Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

lunes, 30 de septiembre de 2024

Mejorar la salud ahorrando dinero. Recursos gratuitos (o casi) para tener salud, con Lluís Botinas


Ante la gravedad de lo que está ocurriendo en el mundo y alrededor nuestro, es muy importante
-sentirse fuerte y confiado, y explicaré algunas razones que hay para ello
-y, en particular, asumir la responsabilidad de nuestra propia salud y también de la salud de nuestro entorno.


Para mejorar la salud y ahorrar dinero, la naturaleza ha puesto gratuitamente (o casi) a nuestro alcance recursos:
*inmediatos:
– interiores: un complejísimo cuerpo dentro de un aún más complejo ser humano, saliva, orina, sudor, ¿heces?, postura, movimiento, actitud, ¿…?
– en torno: energía, aire, sol, tierra, agua, agua de mar, arcilla, huerto en casa, ¿…?

*fáciles de aprender:
-ayuno, siesta del obispo o del borrego, consejos adecuados de alimentación y de higiene, ¿…?
-auto: masaje, reflexología, metamórfica, yuki, ¿…?
-fortalecer el terreno, ¿…?

*no tan fáciles pero importantes si nos funcionan:
-vivir sin comida, alimentarse del sol y/o del aire, “Sociedad del mal vivir y del peor morir”, “Para ganarse la vida, ¿hay que perderla? Es más, ¿hay que ganarse la vida’”, ¿…?

*¿…?


Y también recomendaré EVITAR
-las prácticas de riesgo generales,
-y las que para cada quien sean prácticas de riesgo personales.


¡BIENVENIDO!



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*No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.

APAROKSHA ANUBHUTI - El conocimiento directo de Brahman según Shankara


 


APAROKSHA ANUBHUTI

El Conocimiento directo de Brahman segun Shankara

(Con los Comentarios sapienciales de Swami Paramarthananda)


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(Roberto Mallón Fedriani - Ediciones Ví Directa, 2024)


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El texto que presentamos a continuación es un clásico del Vedanta Advaita inédito hasta la fecha en castellano. Incluye el propio texto original con los versos (ślokas) de Adi Shankara, seguido de los comentarios sapienciales de Swami Paramartnanada obtenidos en una serie de charlas impartidas por él mismo en el Ashram de Arsha Vidya en Chennai. Para ello, hemos intentado ser lo más fieles posble a los mensajes originales, procurando además adecuarlos a un lenguaje que fuese lo más accesible posible a un lector occidental de lengua hispana. Además, para aquellos que no estén familiarizados con el Vedanta Advaita, hemos añadido, allí donde hemos visto necesario, múltiples notas aclaratorias que ayuden a avanzar en la lectura al encontrar algun término o concepto de difícil comprensión.

“Aparoksha Anubhuti”, que literalmente significa “Experiencia Directa e Inmediata”, es un texto clásico de Advaita Vedanta escrito por el gran filósofo Adi Shankara. El tema principal del texto es la naturaleza de Atman (el Sí mismo) y su identidad con Brahman (la realidad última y no dual). Adi Shankara expone métodos y prácticas para trascender el conocimiento indirecto (paroksha jñana) y alcanzar el conocimiento directo (aparoksha anubhuti) de la verdad no dual.

El propósito del "Aparoksha Anubhuti" es guiar al buscador hacia la realización de su verdadera naturaleza como Atman, la cual es idéntica a Brahman. Este conocimiento no es simplemente teórico, sino que busca proporcionar una experiencia directa y transformadora. La meta última es alcanzar la liberación (moksha) del ciclo de nacimiento y muerte (samsara), logrando la unidad con la realidad suprema y experimentando una paz y dicha permanentes.

El texto está destinado a aquellos que poseen las cualidades necesarias para el estudio del Vedanta, conocidas como Sadhana Chatushtaya: 1) Viveka (Discernimiento): La capacidad de distinguir entre lo real (Brahman) y lo irreal (el mundo fenoménico). 2) Vairagya (Desapego): Un desapego profundo y genuino de los placeres mundanos y los objetos transitorios. 3) Shatsampat (Las Seis Virtudes): la calma mental (shama), el control de los sentidos (dama), el desapego del mundo externo (uparati), la tolerancia (titiksha), la fe (shraddha) y la concentración (samadhana). 4) Mumukshutva (Anhelo de Liberación): Un deseo ardiente y sincero de alcanzar la liberación. Estas cualidades aseguran que el estudiante esté preparado tanto intelectualmente como espiritualmente para recibir y comprender la enseñanza profunda del texto.

"Aparoksha Anubhuti" se conecta intrínsecamente con las Upanishad, la Bhagavad Gita y los Brahma Sutras, que son los textos fundamentales del Vedanta. Adi Shankara, a través de este texto, refuerza las enseñanzas no-dualistas (Advaita) presentes en estos escritos clásicos. La obra actúa como un manual práctico que complementa y clarifica las doctrinas presentadas en las escrituras principales, proporcionando un puente entre la teoría y la práctica.

El conocimiento en "Aparoksha Anubhuti" se deriva principalmente de las escrituras (shruti), que incluyen los Vedas y Upanishad, así como de la razón y la experiencia directa. Adi Shankara utiliza los pramana (medios de conocimiento) para guiar al estudiante hacia una comprensión directa, más allá de la mera comprensión intelectual, alcanzando así una realización experiencial de la verdad no dual.

Como Anexo hemos creido conveniente incluir un texto del Padre Vineeth que ayudará bastante a conciliar diversos conceptos del Cristianismo con la metafísica vedántica que aquí se expone.

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Europa o la Cristianità


Europa o la Cristianità

Splendidi tempi erano quelli in cui l’Europa era terra cristiana; allora una Cristianità sola abitava questa parte del mondo organizzata come un corpo umano; allora un comune interesse collegava le più lontane provincie di questo ampio reame spirituale. – Un capo, pur non avendo grandi possessi terreni, dirigeva ed univa le grandi forze politiche. – Ed una corporazione, ricca di confratelli, a tutti aperta, gli era sottoposta immediatamente, eseguiva con esattezza i suoi ordini, e lottava con ardore per assodare la sua potenza benefica. Ogni membro di questa società era ovunque onorato, e, come il popolo cercava da lui conforto ed aiuto, protezione o consiglio (e perciò volentieri lo provvedeva riccamente di ogni cosa necessaria), così lui presso i potenti trovava protezione, riguardi, udienza. Tutti consideravano questi uomini eletti armati di forze meravigliose, come figli del cielo, che, con la loro presenza e con il loro effetto, spargevano benedizioni d’ogni specie. Le loro predicazioni trovavano negli uomini fiducia ingenua. – Ogni opera terrestre poteva esser compiuta serenamente, poiché per mezzo di questi santi uomini ognuno aveva apparecchiato un avvenire sicuro, e per mezzo loro ogni peccato era rimesso ed ogni istante di vita macchiato veniva reso puro e cancellato. Essi erano i piloti esperti di un mare sconosciuto, e, guide loro, ogni tempesta si doveva disprezzare, e si doveva avere fiducia di arrivare e di sbarcare alla costa di quel mondo che veramente ci è patria.

Gli istinti più selvaggiamente ingordi dovevano cedere, riverire ed obbedire alle loro parole governatrici di pace. – Essi non predicavano che amore per quella Santa e meravigliosa Signora della Cristianità, che era munita di divini poteri, e disposta a salvare ogni credente nei più terribili pericoli. Narravano di celesti uomini da molto tempo morti i quali, avendo vinto le tentazioni terrene per l’amore e per la fedeltà a quella Santa Signora e al suo divin figlio diletto, erano giunti alla gloria divina; ed ora, pervenuti al trono celeste, erano diventati potenze protettrici e benefiche dei loro fratelli ancora viventi, sostenitori volenterosi nelle necessità, intercessori per i peccati umani, efficaci amici del genere umano. L’animo era rasserenato uscendo dalle belle riunioni nelle chiese piene di mistero, ornati di immagini edificanti, colme di soavi vapori, animate dalla musica sacra che esaltava i cuori. In esse, entro preziosi reliquari, venivan custoditi con religione i resti consacrati degli uomini pii. Accanto a questi, manifestazioni e miracoli gloriosi palesavano la bontà e l’onnipotenza di Dio, e la possente carità di queste felici anime pie; così gli innamorati conservano riccioli o scritti delle loro amate defunte e con essi nutrono il dolce ardore fino alla morte che li riunisce alle amate. Con cura di intima pietà si raccoglieva ovunque quel che era appartenuto a queste sante anime, ed ognuno si stimava felice quando aveva potuto ricevere o soltanto toccare reliquie così piene di conforto. Qui e là, la grazia celeste sembrava essersi posata di preferenza sopra una particolare immagine o sopra un tumulo. Colà si riversavano da tutte le contrade pellegrini con regali splendidi, e in cambio ne riportavano i doni celesti della pace spirituale e della salute corporea.

Questa potente società pacificatrice cercava di rendere partecipi di questa bella fede tutti gli uomini, e mandava i suoi soci in tutte le parti del mondo per predicare ovunque il Vangelo della Vita e per trasformare il regno dei cieli in un solo regno di questo mondo. Giustamente il saggio capo della Chiesa si opponeva all’audace formarsi di disegni umani dannosi al sentimento religioso, ed alle pericolose e inopportune scoperte nel campo scientifico. Così egli proibiva ai pensatori più arditi di affermare apertamente che la terra fosse una stella vagante di nessun conto, poiché sapeva che gli uomini insieme alla stima per la loro dimora e per la loro patria terrena perdevano anche la stima per la loro patria celeste e per la loro schiatta; perché sapeva che gli uomini preferivano il sapere ristretto alla fede infinita e che si sarebbero abituati a disprezzare ogni cosa grande e meravigliosa e a trattarle come inanimate operazioni meccaniche. Alla sua corte si radunavano i saggi e i nobili di tutta Europa. Tutti i tesori vi affluivano, la distrutta Gerusalemme si era vendicata, e Roma stessa era diventata Gerusalemme, la sacra sede in terra del regno divino. I principi presentavano le loro contese al padre della Cristianità, e deponevano volentieri ai suoi piedi le loro corone e i loro domini; e perfino stimavano glorioso il compiere la sera del loro vivere in meditazioni sante fra le mura di un chiostro quali membri di questa nobile corporazione. Che questo governo e questa corporazione fosse benefica e conveniente all’intima natura dell’uomo, lo mostra la possente elevazione di tutte le altre forze umane, lo sviluppo armonico di tutte le capacità, l’altezza prodigiosa raggiunta da singoli uomini in tutti i campi sia nelle scienze che nelle arti e nella vita, ed il commercio ovunque fiorente di merci terrene come di merci spirituali nei paesi circostanti all’Europa, e perfino nelle più lontane Indie.

