Jeroglíficamente la coph expresa un arma cortante, todo lo que es útil al hombre, lo que lo defiende y le presta ayuda. Por lo tanto la coph es un signo eminentemente comprensivo, astringente y cortante; es la imagen de la forma aglomerante y restrictiva, de aquí la idea de “existencia material”. Incluye asimismo los caracteres de la letra coph en el sentido de la materialización completa aplicados, desde luego, a los objetos puramente físicos. Veamos la progresión del signo: (he 5). La vida universal. (heth 8). La existencia elemental. El esfuerzo de la naturaleza. (caph 11). La vida asimilada referida a las formas naturales. (coph 19). La existencia material expresándose en las formas. Astronómicamente, la letra coph corresponde al signo zodiacal Piscis. Dos niños desnudos encerrados en un cerco amurallado. Encima, el sol lanza sus rayos sobre la tierra; gotas de oro que se desprenden del astro rey caen alrededor de los niños. El espíritu se halla ahora en la parte superior. Ya no es la luz reflejada, como en el arcano precedente, la que aclara esta figura, sino la luz creadora, la luz del Dios de nuestro Universo. El cerco amurallado nos informa que nos hallamos todavía en el mundo visible o material. Los niños representan los fluidos creadores, positivo y negativo del ser naciente. 1° Despertar del espíritu. Transición del mundo material al mundo divino. La materia como función de Dios: LOS ELEMENTOS 2° El cuerpo del hombre se renueva: LA NUTRICIÓN, LA DIGESTIÓN 3° La materia del mundo comienza su ascensión hacia Dios: EL REINO MINERAL RELACIONES: JEROGLÍFICO PRIMITIVO: Un hacha, arma cortante ASTRONOMÍA: Piscis MES: Febrero LETRA HEBRAICA: Coph (simple) SIGNIFICADOS: LOS ELEMENTOS LA NUTRICIÓN La digestión EL REINO MINERAL LA PIEDRA DE LOS FILOSOFOS ELAGABALA – Vocatio – So – Aurum Los antiguos adoraban al sol bajo la forma de una piedra negra, a la que llamaban Elagabala o Heliogábala ¿Qué significaba esta piedra y cómo podía ser ella imagen del más brillante de los astros? Los discípulos de Hermes, antes de prometer a sus adeptos el elixir de larga vida o el polvo de proyección, les recomendaban que buscasen la piedra filosofal. ¿Qué es esta piedra y por qué una piedra? El gran iniciador de los cristianos invita a sus fieles a edificar sobre piedra, si no quieren ver sus construcciones derrumbadas. El mismo se nombra la piedra angular, y dice al más creyente de sus apóstoles: “Llámote Petrus, porque tú eres la primera piedra sobre la cual edificaré mi iglesia.” Esta piedra, dicen los maestros en alquimia, es la verdadera sal de los filósofos, que entra en su tercio en la composición del azoe. Ahora bien, AZOE es, como se sabe, el nombre del gran agente hermético y del verdadero agente filosofal; también representan ellos su sal bajo la forma de una piedra cúbica, como puede verse en las doce claves de Basilio Valentín o en las alegorías de Trevisan. ¿Qué es, no obstante, esta piedra? Es el fundamento de la filosofía absoluta; es la suprema e inquebrantable razón. Antes de pensar en la obra metálica, es necesario haberse fijado para siempre sobre los principios absolutos de la sabiduría, es necesario poseer esa razón, que es la piedra de toque de la verdad. Jamás un hombre con prejuicios podrá llegar a ser rey de la Naturaleza y maestro en trasmutaciones. La piedra filosofal es, ante todo, necesaria, pero ¿cómo hallarla? Hermes nos lo dice en su tabla de esmeralda: Es necesario separar lo sutil de lo fijo, con un gran cuidado y atención extremada. Así, pues, debemos desprender nuestras certidumbres de nuestras creencias, y distinguir bien los dominios de la ciencia de los de la fe; comprender bien que no sabemos todas las cosas en que creemos, y que no creemos ya en ninguna de las cosas en que llegamos a saber, y que, así la creencia de las cosas de la fe, es lo desconocido y lo indefinido, en tanto que sucede todo lo contrario en las cosas de la ciencia. Hay, pues, que concluir de que la ciencia reposa sobre la razón y la experiencia, mientras que la fe tiene por base el sentimiento y la razón. En otros términos, la piedra filosofal es la verdadera certeza que la prudencia humana asegura a las investigaciones concienzudas y a la modesta duda, mientras que el entusiasmo religioso lo da exclusivamente la fe. Luego, no pertenece ni a la razón sin aspiraciones, ni a las aspiraciones irrazonables; la verdadera certeza es la aquiescencia recíproca de la razón, que sabe en el sentimiento