Jeroglíficamente, la phé expresa las mismas ideas que la beth (arc. 2), mas en un sentido más “expansivo”. Si la beth significa fundamentalmente la boca del hombre como órgano de la palabra, la phé significa más bien el producto de este órgano, esto es la palabra. Es el signo de la palabra y de todo aquello que con ella se relaciona. Es el “verbo en acción” en la naturaleza con todas sus consecuencias. Así esta letra se relaciona astronómicamente con Mercurio, Dios de la palabra y de la difusión científica o comercial, Dios del intercambio universal entre todos los seres den todos los mundos. La phé es una letra doble. Las ideas que este símbolo debe expresar son: I° La expansión de los fluidos. 2° Su eterna renovación. Una joven desnuda vierte sobre la tierra los fluidos de la vida universal, mediante dos copas. El genio del sol (arc. 14) ha descendido ahora hasta nosotros, en la figura de esta joven, imagen de la eterna juventud. Los fluidos que antes trasvasaba de una a otra ánfora, los vuelca ahora sobre la tierra (primera idea). Esta joven está coronada por siete estrellas, en el medio de las cuales resplandece una de mayor tamaño. Cerca de la joven un Ibis o también una mariposa, depende del Tarot que se considere, se posa sobre una flor. Volvemos a hallar aquí el símbolo de la inmortalidad. El alma (Ibis o mariposa) debe sobrevivir al cuerpo, el cual no es más que un instrumento de experiencia (flor efímera). El coraje necesario para resistir las pruebas, vendrá de lo alto. (Astros.) La caída de lo divino y lo humano en lo material, tan pronto se ha operado, surge una voz misteriosa que viene a renovar el coraje del pecador, permitiéndole entrever la ascensión Futura en virtud de las pruebas que sufrirá. Esta lámina balancea los nocivos efectos de la precedente. Esto explica su significado. 1° Oposición a la destrucción. Nada se destruye definitivamente. Todo es eterno e inmortal en Dios: INMORTALIDAD Creación del alma humana 2° La caída no es irreparable, nos dice ese sentimiento íntimo al que denominamos: LA ESPERANZA 3° El Universo visible contiene en sí la fuente de su divinización, es: LA FUERZA DISPENSADORA DE LOS FLUIDOS (que le da los medios para renovar eternamente sus creaciones después de la destrucción) RELACIONES: JEROGLÍFICO PRIMITIVO: La Palabra (la boca y la lengua) ASTRONOMÍA: Mercurio DÍA: Miércoles LETRA HEBRAICA: Phé (doble) SIGNIFICADOS: LA INMORTALIDAD LA ESPERANZA LA FUERZA DISPENSADORA DE LOS FLUIDOS LA ASTROLOGIA Stella – Os – Influxus De todas las artes derivadas del magismo de los antiguos, la astrología es ahora la menos desconocida. Ya no se cree más en las armonías universales de la naturaleza y en el encadenamiento necesario de todos los efectos con todas las causas. Por otra parte, la verdadera astrología, la que está ligada al dogma universal y único de la Cábala, ha sido profanada por los griegos y por los romanos de la decadencia; la doctrina de los siete cielos y de los tres móviles, emanaba primitivamente de la década sefirótica, el carácter de los planetas, gobernados por ángeles cuyos nombres han sido cambiados por los de divinidades del paganismo, la influencia de las esferas una sobre las otras, la fatalidad que va unida a los números, la escala de proporción entre las jerarquías humanas, todo, todo esto, ha sido materializado y hecho supersticioso por los genethliacos y los lectores de horóscopos de la decadencia y de la edad media. Devolver la astrología a su primitiva pureza, sería, hasta cierto punto, crear una nueva ciencia. Tratemos, pues, únicamente de indicar los primeros principios, con sus consecuencias más inmediatas y más próximas. Ya hemos dicho que la luz astral recibe y conserva todas las huellas de las cosas visibles; de aquí resulta que la disposición cotidiana del cielo se refleja en esa luz, que, siendo el agente principal de la vida, opera por una serie de aparatos destinados a ese fin por la naturaleza, la concepción, el embrionato y el nacimiento de los niños. Ahora bien, si esa luz es bastante pródiga en imágenes para dar al fruto de una preñez las huellas visibles de una fantasía, o de una delectación de la madre, con mayor razón debe trasmitir al temperamento, móvil todavía e incierto del recién nacido, las impresiones atmosféricas y las influencias diversas que resulten en un momento dado en todos el sistema planetario de tal o cual disposición particular de los astros. Nada es indiferente