palabra de Brahma ', decidió viajar a Australia para entrenar en el Monasterio de Bodhinyana. Ajahn Brahma ha vivido en el monasterio de Bodhinyana desde 1994, y fue ordenado como monje WS, Ajahn Brahm en 1996. Durante los últimos cuatro años también ha enseñado Pali Vinaya y el dos (la disciplina monástica) a los monjes de monasterio Bodhinyana anagarikas. - Artículo*: samsaraexit - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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La estrella de neutrones solitaria en Supernova E0102 72.3 | Imagen astronomía diaria - Observatorio

¿Por qué esta estrella de neutrones está descentrada? Recientemente se ha encontrado una estrella de neutrones solitaria dentro de los restos de una antigua explosión de supernova. La “estrella de neutrones solitaria” en cuestión es el punto azul que hay en el centro de la nebulosa roja de la parte inferior izquierda de E0102-72.3. En la imagen, el azul representa la luz de rayos X captada por el Observatorio Chandra de la NASA, mientras que el rojo y el verde representan la luz óptica captada por el Very Large Telescope del ESO en Chile y el Telescopio Espacial Hubble de la NASA en órbita. La posición desplazada de esta estrella neutrones es inesperada; se cree que la densa estrella es el núcleo de la estrella que explotó en la supernova y originó la nebulosa exterior. Podría ser que la estrella de neutrones de E0102 fuera expulsada del centro de la nebulosa por la misma supernova, pero entonces es extraño que el anillo rojo más pequeño se mantenga centrado en la estrella de neutrones. Alternativamente, la nebulosa exterior podría haber sido expulsada en un escenario diferente que quizás incluía una otra estrella. Las futuras observaciones de las nebulosas y las estrellas de neutrones podrían aclarar la situación. - Artículo*: Alex Dantart - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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Tantra-5-Motivación Y Compromiso

Motivación, compromiso y promesa para la Composición del Texto Proposito "Con el deseo de imprimir huellas en mi mente y beneficiar a otros con igual suerte, presentare una resumida y clara de los fundamentos y senderos de las cuatro clases del mantra secreto Permiso "La chance de meditar apropiadamente en este método es rara, Mi determinación para practicar este método no es inferior, Puedan los Señores del Dharma otorgarme permiso para presentar el Dharma de acuerdo con sus intenciones" Como escuchar estas enseñanzas "Puedan aquellos que poseen suprema suerte e inteligencia y que toman responsabilidad por su nacimiento y se aplican como los pavos reales, entre la vibrante danza de explicaciones y debates del estruendoso rugido de las explicaciones de Losang" - Artículo*: samsaraexit - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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Reportaje | El misterioso auge de las alergias a los alimentos


El misterioso auge de las alergias a los alimentos.

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Un Silence offert à la vie du Dedans

Voici un témoignage d'une collègue de la région d'Angers semble t-il, qui date des années soixante. Une recherche simple, dépouillée, indépendante, une vie intérieure vraie : "La Vacuité surgit parfois de la manière la plus inattendue - interrompant par exemple une douleur violente (...) Essayons de caractériser cette Vacuité, lorsqu'elle se constitue avec plus de continuité. L'impression qui domine est rendue par le mot que nous avons choisi pour la désigner : celle d'un Vide, d'un Rien mais qui, bien loin de décevoir, comble, tout au contraire. Une Vacuité. Les images qu'on pourrait utiliser ne rendent pas cette impression spécifique. Les moins inadéquates ? L'air, subtil, léger, invisible, clair, le vent. Le silence et son étrange musicalité, après qu'on ait longuement entendu le murmure de la mer. La transparence de certaines flaques d'eau dans les rochers, si parfaite, qu'elles sont entièrement invisibles. Ou bien, on pensera à un mouvement : celui...du rein dans le vide ! A une échappée. A une fuite longue et longue et longue, dans l'espace. C'est sans doute cette image de l'espace qui est la plus satisfaisante. Il n'est rien. Mais pourtant tout se situe en lui. Il est vide, nu, illimité, parfait, présent ; nous sommes en lui, il est en nous, là, partout. Il est sans pouvoir, mais le lieu où se déroule tout pouvoir. Sans lui, tout serait confusion inextricable ; par lui tout s'ordonne ; est simplement, là. Notre propre centre est en nous, certes, mais en lui tout autant et mieux encore. Il est inconcevable, irreprésentable, insaisissable, lui-même sans rapports, mais le lieu de tout rapport. (...) Ainsi un nouveau mode d'être s'est découvert : il ne détruit rien de l'ancien, mais il le met, lui, ses ambitions, espérances et prétentions, à sa juste place. Le problème métaphysique n'est pas résolu : il est dissipé." Geneviève Lanfranchi, De la vie intérieure à la vie de relation, 1966, pp. 79-81 On trouvera des extraits de son Journal dans Le Vide, Hermès, éditions Les Deux Océans - Artículo*: noreply@blogger.com (Dubois David) - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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ECKHART: El Nacimiento del Verbo en el alma (III)