que cree y del sentimiento que cree en la razón que sabe. La alianza definitiva de la razón y de la fe resultará de su distención y de su separación absolutas, pero de su mutua marca y de su fraternal concurso. Tal es el sentido de las dos columnas del pórtico de Salomón, de las cuales una se llama Jakin, y la otra Bohas; una de las cuales es blanca y otra negra. Son distintas, están separadas y, al parecer, son contrarias; pero si la fuerza ciega quiere reunirlas, acercándolas, la bóveda del templo se derrumbará, porque, separadas, constituyen una misma fuerza y, reunidas, son dos fuerzas que se destruyen mutuamente. Por esta misma razón es por la que el poder espiritual se debilita, desde el punto en que quiere usurpar el temporal, y por lo que el poder temporal perece víctima de sus abrogaciones sobre el poder espiritual. Gregorio VII perdió el papado, y los reyes cismáticos han perdido y perderán la monarquía. El equilibrio humano tiene necesidad de dos pies, los mundos gravitan mediante dos fuerzas, la generación exige dos sexos. Tal es el sentido del arcano de Salomón, figurado por las dos columnas del templo Jakin y Bohas. El sol y la luna de los alquimistas corresponden al mismo símbolo y concurren al perfeccionamiento y a la estabilidad de la piedra filosofal El sol es el signo jeroglífico de la verdad, porque es el manantial visible de la luz, y la piedra bruta es el símbolo de la estabilidad. Por esta razón, los antiguos magos tomaban la piedra Elagabala por la figura del sol, y por esto también es por lo que los alquimistas de la Edad Media indicaban la piedra filosofal como el primer medio de hacer el oro filosófico, es decir, la transformación de todos los poderes vitales, figurados por los seis metales, en sol, o lo que es igual, en verdad y en luz, primera e indispensable operación de la gran obra, que conduce a las adaptaciones secundarias, y que hace, por las analogías de la naturaleza, encontrar el oro natural y grosero a los creadores del oro espiritual y viviente, a los poseedores de la verdadera sal, del verdadero mercurio y del verdadero azufre filosóficos. Encontrar la piedra filosofal es, pues, haber encontrado lo absoluto, como lo dicen todos los maestros. Ahora bien, lo absoluto es lo que no admite errores, es lo fijo de lo volátil es la regla de la imaginación, es la necesidad misma del ser, es la ley inmutable de la razón y de la verdad; lo absoluto es lo que es. Luego lo que es en cierto modo, es antes de lo que es. El mismo Dios no es sin razón de ser, y no puede existir más que en virtud de una suprema e inevitable razón. Es, pues, esta razón la que es lo absoluto; es a ella a la que debemos creer si queremos que nuestra fe tenga una base razonable y sólida. Se ha podido decir en nuestros días que Dios no es más que una hipótesis; pero la razón absoluta no es más que una, y ella es esencial al ser. Santo Tomas ha dicho: Una cosa no es justa porque dios la quiera, sino que dios la quiere porque es justa Santo Tomás hubiera deducido lógicamente todas las consecuencias de tan hermoso pensamiento, habría encontrado la piedra filosofal, y, en vez de limitarse a ser ángel de la escuela, habría sido el reformador. Creer en la razón de Dios y en el Dios de la razón es hacer el ateísmo imposible. Son los idólatras los que han hecho los ateos. Cuando Voltaire decía: “Si Dios no existiera, habría que inventarle”, sentía más bien que comprendía la razón de Dios. ¿Existe realmente Dios? Nosotros no sabemos nada, pero deseamos que así sea, y por eso creemos en su existencia. Formulada así la fe, es una fe razonable, porque admite la duda de la ciencia y, en efecto, no creemos más que en las cosas que nos parecen probables, aun cuando no las conozcamos. Luego no es a semejante personas a quienes la piedra filosofal ha sido prometida. Los ignorantes que han desviado el cristianismo de su camino, sustituyendo a la ciencia por la fe, a la experiencia por el sueño, a la realidad por lo fantástico; los inquisidores que, durante siglos y siglos declararon a la magia una guerra de exterminio, sólo lograron cubrir de tinieblas los descubrimientos del espíritu humano, de tal modo, que hoy marchamos tanteando para volver a encontrar la clave de los fenómenos de la naturaleza. Ahora bien, todos los fenómenos naturales dependen de una sola e inmutable ley, representada por la piedra filosofal y, especialmente, por su forma simbólica, que es el cubo. Esta ley, manifestada