en la naturaleza; un guijarro de más o de menos en una carretera puede romper o modificar profundamente los destinos de los grandes hombres, o aun de los más grandes imperios; con mayor razón el lugar de tal o cual estrella en el cielo no podría ser indiferente en los destinos del niño que nace y que entra por su nacimiento en la armonía universal del mundo sideral. Los astros están encadenados unos a otros por las atracciones que los mantienen en equilibrio y los hacen moverse regularmente en el espacio; esas redes de luz van de todas a todas las esferas y no existe un solo punto en cada planeta al cual no esté unido uno de esos hilos indestructibles. El lugar preciso y la hora del nacimiento deben ser perfectamente calculados por el verdadero adepto en astrología; luego, cuando haya hecho el cálculo exacto de las influencias astrales, les resta contar las probabilidades de estado, es decir, las facilidades o los obstáculos que el niño debe hallar un día en un estado, en sus padres, en su carácter, en el temperamento que de ellos ha recibido y por consecuencia en sus disposiciones naturales para el cumplimiento de sus destinos; y todavía, habrá de tener en cuenta la libertad humana y su iniciativa, si el niño llega un día a ser verdaderamente un hombre capaz de sustraerse por una poderosa voluntad a las influencias fatales y a la cadena de los destinos. Se ve que no concedemos demasiado a la astrología; pero, en cambio, lo que le atribuimos es incontestable, el cálculo científico y de las probabilidades. La astrología es tan antigua, o más antigua aún que la astronomía y todos los sabios de la antigüedad viviente, le han acordado la más completa confianza. No hay, pues, que condenar o desdeñar ligeramente lo que nos llega rodeado y sostenido por tan imponentes autoridades. Largas y pacientes observaciones, comparaciones concluyentes, experiencias a menudo reiteradas, debieron conducir a los antiguos sabios a sus conclusiones, y sería necesario si se pretendiera refutarlas, comenzar en sentido inverso el mismo trabajo. Paracelso ha sido quizás el último gran astrólogo de las prácticas; curaba las enfermedades por medio de talismanes formados bajo influencias astrales y reconocía en todos los cuerpos la marca de su estrella dominante, y esa era, según él, la verdadera medicina universal, la ciencia absoluta de la naturaleza perdida por causa de los hombres y únicamente hallada por un pequeño número de iniciados. Reconocer el signo de cada estrella en los hombres, en los animales y en las plantas, es la verdadera ciencia de Salomón, esa ciencia que se ha considerado como perdida y cuyos principios se han, no obstante, conservado como todos los demás secretos, en el simbolismo de la Cábala. Se comprende que para leer la escritura de las estrellas es preciso conocer las mismas estrellas, conocimiento que se obtiene por la domificación cabalística del cielo y por el conocimiento del planisferio cabalístico, encontrado y explicado por Galfarel, En este planisferio, las constelaciones forman las letras hebraicas y las figuras mitológicas pueden ser reemplazadas por los símbolos del Tarot. Es a ese mismo planisferio al que Gaffarel refiere el origen de la escritura de los patriarcas, que se encontrarían en las cadenas de atracción de los astros los primeros lineamientos de los caracteres primitivos; el libro del cielo habrá, pues, servido de modelo al de Henoch, y el alfabeto cabalístico sería el resumen de todo el cielo. Esto no carece ni de poesía, ni, especialmente, de probabilidades, y el estudio del Tarot, que es evidentemente el libro primitivo y jeroglífico de Henoch, como lo ha entendido el sabio Guillaume Postel, bastaría para convencernos de ello. Los signos impresos en la luz astral por el reflejo y la atracción de los astros, se reproducen, pues, como lo descubrieron los sabios, sobre todos los cuerpos que se forman mediante el concurso de esa luz. Los hombres llevan las signaturas de su estrella en la frente, y sobre todo, en las manos; los animales en su configuración y en sus signos particulares; las plantas las dejan ver en sus hojas y en sus grano; los minerales en sus vetas y en el aspecto de sus cortes. El estudió de estos caracteres ha constituido el trabajo de toda la vida de Paracelso, y las figuras de sus talismanes son el resultado de sus investigaciones; pero no nos ha transmitido la clave y el alfabeto cabalístico astral con sus correspondencias; permanece