Questi erano i veri ed essenziali lineamenti del puro tempo cattolico, cioè del puro tempo cristiano.

Ma l’umanità non era per questo splendido regno ancora abbastanza matura, abbastanza incivilita. Fu come un primo amore, soffocato sotto l’oppressione della vita d’affari; i suoi ricordi furono cancellati da preoccupazioni di interessi, e il legame suo, diffamato come ingannevole ed illusorio e giudicato alla stregua di esperienze posteriori, – fu per sempre spezzato da una gran parte degli Europei. Questa grande scissione interna che accompagnavano guerre disastrose, era un sintomo notevole del danno prodotto dalla coltura al senso delle cose invisibili, o per lo meno del danno temporale di una cultura fermatasi a un certo grado. Poiché quel senso è immortale, né può essere annientato, ma possono altri sensi turbarlo, storpiarlo, soppiantarlo. – Una troppo lunga comunione degli uomini diminuisce l’inclinazione e la fede nella loro specie, e li abitua ad applicare tutta la loro inventiva e tutti i loro studi agli strumenti del benessere solo, sicché i bisogni e le arti del loro appagamento divengono più complicati, e l’uomo riempito di cupidigia ha bisogno di tanto tempo per rendersene pratico e migliorarle che non glie ne rimane più per il quieto raccoglimento dell’anima, e per una accurata osservazione del mondo intimo. – Nei casi di conflitto l’interesse terreno gli sembra più vicino, e così cadono l’amore e la fede, i bei fiori della sua giovinezza, per lasciare il posto a frutti più rozzi, la scienza e la ricchezza. Quando siamo nell’autunno inoltrato, la primavera ci sembra un sogno infantile, e con una semplicità fanciullesca si spera che i granai debbano sempre durare. Una certa solitudine pare che sia necessaria al prosperare dei sentimenti superiori, e perciò un troppo attivo commercio degli uomini fra di loro deve seccare parecchi germi sacri, e scacciare gli Dei che fuggono l’inquieto tumulto delle società, e le piccolezze dei negozi quotidiani.

D’altronde noi abbiamo da fare con epoche e con periodi – e perché questi si formino non è cosa essenziale l’oscillazione e lo scambio di moti opposti? e non è proprietà di questi l’avere una durata limitata, ed essere ora in aumento ora in diminuzione? e non c’è anche da attendersi con certezza una loro resurrezione, un ringiovanimento in una nuova forma più vigorosa? La materia della storia è formata di evoluzioni progressive sempre più poderose. Ciò che oggi non si compie, si compirà in un tentativo futuro, o in uno ancor posteriore. Ciò che la storia ha afferrato per una volta, non è passeggero; si nasconde sotto innumerevoli trasformazioni, e in forme sempre più mature torna a comparire. Così il Cristianesimo apparve una volta nella sua massima potenza e ricchezza, finché la sua rovina e la sua lettera priva di spirito furono dominate, crescendone la debolezza e il disprezzo, da una nuova inspirazione mondiale. La corporazione dei sacerdoti divenuta sicura e salda, si impigrì infinitamente. Sentendosi stimata e agiata essa si fermò, mentre i laici le toglievan di mano l’esperienza e il sapere, e facevan molti passi sul cammino della coltura. Avendo dimenticato il loro vero officio, quel d’essere i primi fra gli uomini per l’intelligenza, per l’acutezza, per la coltura, le cupidigie più basse li avevano inebriati, e la volgarità e bassezza del loro modo di pensare apparivano ancora più repugnanti per il loro abito e per la loro vocazione. Caddero così a poco a poco la stima e la fiducia, che erano sostegni di questo e di quel regno, e la corporazione fu perciò annientata e l’impero di Roma restò lungo tempo silenzioso davanti alla potente insurrezione. Soltanto misure saggie, anzi soltanto temporali preservarono il cadavere dello Stato da un dissolvimento precipitoso; ad esso appartiene la proibizione del matrimonio dei sacerdoti – una regola che applicata loro come lo era ai soldati, conferiva a quelli la stessa temibile disciplina di questi e ne poteva così prolungare molto la vita. Il che era conseguenza più naturale della predicazione che una testa esaltata intraprese per l’aperta ribellione contro la dispotica lettera dell’antica costituzione; ed essa ebbe tanta maggiore fortuna, in quanto era di un socio della corporazione.

Si dissero giustamente protestanti gli insorti, perché essi protestavano solennemente contro ogni usurpazione sulla coscienza di un potere che appariva inopportuno e illegale. Essi ripresero per sé i diritti, tacitamente da loro ceduti, sull’esame, sulla elezione, sulla scelta religiosa, come se fossero stati vacanti provvisoriamente. Stabilirono una quantità di massime eque, introdussero novità lodevoli, ed abolirono un buon numero di costituzioni guaste; ma dimenticarono qual sarebbe il resultato del loro procedere, separando l’inseparabile, spezzando la chiesa che era indivisibile, e strappandosi con oltraggio dalla comunità cristiana universale, per mezzo della quale e nella quale soltanto era possibile la vera e duratura risurrezione. La condizione di anarchia religiosa doveva essere soltanto passeggera, poiché la necessità di dedicare una quantità di uomini unicamente a quella nobile vocazione e di renderli rispetto agli avvenimenti terreni liberi d’ogni potere temporale, rimaneva permanentemente valida ed attiva. – La creazione dei concistori e la conservazio0ne di una specie di clero, non corrispose a questi bisogni, né fu sufficiente surrogato. Per un caso disgraziato i principi si mescolarono a questa scissione, e molti sfruttarono queste contese per assodare ed ampliare la loro sovrana potenza e le loro rendite. Essi erano lieti d’essersi liberati da quella alta influenza, ed ora prendevano i nuovi concistori sotto la loro paterna direzione e protezione. Essi premurosamente si studiavano di impedire la completa riunione delle chiese protestanti, cosicché la religione fu, contro il senso religioso, rinchiusa in confini di Stato, e fu stabilito il principio di un progressivo e lento logoramento dell’interesse religioso cosmopolita. Così la religione perse la sua grande influenza politica pacificatrice, quella sua caratteristica parte del principio cristiano unificatore e individualizzatore. La pace religiosa fu conclusa secondo principi erronei ed antireligiosi, e per mezzo della continuazione del cosiddetto protestantismo, si stabilì qualcosa che era in sé contraddittorio: – un governo della rivoluzione.

Mentre in fondo al protestantesimo non si trovava soltanto quel puro concetto, nondimeno Lutero trattava il Cristianesimo in modo affatto arbitrario, svisava il suo spirito, introduceva una nuova lettera ed una nuova religione, cioè, la sacra ed universale validità della Bibbia; e con ciò un’altra scienza terrena completamente estranea veniva mescolata agli interessi religiosi: – la filologia, la cui dannosa influenza fu visibile fin d’allora. Per un oscuro sentimento di questo errore, Lutero stesso fu innalzato alla dignità di evangelista, e la sua traduzione fu canonizzata.

Questa scelta fu assai dannosa al senso religioso, la sensibilità del quale, da nulla è più ottusa che dalla lettera. Nella condizione anteriore non sarebbe potuto diventare così dannoso a causa della grande estensione, della malleabilità e della ricca materia della fede cattolica, come pure per causa della esoterizzazione della Bibbia, della sacra potenza dei Concili e del Capo spirituale; ma ora questi antidoti eran distrutti, l’assoluta popolarità della Bibbia era affermata, ed ora il povero contenuto e il rozzo ed astratto concetto della religione pesavano in questi libri più sensibilmente, e rendevano infinitamente più difficile allo Spirito Santo la libera vivificazione, la penetrazione e la rivelazione.

Perciò la storia del protestantismo non ci mostra più alcuna grande, splendida apparizione del sovrumano. Soltanto nel suo inizio splende un passeggero fuoco celeste; ma dopo, ben presto si può notare l’inaridire del sentimento. Le cose mondane hanno il sopravvento, e per simpatia ne soffre il senso dell’arte; soltanto di rado, qui e là, una pura ed eterna scintilla scaturisce per assimilarsi una piccola comunità. Ma si estingue, e la comunità si scioglie e scorre via rapita dalla grande corrente. Così accade a Zinzendorf, a Jacob Böehme ed a parecchi altri. I moderati ottengon la prevalenza, e si avvicina il tempo di una completa atonia degli organi supremi, il periodo della incredulità pratica. Con la Riforma, la Cristianità si può dire finita. D’allora in poi non ne esisté più alcuna. I cattolici e i protestanti o riformati se ne stavano separati settariamente come i Maomettani e i Pagani. Gli stati cattolici restanti continuavano a vegetare, non senza provare l’influenza nociva degli stati protestanti vicini. La nuova politica nasceva per la prima volta in questo momento in cui i singoli stati più potenti cercavano di impadronirsi del seggio universale trasformato in trono.

Alla maggior parte dei principi sembrava un abbassamento il dirigersi secondo i consigli di un prelato impotente. Essi sentivano per la prima volta l’importanza della loro potenza terrena, vedevano le potenze celesti immobili mentre si oltraggiavano i loro rappresentanti, e cercavano a poco a poco, senza strepito, di togliere l’oneroso giogo romano ai sudditi ancora calorosi papisti, e rendere se stessi indipendenti sulla terra. Acquetavan la loro coscienza accorti confessori, che non perdevano nulla quando i loro figli spirituali usurpavano i poteri della Chiesa.