en la Cábala por el cuaternario, había suministrado a los hebreos todos los misterios de su tetragrama divino. Puede, por tanto, decirse, que la piedra filosofal es cuadrada en todos sentidos, como la Jerusalén celeste de San Juan, y que en un lado llevan escrito el nombre de , y en otro el de Dios; sobre una de sus faces, el de ADÁN, y sobre la otra el de EVA, y después los de Azoe e Inri, sobre los otros dos lados. A la cabeza de una traducción francesa de un libro del Sr. de Nuisement, acerca de la sal filosófica, se ve el espíritu de la tierra de pie sobre un cubo, que recorren lenguas de fuego; tiene por falo un cadúceo, y el sol y la luna sobre el pecho, a la derecha y a la izquierda; es barbudo, está coronado y tiene un cetro en la mano. Es el ázoe de los sabios sobre pedestal de sal y de azufre. Se coloca a veces a esta imagen la cabeza simbólica del macho cabrío de Mendés; es el Baphomet de los Templarios, el macho cabrío del sabbat y el verbo creado de los gnósticos; imágenes extrañas que sirvieron de espantajos al vulgo, después de haber servido de meditaciones a los sabios; jeroglíficos inocentes del pensamiento y de la fe, que también sirvieron de pretexto a los furores de las persecuciones. ¡Cuán desdichados son los hombres en su ignorancia, pero cuánto se desprecian a sí mismos si llegan a conocerla! EL MAGISTERIO DEL SOL Llegamos al número que en Tarot está marcado con el signo del Sol. El denario de Pitágoras y el ternario multiplicado por sí mismo representan, en efecto, la sabiduría aplicada a lo absoluto. Es, por tanto, de lo absoluto de lo que aquí vamos a hablar. Encontrar lo absoluto en lo infinito, en lo indefinido y en lo finito, tal es la obra de los sabios, y a la que Hermes llama la obra del Sol. Encontrar las bases inquebrantables de la verdadera fe religiosa, de la verdad filosófica, y de la transmutación metálica, era todo el secreto de Hermes, era el hallazgo de la piedra filosofal. Esta piedra es una y múltiple; se la descompone por el análisis y se la recompone por la síntesis. En el análisis es un polvo, el polvo de proyección de los alquimistas; ante el análisis y en la síntesis es una piedra. La piedra filosofal –dicen los maestros– no debe exponerse al aire, ni a las miradas profanas; es preciso tenerla oculta con cuidado en el rincón más secreto del laboratorio y llevar siempre consigo la llave del lugar en que está encerrada. Aquel que posee el gran arcano es un rey verdadero y más que un rey, porque es inaccesible a todos los temores y a toda esperanza vana. En todas las enfermedades del alma y del cuerpo, una sola partícula destacada de la preciosa piedra, un solo grano del divino polvo, son más que suficientes para curarlas. ¡Qué entienda el que tenga oídos para ellos! como dice el maestro. La sal, el azufre y el mercurio no son más que elementos accesorios e instrumentos pasivos de la gran obra. Todo depende como ya hemos dicho, del magnés interior de Paracelso. Toda la obra está resumida en la proyección y la proyección se verifica perfectamente por la inteligencia efectiva y realizable de una sola palabra. No hay más que una sola operación importante en la obra, que consiste en la sublimación, que no es otra cosa, según Geber, que la elevación de la cosa seca por medio del fuego, con adherencia a su propio vaso. (Qué bonito Dios nos regalo a todos el Santo grial, ósea nuestro cerebro a rellenar…) Aquel que quiere llegar a la inteligencia de la gran palabra y a la posesión del gran arcano debe, después de haber meditado los principios de nuestro dogma, leer con atención a los filósofos herméticos y así llegará sin duda a la iniciación, como otros han llegado; pero es necesario tomar como clave de sus alegorías el dogma único de Hermes, contenido en su tabla de esmeralda, y seguir pasa clasificar los conocimientos y dirigir la operación el orden indicado en el alfabeto cabalístico del Tarot del que damos toda la explicación completa y absoluta en el último capítulo de esta obra. Entre los libros raros y preciosos que contienen los misterios del gran arcano, es preciso contar en primera línea, el Sendero químico o Manual de Paracelso, que contiene todos los misterios de la física demostrativa y de la más secreta cábala. Este libro manuscrito, precioso y original, no se encuentra más que en la biblioteca del Vaticano. Sendivogius sacó una copia de la que el barón de Tschoudy se sirvió para componer el CATECISMO HERMÉTICO contenido en su obra