todavía por hacer; la ciencia de la escritura mágica no convencional se ha detenido, para la publicidad, en el planisferio de Gaffarel. El arte serio de la adivinación reposa por completo en el conocimiento de estos signos. La quiromancia es el arte de leer en las líneas de la mano la escritura de las estrellas, y la metoposcopia busca los mismos caracteres, u otros análogos, sobre la frente de los consultantes. Efectivamente, los pliegues formados en la faz humana por las contradicciones nerviosas, están fatalmente determinados, y la irradiación del tejido nervioso es absolutamente análogo a esas redes formadas entre los mundos por las cadenas de atracción de las estrellas. Las fatalidades de la vida se escriben, pues, necesariamente en nuestras arrugas, y se reconocen, con frecuencia a primera vista, sobre la frente de un desconocido una o muchas letras misteriosas del planisferio cabalístico. Esa letra es todo un pensamiento, y ese pensamiento debe dominar la existencia de ese hombre Si la letra no está muy clara y está penosamente grabada, hay lucha en él entre la fatalidad y la voluntad, y ya en sus emociones y en sus tendencias más fuertes, todo su pasado se revela al mago; el porvenir entonces es fácil de conjeturar, y si los acontecimientos engañan a veces la sagacidad del adivino, el consultante no queda menos asombrado y convencido de la ciencia sobrehumana del adepto. La cabeza del hombre está hecha sobre el modelo de las esferas celestes; atrae e irradia, y es ella la que, en la concepción del feto, se manifiesta y se forma la primera. Sufre, pues, de una manera absoluta la influencia astral y atestigua, por sus diversas protuberancias, sus diversas atracciones. La frenología debe, por tanto, encontrar su última palabra en la astrología científica y depurada, de la que sometemos los problemas a la paciencia y buena fe de los sabios. Según Ptolomeo, el sol deseca y la luna humedece; según los cabalistas, el sol representa la justicia rigurosa, y la luna es simpática a la misericordia. Es el sol el que forma las tempestades; es la luna la que, por una especie de dulce presión atmosférica, hace crecer y decrecer y como respirar al mar. Se lee en el Sohar, uno de los grandes libros sagrados de la Cábala, que, “la serpiente mágica, hija del sol, iba a devorar al mundo cuando la mar, hija de la luna, le puso el pie sobre la cabeza y la dominó”. Por esto es por lo que, entre los antiguos, Venus era la hija del mar, como Diana era idéntica a la luna; también por esto el nombre de María significa estrella del mar o sal del mar. Para consagrar este dogma cabalístico en las creencias del vulgo, se dijo en lenguaje profético: “Es la mujer la que debe aplastar la cabeza de la serpiente.” Jerónimo Cardan, uno de los más audaces investigadores, y, sin contradicción, el astrólogo más hábil de su tiempo, y que fue, si hemos de dar crédito a la leyenda de su muerte, el mártir de su fe en astrología, ha dejado un cálculo, por medio del cual todo el mundo puede prever la buena o mala fortuna de todos los años de su vida. Para saber, pues cual será la buena o mala fortuna de un año, resume los acontecimientos de aquellos que han precedido en 4,8,12,19,30; el número 4 es el de la realización; el 8, el de Venus o el de las cosas naturales; el 12, que es el del cielo de Júpiter, corresponde a los éxitos a los buenos acontecimientos; al 19 corresponde a los ciclos de la Luna y de Marte, y el número 30 es el de Saturno, o sea e de la fatalidad. Así por ejemplo, yo quiero saber lo que me acontecerá en este año de 1855; repasare en mi memoria todo cuanto me ha ocurrido de decisivo y real en el orden del progreso y de la vida, ahora hace cuatro años, lo que me ha ocurrido en dicha o desdicha de un modo natural, hace ocho años; lo que puedo contar de éxitos o de infortunios hace doce años, las vicisitudes, las desgracias o enfermedades que me han acontecido hace diecinueve años, y lo que he experimentado de triste y de fatal hace treinta años. Después, teniendo en cuenta hechos irrevocablemente acaecidos, y los progresos de la edad, cuento sobre análogas probabilidades a las que ya debo la influencia de los mismos planetas, y digo: en 1851 he tenido ocupaciones mediocres, pero suficientemente lucrativas, con algunos apuros; en 1847 me he visto violentamente separado de mi familia, resultando de esta separación grandes sufrimientos para los míos y para mí; en 1843 he