Fortunatamente per l’antica costituzione si segnalava in questo momento un ordine da poco sorto, sul quale lo spirito morente della gerarchia sembrava avere versato i suoi ultimi doni; esso apparecchiava un ritorno del passato con nuova forza e con una meravigliosa perspicacia e perseveranza, più accorto di quanto mai fosse avvenuto, proteggeva il regno papale e la sua possente rigenerazione. In tutta la storia del mondo non s’era mai data una siffatta corporazione. Lo stesso Senato Romano, sebbene godesse d’una maggiore sicurezza per l’esito, non aveva gettato disegni per la conquista del mondo. Né si era mai pensato con una più grande intelligenza al compimento di una più grande idea.

Questa Compagnia sarà eternamente non solo il modello di tutte le società che provano un organico desiderio di espansione sconfinata e di durata eterna, ma anche una prova che soltanto i tempi di debolezza soffocano le audaci imprese e che lo sviluppo naturale di tutta la razza opprime senza che possa resistere lo sviluppo artistico di una sua parte. Ogni individuo per sé ha una sua quantità di capacità, soltanto la capacità della razza è incommensurabile. Tutti i disegni che non rispondono perfettamente alle capacità della razza debbono fallire. Sarà ancor più notevole questa Compagnia, se considerata come madre di tutte le società così dette segrete, germe spirituale ancora immaturo ma certamente importante. Il nuovo luteranismo, non il protestantismo, non poteva avere nemici più pericolosi. Tutte le meraviglie della fede cattolica tornavano ad essere fra le loro mani ancor più potenti, e i tesori delle scienze affluivano di nuovo nelle loro celle. Quel che in Europa era perduto, essi cercavano di recuperarlo con vari mezzi nelle altre parti del mondo, nel più lontano occidente ed oriente, resuscitando e dando nuovo valore ai miracoli ed alla vocazione degli Apostoli. Essi pure non rimanevan secondi nelle fatiche per ottenere popolarità, sapendo bene quanto doveva Lutero ai suoi artifici demagogici e al suo studio della gente comune. Ovunque aprivano scuole, penetravano nei confessionali, salivano le cattedre, occupavano le tipografie, divenivano poeti e saggi, ministri e martiri, e sebbene sparsi straordinariamente, dall’America traverso l’Europa fino alla Cina, pure conservavano un accordo meraviglioso nell’azione e nella dottrina. Con saggia scelta dalle loro stesse scuole traevano gli uomini del loro ordine. Predicavano contro i luterani con zelo demolitore e cercavano di mettere fra i più urgenti doveri della cristianità cattolica la più assoluta estirpazione di questi eretici, quali veri compagni del diavolo. Gli stati cattolici, e specialmente quello del Papa, li dovevano ringraziare d’essere sopravvissuti a lungo alla Riforma, e chi sa quale forma antica avrebbe il mondo, se la debolezza dei capi, la gelosia dei regnanti e degli altri ordini ecclesiastici, gli intrighi di corte ed altre circostanze di peso, non avessero interrotto il loro cammino audace, e distrutto con loro quasi l’ultimo baluardo della costituzione cattolica.

La Riforma era stata un segno dei tempi. Per tutta l’Europa era significativa sebbene scoppiata apertamente soltanto nella veramente libera Germania. Le persone istruite di tutte le nazioni si erano dichiarate nascostamente maggiorenni, e si ribellavano, nell’ingannevole amor proprio professionale, contro la costrizione, e tanto più arditamente quanto più essa era indebolita. Lo scienziato è per vecchia costituzione un nemico del clero; lo scienziato e il sacerdote debbon combattere a morte quando sono separati, perché combattono per uno stesso posto. Questa separazione si mostrò dopo la Riforma specialmente negli ultimi tempi, e gli scienziati guadagnavano tanto terreno di più quanto più la storia dell’umanità europea si approssimava al periodo della scienza trionfatrice, e il sapere entrava in opposizione decisa con la fede. Nella fede si cercava la cagione di questo universale ristagno e si cercava di vincerlo per mezzo di una scienza che penetrasse ovunque. Dappertutto il sentimento religioso subì varie persecuzioni per la forma fino allora mantenuta e per la sua personalità temporale. Il risultato di questo moderno modo di pensare ebbe nome filosofia, nella quale si comprese tutto ciò ch’era contrario all’antichità, specialmente ogni trovata contraria alla religione. L’odio, da prima personale, contro la fede cattolica, divenne, a poco a poco, odio contro la Bibbia, contro la fede cristiana e, finalmente, contro la stessa religione. Per di più l’odio della religione si estese, naturalmente e logicamente, a tutte le sorgenti di entusiasmo, proscrisse la fantasia e il sentimento, la morale e il culto dell’arte, il pensiero del futuro e del passato, pose l’uomo nel regno degli esseri naturali sottoposti al bisogno e trasformò la musica, infinitamente creativa dell’Universo nell’uniforme rumore di un mostruoso mulino mosso dalla corrente del caso e su questa surnuotante, in un mulino autonomo senza architetto né mugnaio, un vero e proprio «mobile perpetuo», un mulino macinante se stesso.

Un solo entusiasmo era generosamente lasciato alla povera umanità e adoprato quale indispensabile pietra di saggio della massima cultura per ogni azionista di questa – l’entusiasmo per questa magnifica e grandiosa filosofia ed in particolare per i suoi preti e mistagoghi. La Francia fu così fortunata di diventare culla e seggio di questa nuova fede composta di pura scienza. Per quanto screditata fosse la poesia in questa nuova Chiesa, pure vi erano alcuni poeti i quali, per amore dell’effetto, si servivano ancora degli antichi ornamenti e delle vecchie fiaccole pur correndo il rischio di incendiare con il vecchio fuoco il nuovo sistema del mondo. Però gli associati più accorti sapevano annaffiar d’acqua fredda gli uditori che s’erano entusiasmati. Essi si occupavano, senza riposo, di purificare dalla poesia la natura. il suolo, l’anima umana e le scienze, di cancellare ogni traccia di cose sante, di avvilire con l’ironia il ricordo di tutti gli avvenimenti e di tutti gli uomini superiori e di spogliare il mondo di tutti i suoi variopinti ornamenti. La luce per la sua obbedienza matematica e per la sua impudenza era diventata la loro favorita, e più si rallegravano di spezzarla che di farla giocare con i colori; da quella dettero nome alla loro grande impresa: l’illuminismo. In Germania l’affare fu condotto a fondo, il sistema educativo fu riformato e alla vecchia religione si cercò di dare un senso nuovo, più razionale e più comune, mentre si aveva cura di toglierle ogni sospetto di miracolo e di mistero; l’erudizione fu tutta bandita per togliere ogni rifugio alla storia volendosi trasformar questa in una casalinga e borghese pittura degli usi civili e famigliari; Dio fu mutato in un fannullone spettatore del grande commovente spettacolo che gli scienziati rappresentavano, finito il quale, egli era obbligato ad ospitare ed onorare festosamente il poeta e gli attori. Al popolino si rivolse di preferenza l’illuminismo, educandolo per quel civile entusiasmo; cosicché nacque una nuova corporazione europea, quella dei filantropi e degli illuministi. Peccato che la natura rimanesse così meravigliosa e incomprensibile, così poetica e indefinita a dispetto di tutti gli sforzi per farla moderna. Se per caso appariva in qualche posto una vecchia superstizione che affermasse un mondo superiore, subito da ogni parte si gridava «alle armi!» e dov’era possibile si spengeva la pericolosa scintilla con le ceneri della filosofia e dell’ironia. Pure la tolleranza era la parola d’ordine delle persone civili e specialmente in Francia era diventata un sinonimo di filosofia.

Questa storia della incredulità moderna è assai importante come chiave di tutti gli inauditi fenomeni dei nuovi tempi. Soltanto in questo secolo e soprattutto nella sua ultima metà essa incomincia e si sviluppa in breve tempo in grandezza e varietà incommensurabili. Una seconda riforma, più vasta e più profonda, era inevitabile e doveva per il primo colpire il paese ch’era più moderno e che s’era trovato più a lungo, per mancanza di libertà, in condizioni asteniche. Da molto tempo il fuoco soprannaturale si sarebbe sviluppato ed avrebbe incenerito i più accorti disegni dell’Illuminismo se il peso e l’influsso mondano non avessero dato loro un buon successo.

Ma nel momento in cui nasceva una scissione fra scienziati e possenti, fra i nemici della religione e i suoi seguaci, essa doveva di nuovo risorgere come terzo corifeo e membro intermediario, e questa ricomparsa doveva ora riconoscerla ed annunziarla ogni suo amico quando non fosse abbastanza visibile. Che il tempo della risurrezione sia giunto, e che appunto gli avvenimenti che sembravano indirizzati contro la sua vita e che minacciavano di farla tramontare siano divenuti invece i segni favorevoli della sua rigenerazione, questo non può essere dubbio a chi possegga senso storico. La vera anarchia è l’elemento generativo della religione. Dalla distruzione di tutto il positivismo essa eleva il suo capo glorioso come una nuova fondatrice di mondi. Con quanta facilità riesce l’uomo ad elevarsi da se stesso al Cielo quando nulla più lo lega; gli organi superiori si liberano; lo spirito di Dio vola sull’acqua ed una divina isola si mostra per la prima volta come la dimora del nuovo uomo, come il letto fluviale della vita eterna sotto le onde che si ritirano.

Novalis

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La vida almada


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La vida es como ir en bici. Lo dominas perfectamente, por lo que no requiere apenas tu atención. Tu acción cotidiana también es a menudo así. Entonces, ¿qué haces con tu atención cuando vas en bici? Pensamos en las musarañas. Nuestra mente divaga, saltando frenéticamente de pensamiento en pensamiento, en un fluir de cosas unidas sin sentido por nuestro pensamiento, con el estímulo de las percepciones exteriores y el recuerdo en nuestra memoria. Y, con la mente, viaja siempre nuestro corazón, porque es en realidad mente-corazón, pensamiento-emoción, palabra-acción. Así nos perdemos en un frenético...