MEISTER ECKHART El Nacimiento del Verbo en el Alma (III) Reza Sha Kazemi * * Tercera entrega de la traducción inédita hasta la fecha en castellano del capítulo dedicado a Meister Eckhart del libro de Reza Sha Kazemi titulado "Paths to tracendence according to Shankara, Ibn Arabi y Meister Eckhart". Publicado en la editorial World Wisdom, Inc, 2006. (Traducción al castellano de Roberto Mallón Fedriani) _______________ 2. Concentración Unitiva, Raptus, y Nacimiento El primer principio importante a establecer al describir el Nacimiento, es la absoluta necesidad de la gracia divina, sin la cual el alma no puede conseguir nada en su búsqueda de la trascendencia de sí misma. Siguiendo con el debate anterior sobre el desapego, podría decirse que la vacuidad pura que efectúa el desapego espiritual es la receptividad interior al influjo de la gracia; Dios está continuamente buscando a la criatura, la cual, por su parte, no es receptiva a Dios debido a su preocupación por -y por tanto “plenitud de”- sí misma y del mundo: “Dios siempre se está esforzando por estar constantemente con un hombre y llevarle hacia el interior, siempre que aquel esté dispuesto a seguirle... Dios siempre está listo, pero nosotros no estamos dispuestos. Dios está cerca de nosotros, pero nosotros estamos lejos de Él. Dios está dentro, nosotros estamos afuera. Dios está en casa, nosotros estamos fuera.” (II:169). El reconocimiento por parte de la criatura de su incapacidad inherente, efectúa una apertura decisiva hacia la gracia, y esta apertura también se identifica con el despertar de los espacios más elevados del intelecto. Por tanto, el aspecto creado del intelecto debe hacerse consciente de sus limitaciones ineludibles, y entonces buscar fervientemente la gracia de Dios; pues es solo por virtud de esta gracia como puede actualizarse el aspecto “más elevado” o “increado” del intelecto. Así pues, cualquier cosa que se “alcance” por medio de este intelecto pertenece más a la obra de la gracia de Dios que a los esfuerzos de la criatura: “Cuando un hombre está muerto en la imperfección, surge en el intelecto más elevado la comprensión, y clama a Dios por Su gracia. Entonces Dios le da una luz divina a fin de que llegue a conocerse a sí mismo. Allí dentro conoce a Dios.” (I:267). Esta consciencia de la necesidad de la gracia no implica una actitud fatalista o quietista respecto al propio estado actual de imperfección; al contrario, el reconocimiento de esta imperfección está fuertemente ligado a la acción resolutiva: va de la mano con una lucha incesante contra los propios errores, un “odio hacia la propia alma” en la medida en que el alma continua siendo imperfecta: “Quienquiera que ame su alma en la pureza, que es la naturaleza simple del alma, la odia y es su adversario dentro de este traje; la odia y está angustiado de que ella esté tan lejos de la pura luz que es ella en sí misma.” (I:171). Uno debe esforzarse continuamente por trascenderse a si mismo -superando sus propias faltas- no ya prefigurando y anticipando la victoria efectiva sobre uno mismo actualizada por la gracia, sino también abriéndose a sí mismo a esa gracia. De este modo, al hablar de las “funciones” del ángel en cuanto a la preparación del alma para el Nacimiento, Eckhart añade que uno debe esforzarse por parecerse cada más al ángel en el desempeño de su triple función: la purificación, la iluminación y la perfección del alma (I:212). En otro lugar este proceso se compara con el incremento del parecido a Dios: “En la medida en que todas las faltas del alma se van abandonando, en esa medida Dios la hace parecida a Él mismo.” (I:219). Debemos ahora abordar la cuestión del significado exacto de “falta”, y cuál es el “éxito” correspondiente. Para contestar a esto se debe apreciar el aspecto más significativo de la trama de relaciones que subsisten entre el Padre y el Hijo, el Hijo y la humanidad, y la humanidad y el ser humano individual. Yendo primero a la relación de paternidad Divina, Eckhart cita el principio escriturario: Ningún hombre conoce al Padre sino el Hijo (Mat. 11:27) y añade: “si conocieras a Dios, no solo serías como el Hijo, sino que serías el Hijo mismo.” (I:127). “Ser” de este modo el Hijo significa ser uno con el Verbo eternamente pronunciado por el Padre, en contraposición a ser Jesús como hombre que nació en un tiempo y en un lugar determinado. Distinguir entre el Nacimiento eterno y el nacimiento temporal deja clara la necesidad de realizar en el interior de uno mismo la realidad de este Nacimiento incesante, del que el nacimiento temporal no es sino una consecuencia. Aquí raica el punto crucial de las enseñanzas de Eckhart, quien lo expresa citando a San Agustín: “¿De qué me sirve que este nacimiento esté siempre ocurriendo, si no me ocurre a mi? Lo que importa es que debería ocurrir en mí.” (I:1) La asunción de la naturaleza humana por el Verbo es la clave para la realización del Nacimiento en el ser humano: “Dios adoptó la naturaleza humana y la unió con Su propia Persona. La naturaleza humana se hizo Dios, pues Él puso al desnudo la naturaleza humana, no la de ningún hombre. Por tanto, si quieres ser el mismo Cristo y Dios, sal de todo aquello que el Verbo eterno no asumió... entonces serás lo mismo que el Verbo eterno, como la naturaleza humana lo es para Él. Pues entre tu naturaleza humana y la Suya no hay ninguna diferencia: es una, ya que lo que hay en Cristo lo hay en ti.” (II:313-314). En otra palabras, una vez eliminados los accidentes de la individualidad, se revela la naturaleza humana universal: no tal o cual ser humano, sino la humanidad como tal, la cual, habiendo constituido el recipiente existencial de la Divinidad, es absorbida por su contenido divino: hacerse uno con la humanidad es pues un estadio en el camino de ascenso para hacerse uno con la Divinidad, describiendo de este modo el movimiento inverso por el que la Divinidad descendió para hacerse humanidad: “¿Porqué se hizo Dios hombre? Para que yo pudiera nacer como Dios mismo.” (I:138) Por consiguiente, el significado verdadero, o trascendente, de la humanidad es la Divinidad, lo cual es lo mismo que decir que el hombre solo es fiel a su naturaleza más profunda en la medida en se trasciende a sí mismo, lo cual hace -en primera instancia- purificándose a sí mismo de “todo aquello que el Verbo eterno no asumió.” Está claro que Eckhart esta aquí enfatizando la necesidad de divinización del ser humano, no de la humanización de lo Divino: lo inferior se debe extinguir a sí mismo ante lo superior, y solo entonces será reabsorbido por ello; no es una cuestión de hacer descender lo superior al propio nivel y de asimilarlo crudamente a la propia actualidad personal. Estas consideraciones quedan reforzadas con una analogía alquímica utilizada por Eckhart: “El alma se oscurece al ser vertida en el cuerpo, ... El alma no puede ser pura a menos que sea reducida a su pureza original, tal y como Dios la hizo, igual que el oro no puede hacerse a partir del cobre con dos o tres horneados: debe reducirse a su naturaleza primaria... El hierro se quede comparar con la plata, y el cobre con el oro: pero cuanto más los igualamos sin llevar a cabo sustracciones, tanto más falsos son. Pasa lo mismo con el alma.” (I:202-203). La esencia del alma está oscurecida y envuelta por el cuerpo: la “reducción” o “disolución” alquímica que se requiere no tiene como finalidad el cuerpo como materia, sino más bien el alma en tanto que ha asumido sobre ella la oscuridad de su recubrimiento: los rastros psíquicos de la materia y de la corporalidad, la pasión por lo perecedero, el apego al material transitorio que “es creado después de nada” (I:203). Cuanto más toma el alama su estado actual, natural, caído -el cobre sin refinar- por la esencia de su ser y su consciencia, tanto más falsa se hace, tanto más susceptible al orgullo, lo cual aquí significa deificar a la criatura como tal, tomando la oscuridad por la luz. Se debe recordar aquí la idea del cobre que está más exaltado en el oro que por sí mismo: anteriormente se usó esta imagen respecto a la distinción entre el Ser y el Más Allá del Ser, pero es igualmente relevante su aplicación al alma y a Dios: el alma realiza una plenitud en Dios que está estrictamente excluida en el plano de su afirmación separativa como alma. Si esta reducción a la humanidad pura constituye el propósito y el límite de la capacidad del ser humano -cuyas modalidades veremos en breve- y lo convierte en uno con el Verbo, surge entonces la pregunta: ¿qué es eso que el Hijo “conoce” del Padre, y que ahora el individuo, reducido a “humanidad desnuda”, y por tanto al Verbo, también conoce? ¿En qué consiste este conocimiento? “¿Qué es lo que oye el Hijo de su Padre? El Padre solo puede dar el nacimiento, el Hijo solo puede nacer. Todo lo que el Padre tiene y es, la profundidad del ser divino y la naturaleza divina, Él la produce toda de una vez en Su único Hijo engendrado.” (I:138). El contenido de este conocimiento es inseparable del Ser del Absoluto; la distinción ontológica entre el Hijo como Persona y la Divinidad en cuanto Esencia, no está operativa en esta dimensión supra-ontológica de identidad esencial -aquella identidad que permite que Eckhart afirme que las Personas no son sino una Divinidad pese a sus distinciones personales exteriores-. Así pues: “En el Verbo eterno, el oyente es el mismo que el que es oído.” (II:83). Así como el Hijo es el Padre en su dimensión unitiva, así, si el hombre individual ha llegado a nacer como el Hijo en virtud de su reducción efectiva a pura humanidad, entonces también él tampoco puede ser otro que el Uno. Decir “Nacimiento” es decir “Unión”: “Dios Padre da a luz al Hijo en el terreno y la esencia del alma, y de este modo se une a Sí Mismo a ella... y en esa unión real radica toda la beatitud del alma.” (I:5). La descripción que hace Eckhart sobre la naturaleza del Ser que es de este modo comunicado y consumado en la unión, se corresponde estrechamente, una vez más, con el ternario vedantino Sat-Chit-Aanada; pues se dice que éstos son tres aspectos del Verbo tal y como es pronunciado en el alma: “poder inconmensurable”, “sabiduría infinita”, y “dulzura infinita” (I:60-61). Eckhart recalca que en esta naturaleza integral, él posee todo lo que fue dado a Cristo; esta fue otra de las tesis por las que fue condenado en la Bula de 1329: “Todo lo que Dios Padre dio a su único Hijo en la naturaleza humana, Él me lo ha dado a mí: todo sin excepción, ni siquiera la unidad ni la santidad.” (I:XLVIII). En uno de sus Sermones plantea y responde la pregunta clave implícita en la condena de una idea así: Si tenemos todo lo que fue dado a Cristo, “¿porque entonces alabamos y ensalzamos a Cristo como nuestro Señor y nuestro Dios?” Y responde: “Eso es porque él era un mensajero de Dios hacia nosotros y nos ha traído nuestra bendición. La bendición que nos trajo era nuestra.” (I:116). En otros términos, Jesús -el hombre- “recordó” a la humanidad la bendición que hay dentro de ella, una bendición derivada de Dios, en primera instancia, en tanto que cada alma humana está hecha a imagen de Dios -es decir, en esencia cada alma nace como el Hijo, y por tanto con todas las bendiciones del Hijo-; una bendición que está solamente nublada, no abolida, por la Caída. Esta bendición solo es “nuestra” en la naturaleza humana esencializada, allí donde todos los aspectos de la criatura son trascendidos. Es como si Eckhart estuviese diciendo: el Principio que me trasciende me transmite un mensaje que me recuerda que está inmanente en mí; que es más verdaderamente “yo mismo” que este caparazón psicofísico que me envuelve. Yendo ahora a los medios mediante los cuales se ha de realizar esta inmanencia trascendente, Eckhart describe el aspecto increado del alma como algo más desconocido que conocido, “un lugar extraño y desértico”; de ahí que la supresión del ego sea condición sine qua non para esta realización: “Si pudieras borrarte a ti mismo por un instante, es más, incluso menos de un instante, poseerías todo lo que es esto en sí mismo. Pero mientras que te preocupe cualquier cosa, no conoces más Dios que lo que conoce mi boca del color o mi ojo del sabor.” (I:144). Ahora debemos centrarnos en el significado de esta anulación de uno mismo y en el principio ontológico del que se deriva su necesidad para la espiritualidad. Debemos recordar aquí la idea de que cualquier cosa especifica -incluso algo bueno en sí mismo- es un velo sobre el Bien universal, y es por tanto una forma de negación de ello. Cualquier cosa que “es” en sí misma, “no” es en relación a Dios: “en la medida en que el no se adhiere a ti, en esa medida eres imperfecto. Por consiguiente, si quieres ser perfecto debes deshacerte del no.” (I:117). De este modo, la perfección ontológica es la negación trascendente de la negación. Cualquier rastro de alteridad excluye esta perfección, pues la otredad es la afirmación de la negación. La Unión significa la total unidad con aquello que es, mientras que lo separativo conlleva una relación inevitable con la nada. Es esta una relación que aparta de lo Real en la medida en que nos mueve en la dirección de una nada que cabe considerar como una tendencia negativa cuyo estatus existencial deriva, no de su propia naturaleza, que es por definición inexistente, sino de su capacidad de negar lo Real. Es importante distinguir entre dos tipos de “nada” pertenecientes al alma. La primera es cuando el alma se afirma como tal, apartada de Dios, y que podemos denominar ‘nada negativa’, en tanto que niega la realidad única de Dios. La segunda es una nada precipitada metódicamente y que, por el contrario, es eminentemente positiva, pues se trata de una negación deliberada del aparente “algo” propio del alma, y por tanto una nada que es receptiva al “algo” Divino. Para alcanzar el “algo” de Dios -Su Realidad, que está por así decir en el otro lado del Vacío- el alma debe primeramente caer en su propia nada, lo que aquí implica la negación concreta y “ascendente” o “interiorizante” de su propio “algo” aparente; es entonces cuando Dios “con su ser increado, se ubica por debajo de esa su nada y sostiene al alma en el ‘algo’ de Él.” (I:59) Si el alma debe vaciarse de sí misma en términos de Ser, lo mismo es aplicable, mutatis mutandis, en términos de consciencia cognitiva: el alma solo puede llegar a conocer por medio de un no-conocer, de un despojamiento completo de todos los contenidos del pensamiento: “Debe haber una quietud y un silencio para que este Verbo se haga oír. No podemos servir mejor a este Verbo que en la quietud y el silencio: allí podemos oírlo y allí también lo entenderemos correctamente -en el no saber-. Se aparece y revela a aquel que nada sabe.” (I:20)[1] Lo que se está enfatizando es que aquello que es ignorancia desde la perspectiva humana noes si no el reverso de un modo de conocimiento absoluto desde la perspectiva divina; así como el oído no tiene conocimiento del sabor, así las modalidades humanas de conocimiento carecen de medios para asimilar las verdades divinas, habiendo allí una inconmensurabilidad insalvable como la que hay entre los procesos de cognición finitos y el contenido infinito de la realidad divina. Desde el punto de vista humano, “no saber” es la condición previa para el conocimiento del orden divino: “Entonces debemos hacernos conocedores con el conocimiento divino y nuestro no saber será ennoblecido y adornado con el conocimiento sobrenatural.” (I:21) Por tanto, “no saber” significa concretamente recolectar todos los poderes del alma interiorizándolos para la concentración unitiva; concentración no en ésta o en aquella imagen, sino en la Verdad misma, en las profundidades más interiores de la quietud silenciosa: “Debemos concentrar todos nuestros poderes en percibir y en conocer la verdad una, infinita, increada y eterna. Para ello, reúne todos tus poderes, reúne tus sentidos, tu mente entera y la memoria; dirígelos hacia la tierra donde está enterrado tu tesoro.” (I:19). El “no saber” se refiere por tanto a todos los modos de las potencias individuales del alma: en lo que al individuo se refiere, la concentración pura es una ignorancia que subsume dentro de sí misma de modo indiferenciado todos los aspectos del funcionamiento del alma, y que resulta en un “modo sin modo” de ignorancia; un vacío que solo es receptivo al influjo del Ser, la Verdad y la Beatitud divinas. Este es el “tesoro” que está enterrado profundamente bajo las capas superficiales de cognición que son otros tantos velos sobre la Verdad. Todas las imágenes, en tanto que se reciben del exterior, se deben excluir con firmeza. Incluso se llega a afirmar que la imagen de Cristo es un obstáculo para la realización más elevada. Citando a Juan, 16:7, “Pero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo me vaya; porque si yo no me fuere, el Consolador [el Espíritu Santo] no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” Eckhart comenta: “Esto es como si hubiera dicho: ‘Os regocijáis demasiado en mi forma presente, y por tanto el gozo del Espíritu Santo no puede ser vuestro.’ Así pues, abandonad todas las imágenes y uníos con la esencia sin forma.” (III:128).[2] La postura de Eckhart se hace as inteligible cuando se comprende el concepto de “imagen”, junto con el correspondiente estado de liberación de todas las imágenes. En el Nacimiento se alcanzan todas las cosas en su realidad objetiva dentro de Dios, en contraste con sus formas exteriores como imágenes refractadas a través de prismas limitados y por tanto distorsionadoras de la consciencia de la criatura. Si cualquier imagen -sea noble o vil- está presente en la mente, Dios debe estar necesariamente ausente: “La más pequeña de las imágenes criaturales que se dan en ti es tan grande como Dios. ¿Cómo es eso? Te priva de la totalidad de Dios. Tan pronto como la imagen entra, Dios debe irse con toda Su Divinidad... ¡Sal de ti en busca de Dios, y Dios saldrá de Sí Mismo para buscarte a ti! Cuando ambas cosas han salido, lo que queda es uno y simple. En este Uno el Padre guarda a Su Hijo en su seno más interior.” (I:118) Se observa aquí el reflejo cognitivo de un proceso ontológico en el dominio del método espiritual, en el reino de la realidad metafísica: la abstinencia de toda imagen es el aspecto negativo de la concentración unitiva, y esto refleja y prefigura esa negación de sí mismo que es el aspecto negativo de la realización unitiva: tan pronto como el sí mismo es anulado -apartado de sí mismo- la Divinidad inmanente es realizada en una unión que impide toda afirmación exclusiva tanto de sí mismo como de Dios: en esta unión solo permanece la Divinidad. Es en este sentido de abandono y desapego de todas las impresiones sensoriales y constructos mentales en el que Eckhart interpreta el pasaje de las escrituras sobre el Jesús niño que lo pierden sus padres, y que solo lo vuelven a encontrar cuando retornan al punto del que habían partido: uno debe dejar atrás la “multitud” -de poderes, funciones, obras, e imágenes del alma- y volver al origen. (I:39) En otro Sermón, Eckhart se plantea a sí mismo la siguiente pregunta: ¿es siempre necesario estar tan “yermo y distanciado de todo lo interior y lo exterior”? ¿no puede uno rezar, escuchar los sermones, y demás, para ayudarse a si mismo? Y contesta: “No, puedes estar seguro de esto. Lo mejor para ti es la quietud absoluta tanto como sea posible. No puedes cambiar este estado por ningún otro sin sufrir daño por ello.” (I:43). Una vez más se observa un paralelismo claro entre los elementos operativos del método espiritual y la estructura de la realidad metafísica: así como la Divinidad se distinguió de la Trinidad por “no obrar”, así la esencia no actuante del alma debe ser desnudada de sus modos exteriores de funcionamiento: “El alma trabaja a través de sus poderes, no con su esencia.” (I:3). En la parte anterior de esta sección vimos como las virtudes debían primero ser asimiladas y luego trascendidas; ese aspecto del ascenso espiritual puede decirse que está relacionado principalmente con los poderes inferiores de la mente: el intelecto inferior, la cólera, el deseo, y los sentidos. En este estadio superior del ascenso, representado por el grado de la pura concentración o “quietud”, lo que se debe trascender son las modalidades de los poderes superiores del alma, en donde estos poderes superiores son: el intelecto superior, la memoria, y la voluntad. Todos los contenidos cognitivos derivados de la función del intelecto sobre la base de las imágenes almacenadas en la memoria, y mediante la operación de la voluntad de buscarse a sí mismo -todo ello- debe ser trascendido si lo que se quiere conseguir es el fundamento y la esencia del alma, el “centro silencioso” sin imágenes que por naturaleza no es receptivo a nada excepto a “la esencia divina sin mediación. Allí entra Dios en Su totalidad, no solo en parte.” (I:3) Eckhart no da muchos detalles de la experiencia unitiva, el raptus más elevado, gezucket, o “éxtasis”, como se denomina comúnmente, pero que sería mas apropiado llamar “enstasis” dado el hecho de que la beatitud que se experimenta viene derivada, como sostiene insistentemente Eckhart, de la dimensión ontológica más profunda interior, no exterior a un mismo. Esta certeza recalcitrante deriva, en gran parte al menos, del carácter inefable de la experiencia, y por tanto de su intrínseca incomunicabilidad. Pero en un importante Sermón, nos da una descripción extrínseca al hablar del raptus de San Pablo, a quien Eckhart atribuye claramente el más alto estatus en relación a la experiencia de la unión. Al exhortar una vez más a sus oyentes a abandonar todos los poderes, imágenes y obras a fin de que el Verbo hable en ellos, Eckhart dice: “Si solo pudierais no ser conscientes de todas las cosas de forma repentina, entonces podríais llegar a un olvido de vuestro propio cuerpo, como hizo San Pablo cuando dijo: ‘si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe’ (2 Cor. 12.2) En este caso, el espíritu había absorbido tan enteramente los poderes, que había olvidado el cuerpo: la memoria ya no funcionaba, ni el entendimiento, ni los sentidos, ni los poderes que gobiernan el cuerpo, la calidez vital y el calor del cuerpo estaban suspendidos, de modo que el cuerpo no se debilitó durante los tres días durante los que ni comió ni bebió” (I:7) Del mismo modo, recomienda al oyente “huir de los sentidos, volver sus poderes hacia el interior, y hundirse en un olvido de todas las cosas y de sí mismo.” En otro Sermón señala la duración necesariamente limitada de este estado: “Si el alma fuese siempre consciente del bien que es Dios, de forma inmediata y sin interrupción, nunca sería capaz de abandonarlo para influenciar el cuerpo... Como esto no es propicio para esta vida sino ajeno a ella, Dios con Su Misericordia lo vela cuando Él quiere, y lo revela cuando Él quiere.” La cantidad de tiempo que se permanece en este estado es entonces determinada por Dios, no por el individuo, el cual es totalmente pasivo a este respecto. Otra pregunta que se hace a sí mismo es la siguiente: ¿En el estado unitivo, pierde el alma por completo su identidad -en cuyo caso no habría nada a lo que pudiera regresar la consciencia “después” de la unión- o hay algo de la identidad del alma que permanece -en cuyo caso la unión no habría sido total-? Respecto a esta pregunta Eckhart insiste en el logro de la unicidad pura, en contraposición a la unidad: “Cuando dos han de convertirse en uno, uno de ellos ha de perder su ser. Del mismo modo: si Dios y tu alma han de convertirse en uno, tu alma ha de perder su ser y su vida. Mientras permaneciera algo estarían de hecho unidos, pero para que se conviertan un uno, uno ha de perder su identidad y el otro ha de conservar la suya.” (I:52) ¿Cómo es que entonces el alma no muere en esta unión que conlleva la pérdida completa de “su ser y su vida”? En términos eckhartianos la respuesta a esto se puede extrapolar a partir de la respuesta que da a una cuestión similar sobre cómo puede el alma “soportar” la unión: “Por el hecho de que le dé [algo] dentro de Él, [lo] puede recibir y soportar en lo que es de Él y no de ella: porque lo de Él pertenece a ella. Cuando Él la ha sacado de lo de ella, lo de Él tiene que pertenecer a ella, y lo de ella es, en sentido propio, lo de Él. Así́ es capaz de mantenerse en la unión con Dios.” (I:184) En el estado de unión el alma está completamente poseída por Dios, de tal manera que la resistencia del alma a este estado viene conferida por el ser de Dios, siendo reemplazada por la de ella. Así como el alma es incapaz de alcanzar aquello que trasciende su propia naturaleza creada, así es incapaz de soportar la unión en base a su capacidad creada. Dios es el agente activo en ambos casos, otorgando Su capacidad sobre el alma que ha extinguido fielmente su propia capacidad. Si no tuviese lugar esta transferencia de capacidades, entonces lógicamente se debería concluir que toda otredad criatural sería extinguida, no solo en el estado unitivo -que es el estado eternamente real- sino incluso en el dominio temporal de la multiplicidad ontológica al que de hecho retorna el alma. Por consiguiente, se puede decir que la naturaleza creada del alma queda suspendida o negada mientras dura ese estado, mientras que su esencia increada se revela en su identidad auténtica; una con Dios, no solo unida a Dios. Es importante subrayar aquí que esta unión se plantea como un estado de duración limitada únicamente desde el punto de vista de la naturaleza creada que está excluida de la unión, mientras que desde el punto de vista del Absoluto, este “estado” es la realidad eterna, intrínsecamente inmutable, si bien extrínsecamente susceptible de una exclusión -u ocultamiento- aparente solo desde la “nada” representada por el orden de lo creado, ya que esta unión es en verdad el “nacimiento eterno que Dios Padre produjo y produce incesantemente en la eternidad” (I:1). Todo lo demás es temporal, siendo el orden de lo creado estrictamente “nada”. Esta misma idea se insinúa en otro Sermón en el que Eckhart habla del alma unida. Se debe tener en mente la distinción entre “una” y “unida”: “Dios creó el alma de modo que pudiera llegar a estar unida con Él”. (II:263). Llegar a “estar unida” es muy distinto de llegar a “ser una”: no ha lugar al “devenir” en el estado puro de “unicidad”; cualquier cosa que esté en el reino del devenir está sujeta a un proceso -en este caso el proceso de unificación, un “llegar a estar unido”, mientras que el puro ser es la realidad inmutable de la unicidad. Por tanto, el alma debe llegar a unirse con Dios partiendo de su naturaleza creada; aquello que es despojado en el proceso de unificación es todo lo que el Verbo no asumió cuando asumió la naturaleza humana. Es decir, todo lo que separa al hombre de su prototipo perfecto, la imagen de Dios en la que fue creado. Este proceso de “unificación” es la condición esencial para esa “unión” con la que sin embargo no tiene medida común. Unificación significa eliminar la otredad por grados; unión es la trascendencia abrupta de toda otredad, la revelación de la nada de la otredad y de la sola realidad del Uno. El aspecto creado del alma es por tanto susceptible de transformación tanto en lo que se refiere al ascenso espiritual -el proceso de unificación-, como en lo referido a la transformación, tras el logro de la unión, por medio del cual llega a ser perfectamente conforme con la imagen de Dios en la que fue creada; pero esta conformidad del alma exterior con Dios se debe distinguir de la identidad total entre la esencia del alma y la Divinidad. La conformidad se relaciona con el alma en tanto que está hecha a “imagen” de Dios, mientras que la identidad pertenece estrictamente a aquello de lo que el alma no es sino una imagen, la realidad divina misma. * <<< Ir a Parte II Continuará... [1] Cf. El dictum de Shankara: el Sí Mismo es conocido solamente por aquel que no lo conoce en absoluto. [2] Esto recuerda al acto mental final que llevo a cabo Ramakrishna antes de alcanzar el nirvikalpa samadhi. Siendo incapaz de ir más allá de a visión de la Madre Kali al intentar concentrarse en el Sí Mismo, dice: “Con firme determinación me senté otra vez a meditar, y tan pronto como apareció de nuevo ante mi mente la forma sagrada de la Madre divina, contemplé el conocimiento como una espada, y la corté mentalmente en dos con esa espada del conocimiento. Entonces no quedó ninguna función mental, y trascendí rápidamente el reino de los nombres y las formas, fundiéndome en samadhi.” (Sri Ramakrishna: The Great Master, Swami Saradananda, trad. Swami Jagadananda, Sri Ramakrishna Math, Madras, 1952, p. 484). - Artículo*: noreply@blogger.com (Satyam Evo Jayate) - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Textos de la Tradición Primordial o Eterna (Sanatana Dharma) con especial énfasis en el dharsana Vedanta Advaita.