viajado como apóstol, hablando al pueblo, y he sido perseguido por personas mal intencionadas; fui, en dos palabras, honrado y perseguido; por último, en 1825, la vida de familia cesó para mí y he penetrado definitivamente en una vida fatal, que me condujo a la ciencia y a la desgracia. Puedo, por consiguiente, creer que tendré este año trabajo, pobreza, incomodidades, cambios de lugar, publicidad y contradicciones, acontecimiento decisivo para el resto de mi existencia, y encuentro ya en el presente toda clase de razones para creer en este porvenir. Concluyo que, para mí y por lo que al año presente se refiere, la experiencia confirma perfectamente la exactitud del cálculo astrológico de Cardan. Este año se refiere, por lo demás, al de los años climatéricos, o mejor climactéricos, de los antiguos astrólogos. Climactéricos quiere decir dispuestos en escala o calculados sobre los grados de una escala Juan Trithemo, en su libro De las causas secundarias, ha calculado muy curiosamente la vuelta de los años dichosos o funestos para todos los imperios del mundo; daremos un análisis exacto y más claro que el mismo libro en el capítulo XXI de nuestro Ritual, con la continuación del trabajo de Trithemo hasta nuestros días y la aplicación de su escala mágica a los acontecimientos contemporáneos para deducir las probabilidades más asombrosas relativamente al porvenir próximo de Francia, de Europa y del mundo. Según todos los grandes maestros en Astrología, los cometas son las estrellas de los héroes excepcionales y no se acercan a la tierra más que para anunciarla grandes cambios; los planetas predicen las colecciones de seres y modifican los destinos de las agregaciones de hombres; las estrellas más lejanas y más débiles en atracción atrae a las personas y deciden de sus atractivos; algunas veces un grupo de estrellas influye todo él en los destinos de un solo hombre, y con frecuencia un gran número de almas se ven atraídas por los rayos lejanos de un mismo sol. Cuando morimos, nuestra luz interior se va, siguiendo la atracción de su estrella, siendo de ese modo como revivimos en otros universos, en donde el alma se hace una nueva vestidura, análoga a los progresos o decrecimientos de su belleza, porque nuestras almas, separadas de nuestros cuerpos, se parecen a las estrellas errantes, son glóbulos de luz animada que buscan siempre su centro para encontrar su equilibrio y su movimiento, pero antes deben desprenderse de los anillos de la serpiente, es decir, de la luz astral no depurada que las rodea y las cautivas, en tanto que la fuerza de la voluntad no las eleva hacia arriba. La inmersión de la estrella viviente en la luz muerta es un suplicio espantoso, sólo comparable al de Mezencio. El alma se hiela y se abrasa en ella al mismo tiempo, y no tiene otro medio de desprenderse que volviendo a entrar en la corriente de las formas exteriores y adquirir una envoltura de carne, y luchar después con energía contra los instintos para afirmar la libertad moral que le permitirá, en el momento de la muerte, romper las cadenas de la tierra y volar triunfante hacia el astro consolador, cuya luz le ha sonreído. Por este dato, se comprende lo que es el fuego del infierno, idéntico al demonio, o a la antigua serpiente, en qué consiste la salvación o la reprobación de los hombres, todos llamados y todos sucesivamente elegidos, pero en pequeño número, después de haber estado expuestos por su falta a caer en el fuego eterno. Tal es la grande y sublime revelación de los magos, revelación madre de todos los símbolos, de todos los dogmas, de todos los cultos. Puede verse también cómo Dupuis se engañaba, cuando creía todas las religiones descendientes únicamente de la astronomía. Es, por el contrario, la astronomía la que ha nacido de la astrología, y la astrología primitiva es una de las ramas de Santa Cábala, la ciencia de las ciencias y la religión de las religiones. Así se ve, en la lámina 17 del Tarot, una admirable alegoría: Una mujer desnuda, que representa a la vez la Verdad, la Naturaleza y la Sabiduría, sin velo, inclinando dos urnas hacia la tierra, donde vierte fuego y agua; por encima de su cabeza brilla el septenario estrellado, alrededor de una estrella de ocho rayos, la de Venus, símbolo de paz y de amor; alrededor de la mujer, verdean las plantas de la tierra, y sobre una de esas plantas viene a posarse la mariposa de Psique, emblema del alma, reemplazada en algunas copias del