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Why Was Hannibal Defeated? And What If He Had Won?


Dear Classical Wisdom Reader, 

Few things appear to be as motivating as sheer, unadulterated hatred. I’m not saying this is a good thing... but it quite literally lights a fire from below and makes the men and women of history move

One excellent example of both the inspiration and destruction caused by such a strong sentiment is the history of Carthage. 

Founded in the 6th century, Carthage was Rome’s complete antithesis. While the Romans expanded by conquest, Carthage built its empire on trade... and when the Romans arrived, they had a tendency of outright annihilation of conquered lands, whereas the Carthaginians offered annual tribute for established colonies. The Romans sought a singular Roman identity. The Carthaginians allowed for differing national identities. 

And yet, when it came to Rome, Carthage had a huge blindsight, stoked by an all consuming hatred.

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The two great rivals came to a head in 264 BC with the beginning of the Punic Wars. Lasting almost a century and including three decisive wars, the end result is well known. The entire ruin and destruction of Carthage in 146 BC and the emergence of Rome as a superpower. 

But... what would have happened if Carthage had won instead? After all, the famous general Hannibal Barca almost seized Rome after famously crossing the Alps 2,242 years ago today... 

Indeed, so pivotal was that glamorous arrival with his army of elephants, it is worth a deep dive. So please enjoy today’s article which looks into the humbling of Hannibal below to see exactly why was Hannibal defeated...

Enjoy! And leave your alternative historical suggestions in the comments section below..

All the best,

Anya Leonard

Founder and Director

Classical Wisdom  

This week Members will enjoy a Classical Wisdom Standoff: Heraclitus Vs. Parmenides. How does the philosopher of fire and flux compare to the man who posited motion was impossible? What insights did these pre-Socratic thinkers had with regards to the universe and metaphysics? Stay tuned to find out!

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The Humbling of Hannibal

By Ben Potter

It is one of the most enduring and dramatic images from antiquity, one that widens the eyes, dilates the pupils, quickens the pulse and ignites the imagination – especially when we hear about it in childhood.

Once heard, the moment is forever emblazoned on the mind’s eye: the African general, Hannibal, perilously crosses the craggy and frozen Alps, leads a daring raid on the Northern Italian plains, and takes the fight to the most organized and efficient war machine the world has ever seen… and all of this done astride the back of an elephant!

Battle of Zama, by Giulio Romano

Glossing over, for one second, that large dollop of artistic license that would have made even Livy blush, what else can we say about the self-proclaimed third greatest general who ever lived (behind Alexander the Great and Pyrrhos of Epeiros, if you’re interested)?

Well if, unlike mine, your mind wasn’t stuck on repeat going ‘elephants…elephants…elephants’ when you first heard the story, you might remember Hannibal’s and Carthage’s demise at the battle of Zama in 202BC; a battle that gave rise to one of Republican Rome’s greatest ever heroes, Scipio Africanus.

N.B. Scipio’s is obviously still held in pretty high regard, as he is evoked in the third line of the Italian national anthem.

So, what happened to change the fortunes of the man who humiliated the Romans at the Battle of Cannae in 216 BC (at which as many as 70,000 Roman soldiers are reported to have died), then pushed his army on to the gates of The Eternal City itself in 211 BC?

In short, the question we’re asking is… (elephants…elephants…stop it!)… Why was Hannibal defeated?

Many believe the root of the entire Hannibal versus Rome conflict was a family affair; the unfinished business of his father, Hamilcar Barca.

Hamilcar was an outstanding general who led guerrilla raids against the Romans between 247 and 242BC – tactics that he thought would bring about the eventual demise of the empire. Thus, in an ancient parallel of the epiphany Hitler received in his hospital bed at the end of WWI, when Carthage surrendered to Rome in 241 BC, the betrayal led to a wrath which led to an obsession – Hamilcar wanted to see Rome on her knees.

This bloodlust intensified when Rome took advantage of Carthage’s dispute with her unpaid mercenaries, broke the terms of the peace treaty, and annexed Sardinia and Corsica.

Hamilcar Barca, father of Hannibal

N.B. The particular irony here is that the Roman stereotype of a Carthaginian was one who was both devious and cunning.

Despite the red mist, Hamilcar was still an astute tactician, he knew an all out attack on Rome, with her citizen militia, would be doomed to failure; a more circuitous and patient approach was needed.

Luckily, as the Carthaginian relationship between the government and the military was much looser than in Rome, Hamilcar didn’t need to wait for permission to go about his business; he fled to Spain and began carving out his own fiefdom.

Whilst, officially, this was part of the Carthaginian Empire, Hamilcar was very much autonomous and acted accordingly; he married his sons to Iberian women, made the indigenous people swear loyalty to him personally (rather than to Carthage), and even issued his own currency.

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This strong command, personal loyalty and not inconsiderable wealth was the bedrock upon which Hannibal could begin to amass a force to even consider an assault on Rome.

Hand in hand with this is the myth of the sacred oath that Hamilcar Barca made Hannibal swear en route to Spain in 237 BC: ‘never to show goodwill to the Romans’. This is often interpreted as a lifelong, inherited and unbreakable vendetta.

So, Hannibal spent his upbringing by his father’s side learning the arts of politics and warfare, and, just as importantly, learning how to hate the Romans. Indeed, perhaps our best source on the Hannibalic Wars, Polybius, believed that Hamilcar’s wrath was the driving force for Hannibal’s Roman expedition.

Just as Philip II of Macedon laid the foundations for his, more famous, son, Alexander the Great, so Hamilcar Barca’s drive, ability and success were what allowed Hannibal to be in the position to make such a name for himself in a manner that eclipsed his father’s considerable achievements.

However, Hannibal’s single-mindedness may have been what brought about his downfall.

Had Hannibal returned to Spain after his historic victory at Cannae, then he may have been able to wage war against the Romans on ‘home’ turf (and perhaps even destroy Scipio to-be-Africanus).

Indeed, though it was his most famous moment, that moment of irrepressible glamour, the very fact that he crossed the Alps in the late autumn of 218 BC is considered, by some, to be a tactical blunder in itself as many of his precious war elephants and troops died in the process.

That Hannibal had learnt to loathe the Romans was, in a way, a millstone around his neck. Had he merely wanted to obliterate Rome, then his task may have been simpler, but he wanted to humiliate her, to see her reduced to a humble and insignificant city-state and force a war-indemnity upon her.

Such a grand mandate required a grand ego, an ego that Hannibal, the self-proclaimed third greatest general, may not quite have possessed. Without the unequaled arrogance of an Alexander figure, Hannibal never quite convinced anyone that he was the man to rent Rome asunder. Indeed, even though he parked his troops outside the gates of Rome in order to draw Roman troops away from the besieged rebel town of Capua, the act was barely met with a raise-eyebrow of Roman acknowledgment.

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The siege of Capua proved too much for the city to withstand. The Romans, swift and merciless to the traitors, completely obliterated it. To rub salt into the wound, and demonstrate a fantastic ‘keep calm and carry on’ attitude, the land on which Hannibal was camping was sold at auction for its full price.

This was a bitter blow as Capua was supposed to be one of the success stories of the invasion, although, generally, Hannibal had little success in recruiting Italian towns to his cause. Although many were dissatisfied with rule from Rome, there was a strong case of ‘better the devil you know’ for many settlements. Not only was Hannibal a foreign barbarian, but he used Gaulish mercenaries. It is difficult to fully communicate the disdain the Italian towns felt for their neighbors from Gaul – they were the Roman bogeyman, even the bravest amongst whom were considered as nothing more than a ‘noble savage’.

The General Hannibal

When it came to confident leadership, Hannibal had nothing on the Roman Senate. They never allowed themselves to contemplate that Carthage was anything other than an inconvenience to be dealt with in due course.

In stark contrast to the Carthaginians who crucified their unsuccessful generals, if a Roman consul suffered a military defeat… what of it? He’d be replaced in a couple of years and the next would-be hero would have his chance at immortality. Money? No problem. That was pouring in from the east. Men? There was always more arrow fodder that could be drafted into the ranks (Rome itself had two legions stationed within her walls).

If it were only this, Roman arrogance, a frenzied father’s bitter bile, and obstinate Italian towns which Hannibal had to contend with, to rail against, or to shatter at source, then he may have had a chance. Unfortunately for him, this was only the tip of the iceberg.

Different political systems and degrees of political competency in Rome and Carthage were hugely important to the eventual defeat of Hannibal in the Second Punic War (218-201 BC).

Not once during the conflict did the Romans entertain the idea that defeat was an impending possibility, not even after suffering the worst military reverse in their history at the Battle of Cannae (216 BC).

The General Hannibal

This stiff-upper-lip attitude was even more impressive when we consider that Cannae was preceded by the disaster at Lake Trasimene (217 BC), where fog conspired with a Carthaginian trap to allow them to successfully destroy some 30,000 Roman soldiers, and the Battle of the Trebia (218 BC), where Hannibal tricked the slow-witted Romans, under the command of Tiberius Sempronius Longus, into wading into the freezing December waters before ambushing them to the tune of another 30,000 casualties.

But these were all blunders of tactics and warfare on the ground. Such poor leadership was sharply contrasted with sound, sensible and resolute decision-making in the Senate. Indeed, the very moment Hannibal set foot in Northern Italy the Senate dispatched a force (led by Publius Cornelius Scipio – father of Africanus) to the Spanish mainland to attempt to cut supply lines there, a policy they mirrored in the Aegean where Philip V of Macedon threatened to offer aid to Carthage.

Also, at home, the Senate showed a merciless, efficient approach. They urged Latin towns to scorch their earth rather than allow Hannibal’s troops to live on it and dealt severely with any town in Italy which showed sympathy towards the Carthaginian cause; the pitiless annihilation of Capua being the best example.