titulado: La estrella reluciente . Este catecismo, que indicamos a los sabios cabalistas cómo capaz de sustituir al incomparable tratado de Pasacelso, contiene todos los verdaderos principios de la gran obra de una manera tan satisfactoria y tan clara, que es preciso carecer en absoluto de la inteligencia especial de ocultismo para no llegar a la verdad absoluta meditándola. Vamos a hacer de él un análisis sucinto, con algunas palabras de comentario. Ramon LIull, uno de los grandes y sublimes maestros de la ciencia, ha dicho que pasa hacer oro era preciso, primero, tener oro. No se hace nada, de nada; no se crea absolutamente la riqueza; se la aumenta y se la multiplica. Que los aspirantes a la ciencia comprendan bien que no hay que exigir a los adeptos ni escamoteos ni milagros. La ciencia hermética, como todas las ciencia reales, es matemáticamente demostrable. Sus resultados, como materiales, son tan rigurosos como los de una ecuación bien planteada. El oro hermético, no es solamente un dogma verdadero, una luz sin sombra, una verdad sin aleación de mentira, sino que es también un oro material, real puro y el más precioso que pueda encontrarse en las minas de la tierra. Pero el oro vivo, el azufre vivo o el verdadero fuego de los filósofos, debe buscarse en la casa del mercurio. Ese fuego se alimenta del aire; para expresas su poder atractivo y expansivo, no puede hacerse mejor comparación que con la del rayo, que no es en principio más que una exhalación seca y terrestre, unida al vapor húmedo, pero que, a fuerza de exhalase, llega a tomar naturaleza ígnea, obra sobre lo húmedo, que le es inherente, lo atrae hacia sí y lo trasmuta en su naturaleza, después de lo cual se precipita con rapidez hacia la tierra en donde se ve atraído por una naturaleza fija semejante a la suya. Estas palabras, enigmáticas en la forma, pero claras en el fondo, manifiestan claramente lo que los filósofos entienden por su mercurio, fecundado por el azufre, que se convierte en maestro y regenerador de la sal y que no es otra cosa que el Azoe, la magnesia universal, el gran agente mágico, la luz astral, la luz de vida fecundada por la fuerza anímica por la energía intelectual, que ellos comparan con el azufre a causa de sus afinidades con el fuego divino. Cuanto a la sal es la materia absoluta. Todo lo que es materia contiene sal y toda sal puede convertirse en oro puro por la acción combinada del azufre y del mercurio, que, a veces, obran tan rápidamente que la transmutación puede hacerse en un instante, en una hora, sin fatigas para el operador y casi sin gastos; otras veces y según las disposiciones más contrarias de los medios atmosféricos, la operación requiere muchos días, muchos meses, y algunas veces hasta muchos años. Como ya lo hemos dicho, existen en la naturaleza dos leyes primarias, dos leyes esenciales que producen, al contrabalancease, el equilibrio universal de las cosas; esta es la fijeza y el movimiento, análogos, en filosofía, a la verdad y a la invención y, en concepción absoluta, a la necesidad y a la libertad, que son la esencia misma de Dios. Los filósofos herméticos dan el nombre de fijo a todo lo que es ponderable, a todo lo que tiende, por su naturaleza, al reposo central ya la inmovilidad; nombran volátil a todo lo que obedece más natural y más voluntariamente a la ley del movimiento, formando ellos su piedra del análisis, es decir, de la volatización del fijo, después de la síntesis, es decir, de la fijación de lo volátil, cosa que operan aplicando al fijo, que ellos llaman su sal, el mercurio sulfurado o la luz de la vida, dirigida y hecha omnipotente por una voluntad soberana. Así es como se apoderan de toda la naturaleza, y su piedra se encuentra por todas partes en donde hay sal, lo que hace decir que ninguna sustancia es extraña a la gran obra, y que pueden cambiarse en oro aun las materias más despreciables y las más viles en apariencia, lo que es verdad en este sentido, que, como ya lo hemos dicho, contienen todas la sal principiante, representada en nuestros emblemas por la piedra cúbica, por sí misma, como se ve en el frontispicio simbólico y universal de las claves de Basilio Valentín. Saber extraer de toda materia la sal pura que más esté oculta, es tener el secreto de la piedra. Esta piedra es, pues, una piedra salina, que el Od o la luz universal astral descompone o recompone; es única y múltiple, porque puede disolverse como la sal ordinaria e incorporarse a otras