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sábado, 29 de septiembre de 2018

El gran Pescαdor CristoDios | LOGOS ORTODOXO

El gran Pescαdor CristoDios a través de Su Jaris energía increada gracia y a través del blog ha pescado dos psiques almas antes Romanocatólicos y se han bautizado en el mar tal y como Dios manda en el Santo Monasterio Grigoriu de Athos, mi casa espiritual, son dos de los muchos milagros paradójicos e inexplicables que … Continuar leyendo » - Artículo*: ADJL - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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Turan, la terra dei lupi

Viaggio alla scoperta dei miti fondativi dell’indole guerriera e profondamente religiosa delle genti che nel corso dei secoli hanno percorso, occupato e abitato il vasto spazio geografico del Turan. di Daniele Perra articolo originariamente pubblicato su L’Intellettuale Dissidenteimmagine: guerrieri Sciti raffigurati a Persepoli, Iran In tutta l’area eurasiatica è estremamente diffuso il mito dell’antenato divino, a metà tra uomo e belva, o dell’animale sacro che dà origine alla stirpe accoppiandosi con una giovane di nobili origini o con una sacerdotessa votata al culto del dio. Due esempi emblematici, agli estremi opposti dello spazio eurasiatico ed in epoche storiche differenti, contribuiscono a fornire la prova evidente di quanto appena affermato: la fondazione della Città Eterna ad opera di Romolo, figlio del dio-lupo Marte e della vestale Rea Silva, che, con suo fratello gemello Remo, venne a sua volta allattato da una lupa; l’unificazione, seppur di breve durata, dell’intera dimensione spaziale eurasiatica ad opera dei gengiskhanidi, il cui antenato primordiale era un lupo grigio disceso dal cielo ed unitosi ad una cerva. Narra la Storia segreta dei mongoli (la più antica opera letteraria in lingua mongola pervenuta fino ad oggi ed originariamente destinata alla sola dinastia reale) che Gengis Khan nacque dalla stirpe di Alan-Goa, la “madre degli eletti del Cielo destinati a diventare Khan”, la quale diede alla luce i suoi figli senza concorso d’uomo ma per opera dello spirito giunto a lei attraverso l’apertura centrale della sua yurta, la tenda tradizionale dei popoli mongoli [1]. Diretti discendenti di Tengri (il Grande Cielo), i gengiskhanidi presentano una certa analogia con un’altra stirpe segnata dal diretto contatto col divino: gli alidi. Non è un caso se, ancora oggi, si possa ritrovare in alcune linee nobiliari dell’Asia centrale una comune discendenza sia dal Khan mongolo che dal Profeta dell’Islam. Mosaico raffigurante Romolo e Remo con la Lupa. L’Impero romano, nato sotto il segno del lupo (animale consacrato al dio Marte), sconfisse i Daci che, a loro volta, erano chiamati “figli dei lupi” ed il cui territorio (compreso tra il Danubio ed i Carpazi), secondo il tradizionalista romeno Vasile Lovinescu (noto con lo pseudonimo di Geticus attraverso il quale firmò la serie di articoli sulla Dacia iperborea nei guenoniani Etudes Traditionelles), sarebbe stato la sede di un centro spirituale di origine iperborea. A loro volta, i turco-mongoli, secondo lo studioso olandese naturalizzato tedesco Herman Wirth, sarebbero i discendenti diretti dei cosiddetti “eschimesi bianchi”: gruppi di iperborei che penetrarono nell’Eurasia dall’est portandovi una tradizione sciamanica dal carattere puramente iniziatico che ne facilitò il contatto con le forme esoteriche di altre tradizioni [2]. A questo punto, si rende necessaria una precisazione. L’assimilazione della parola Turan ai popoli turco-mongoli non è etimologicamente corretta. Essa è collegata a quanto riportato nello Shahnameh di Firdusi (il libro dei re della tradizione iranica). Quest’opera monumentale venne realizzata in un contesto storico nel quale lo spazio turanico (l’area delle steppe centro-asiatiche) era stato già occupato dalle tribù turco-mongole. Tuttavia, il mondo turanico, nell’antichità, era rappresentato dalle tribù nomadi e guerriere indoeuropee che addomesticarono il cavallo e costruirono la ruota ed il carro. L’originario confronto Turan-Iran era semplicemente uno scontro all’interno del medesimo mondo indoeuropeo tra la sua componente nomadica e quella sedentarizzatasi. Solo con le migrazioni degli Unni verso occidente, magistralmente descritte da Franz Altheim, lo spazio turanico venne occupato da ethnoi post-indoeuropei ma dalla simile cultura nomadica. Un’analogia riscontrata anche dallo storico delle religioni Mircea Eliade che ebbe modo di studiare ed approfondire le similitudini negli aspetti culturali e religiosi tra gli antichi iranici ed i turco-mongoli. Uno dei caratteri comuni a questi diversi ethnoi era l’indole profondamente guerriera. I popoli indoeuropei in particolar modo, che nelle steppe turaniche hanno avuto la loro area di origine e diffusione, partecipavano ad un comune sistema di credenze e rituali attinenti all’iniziazione militare. Il lavoro di Georges Dumézil ha dimostrato come esistano tracce di confraternite militari dal carattere religioso-iniziatico tanto nelle culture iraniche pre-zoroastriane quanto nei testi vedici. Sia i Templari cristiani che i Giannizzeri ottomani (legati alla dottrina sufi Bektashi) possono essere annoverati come esempi più recenti di tale tradizione. Scena XXIII della Colonna Traiana, si riconoscono cavalieri Sarmati. Ora, tra i popoli indoeuropei dell’antichità, l’iniziazione militare consisteva principalmente nella trasfigurazione dei giovani guerrieri in belve feroci [3]. L’aspirante guerriero negava la propria umanità per trasformarsi in dio della guerra e la sua potenziale morte in combattimento era semplicemente interpretata come un ricongiungersi all’eterno. Il rito iniziatico guerriero era infatti già un distaccarsi dalla dimensione terrena. Trasformandosi in belva, il giovane guerriero usciva da se stesso e dal proprio tempo divenendo contemporaneo al mito archetipico dell’antenato “carnivoro”, modello, al contempo, sia del cacciatore che del guerriero invincibile. Rivivendo il mito, il giovane guerriero ripeteva l’evento primordiale all’origine della stirpe. Caccia, guerra e conquista facevano intrinsecamente parte di questa dinamica impregnata di religiosità. Questi, infatti, erano vissuti come atti spirituali attraverso i quali fondare un nuovo mondo. Inseguendo un’animale sacro, ad esempio, si scopriva e conquistava un territorio nuovo. Il senso del rito iniziatico-militare a fondamento della casta guerriera indoeuropea era quello di “morire per ottenere una non morte”, ovvero, l’immortalità. Fra gli antenati degli Achemenidi esisteva una famiglia nota col nome di saka haumavarka: coloro che si trasformano in lupi a seguito dell’estasi provocata dall’Haoma [4] (bevanda d’immortalità associabile sia al Soma vedico che al sangue di Cristo contenuto nel Sacro Graal delle tradizioni celtico-cristiane). Vere e proprie credenze nella licantropia erano attestate tra gli antichi irani, indiani, greci e germani. Gli autori greco-latini chiamavano le tribù nomadi che abitavano lo spazio irano-turanico come Hyrcanoi (i lupi). L’Hyrcania si estendeva nell’area attorno al Mar Caspio ed anche in iranico aveva il nome di Varkana (il paese dei lupi) [5]. Un nome che rifletteva sia concezioni religiose estremamente arcaiche che il “vivere da lupi” (di rapina) di queste genti [6]. Nomi del genere erano estremamente comuni in tutta l’area di diffusione dei popoli indoeuropei. Il nome della tribù sannita dei Lucani deriverebbe da lykos (lupo). Mentre i loro vicini si chiamavano Irpini, da hirpus, nome sannita del lupo. Nomi che deriverebbero dalla tradizione rituale, comune alle genti italiche, del Ver Sacrum (primavera sacra) [7]. Tale rito veniva celebrato in situazioni di difficoltà contingente quando, a causa di carestie o siccità, per scongiurare ulteriori problemi, la comunità prendeva la decisione di espellere la nuova generazione, fattasi adulta, dal proprio territorio. Questa, tuttavia, non veniva abbandonata a se stessa. Al momento propizio, Marte la prendeva sotto la sua tutela e, mostrandosi sotto le sembianze di un animale a lui consacrato (ancora una volta il lupo, ma anche il picchio come nel caso dei Piceni), li guidava verso un nuovo territorio da conquistare anche a costo di sottometterne gli abitanti precedenti [8]. Una dinamica non dissimile da quella raccontata nell’Oghuznameh: il racconto epico delle genti turche che, seguendo il lupo grigio (incarnazione dello spirito guida Borteçine), giunsero fino all’Anatolia. Senza considerare il mito a fondamento della migrazione degli Unni verso occidente: l’inseguimento di un cervo sacro ben oltre le paludi della Meozia e fino alle terre degli Sciti. Drago dacico. Strabone riferisce che anche gli Sciti avevano il nome di “dàoi” (lupi). Ed una tradizione riferita da Esichio di Mileto ci informa che dàos era il nome frigio del lupo. Gli Sciti, popolo indoeuropeo dal profondo carattere cavalleresco-guerriero originario delle steppe eurasiatiche, occuparono le terre che in passato erano dei Cimmeri, coloro che per Omero vivevano avvolti tra le nubi e la nebbia. Tipico degli Sciti era l’utilizzo di bevande inebrianti durante i riti religiosi così come i tumuli funerari noti come “Kurgan”. Un’altra caratteristica comune ai popoli indoeuropei era infatti la convinzione che le dimore stabili fossero prerogativa dei morti e non dei vivi. L’antropologo svizzero Johann Jakob Bachofen ha sottolineato come nell’antichità si costruisse più per i morti che per i vivi. Se per essi bastano abitazioni di legno caduco, l’eternità richiedeva una dimora di pietra, simbolo di ciò che è atemporale. Agli Sciti appartiene anche una delle leggende a fondamento dello schema trifunzionale proprio delle società indoeuropee arcaiche ben descritto dal già citato Dumézil. Secondo questa leggenda, un