In contrast, Carthage kept politics and the military rather more separate. There did not seem to have been any clear, centralized military plan – certainly not one where the head of the army and the center of government were singing in harmony from the same hymn sheet. Additionally, Carthage sent only 5% of its possible reinforcements to Hannibal throughout the war. What is more, unlike the Romans, Carthage treated her African colonies with contempt, cruelty and disdain; they didn’t even bother to leave them with adequate fortifications. Thus, when Rome finally swept into the continent, they were greeted with little military or civic resistance.

Scipio Africanus

But it was affairs in Hispania, not Italy or Carthage, which determined the course of the war. Spain proved an excellent stomping ground for the Romans, not only in regard to restricting supplies to Hannibal, but also as an arena in which the talents of the young Scipio Africanus could blossom.

The decision of the Senate to appoint Scipio to Spain with proconsular powers in 211 BC was for a very simple reason… he was the only viable candidate. Following a number of high-profile Roman deaths at the hands of Carthage, Scipio, despite his tender years, was the natural choice for the position.

Doubts amongst some factions of the Senate to entrust someone so young with such an important task may have been quelled by Scipio’s legendary arrogance (he compared himself to Jupiter) and infectious personality. Indeed, according to renowned historian G.P. Baker, the Senate ‘liked his youth, his courage, his family… and admired his impudence;’ but even still, ‘never before in all the history of Rome had an authority so great been vested in a man so young and inexperienced’.

The Senate’s faith paid off – Scipio set about conquering Spain in an almost Hannibalic manner. After brilliantly taking New Carthage and securing their prized silver mines, Scipio, on the order of the Senate, went to prevent Hasdrubal Barca from crossing into Italy and meeting up with his brother. However, Hasdrubal showed himself worthy of the family name – he sent a decoy force to engage Scipio and slipped over the Alps with little fuss (having learnt from the mistakes of his brother no doubt).

Despite some resistance in the Senate, Scipio was allowed to go to Africa to end the war once and for all. Just before the decisive battle of Zama, he and Hannibal met face to face and were said to have been impressed with each other; a factor that may explain why Scipio was reluctant for Rome to pursue the defeated general after Carthage fell.

Indeed, at Zama (202 BC), Scipio paid Hannibal the ultimate, if rather backhanded, compliment of using Hannibal’s own tactics from the battle of Cannae against him.

Although Zama is universally viewed as the effective end of Carthaginian resistance, by that time the war was already lost and victory for Rome merely a matter of time.

Interestingly, the single most important battle that led to the defeat of Hannibal was one at which he was not even present. The battle of Metaurus (207 BC) not only prevented Hannibal from gaining reinforcements, one of which was his brilliant brother Hasdrubal, it was also the battle that changed public opinion in Rome. Before, defeat had been unimaginable, but victory also looked a long way off. For the first time since the conflict began, the Romans believed that victory was not only obtainable, but likely; they believed that they could not expel Hannibal from Italy, but also push on and conquer Carthage itself.

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Though the Second Punic War is often boiled down to Hannibal versus Scipio, there were two unsung, and still relatively unknown, generals who turned the table for Rome at Metaurus.

The peculiar and cantankerous Livius and the fearless and obdurate Nero were the men who confronted Hasdrubal on the plateau of St. Angelo (in central Italy), forcing him into a long and stamina-sapping battle, made all the more difficult for Hasdrubal by the roaringly drunk status of his Gaulish mercenaries.

Hasdrubal, a gallant soldier to the last, saw his troops were faltering and made one last, forlorn effort by charging directly into the Roman ranks where he was promptly slain.

In one grueling moment Hannibal had lost his brother, his greatest general, 60,000 troops and the initiative in the war. Cannae had been avenged. The Senate, recognising the importance of the moment, voted three days of thanksgiving for the magnificent triumph.

Hannibal came face to face with the reality of his situation when Nero tossed Hasdrubal’s head into the Carthaginian ranks at Canusium; a triumphant and mocking gesture from an army who had been on the back foot for so long.

Hannibal, like so many others, had failed to bring Rome to her knees. Though it’s interesting to note the myriad of factors that may have counted against him—the blind anti-Roman wrath he inherited from his father, the poor planning of, and lack of reinforcements from, the Carthaginian government, the resolution of Rome and the skill of Africanus—the truth is that he never really stood a chance. Rome’s supplies of troops were inexhaustible when compared to Hannibal’s. Even at Canane there were 5,700 Carthaginian casualties, and considering that he only entered Italy with 26,000, even his great victories were bringing about his eventual demise.

As a personal footnote to the end of the war, Hannibal actually continued to be a thorn in Rome’s side for nearly twenty years after Zama. As a man on the run, he became Rome’s public enemy no.1 – some historians have compared Rome’s obsession with catching and killing him to America’s pursuit of Osama Bin Laden post 9/11 – and found himself being entertained at the courts of some of the most exalted leaders in the Mediterranean world. Indeed, Rome’s foreign policy in the post-war period was heavily dictated by other states’ willingness to help them in their pursuit of Hannibal.

Eventually, as the Roman juggernaut continued its inexorable expansion, Hannibal’s friends became fewer and fewer. One of military history’s most colorful characters finally met his end when he poisoned himself in 183 BC rather than fall into Roman hands. He (supposedly) left behind these wonderful words, which may well have just, one final time, ruffled a few Roman feathers and, of course, made his father proud:

“Let us relieve the Romans from the anxiety they have so long experienced, since they think it tries their patience too much to wait for an old man’s death”.

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domingo, 29 de septiembre de 2024

Thorgal - The Greatest Comic / Bande dessinée Ever!


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Edmund Kiss – Cosmología Glacial


Edmund Kiss (1886-1960) fue un antropólogo y arqueólogo alemán, conocido como el Poeta de Atlantis. Nacido en Alemania, participó en la Primera Guerra Mundial y tras el Tratado de Versalles volcó su talento a escribir una serie de novelas de aventuras en la prestigiosa colección Das Gute Kamerad difundida en el mundo germano parlante. De este período destaca su obra Wittekind der Grosse. Ein Trauerspiel (Wittekind, el Grande). Un juego de tristeza, escrita en 1923, contando con varias reediciones en Verlag Pfeiffer (1935), Volkschaft Verlag für Buch y Bühne und Film (1935). El escritor, arquitecto y arqueólogo alemán Edmund Kiss exploró el continente sudamericano en las primeras décadas del siglo pasado, buscando comprobar las ideas propugnadas por Hans Hörbiger, creador de la Cosmogonía Glacial. En ella, Hörbiger postula la captura por parte de la Tierra de varias lunas que han generando catástrofes planetarias y grandes diluvios. Así, las antiguas civilizaciones existentes durante el último impacto, es decir, durante la Era Terciaria, encontraron refugio en las zonas elevadas, como en la cordillera de los Andes y las Montañas Abisinias.

Desde Thule, nos hemos transformados

en cisnes cantores,

ya que hemos perdido nuestro hogar

y así permaneceremos hasta

que la antigua tierra surja

una vez más después de mil años.

El arquitecto y arqueólogo Edmund Kiss adhiere prontamente a los postulados del científico austriaco Hans Hörbiger, autor de la Cosmogonía Glacial (Glazial Kosmologie, 1913) -obra desarrollada junto al astrónomo Philipp Fauth- y la multidisciplinaria Doctrina del Hielo Mundial o Welteislehre. En la Cosmogonía Glacial, Hörbiger ha establecido la captura por parte de la Tierra de varias lunas que han generando catástrofes planetarias que se han traducido posteriormente en los Diluvios de los mitos y leyendas, registrados en diversos regiones de todo el mundo. La primera publicación de Kiss relacionada con la Cosmogonía Glacial fue Die glaserme Meer (El mar cristalino, 1930), seguida por Frühling in Atlantis (Primavera en Atlantis, 1930). Luego publicó Die letze Königin von Atlantis (La última reina de Atlantis, 1931) y Die Singschwane aus Thule (Los cisnes cantores de Thule, 1932), obras que en su conjunto conforman una extraordinaria tetralogía acerca de las catástrofes cíclicas y de los movimientos migratorios de los sobrevivientes, los salvados de la Gran Agua. En el año de gracia de 1933 Kiss publicó dos obras iniciadoras a la Cosmogonía Glacial: Einführung in Hörbigers Welteislehre (Introducción a la Doctrina del Hielo Universal) y luego Welt-Eis-Lehre. Nach Hanns Hörbigers Lehre dargestellt (Doctrina del Hielo Universal. De acuerdo a la enseñanza de Hans Hörbiger). En el mismo año publicó Des Urwaldmädel. Ein deutsches Mädchen in Chile (Acerca de la joven de la Selva Virgen. Una chica alemana en Chile, 1933), obra contextualizada en el norte de Chile e ilustrada por el artista Richard Sapper. Otros dos trabajos de alto valor científico fueron desarrollados por Kiss: Die Kosmischen Ursachen der Völkerwanderungen (Las razones cósmicas de las migraciones de los pueblos, 1934) donde desarrolla la problemática planteada en la Welteislehre, buscando explicar los motivos de las migraciones masivas durante épocas remotas y Das Sonnetor von Tiahuanaku und Hörbigers Welteislehre (La Puerta del Sol de Tiahuanacu y la Doctrina del Hielo Mundial de Hörbiger, 1937), obra basada en la Cosmogonía Glacial y en las investigaciones desarrolladas por el profesor Arthur Posnansky en el altiplano boliviano. A lo largo de sus trabajos, Edmund Kiss ha establecido la existencia de una remota civilización de origen atlante en el mismísimo altiplano andino, cuyos vestigios son los asentamientos ahora llamados Puma Punku y Tiahuanaco (Aztlan) y otras remotas construcciones halladas en la América del Sur.