libro sagrado por un pájaro, símbolo más egipcio y probablemente más antiguo. Esta figura, que en el Tarot moderno lleva el Titulo de estrella brillante, es análoga a muchos símbolos herméticos, y no deja de guardar analogías con la estrella flameante de los iniciados en francmasonería, manifestando la mayor parte de los misterios de la doctrina secreta de los Rosacruces. Hemos terminado con el infierno y respiramos a plenos pulmones al volver a la luz, después de haber atravesado los antros de la magia negra. ¡Retírate, Satán! Renunciamos a ti, a tus pompas, a tus obras y mucho más todavía a tus fealdades, a tus miserias, a tu nada, a tus mentiras… El gran iniciador te ha visto caer del cielo como fulminado por el rayo. La leyenda cristiana te convirtió haciéndote poner dulcemente la cabeza del dragón bajo el pie de la madre de Dios. Tú eres, para nosotros, la imagen de la inteligencia y del misterio; tú eres la sinrazón y el ciego fanatismo; tú eres la inquisición y su infierno; tú eres el dios de Torquemada y de Alejandro VI; tú te has convertido en juguete de nuestros hijos y tu último lugar está fijado al lado de Polichinela; tú no eres ya nada más que un personaje grotesco de nuestros teatros foráneos y un motivo de exhibición en algunas tiendas tenidas por religiosas. Después de la decima sexta clave del Tarot, que representa la ruina del templo de Satán, encontramos en la decima séptima página un magnífico y gracioso emblema. Una mujer desnuda, una joven inmortal, esparce sobre la tierra la sabia de la vida universal que sale de dos vasos, uno de oro y otro de plata; cerca de ella hay un arbusto florido, sobre el cual está posada la mariposa de Psique; encima de ella, hay una estrella brillante de ocho rayos, a cuyo alrededor están distribuidas otras siete estrellas. ¡Creo en la vida eterna! Tal es el último artículo del simbolismo cristiano, y este artículo, por sí solo, es toda una profesión de fe. Los antiguos, comparando la tranquila inmensidad del cielo, poblado todo él de inmutables luces, ajeno a las agitaciones y tinieblas de este mundo, han creído encontrar en el hermoso libro de letras de oro la última palabra del enigma de los destinos; entonces trazaron, imaginativamente, líneas de correspondencia entre esos brillantes puntos de escrituras divina y dijeron que, las primeras constelaciones detenidas por los pastores de la Caldea, fueron también los primeros caracteres de la escritura cabalística. Estos caracteres, manifestados, primero por líneas y encerrados luego en figuras jeroglíficas, habrían, según M. Moreau de Dammartín, autor de un tratado muy curioso sobre el origen de los caracteres alfabéticos, determinado a los antiguos magos de la elección de los signos del Tarot, que dicho sabio reconoce, como nosotros, como un libro esencialmente hierático y primitivo. Así, pues, en opinión de ese sabio, el Tseu chino, el Aleph de los hebreos y el Alpha de los griegos, manifestados jeroglíficamente por la figura del batelero, serían tomados de la constelación de la grulla, vecina del pez astral de la esfera oriental. La Tcheou chino, la Beth hebrea y la B latina, correspondientes a las papisa o a Juno, fueron formados con la cabeza de carnero; Layn china, la Ghimel hebrea y la G latina, figuradas por la emperatriz, serían tomadas de la constelación de la Osa mayor, etc.,etc. El cabalista Gaffarel, a quien ya hemos citado más de una vez, trazó un planisferio en que todas las consideraciones forman letras hebraicas; pero, debemos confesar que la configuración nos parece, con frecuencia, más que arbitraria y que no comprendemos por qué, por indicación de una sola estrella, por ejemplo Gaffarel traza más bien una Resh o que Vau que una Zain; cuatro estrellas, igualmente dan asimismo, una Tau (mirar caracteres hebreos) o una Heth, más que una Aleph. Esto es lo que nos ha impedido ofrecer aquí una copia del planisferio de Gaffarel, cuyas obras no son, por otra parte, extremadamente raras. Ese planisferio ha sido reproducido en la obra del P. Montfancon, que trata de las religiones y supersticiones del mundo, y de la cual se encuentra igualmente una copia en la obra sobre magia publicada por el místico Eckartshausen. Por otra parte, los sabios no están de acuerdo acerca de la configuración de las letras del alfabeto primitivo. El Tarot italiano, del que es de aplaudir que los tipos góticos se hayan conservado, se refiere, por la disposición de sus figuras, al