giorno, dal cielo, sarebbero discesi tre doni divini: una coppa, simbolo della casta sacerdotale; un’ascia, simbolo della casta guerriera; ed un aratro, simbolo dell’ultima casta dei contadini/produttori [9]. I Sarmati, grandi allevatori di cavalli arrivati dopo gli Sciti ad occupare lo spazio compreso tra l’Europa dell’est e l’Asia centrale, sono ancora oggi presenti in Ossezia che venne occupata da una loro tribù; quella degli Alani. Gli Alani ebbero un rapporto alterno con i romani. E nel momento di maggiore estensione dell’Impero si allearono con i Daci contro Traiano. Sempre Strabone riferisce come anche il nome dei Daci deriverebbe dal termine “dàoi”. Lo stendardo del bellicoso popolo dei Daci era infatti un drago dalla testa di lupo. Un effige che si ritrova descritta nello Shahnameh come simbolo militare persiano e che, come riporta Mircea Eliade, appare raffigurata su di un dipinto murale del Turkestan. Tuttavia, i più valorosi tra gli abitanti della Tracia, secondo Erodoto, erano i Geti. Essi, secondo le notizie raccolte dallo storico attraverso i greci dell’Ellesponto e del Ponto, si ritenevano immortali e credevano che colui che scompariva si ricongiungeva nell’eternità al loro dio Zalmoxis. Una concezione che riflette, una volta di più, il carattere puramente “platonico”, inteso nel senso di dominio dell’eterno sul tempo e del sovrasensibile sul sensibile, della civiltà indoeuropea in tutte le sue forme e componenti. Secondo le fonti greche, viziate da quel pregiudizio classico che portò i greci a dare una paternità ellenica a culture talvolta ben più antiche della loro nonostante Platone non ebbe timore a riportare nel Timeo che gli egiziani consideravano proprio i greci come dei bambini, questo Zalmoxis sarebbe stato uno schiavo di Pitagora dal quale avrebbe appreso la dottrina dell’immortalità dell’anima. Dottrina che poi avrebbe diffuso nella Tracia ed in particolar modo tra i Geto-daci. Questi, dopo un occultamento di quattro anni in una dimora sotterranea e dopo aver creduto nella sua morte, al momento della riapparizione di Zalmoxis, si sarebbero convinti del carattere divino dell’ex schiavo di Pitagora. Tuttavia, Zalmoxis, nonostante quanto riportato dalle fonti greche, sarebbe vissuto ben prima di Pitagora [10]. Ora, a prescindere dalla collocazione temporale del mito di Zalmoxis, è importante sottolineare come in questo caso si presenti una variante di un altro tema fondamentale e comune a quasi tutte le tradizioni eurasiatiche: il tema dell’occultamento del sacro [11] che ha la sua più luminosa espressione nell’Islam sciita. L’occultamento e l’epifania del divino hanno un profondo senso iniziatico. Il ritiro in una dimora sotterranea, una caverna, rappresenta il primo atto di un rito iniziatico. Secondo Tertulliano, lo stesso Pitagora si sarebbe ritirato per sette anni in un nascondiglio sotterraneo. Mentre Porfirio, nella sua Vita di Pitagora, riporta che il filosofo di Samo venne iniziato ai misteri di Zeus a Creta dove discese nell’antro dell’Ida nel quale vi rimase per ventisette giorni. Secondo Diogene Laerzio vi discese in compagnia di Epimenide che in quello stesso antro si addormentò nell’attimo del meriggio rimanendo in una condizione di esistenza atemporale per cinquantasette anni (tre volte il ciclo metònio di diciannove anni, la più grande unità di tempo greca) dalla quale uscì immutato nel corpo ma esperto nell’arte divinatoria e nelle tecniche estatiche [12]. Le tradizioni armene parlano di una caverna dove era solito appartarsi Meher (Mitra) e dalla quale usciva solo una volta l’anno. Mani, a sua volta, annunciò che sarebbe salito in cielo e che lì sarebbe rimasto un anno prima di occultarsi all’interno di una grotta. Il mito di Zalmoxis ha segnato profondamente la cultura dei popoli di tutta la penisola balcanica. Egli venne associato a Dioniso, ad Orfeo e considerato alla stregua di prototipo mitico dello sciamano. Zalmoxis, infatti, venne associato anche ad Abari [13]: sacerdote di Apollo, originario del paese degli iperborei, legato a quel simbolo della freccia che ebbe enorme rilievo tanto nella cultura degli Sciti quanto nelle tradizioni sciamaniche siberiane. Nicholas Roerich, “Treasure of the Mountains”, 1933. Il tema dell’occultamento collegato al mito di Zalmoxis ha conosciuto una notevole diffusione nell’area carpatico-danubiana. Lungo l’arco orientale dei Carpazi si insediò il popolo dei Székely (Siculi, Ciculi o Secleri) che fa risalire le sue origini alla calata degli Unni verso l’Europa. Questa piccola frazione del popolo nomade rimasta sul suolo europeo ha continuato per secoli a nutrire la speranza in un ritorno futuro, dal carattere espressamente messianico, del principe Csaba, il più giovane dei figli di Attila, il re unno protagonista del mito del Gladius Dei (la spada divina il cui ritrovamento e possesso sarebbero auspicio di vittoria e sovranità universale) [14]. Sempre in questa regione è diffusa la credenza che il voivoda di Moldavia Stefano il Grande (1433-1504) viva ancora in una condizione di occultamento dal profondo valore escatologico. Vasile Lovinescu interpretò questo mito come manifestazione di un centro spirituale iniziatico attraverso l’analisi di un’icona dell’Arcangelo Michele del XVII secolo a cui piedi, coricato ed avvolto in un mantello all’interno di una cavità sotterranea, si troverebbe proprio il voivoda [15]. La grotta, così come la montagna, ha un preciso valore simbolico. Entrambi sono simboli assiali e polari. All’altezza corrisponde la profondità. La caverna è maggiormente collegata al rito iniziatico nel momento in cui la verità si occulta alla maggioranza degli uomini. Il Polo si ritira dalla vetta della montagna verso l’interno ed il mondo celeste diviene mondo sotterraneo. Il simbolo della montagna, secondo René Guénon, è il triangolo con la punta rivolta verso l’alto, mentre il simbolo della caverna è il triangolo con la punta rivolta verso il basso. Questo, a sua volta, è anche il simbolo della coppa dalla quale poter bere la bevanda dell’immortalità che si conquista proprio attraverso il rito iniziatico [16]. I simboli della caverna e della montagna hanno segnato così tanto l’immaginario dei popoli del continente eurasiatico che il filosofo tedesco Friedrich Nietzsche, il pensatore del compimento della metafisica occidentale, non poté esimersi dall’inserirli nella sua opera, dal profondo carattere allegorico, Così parlò Zarathustra. Lo Zarathustra di Nietzsche visse la sua solitudine all’interno di una grotta e tra i monti. Una solitudine da intendersi non come segregazione ma come appropriazione autentica del proprio sé in attesa del risveglio. Qui, nell’attimo del meriggio, immagine sensibile dell’eternità più luminosa, l’uomo sta al centro del suo itinerario tra l’animale ed il superuomo e celebra il suo avviarsi alla sera come la sua speranza più elevata giacché quella è la via verso un nuovo mattino. È nel meriggio più luminoso che Zarathustra scorge per la prima volta i suoi “animali guida”: l’aquila (simbolo dell’orgoglio) ed il serpente (simbolo della prudenza). Il meriggio – affermava Martin Heidegger interpretando il pensiero di Nietzsche – è il centro luminoso nella storia dell’umanità, un attimo di transizione nella luce serena dell’eternità, dove il cielo è profondo, e dove ante-meriggio e po-meriggio, si scontrano l’uno con l’altro e si imbattono nella decisione [17]. Questa decisione è la scelta tra una vita che nega se stessa e la possibilità di un nuovo inizio. E questo nuovo inizio è inscindibile dalla constatazione essenziale che solo l’eternità è sempre assolutamente nuova. Note: [1] A. Dugin, Siberia, in Russia segreta, Edizioni all’insegna del Veltro, Collana elettrolibri, Parma 2012. [2] Ibidem. [3] Cfr. M. Maculotti, Metamorfosi e battaglie rituali nel mito e nel folklore delle popolazioni eurasiatiche, su AXISmundi. [4] M. Eliade, Da Zalmoxis a Gengis Khan, Astrolabio-Ubaldini Editore, Roma 1975, p. 12. [5] Ibidem. [6] Al “vivere da lupi” era anche associato il periodo iniziatico a cui i giovani spartani venivano sottoposti per la durata di un anno. Durante questo periodo il giovane doveva vivere evitando qualsiasi tipo di contatto umano. [7] Cfr. A. Modena Altieri, Lupercalia: le celebrazioni catartiche della Februa, su AXISmundi. [8] Anche la condizione degli esiliati e dei fuggiaschi veniva associata al “vivere da lupi”. Romolo, non a caso, fece erigere sul Campidoglio un asilo per esuli e fuggiaschi che Servio dedicò al dio-lupo Lucoris. [9] Cfr. A. Piscitelli, Cimmeri, Sciti e Sarmati: i popoli iranici dell’antica Eurasia, su AXISmundi. [10] Da Zalmoxis a Gengis Khan, op. cit., pp. 27-28. Su Zalmoxis, si veda anche M. Maculotti, Divinità del Mondo Infero, dell’Aldilà e dei Misteri, su AXISmundi. [11] Cfr. D. Perra, Il mito dell’occultamento nelle tradizioni eurasiatiche, su AXISmundi. [12] K. Kerenyi, Miti e misteri, Einaudi Editore, Torino 1950, p. 413. Si veda anche M. Maculotti (cur.), K. Kerenyi: Il mitologema dell’esistenza atemporale nell’antica Sardegna, su AXISmundi. [13] Cfr. M. Maculotti (cur.), Ioan P. Culianu: lo sciamanesimo iperboreo dell’antica Grecia, su AXISmundi. [14] C. Mutti, Imperium. Epifanie dell’idea di Impero, Effepi, Genova 2005, cap. II Flagellum dei, Servus dei, pp. 49-52. [15] Si veda a tal proposito V. Lovinescu, Rex absconditus, Edizioni all’insegna del Veltro, Collana elettrolibri, Parma 2012. [16] R. Guénon, Simboli della scienza sacra, Adelphi Edizioni, Milano 1975, pp. 190-191. [17] M. Heidegger, Nietzsche, Adelphi Edizioni, Milano 1994, pp. 282-283. - Artículo*: danieleperra - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Viaggio alla scoperta dei miti fondativi dell’indole guerriera e profondamente religiosa delle genti che nel corso dei secoli hanno percorso, occupato e abitato il vasto spazio geografico del…