Edmund Kiss viajó entre 1928 y 1936 a Sudamérica, a países como Perú, Bolivia y Chile -descubriendo en la zona Norte de Chile, redes de túneles subterráneos en el Desierto de Atacama- rastreando evidencia geológica y arqueológica que ratificase los planteamientos de Hörbiger. Kiss destacaba con una serie de valiosas investigaciones a su vez en el Tíbet, el desierto del Sahara y la isla de Marajó, en el norte de Brasil. En el altiplano andino, investigó las ruinas de la enigmática ciudad de Tiahuanacu, en las cercanías del lago Titicaca, estableciendo los orígenes Atlantes de las civilizaciones de la América Aborigen. Sus investigaciones fueron presentadas en una tetralogía de novelas históricas que describen la fatigosa migración de los últimos bastiones de una raza asolada por la catástrofe planetaria acontecida tras el último impacto lunar. Sus obras fueron bien recibidos en la época y Kiss se transformó así, en el Poeta de Atlantis.

En “El Mar Cristalino” (Das gläserne Meer, 1930), Kiss describe la supervivencia de los habitantes que presenciaron la catástrofe producto de la caída de la Luna, acaecida unos 14.000 años atrás, acontecimiento que generó grandes terremotos, diluvios y ríos de lavas sobre la superficie terrestre. Jochaan de Patemos, arquitecto y científico del Tiahuanacu sudamericano, guiará a los sobrevivientes a una Nueva Era. Jochaan, al haber sido derivado por las corrientes más allá del Gran Océano, fue transformado en esclavo en la ciudad de Tulma, liderada por el Rey Tutmon, en las islas Abisinias, cercanas al continente africano. Producto del acercamiento del satélite lunar, grandes trastornos acaecen: los cielos se cubren con polvo en suspensión y los temblores sacuden constantemente la superficie, encontrando los sobrevivientes refugios en las cavernas de las tierras altas y en las montañas. Jochaan y los habitantes de Tulma, deciden partir en la búsqueda de una nueva tierra, llegando a Turingia, región central de Alemania.

La siguiente obra de Kiss, “Primavera en Atlantis” (Frühling in Atlantis 1930), refleja el conflicto entre las masas indómitas y la minoría gobernante del Imperio de Atlantis,quienes desarrollaban una comunidad orgánica. Los habitantes de Atlantis son guiados por su líder, Baldur Wieborg, originario de la mítica Thule.

En “La Última Reina de Atlantis” (Die letzte Königin von Atlantis, 1931), situada 12.000 años A.C., Kiss retoma la temática del desastre cósmico producto de la caída del satélite lunar. Los habitantes de Aztlan, esto es, el Tiahuanacu altiplánico, se ven obligados a emigrar producto del cataclismo que se avecina, previsto por Godda Apacheta, astrónomo del Observatorio de Kalasasaya, quien deberá guiar a los habitantes de Tiahuanacu a una nueva tierra. Frente a la inminente catástrofe, los Atlantes, los Niños del Sol,  abandonan su ciudad y emprenden una migración, intentando alcanzar Atlantis. Con angustia sabrán luego que su lugar de origen se ha sumergido entre las tierras de Tihausinju y Zimbabuhe (en la costa occidental de África), es decir, en el actual océano Atlántico. Godda Apacheta y sus seguidores llegan finalmente a las islas del Rey Acora (las Islas Azores). Por último, en “Los Cisnes Cantores de Thule” (Die Singschwäne aus Thule, 1932), los sobrevivientes de la catástrofe deciden regresar al hogar ancestral, al lugar primigenio cercano al Polo, la tierra de la primavera eterna, Thule, donde deberán fundar una nueva civilizacióny cultura, pasando a ser aves migratorias, en palabras de Kiss. En la búsqueda, Godda Apacheta llega a la Marca Ibérica, en el Estrecho de Gibraltar, para luego tomar rumbo hacia el Norte. Sin embargo, la Edad de Hielo se ha expandido, impidiéndoles alcanzar su objetivo. Algunos sobrevivientes del Gran Cataclismo, el Götterdämmerung (“El Crepúsculo de los Dioses”), se refugiarán en las cercanías del Nilo, conservadores también del conocimiento y la tradición de Atlantis. Lentamente, una nueva cultura Thule se desarrolla, guiada por el Dios de un Ojo, Gode, como llamaron al mítico Godda Apacheta. Con el paso del tiempo, Godda y sus más cercanos seguidores, un grupo de imbatibles guerreros, serán conocidos como el Batallón Furioso (Das Wildes Heer). Imposibilitados de llegar a Thule, inaccesible ante las nuevas condiciones climáticas tras la catástrofe planetaria, Godda Apacheta sentencia: Desde Thule, nos hemos transformados en cisnes cantores ya que hemos perdido nuestro hogar y así permaneceremos hasta que la antigua tierra surja una vez más después de mil años.

Dos estudios científicos fueron desarrollados por Edmund Kiss en Sudamérica: “Las Razones Cósmicas de las Migraciones de las Gentes» (Die Kosmischen Ursachen der Völkerwanderungen, 1934) y “La Puerta del Sol de Tiahuanacu y la Doctrina del Hielo Universal de Hörbiger (Das Sonnentor von Tihuanaku und Hörbigers Welteislehre,1937). En el primero de ellos, Kiss desarrolla la problemática planteada por Hörbiger y la migración a escala planetaria de grupos humanos durante remotas épocas, ocurrida como consecuencia de la caída de las lunas y el Cambio del Eje Terrestre. Entendido éste cambio, el antiguo Polo Norte es ahora el actual Polo Sur, es decir, laAntártida, el lugar de la eterna primavera anterior al desplazamiento del eje terrestre, hoy un continente cubierto bajo los hielos. Los grandes diluvios -atestiguados en documentos prediluvianos como Los Edda y el Apocalipsis de San Juan- han generando erupciones volcánicas y desastrosos terremotos que cambian definitivamente la superficie de la Tierra, producto de los grandes desplazamientos de agua, magma y masas de aire, extraordinarios acontecimientos que destruyeron Atlantis, las islas del Océano Índico y que provocaron el sumergimiento de la Isla de Pascua. Algunos grupos humanos se adaptaron a las nuevas condiciones impuestas producto del cambio del eje terrestre, en áreas del mar Mediterráneo, Egipto, la India, el sur de China, el actual desierto del Gobi y en Norteamérica. En “La Puerta del Sol de Tiahuanacu…”, Kiss descifra los signos ideográficos del calendario de la Puerta del Sol de Tiahuanacu, describiéndolo como un calendario solar y venusino, elaborado con anterioridad al cambio del eje de la Tierra, reflejado por medio de los factores geológicos hallados en diversos lugares del altiplano.

La obra de Edmund Kiss nos remonta a un pasado lejano y poco conocido, la era prediluvial, iluminando el pasado del continente llamado alguna vez “Huitramannaland”, y estableciendo los orígenes atlantes de las primigenias culturas americanas y los catastróficos efectos que han significado la caída de las Lunas o cuerpos celestes en los ciclos de la Historia.

Aunque parezcan personajes exclusivos de las películas de Indiana Jones, los arqueólogos nazis existieron de verdad. En 1935, Heinrich Himmler fundó la Ahnenerbe, entre cuyos principales campos de estudio se encontraba la arqueología. Para esta institución con pretensiones científicas pero con fines propagandísticos, desarrollaron sus trabajos un grupo de investigadores que iban desde académicos afines al régimen de Hitler a buscadores de civilizaciones imaginarias. Precisamente uno de estos últimos, Edmund Kiss, planeó una ambiciosa expedición a Bolivia cuyo objetivo era demostrar su teoría de que la ciudad de Tiwanaku había sido la capital de un imperio entre atlante y paleoario que existió hace más de un millón de años.

Tiwanaku (o Tiahuanaco), una de las principales culturas precursoras de la inca, fue una sociedad cuya principal ciudad, la que le da nombre, vivió su fase expansiva entre los años 700 y 1200. Las ruinas de Tiwanaku, situadas cerca de la orilla sur-oriental del lago Titicaca, en el Departamento de La Paz (Bolivia), son un sitio arqueológico de primer orden, reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 2000. Sin embargo, estuvieron en el más completo abandono durante siglos. Depredadas por los incas y saqueadas por los españoles, sufrieron un lento deterioro natural que se aceleraba cuando eran usadas de cantera. Aunque hubo eruditos ocasionales que se preocuparon por sus restos, los estudios formales llegaron tarde a Tiwanaku, que ha ejercido un poderoso atractivo sobre los autores más fantasiosos por la naturaleza y la disposición de su conjunto monumental.

Como escribió José Alcina Franch en ‘Las culturas precolombinas de América’ (Alianza Editorial), “Tiahuanaco, es al igual que Teotihuacán, Tikal o Moche, un centro ceremonial con los edificios orientados aproximadamente según los puntos cardinales, con un indudable sentido de observatorio astronómico”. La ciudad “representa un conjunto monumental de extraordinaria importancia, con independencia de la repercusión que su cultura tuviese en el ámbito del área Circum-Titicaca o del área andina en su conjunto durante la época anterior a la incaica”. En el yacimiento, “se pueden distinguir dos núcleos importantes: el primero comprende el Kalasasaya (o Templo de las piedras paradas), el Acapana (una estructura piramidal de siete escalones), el Pequeño Kalasasaya, el palacio de los sarcófagos y otros pequeños edificios; el segundo es el Pumapuncu, algo aislado del grupo anterior”. Uno de los principales monumentos del sitio es la Puerta del Sol, “un monolito en forma de puerta con un gran relieve en su friso”, de unas 10 toneladas de peso.

Este lugar fascinante y los estudios que sobre él hizo Arthur Posnansky, un militar transformado en arqueólogo, llamaron la atención del alemán Edmund Kiss (1886-1960), un escritor y arqueólogo autodidacta del tipo que acabaría siendo muy del gusto de las autoridades nazis y, en especial, de Heinrich Himmler. Aunque Kiss no sale en las películas de Indiana Jones, desde luego fue todo un personaje que no hubiera desentonado en ninguna de las aventuras del arqueólogo del látigo y el sombrero Fedora. Kiss había combatido en la Primera Guerra Mundial, de la que regresó con dos heridas de bala y dos cruces de hierro, una de ellas de primera clase. Tras la guerra estudió arquitectura y empezó a trabajar en la oficina del arquitecto municipal de Münster, mientras se dedicaba a escribir literatura fantástica y, ya en los años 20, ensayos pseudocientíficos y de arqueología ‘alternativa’. En este periodo se interesó por la Welteislehre.