sustancias. Obtenida por el análisis, podría llamársele el sublimado universal; encontrada por vía de síntesis, es la verdadera panacea de los antiguos, porque cura todas las enfermedades sea del alma, sea del cuerpo y ha sido llamada por excelencia la medicina de toda la naturaleza. Cuando se dispone, por iniciación absoluta, de las fuerzas del agente universal, se tiene siempre esa piedra a su disposición, porque la extracción de ella es entonces una operación sencilla y fácil, bien distinta de la proyección o realización metálica. Esta piedra, en el estado de sublimado, no debe dejarse en contacto con el aire atmosférico, que podría disolverla en parte y hacerle perder su virtud. No dejaría de entrañar peligro el sufrir o respirar sus emanaciones. El sabio la conserva con agrado en sus envolturas naturales, seguro como está de extraerla con un solo esfuerzo de su voluntad y una sola aplicación del agente universal, de las envolturas que los cabalistas llaman cortezas. Esto es para expresas jeroglíficamente la ley de prudencia que atribuyen a su mercurio, personificado en Egipto por Hermanubis, una cabeza de perro, ya su azufre representado por el Baphomet del templo, o el príncipe del Sabbat, esa cabeza de macho cabrío que tanto ha desacreditado a las asociaciones ocultas de la edad media. Ilusoria es la iniciación del desorden. Nombre divino: Kodesh (Santo). Está vinculado al elemento Tierra, habitado por los Gnomos, cuya inteligenci es Ariel. Rige en invierno sobre el Norte, y sobre el mundo mineral inanimado, según Kircher. Horus-que-domina-con-los-dos-ojos, o bien, Señor de sus dos ojos (el Sol y la Luna). También se le relacionó con los ojos celestiales y la visión superior. Generalmente relacionadas con los procesos iníciales de la creación. Los griegos identificaron a su dios Apolo con ese Horus que en los santuarios de Behedeti de Edfú, la antigua Apolinópolis de los helenos, se representó bajo la forma de un disco con alas (Heru-Behut). De todos modos, el nombre de Horus se asoció también a los planetas Júpiter (Heru-up-shet) y con Saturno con el nombre de Horus el Toro (Heru-p-ka). Sabido es que en las tradiciones simbólicas de las más diversas culturas el oro equivale a la iluminación y también a la inmortalidad. En la India se relaciona frecuentemente el oro con los dioses, con el conocimiento y la inmortalidad. Indra muestra una mandíbula de oro y monta en un carro de oro. En el Catapatha-brâhmana se identifican la luz y el oro, y se habla del fuego que otorga la inmortalidad. En el Isha Upanishad se indica que el rostro de lo verdadero se halla en la copa del sol y que el personaje que habita en el resplandeciente astro es el alma de aquel que ha merecido la iluminación. También en la tradición helénica se equiparan el oro y el sol, los cuales participan simultáneamente de la vasta red de asociaciones que quedan simbólicamente ligadas al conocimiento superior, al dominio, a la pureza, al núcleo originario que constituye crisol de salvación. Procolo, en su Himno al Sol, lo saludará como providencia universal que provoca en nosotros la aparición de la inteligencia. En numerosas fórmulas funerarias se aprecia una significativa identificación con el huevo primordial: Soy el huevo que se hallaba en el interior de la Gran Graznadora… Hallamos en el Papiro mágico de Harris la siguiente invocación: “Huevo de las aguas, esencia de la tierra, semilla de los Ocho, grande en los cielos, grande en la Tierra, grande en el mundo inferior, habitante de la maleza, señor de la isla de los dos cuchillos; yo he salido contigo de las aguas; yo he salido contigo de los cañaverales”. Identificación del Sol con el niño que asoma en la flor de loto. El loto, asociado al infante, se convertirá por todo Egipto como signo de salvación y esperanza. Representa el acceso a los niveles superiores, el despertar a una conciencia luminosa, a la perfección prometida. La imagen del infante del loto se convertirá en talismán gnóstico. Este escrito ha sido hilado de las siguientes Obras: * El Tarot de los Bohemios (Papus) * Dioses y símbolos del antiguo Egipto (Juan García Font) * Dogma y ritual de la alta magia (Eliphas Levi) * La cábala tradición secreta de Occidente (Papus) * Gematria dogma Kabalistico (Aleister Crowley) Vuestra en la Santa Ciencia Ana Suero Sanz - Artículo* en Filosofía Oculta - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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