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Turan, la terra dei lupi

Viaggio alla scoperta dei miti fondativi dell’indole guerriera e profondamente religiosa delle genti che nel corso dei secoli hanno percorso, occupato e abitato il vasto spazio geografico del Turan. di Daniele Perra articolo originariamente pubblicato su L’Intellettuale Dissidenteimmagine: guerrieri Sciti raffigurati a Persepoli, Iran In tutta l’area eurasiatica è estremamente diffuso il mito dell’antenato divino, a metà tra uomo e belva, o dell’animale sacro che dà origine alla stirpe accoppiandosi con una giovane di nobili origini o con una sacerdotessa votata al culto del dio. Due esempi emblematici, agli estremi opposti dello spazio eurasiatico ed in epoche storiche differenti, contribuiscono a fornire la prova evidente di quanto appena affermato: la fondazione della Città Eterna ad opera di Romolo, figlio del dio-lupo Marte e della vestale Rea Silva, che, con suo fratello gemello Remo, venne a sua volta allattato da una lupa; l’unificazione, seppur di breve durata, dell’intera dimensione spaziale eurasiatica ad opera dei gengiskhanidi, il cui antenato primordiale era un lupo grigio disceso dal cielo ed unitosi ad una cerva. Narra la Storia segreta dei mongoli (la più antica opera letteraria in lingua mongola pervenuta fino ad oggi ed originariamente destinata alla sola dinastia reale) che Gengis Khan nacque dalla stirpe di Alan-Goa, la “madre degli eletti del Cielo destinati a diventare Khan”, la quale diede alla luce i suoi figli senza concorso d’uomo ma per opera dello spirito giunto a lei attraverso l’apertura centrale della sua yurta, la tenda tradizionale dei popoli mongoli [1]. Diretti discendenti di Tengri (il Grande Cielo), i gengiskhanidi presentano una certa analogia con un’altra stirpe segnata dal diretto contatto col divino: gli alidi. Non è un caso se, ancora oggi, si possa ritrovare in alcune linee nobiliari dell’Asia centrale una comune discendenza sia dal Khan mongolo che dal Profeta dell’Islam. Mosaico raffigurante Romolo e Remo con la Lupa. L’Impero romano, nato sotto il segno del lupo (animale consacrato al dio Marte), sconfisse i Daci che, a loro volta, erano chiamati “figli dei lupi” ed il cui territorio (compreso tra il Danubio ed i Carpazi), secondo il tradizionalista romeno Vasile Lovinescu (noto con lo pseudonimo di Geticus attraverso il quale firmò la serie di articoli sulla Dacia iperborea nei guenoniani Etudes Traditionelles), sarebbe stato la sede di un centro spirituale di origine iperborea. A loro volta, i turco-mongoli, secondo lo studioso olandese naturalizzato tedesco Herman Wirth, sarebbero i discendenti diretti dei cosiddetti “eschimesi bianchi”: gruppi di iperborei che penetrarono nell’Eurasia dall’est portandovi una tradizione sciamanica dal carattere puramente iniziatico che ne facilitò il contatto con le forme esoteriche di altre tradizioni [2]. A questo punto, si rende necessaria una precisazione. L’assimilazione della parola Turan ai popoli turco-mongoli non è etimologicamente corretta. Essa è collegata a quanto riportato nello Shahnameh di Firdusi (il libro dei re della tradizione iranica). Quest’opera monumentale venne realizzata in un contesto storico nel quale lo spazio turanico (l’area delle steppe centro-asiatiche) era stato già occupato dalle tribù turco-mongole. Tuttavia, il mondo turanico, nell’antichità, era rappresentato dalle tribù nomadi e guerriere indoeuropee che addomesticarono il cavallo e costruirono la ruota ed il carro. L’originario confronto Turan-Iran era semplicemente uno scontro all’interno del medesimo mondo indoeuropeo tra la sua componente nomadica e quella sedentarizzatasi. Solo con le migrazioni degli Unni verso occidente, magistralmente descritte da Franz Altheim, lo spazio turanico venne occupato da ethnoi post-indoeuropei ma dalla simile cultura nomadica. Un’analogia riscontrata anche dallo storico delle religioni Mircea Eliade che ebbe modo di studiare ed approfondire le similitudini negli aspetti culturali e religiosi tra gli antichi iranici ed i turco-mongoli. Uno dei caratteri comuni a questi diversi ethnoi era l’indole profondamente guerriera. I popoli indoeuropei in particolar modo, che nelle steppe turaniche hanno avuto la loro area di origine e diffusione, partecipavano ad un comune sistema di credenze e rituali attinenti all’iniziazione militare. Il lavoro di Georges Dumézil ha dimostrato come esistano tracce di confraternite militari dal carattere religioso-iniziatico tanto nelle culture iraniche pre-zoroastriane quanto nei testi vedici. Sia i Templari cristiani che i Giannizzeri ottomani (legati alla dottrina sufi Bektashi) possono essere annoverati come esempi più recenti di tale tradizione. Scena XXIII della Colonna Traiana, si riconoscono cavalieri Sarmati. Ora, tra i popoli indoeuropei dell’antichità, l’iniziazione militare consisteva principalmente nella trasfigurazione dei giovani guerrieri in belve feroci [3]. L’aspirante guerriero negava la propria umanità per trasformarsi in dio della guerra e la sua potenziale morte in combattimento era semplicemente interpretata come un ricongiungersi all’eterno. Il rito iniziatico guerriero era infatti già un distaccarsi dalla dimensione terrena. Trasformandosi in belva, il giovane guerriero usciva da se stesso e dal proprio tempo divenendo contemporaneo al mito archetipico dell’antenato “carnivoro”, modello, al contempo, sia del cacciatore che del guerriero invincibile. Rivivendo il mito, il giovane guerriero ripeteva l’evento primordiale all’origine della stirpe. Caccia, guerra e conquista facevano intrinsecamente parte di questa dinamica impregnata di religiosità. Questi, infatti, erano vissuti come atti spirituali attraverso i quali fondare un nuovo mondo. Inseguendo un’animale sacro, ad esempio, si scopriva e conquistava un territorio nuovo. Il senso del rito iniziatico-militare a fondamento della casta guerriera indoeuropea era quello di “morire per ottenere una non morte”, ovvero, l’immortalità. Fra gli antenati degli Achemenidi esisteva una famiglia nota col nome di saka haumavarka: coloro che si trasformano in lupi a seguito dell’estasi provocata dall’Haoma [4] (bevanda d’immortalità associabile sia al Soma vedico che al sangue di Cristo contenuto nel Sacro Graal delle tradizioni celtico-cristiane). Vere e proprie credenze nella licantropia erano attestate tra gli antichi irani, indiani, greci e germani. Gli autori greco-latini chiamavano le tribù nomadi che abitavano lo spazio irano-turanico come Hyrcanoi (i lupi). L’Hyrcania si estendeva nell’area attorno al Mar Caspio ed anche in iranico aveva il nome di Varkana (il paese dei lupi) [5]. Un nome che rifletteva sia concezioni religiose estremamente arcaiche che il “vivere da lupi” (di rapina) di queste genti [6]. Nomi del genere erano estremamente comuni in tutta l’area di diffusione dei popoli indoeuropei. Il nome della tribù sannita dei Lucani deriverebbe da lykos (lupo). Mentre i loro vicini si chiamavano Irpini, da hirpus, nome sannita del lupo. Nomi che deriverebbero dalla tradizione rituale, comune alle genti italiche, del Ver Sacrum (primavera sacra) [7]. Tale rito veniva celebrato in situazioni di difficoltà contingente quando, a causa di carestie o siccità, per scongiurare ulteriori problemi, la comunità prendeva la decisione di espellere la nuova generazione, fattasi adulta, dal proprio territorio. Questa, tuttavia, non veniva abbandonata a se stessa. Al momento propizio, Marte la prendeva sotto la sua tutela e, mostrandosi sotto le sembianze di un animale a lui consacrato (ancora una volta il lupo, ma anche il picchio come nel caso dei Piceni), li guidava verso un nuovo territorio da conquistare anche a costo di sottometterne gli abitanti precedenti [8]. Una dinamica non dissimile da quella raccontata nell’Oghuznameh: il racconto epico delle genti turche che, seguendo il lupo grigio (incarnazione dello spirito guida Borteçine), giunsero fino all’Anatolia. Senza considerare il mito a fondamento della migrazione degli Unni verso occidente: l’inseguimento di un cervo sacro ben oltre le paludi della Meozia e fino alle terre degli Sciti. Drago dacico. Strabone riferisce che anche gli Sciti avevano il nome di “dàoi” (lupi). Ed una tradizione riferita da Esichio di Mileto ci informa che dàos era il nome frigio del lupo. Gli Sciti, popolo indoeuropeo dal profondo carattere cavalleresco-guerriero originario delle steppe eurasiatiche, occuparono le terre che in passato erano dei Cimmeri, coloro che per Omero vivevano avvolti tra le nubi e la nebbia. Tipico degli Sciti era l’utilizzo di bevande inebrianti durante i riti religiosi così come i tumuli funerari noti come “Kurgan”. Un’altra caratteristica comune ai popoli indoeuropei era infatti la convinzione che le dimore stabili fossero prerogativa dei morti e non dei vivi. L’antropologo svizzero Johann Jakob Bachofen ha sottolineato come nell’antichità si costruisse più per i morti che per i vivi. Se per essi bastano abitazioni di legno caduco, l’eternità richiedeva una dimora di pietra, simbolo di ciò che è atemporale. Agli Sciti appartiene anche una delle leggende a fondamento dello schema trifunzionale proprio delle società indoeuropee arcaiche ben descritto dal già citato Dumézil. Secondo questa leggenda, un giorno, dal cielo, sarebbero discesi tre doni divini: una coppa, simbolo della casta sacerdotale; un’ascia, simbolo della casta guerriera; ed un aratro, simbolo dell’ultima casta dei contadini/produttori [9]. I Sarmati, grandi allevatori di cavalli arrivati dopo gli Sciti ad