Un cosmos alternativo

La Welteislehre, literalmente ‘Enseñanza del mundo de hielo’, también conocida como ‘Cosmogonía glacial’ o como ‘Teoría del mundo helado’, era una teoría pseudocientífica que había desarrollado el ingeniero austríaco Hans Hörbiger a partir de una visión y varios sueños. Según esta “nueva verdad”, el Universo era de una naturaleza que nada tenía que ver con la descubierta por los científicos ‘oficiales’. O sea, los científicos de verdad. Por ejemplo, el Sistema Solar había nacido de la colisión de una estrella muerta cubierta de hielo con el Sol. El impacto había generado los planetas y sus satélites. La Vía Láctea era en realidad una estela de bloques de hielo. La Tierra había tenido varias lunas -la actual sería la sexta- que habían ido cayendo en una sucesión de grandes ciclos históricos. El Diluvio Universal y el hundimiento de la Atlántida podían deberse a estas caídas de lunas. Civilizaciones milenarias y desconocidas habían sido borradas de la historia por estos impactos.

Hörbiger publicó su estrafalaria ocurrencia en el libro ‘Glazial Kosmologie’ en 1913, escrito en comandita con el astrónomo aficionado Philipp Fauth. Evidentemente la comunidad científica lo recibió como un disparate sin paliativos, pero obtuvo su predicamento entre místicos, ocultistas y exaltados. A muchos nazis acabaría por gustarles básicamente porque tiraba por tierra los postulados de la ‘falsa ciencia judía’. A Himmler le resultaba convincente. A Hitler le encantaba. “Me siento bastante inclinado a aceptar las teorías cósmicas de Hörbiger”, comentó en una cena, para lanzarse acto seguido a una embrollada descripción de las ideas del ingeniero, según comenta Heather Pringle en su libro ‘El plan maestro. Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi’ (ed. Debate).

Kiss empezó a reunir pruebas de la realidad de la cosmología helada de Hörbigger en 1927. Como las regiones andinas eran una de las zonas de la Tierra que habían resultado indemnes de los impactos lunares y por lo tanto, en ellas podía haber restos de las culturas anteriores a los mismos, mantuvo correspondencia con Arthur Posnansky (1873-1946), austríaco afincado en Bolivia, de cuyos estudios sobre Tiwanaku había tenido noticia.

Posnansky era otro personaje asombroso. Emigrado a Sudamérica en 1896, fue un militar austriaco que acabó combatiendo con Bolivia en la Guerra del Acre, contra Brasil. Nacionalizado boliviano y condecorado como héroe de guerra, se convirtió en una personalidad cultural que acabaría por dirigir el Museo Nacional de Bolivia y fundar la Sociedad Arqueológica, entre otros logros. Estudió a fondo las ruinas de Tiwanaku, aunque no realizó ninguna excavación en ellas. Sus puntos de vista sobre la ciudad eran bastante peculiares. A partir del estudio de las alineaciones astronómicas de los edificios, afirmaba que había sido la capital de una civilización primordial que se había expandido hacía unos 17.000 años. Esta cultura prehistórica fantasmal no era nativa, sino que estaba formada por inmigrantes procedentes de lejanas tierras occidentales. Los indígenas solo habían sido su mano de obra. Kiss dedujo que esos constructores enigmáticos tenían que ser arios y todo aquello estaba relacionado con la Teoría del mundo helado.

Creaciones de hombres nórdicos

Los 20.000 marcos que Kiss ganó en un concurso literario le permitieron viajar a Sudamérica en 1928 y explorar por su cuenta las ruinas de Tiwanaku, que midió, topografió y dibujó. Por supuesto, asumió la idea de que aquella ciudad nada tenía que ver con los nativos. En un artículo titulado ‘Die Kordillerenkolonien der Atlantiden’ (Las colonias de los atlantes en la cordillera) escribió sobre una escultura del yacimiento que “de inmediato resulta evidente que este hombre no es indio, ni posee características mongolas, sino que más bien son nórdicas puras”. Los misteriosos occidentales de Posnansky estaban empezando a adquirir inequívocos rasgos arios. “Ciertamente, las obras de arte y el estilo arquitectónico de la ciudad prehistórica no son de origen indio -señaló en otro artículo, ‘Nordische Baukunst in Bolivien?’ (¿Arquitectura nórdica en Bolivia?)-. Más probablemente son creaciones de hombres nórdicos que llegaron a las altiplanicies andinas como representantes de una civilización especial”. Y tan especial, porque el arquitecto pensaba que era mucho más antigua de lo que había imaginado Posnansky. Al estudiar la Puerta del Sol concluyó que se trataba de un calendario, pero adaptado al ciclo de una luna desaparecida, más corto que el de la actual. “Hay algo que sabemos, y resultaría extremadamente difícil convencernos de lo contrario: aunque no puede suponerse la edad de Tiwanaku, ¡debe de tener como mínimo millones de años!” (en el libro ‘Das Sonnentor von Tihuanaku und Hörbigers Welteislehre’, La puerta del Sol de Tiwanaku y la Teoría del mundo helado de Hörbiger).

Los artículos en los que Kiss divulgaba sus elucubraciones fueron acogidos y publicados con gozo por la prensa nazi. Además expuso sus ideas en novelas fantásticas de temática atlante y en el citado ‘La puerta del Sol de Tiwanaku’, un ensayo con pretensiones de seriedad. Este libro incluía unas ilustraciones que reflejaban el aspecto que, en opinión del autor, debió de tener la ciudad en los tiempos paleoatlantes, prehistoarios o lo que fuese. En los dibujos, la Puerta del Sol y los demás monumentos de Tiwanaku lucen un aspecto ciclópeo, minimalista y lustroso, mientras que por sus terrazas y escalinatas deambulan individuos ataviados con ropajes fantásticos. Himmler disfrutó mucho con el libro y, según detalla Pringle, “ordenó que se encuadernara un ejemplar en piel como costoso regalo de Navidad para Hitler”.

Edmund Kiss era la clase de estudioso muy del gusto de la Ahnenerbe, por lo que fue inevitable que el arquitecto entrara en contacto con Himmler y su institución ‘científica’. Las ideas ‘geniales’ y las revelaciones inspiradas eran bienvenidas no solo en la Ahnenerbe sino también en el régimen nazi en general, con cuya naturaleza caótica iban en consonancia perfecta. El mismo Hitler valoraba esta forma de trabajar por encima de la rutina y el método. Como explica Álvaro Lozano en ‘El laberinto nazi’ (ed. Melusina) , “Hitler rechazaba los procedimientos burocráticos, el trabajo con documentos, las reuniones de trabajo y las labores administrativas en general. ‘Una sola idea genial’, afirmaba convencido, ‘tiene más valor que toda una vida de trabajo concienzudo en la oficina'”. En esta forma de entender las cosas, las teorías extravagantes como la del hielo eterno de Hans Horbigger o las de los arios prehistóricos andinos de Edmund Kiss encajaban a la perfección.

En busca de la herencia ancestral

Fundada el 1 de julio de 1935, por Heinrich Himmler, Herman Wirth, y Richard Walther Darré, la Ahnenerbe tenía por objetivo demostrar la presencia de un pueblo ario primordial, generador de cultura en la antigüedad y de presencia casi universal. Su nombre completo era Forschungsgemeinschaft Deutsches Ahnenerbe e.V. o Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana. “La misión oficial del instituto era doble -señala Heather Pringle-. Por una parte, había de desenterrar nuevas evidencias de los logros y hazañas de los ancestros de Alemania, remontándose hasta el Paleolítico si era posible, y utilizando métodos científicos exactos. En segundo término, había de transmitir dichos hallazgos a la opinión pública alemana por medio de artículos de revista, libros, exposiciones y congresos científicos”.

La Ahnenerbe fue un proyecto personal de Himmler, gran aficionado a la historia antigua y la arqueología. Aunque su finalidad era dar una base científica a los postulados raciales de Hitler, éste, de puertas adentro, no mostraba un entusiasmo excesivo por las antigüedades germánicas. La gente arma un tremendo alboroto sobre las excavaciones realizadas en las zonas habitadas por nuestros antepasados de la era precristiana -declaró-. Me temo que yo no puedo compartir su entusiasmo, ya que no puedo dejar de recordar que, mientras nuestros ancestros hacían aquellas vasijas de piedra y arcilla que tanto fascinan a nuestros arqueólogos, los griegos ya habían construido una Acrópolis. El Führer no sentía la exaltación arqueológica de Himmler: “¿Por qué tenemos que llamar la atención de todo el mundo sobre el hecho de que no tenemos pasado? -le dijo una vez a Albert Speer-. Ya es bastante malo que los romanos erigieran grandes construcciones mientras nuestros antepasados seguían viviendo en chozas de barro; y ahora Himmler se pone a desenterrar esas aldeas de chozas de barro y se entusiasma con cada fragmento de vasija y cada hacha de piedra que encuentra”.

Sin embargo, a Himmler no se le pusieron cortapisas. En 1938, la Ahnenerbe, que había dado sus primeros pasos en una oficina pequeña, se estableció en una mansión requisada a una familia judía en el barrio berlinés acomodado de Dahlem. Según Pringle, en 1939, la institución “tendría en nómina a 137 estudiosos y científicos alemanes y emplearía a otros 82 trabajadores auxiliares entre cineastas, fotógrafos, pintores, escultores, bibliotecarios, técnicos de laboratorio, contables y secretarios”. Los estudiosos eran académicos simpatizantes del régimen, arqueólogos segundones y oportunistas con ganas de medrar y místicos como Karl Maria Wiligut, un desequilibrado que se autoproclamó experto en escritura rúnica y depositario del “conocimiento sagrado” de las primitivas tribus germanas. La institución patrocinó varias expediciones al extranjero, como las realizadas por Herman Wirth a Suecia para estudiar el arte rupestre de Bohüslan, en el que creía ver una escritura aria perdida, o la más conocida a Tíbet, en la que se pretendía encontrar pruebas de que los arios habían dominado buena parte de Asia hacía miles de años.

Kiss quería regresar a Tiwanaku, por lo que propuso a la Ahnenerbe organizar una expedición formal en toda regla. Tanto Himmler como el doctor Walther Wüst, presidente de la entidad desde 1937 y su superintendente desde 1939 hasta su desaparición, se mostraron encantados con el proyecto y decidieron tirar la casa por la ventana. Pringle detalla que la expedición, entre cuyos planes estaba excavar a fondo Tiwanaku, iba a estar formada por 20 personas, “entre arqueólogos, geólogos, zoólogos, botánicos, meteorólogos, pilotos y expertos en investigación submarina, pues el proyecto incluía fotografiar el fondo del lago Titicaca con una cámara especial. Además, se iban a realizar tomas aéreas de las carreteras incas, que Kiss interpretaba como obra de los señores nórdicos”. El presupuesto era de unos 100.000 marcos del Reich (unos 430.000 euros, según un cálculo de 2007), el más ambicioso con diferencia de todos los de la Ahnenerbe.

Sin embargo, y afortunadamente para la arqueología boliviana, Tiwanaku no llegó a ser excavada nunca por un equipo de eruditos nazis. El estallido de la Segunda Guerra Mundial dio al traste con el proyecto cuando se estaban gestionando los pasajes y el papeleo de los expedicionarios. El viaje de Kiss fue cancelado y con él los demás proyectos pendientes de la Ahnenerbe en el extranjero, entre ellos, una expedición a Canarias para demostrar la naturaleza aria de los guanches.

De la arqueología a los tanques

Kiss se incorporó a las Waffen SS y sirvió en varios destinos. Comandó una división de cañones antitanque en Noruega, Alemania y Polonia, y vivió el final de la guerra al mando de las tropas que protegían la Guarida del Lobo. Tras la derrota nazi acabó internado en un campo de prisioneros, pero fue liberado pronto a causa de su mala salud. El tribunal de desnazificación lo etiquetó como ‘delincuente grave’ pero salió bastante airoso del juicio, celebrado en 1948, durante el que renegó de la teoría del mundo helado, pero no de la teoría racial nazi, qe “tiene base, está fuera de duda”, según sus palabras. El tribunal lo rebajó de ‘delincuente peligroso’ a ‘simpatizante’ y le impuso una multa de 501 marcos, que pagó de su bolsillo. Se retiró como escritor y murió en 1960.

En cuanto a Tiwanaku, los arqueólogos de verdad se han ocupado de ella sobre todo a partir de 1950. Los trabajos sucesivos de investigadores como Carlos Ponce, Jeffrey Parsons, Alan Kolata y Carlos Lémuz, entre otros, han ido perfilando la historia de una compleja cultura autóctona que emergió a mediados del segundo milenio antes de nuestra era, vivió una fase urbana entre el siglo I y el VIII y alcanzó su máxima expansión entre los siglos VIII y XIII. Por lo que respecta a las ruinas de su capital, los arqueólogos han llegado a la conclusión de que no fueron un centro ceremonial vacío, un lugar de peregrinaje que no estaba habitado, como habían sugerido algunos estudiosos, sino que fue una ciudad propiamente dicha, mucho más grande que el complejo monumental que tantas fantasías ha despertado, y formada fundamentalmente por casas de adobe. De hecho, según un estudio de Carlos Lémuz, llegó a abarcar un área de 384.3 hectáreas. Diversas estimaciones, que son objeto de debate, señalan que en la antigua Tiwanaku pudieron vivir entre 20.000 y 96.000 personas.

De acuerdo a Kiss, la enigmática y fabulosa Puerta del Sol de Tiahuanaco -un bloque monolítico de lava gris de los Andes- es un sistema de cuenta dividido en doce partes y basado en caracteres ideográficos. El orden de lectura de los caracteres de la Puerta del Sol comienza en su parte superior central con la figura de la divinidad Tarapacá o Ticci Viracocha, con doce rayos proyectándose desde su cabeza. A los lados, treinta diferentes figuras antropo-zoomorfas de expresión arcaica. Un hecho llamativo es el número de dedos presentes en las treinta figuras, incluyendo a la divinidad central, pues constan de cuatro dedos en sus manos y tres en los pies. La figura central de la Puerta del Sol corresponde al mes de Septiembre, época donde acontece el equinoccio de primavera en el hemisferio sur. La figura ubicada abajo es el mes de Marzo, es decir, el equinoccio de otoño. A la izquierda de la misma figura central se ubica el ideograma de Diciembre, esto es, el solsticio de verano y en el extremo opuesto, la representación del solsticio de invierno. Sumando los componentes ideográficos de la Puerta del Sol, se contabilizan 288 días para el año de Tiahuanaco, esto es, un calendario con doce fases, donde los solsticios y equinoccios han sido representados. En tal sentido, Kiss ha sintetizado sus investigaciones en los siguientes puntos:

1. La Puerta del Sol de Tiahuanaco es un calendario con 12 fases, donde los solsticios y equinoccios han sido representados.

2. Cada una de las doce secciones del año posee 24 días. Solamente las secciones correspondientes a Febrero y Abril poseen 25 días.

3. Cada uno de estos días posee 30 horas.

4. Cada una de estas horas posee 22 minutos.

El sistema calendárico de la Puerta del Sol de Tiahuanaco, con sus doces fases basado en caracteres ideográficos.

Las investigaciones desarrolladas por Kiss en el altiplano andino, asimismo, corroboran a través de los registros geológicos la existencia de la última catástrofe planetaria, tal como lo evidencian las líneas oblicuas de los lagos Titicaca, Popo, Coipasa, Aullagas, Umavus, Umayu y Uhuni y los salares de la región de Atacama en el norte de Chile, resto del océano durante el final del Período Terciario. En suma, Kiss ha definido a lo largo de sus trabajos la existencia de culturas atlantes en América, abocándose especialmente al estudio de las construcciones de Tiahuanaco y de Puma Punku, asentamientos contemporáneos a la Atlántida, los cuales sufrieron una total devastación a raíz de la última Gran Catástrofe, el Diluvio. La prueba de estos cambios geológicos se hallan en el nivel de las líneas costeras marcadas en las tierras circundantes. Kiss, E. Das Sonnentor von Tihuanaku und Hörbigers Welteislehre. Página 23 y 109. El fenómeno se aprecia también en las latitudes circumpolares del hemisferio norte, donde se encuentran líneas costeras desde 100 m y hasta 200 m sobre el nivel del mar, tanto en Europa como en Norteamérica (Kiss, E. Die kosmischen Ursachen der Völkerwanderungen. Página 45).

Edmund Kiss se sintió fascinado por la teoría de Hörbiger y pensó que podría corroborarla en los Andes bolivianos, concretamente en Tiahuanaco, cerca del lago Titikaka, convenciéndose de que sus espectaculares ruinas no eran sino vestigios de una antigua colonia nordica en el Nuevo Mundo. En 1927 el robusto arquitecto y escritor –sus novelas tuvieron un éxito inusitado en Alemania-, se puso en contacto con el polifacético estudioso austríaco Arthur Posnansky, que vivía en Bolivia, sería director del Museo Nacional del país y de la Sociedad Arqueológica boliviana, fundada en 1930, y era un “experto” en las milenarias ruinas que despertaron la inquietud del SS Obersturmbannführer Edmund Kiss.

Hörbiger creía que en el centro ceremonial boliviano se practicaba hacía milenios una religión mística de culto al Sol muy anterior al del antiguo Egipto, algo que Kiss “corroboró” sobre el terreno. Además, se sintió especialmente atraído por una gran cabeza de piedra que mostraba al parecer rasgos nórdicos “puros” y esto, unido a que descubrió también un parecido mayor de las construcciones con la arquitectura dórica de Grecia que con el estilo mas rustico y sencillo de las edificaciones de los Nativos, le llevó a afirmar que aquellos templos constituían, según Rosa Sala Rose, “un territorio periférico del legendario imperio de la Atlántida”.

En 1937 Kiss escribió el ensayo La puerta del Sol de Tiahuanaco y la Cosmogonía Glacial de Hörbiger, su texto más famoso, donde contaba sus experiencias en la altiplanicie andina, acompañando sus investigaciones con sus dibujos de impresionantes templos y retratos de unos habitantes altos y esbeltos ataviados con extraños ropajes futuristas, además de numerosos artículos sobre la Atlántida y los misterios de Sudamérica, que cautivaron a los nazis hasta el punto de que revista como SS Mann o la publicación oficial de las Juventudes Hitlerianas, Die Hitler Jugend, los publicaban habitualmente. Himmler también quedó cautivado con el libro y ordenó incluso que se encuadernara un ejemplar con piel de la mejor calidad que serviría como lujoso regalo de Navidad para Hitler.

Kiss, por tanto, no tardó en pasar a engrosar las filas de las ss y de la Ahnenerbe. En 1936, el estudioso había firmado el “Protocolo de Pyrmont”, que sellaba el apoyo de la Herencia Ancestral a la Teoría de la Cosmogonía Glacial y comenzó a presionar al Reichsführer-SS para que patrocinase un nuevo viaje suyo a Bolivia, esta vez una gran expedición que contara con 20 personas entre arqueólogos, botánicos, zoólogos, astrónomos y un equipo de filmación dotado de las técnicas de exploración más modernas, como cámaras submarinas (con las que pretendía rastrear el fondo del lago Titicaca), equipo para tomas aéreas, etc.

Además, tenía la intención de realizar un minucioso trabajo de campo geológico desde Colombia hasta Perú, que aportara evidencias de los antiguos cataclismos que promulgaba Hörbiger. Himmler se mostró de acuerdo con la solicitud y pidió a Wolfram von Sievers que recaudara el dinero necesario y realizase todos los preparativos, aunque el Reichsführer envió mientras tanto a Edmund Kiss a Libia con la intención de que estudiase la costa mediterránea en busca de evidencias fósiles de la Cosmogonía Glacial.

Bibliografía de Edmund Kiss

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