occupare lo spazio compreso tra l’Europa dell’est e l’Asia centrale, sono ancora oggi presenti in Ossezia che venne occupata da una loro tribù; quella degli Alani. Gli Alani ebbero un rapporto alterno con i romani. E nel momento di maggiore estensione dell’Impero si allearono con i Daci contro Traiano. Sempre Strabone riferisce come anche il nome dei Daci deriverebbe dal termine “dàoi”. Lo stendardo del bellicoso popolo dei Daci era infatti un drago dalla testa di lupo. Un effige che si ritrova descritta nello Shahnameh come simbolo militare persiano e che, come riporta Mircea Eliade, appare raffigurata su di un dipinto murale del Turkestan. Tuttavia, i più valorosi tra gli abitanti della Tracia, secondo Erodoto, erano i Geti. Essi, secondo le notizie raccolte dallo storico attraverso i greci dell’Ellesponto e del Ponto, si ritenevano immortali e credevano che colui che scompariva si ricongiungeva nell’eternità al loro dio Zalmoxis. Una concezione che riflette, una volta di più, il carattere puramente “platonico”, inteso nel senso di dominio dell’eterno sul tempo e del sovrasensibile sul sensibile, della civiltà indoeuropea in tutte le sue forme e componenti. Secondo le fonti greche, viziate da quel pregiudizio classico che portò i greci a dare una paternità ellenica a culture talvolta ben più antiche della loro nonostante Platone non ebbe timore a riportare nel Timeo che gli egiziani consideravano proprio i greci come dei bambini, questo Zalmoxis sarebbe stato uno schiavo di Pitagora dal quale avrebbe appreso la dottrina dell’immortalità dell’anima. Dottrina che poi avrebbe diffuso nella Tracia ed in particolar modo tra i Geto-daci. Questi, dopo un occultamento di quattro anni in una dimora sotterranea e dopo aver creduto nella sua morte, al momento della riapparizione di Zalmoxis, si sarebbero convinti del carattere divino dell’ex schiavo di Pitagora. Tuttavia, Zalmoxis, nonostante quanto riportato dalle fonti greche, sarebbe vissuto ben prima di Pitagora [10]. Ora, a prescindere dalla collocazione temporale del mito di Zalmoxis, è importante sottolineare come in questo caso si presenti una variante di un altro tema fondamentale e comune a quasi tutte le tradizioni eurasiatiche: il tema dell’occultamento del sacro [11] che ha la sua più luminosa espressione nell’Islam sciita. L’occultamento e l’epifania del divino hanno un profondo senso iniziatico. Il ritiro in una dimora sotterranea, una caverna, rappresenta il primo atto di un rito iniziatico. Secondo Tertulliano, lo stesso Pitagora si sarebbe ritirato per sette anni in un nascondiglio sotterraneo. Mentre Porfirio, nella sua Vita di Pitagora, riporta che il filosofo di Samo venne iniziato ai misteri di Zeus a Creta dove discese nell’antro dell’Ida nel quale vi rimase per ventisette giorni. Secondo Diogene Laerzio vi discese in compagnia di Epimenide che in quello stesso antro si addormentò nell’attimo del meriggio rimanendo in una condizione di esistenza atemporale per cinquantasette anni (tre volte il ciclo metònio di diciannove anni, la più grande unità di tempo greca) dalla quale uscì immutato nel corpo ma esperto nell’arte divinatoria e nelle tecniche estatiche [12]. Le tradizioni armene parlano di una caverna dove era solito appartarsi Meher (Mitra) e dalla quale usciva solo una volta l’anno. Mani, a sua volta, annunciò che sarebbe salito in cielo e che lì sarebbe rimasto un anno prima di occultarsi all’interno di una grotta. Il mito di Zalmoxis ha segnato profondamente la cultura dei popoli di tutta la penisola balcanica. Egli venne associato a Dioniso, ad Orfeo e considerato alla stregua di prototipo mitico dello sciamano. Zalmoxis, infatti, venne associato anche ad Abari [13]: sacerdote di Apollo, originario del paese degli iperborei, legato a quel simbolo della freccia che ebbe enorme rilievo tanto nella cultura degli Sciti quanto nelle tradizioni sciamaniche siberiane. Nicholas Roerich, “Treasure of the Mountains”, 1933. Il tema dell’occultamento collegato al mito di Zalmoxis ha conosciuto una notevole diffusione nell’area carpatico-danubiana. Lungo l’arco orientale dei Carpazi si insediò il popolo dei Székely (Siculi, Ciculi o Secleri) che fa risalire le sue origini alla calata degli Unni verso l’Europa. Questa piccola frazione del popolo nomade rimasta sul suolo europeo ha continuato per secoli a nutrire la speranza in un ritorno futuro, dal carattere espressamente messianico, del principe Csaba, il più giovane dei figli di Attila, il re unno protagonista del mito del Gladius Dei (la spada divina il cui ritrovamento e possesso sarebbero auspicio di vittoria e sovranità universale) [14]. Sempre in questa regione è diffusa la credenza che il voivoda di Moldavia Stefano il Grande (1433-1504) viva ancora in una condizione di occultamento dal profondo valore escatologico. Vasile Lovinescu interpretò questo mito come manifestazione di un centro spirituale iniziatico attraverso l’analisi di un’icona dell’Arcangelo Michele del XVII secolo a cui piedi, coricato ed avvolto in un mantello all’interno di una cavità sotterranea, si troverebbe proprio il voivoda [15]. La grotta, così come la montagna, ha un preciso valore simbolico. Entrambi sono simboli assiali e polari. All’altezza corrisponde la profondità. La caverna è maggiormente collegata al rito iniziatico nel momento in cui la verità si occulta alla maggioranza degli uomini. Il Polo si ritira dalla vetta della montagna verso l’interno ed il mondo celeste diviene mondo sotterraneo. Il simbolo della montagna, secondo René Guénon, è il triangolo con la punta rivolta verso l’alto, mentre il simbolo della caverna è il triangolo con la punta rivolta verso il basso. Questo, a sua volta, è anche il simbolo della coppa dalla quale poter bere la bevanda dell’immortalità che si conquista proprio attraverso il rito iniziatico [16]. I simboli della caverna e della montagna hanno segnato così tanto l’immaginario dei popoli del continente eurasiatico che il filosofo tedesco Friedrich Nietzsche, il pensatore del compimento della metafisica occidentale, non poté esimersi dall’inserirli nella sua opera, dal profondo carattere allegorico, Così parlò Zarathustra. Lo Zarathustra di Nietzsche visse la sua solitudine all’interno di una grotta e tra i monti. Una solitudine da intendersi non come segregazione ma come appropriazione autentica del proprio sé in attesa del risveglio. Qui, nell’attimo del meriggio, immagine sensibile dell’eternità più luminosa, l’uomo sta al centro del suo itinerario tra l’animale ed il superuomo e celebra il suo avviarsi alla sera come la sua speranza più elevata giacché quella è la via verso un nuovo mattino. È nel meriggio più luminoso che Zarathustra scorge per la prima volta i suoi “animali guida”: l’aquila (simbolo dell’orgoglio) ed il serpente (simbolo della prudenza). Il meriggio – affermava Martin Heidegger interpretando il pensiero di Nietzsche – è il centro luminoso nella storia dell’umanità, un attimo di transizione nella luce serena dell’eternità, dove il cielo è profondo, e dove ante-meriggio e po-meriggio, si scontrano l’uno con l’altro e si imbattono nella decisione [17]. Questa decisione è la scelta tra una vita che nega se stessa e la possibilità di un nuovo inizio. E questo nuovo inizio è inscindibile dalla constatazione essenziale che solo l’eternità è sempre assolutamente nuova. Note: [1] A. Dugin, Siberia, in Russia segreta, Edizioni all’insegna del Veltro, Collana elettrolibri, Parma 2012. [2] Ibidem. [3] Cfr. M. Maculotti, Metamorfosi e battaglie rituali nel mito e nel folklore delle popolazioni eurasiatiche, su AXISmundi. [4] M. Eliade, Da Zalmoxis a Gengis Khan, Astrolabio-Ubaldini Editore, Roma 1975, p. 12. [5] Ibidem. [6] Al “vivere da lupi” era anche associato il periodo iniziatico a cui i giovani spartani venivano sottoposti per la durata di un anno. Durante questo periodo il giovane doveva vivere evitando qualsiasi tipo di contatto umano. [7] Cfr. A. Modena Altieri, Lupercalia: le celebrazioni catartiche della Februa, su AXISmundi. [8] Anche la condizione degli esiliati e dei fuggiaschi veniva associata al “vivere da lupi”. Romolo, non a caso, fece erigere sul Campidoglio un asilo per esuli e fuggiaschi che Servio dedicò al dio-lupo Lucoris. [9] Cfr. A. Piscitelli, Cimmeri, Sciti e Sarmati: i popoli iranici dell’antica Eurasia, su AXISmundi. [10] Da Zalmoxis a Gengis Khan, op. cit., pp. 27-28. Su Zalmoxis, si veda anche M. Maculotti, Divinità del Mondo Infero, dell’Aldilà e dei Misteri, su AXISmundi. [11] Cfr. D. Perra, Il mito dell’occultamento nelle tradizioni eurasiatiche, su AXISmundi. [12] K. Kerenyi, Miti e misteri, Einaudi Editore, Torino 1950, p. 413. Si veda anche M. Maculotti (cur.), K. Kerenyi: Il mitologema dell’esistenza atemporale nell’antica Sardegna, su AXISmundi. [13] Cfr. M. Maculotti (cur.), Ioan P. Culianu: lo sciamanesimo iperboreo dell’antica Grecia, su AXISmundi. [14] C. Mutti, Imperium. Epifanie dell’idea di Impero, Effepi, Genova 2005, cap. II Flagellum dei, Servus dei, pp. 49-52. [15] Si veda a tal proposito V. Lovinescu, Rex absconditus, Edizioni all’insegna del Veltro, Collana elettrolibri, Parma 2012. [16] R. Guénon, Simboli della scienza sacra, Adelphi Edizioni, Milano 1975, pp. 190-191. [17] M. Heidegger, Nietzsche, Adelphi Edizioni, Milano 1994, pp. 282-283. - Artículo*: danieleperra - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Viaggio alla scoperta dei miti fondativi dell’indole guerriera e profondamente religiosa delle genti che nel corso dei secoli hanno percorso, occupato e abitato il vasto spazio geografico del…

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Liminality and Experience: The 1979 Revolution in Iran and Shia Religious Symbols – Association des amis de Henry et Stella Corbin

Amin SHARIFI ISALOO Liminality and Experience: The 1979 Revolution in Iran and Shia Religious Symbols The Journal of the Irish Society for the Academic Study of […] Cet article Liminality and Experience: The 1979 Revolution in Iran and Shia Religious Symbols est apparu en premier sur Association des amis de Henry et Stella Corbin. - Artículo*: Daniel Proulx - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Amin SHARIFI ISALOO, The Journal of the Irish Society for the Academic Study of Religions, numéro 6, p. 60-83, PDF.

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Hasard et nécessité : les deux visages de la liberté ?

La sélection naturelle est un modèle explicatif aussi simple que puissant. Élégant. N'en déplaise aux préjugés. Petit rappel avec cette remarquable vidéo : Est-il possible de concilier ce modèle avec celui d'une conscience universelle souveraine qui crée tout selon son libre désir ? Peut-être. Selon la Reconnaissance, école philosophique inspirée du tantrisme et née au Cachemire vers 950, tout a une source unique : la conscience. Cette conscience est à la fois une Lumière permanente, toile de fond en laquelle tout se révèle ; et un pouvoir de "se prendre pour" ceci ou pour cela. Ainsi, l'être-conscience peut se manifester en prenant cette manifestation pour un autre ; ou pour le néant ; ou pour une réalité étrangère qui impose ses lois. Le dynamisme créateur propre à l'être-conscience est comparable à une sève qui se cristallise peu à peu. L'extase jaillissante prend forme, et les formes forment des habitudes, qui se durcissent en lois. La Lumière elle-même se solidifie, s'opacifie. Le Mystère se réalise comme matière. Le mouvement infini ralentit jusqu'aux rythmes des molécules, qui elles-mêmes tendent, peu à peu, à l'immobilité. De même, sur le versant subjectif, le libre pouvoir de se réaliser sous des myriades de formes devient un individu, délimité, définit, doté d'une nature, disons d'un tempérament. Pour la Reconnaissance, la personne est engendrée par l'union de la Lumière et de la conscience, cette dernière étant comprise comme ce libre pouvoir de "se prendre pour" - liberté d'être libre, jusqu'à l'ivresse du jeu de la servitude. Or, le hasard et la nécessité pourraient bien être deux visages de cette liberté. La sélection naturelle est le jeu du hasard et de la nécessité. Par "hasard", il ne faut pas comprendre "absence de cause", mais plutôt, "cause aveugle", non issue d'une décision, d'une délibération. L'Inde n'a guère pensé le concept de hasard, sauf dans le Yoga selon Vasishtha, oeuvre non-dualiste sans équivalent, composée au Cachemire, vers 950, à l'époque donc de la Reconnaissance. On nous y propose l'image d'un corbeau qui atterri sous un cocotier. A cet instant, une noix se décroche, tombe sur le corbeau et le tue. Image de la pure coïncidence. Le cocotier n'a pas "voulu" tuer le corbeau. Le hasard est ainsi la rencontre fortuite de séries causales qui ne participent pas d'une même pensée, d'un même vouloir. Cependant, selon la Reconnaissance, la multiplicité des séries causales, aussi indépendantes qu'elles paraissent, est impossible sans une conscience qui les relie. Pas de hasard sans relation. Or, "relation" est synonyme, purement et simplement, de "conscience". Tout est donc grâce à la conscience. Pas de multiple sans l'Un. Dès lors, on pourrait envisager le hasard comme un autre nom de la libre créativité de la conscience. Son pouvoir de se réaliser de façon imprévisible, même à elle-même. Un pouvoir créateur de nouveauté. Cela colle avec la sélection naturelle, car le hasard des mutations génétiques, notamment, y est le facteur de nouveauté. Evidemment, cela suppose d'accepter une conscience libre, mais pas à la manière d'un Grand Architecte. Plutôt à la façon d'un musicien qui improvise. Le jeu du hasard et de la nécessité, le vertige tourbillonnant de cette lutte perpétuelle entre les Anciens et les Modernes, entre créativité et inertie, entre passé et avenir. Mais pour improviser, il faut des lois. Ces lois, c'est la "nécessite". La Reconnaissance connait bien cette notion, nommée nitayi en sanskrit. La nécessité est le visage que prend la liberté absolue de la conscience quand elle se cristallise en habitudes. Le cosmos serait donc le jeu du hasard er de la nécessité, c'est-à-dire de la partie de la conscience qui reste libre, face à la partie qui se fige en habitudes. Bien sûr, cette distinction est loin d'être toujours nette. On crée grâce à la nécessité autant que grâce au hasard. L'improvisation, en danse, en musique ou en écriture, en sont de parfaits exemples. La complicité entre hasard et nécessité est inextricable, ce qui marque le génie. La maîtrise technique donne aux notes l'apparence de jaillir de nulle part. Les fausses notes sont intégrées, l'obstacle devient le moyen, dans une danse ou les déséquilibres sont repris, in extremis, dans un nouveau geste d’équilibre, plus profond et plus vaste. L'enjeu étant l’émerveillement, la surprise, le vertige de la perte et du retour. Illustration à la viole : Autre forme d'improvisation : - Artículo*: noreply@blogger.com (Dubois David) - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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55 noches con Saturno | Imagen astronomía diaria - Observatorio

Durante 55 noches consecutivas -del 1 de julio al 24 de agosto de 2018- el firmamento mediterráneo estuvo, al menos, parcialmente despejado. Esta composición telescópica reúne una exposición realizada cada noche para seguir al brillante planeta Saturno mientras vagaba por el firmamento nocturno. En agosto, el movimiento retrógrado aparente del planeta exterior se desaceleró y se desvió hacia la derecha, enmarcado por un fondo estrellado. Esto le llevó cerca de la línea de visión de la Vía Láctea central, así como de las nebulosas la bella Laguna (M8) y Trífida (M20). Titán, el satélite más grande de Saturno, la acompañaba en el viaje. El movimiento resultante de Titán, que se acerca al gigante de gas en una órbita de 16 días de duración, es más fácil de detectar cuando Saturno, excesivamente brillante, es eliminado digitalmente de la escena . - Artículo*: Alex Dantart - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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