alfabeto hebreo, que ha estado en uso después de la cautividad, y al que se llama alfabeto asirio; pero existen fragmentos de otros Tarots, anteriores a éste en que la disposición no es ya la misma Como no es posible aventurar nada en materias de erudición nos atendremos para fijar nuestro juicio, de nuevos y más concluyentes descubrimientos. Por lo que respecta al alfabeto de las estrellas, creemos que es facultativo, como la configuración de las nubes, que parece toman todas las formas que nuestra imaginación les presta. Lo propio sucede con los grupos de estrellas, como en los puntos de la geomancia y en el conjunto de cartas en la moderna cartomancia. Es un pretexto para magnetizarse a sí mismo y un instrumento que puede fijar y determinas la intuición natural. Así, un cabalista habituado a los jeroglíficos místicos, verá en las estrellas signos que no descubrirá un simple pastor; pero éste, por su parte, encontrará allí combinaciones que escaparán tal vez al cabalista. Las gentes del campo ven un rastrillo en la espada y la cintura de Orión; un cabalista hebreo, vería en el mismo Orión, considerado en conjunto, todos los misterios de Ezequiel, las diez sefirots dispuestas en ternario, un triángulo central formado por cuatro estrellas, después una línea de tres, formando el jod, y las dos figuras juntas manifestando todos los misterios del Bereschit, luego cuatro estrellas formando las ruedas de Mercavah y completando el carro divino. Mirando de otra manera y disponiendo de otras líneas ideales, se verá una Ghimel, perfectamente formada y colocada debajo de una jod, en una gran daleth, invertida; figura que representa la lucha del bien y del mal, con el triunfo definitivo del bien. En efecto la Ghimel ,fundada sobre la jod, es el ternario producido por la unidad, es la manifestación divina del verbo, mientras que la daleth invertida es el cuaternario compuesto del mal binario, multiplicado por sí mismo. La figura de Orión, así considerada, sería, pues, idéntica a la del ángel Miguel, luchando contra el dragón, y la aparición de este signo, presentándose bajo esta forma, sería para el cabalista un presagio de victoria y de dicha. Una dilatada contemplación del cielo exalta la imaginación; las estrellas entonces responden a nuestros pensamientos. Las líneas trazadas mentalmente de la una a la otra, por los primeros contempladores, han debido dar a los hombres las primeras ideas de la geometría. Según nuestra alma se halle agitada o tranquila, las estrellas parecen rutilantes de amenazas o centelleantes de esperanzas. El cielo es también el espejo del alma humana, y cuando creemos leer en los astros, es en nosotros mismos en donde leemos. Gaffarel, aplicando a los destinos de los imperios los presagios de la escritura celeste, dice que los antiguos nos han figurado vanamente en la parte septentrional del cielo todos los signos del mal augurio, y que así en todos los tiempos, las calamidades han sido consideradas como procedentes del norte pasa repartirse sobre la tierra invadiendo el mediodía. Es por esto –dice–por lo que los antiguos han figurado esas partes septentrionales del cielo como una serpiente o dragón muy cerca de las dos osas, puesto que esos animales son los verdaderos jeroglíficos de tiranía y de toda clase de opresión. Y, efectivamente, recorred los anales y veréis que todas las más grandes desolaciones que han ocurrido han procedido del lado de septentrión. Los asirios o caldeos, animados por Nabucodonosor y Salmanasar, han dejado ver esta verdad con la destrucción de un templo y una ciudad, los más suntuosos y santos del Universo y con la completa ruina de un pueblo del que el mismo dios había tomado la singular protección y del que se decía particularmente el padre. Y la otra Jerusalén, la feliz Roma, no han experimentado con frecuencia las furias de esta malvada raza del septentrión, cuando por la crueldad de Alarico, Genserico, Atila y demás príncipes godos, hunos, vándalos y alanos, vio sus altares derribados y las cimas de sus soberbios edificios igualadas al nivel de los cardos?… Pues bien, en los secretos de esta escritura celeste, se leen por el lado de septentrión las desdichas y los infortunios, puesto que a septentrione pandetur omne malum. Así, pues, el verbo ,que nosotros traducimos por pandetur, significa también depingetur o scribetur y la profecía significa igualmente: Todas las desdichas del mundo están escritas en el cielo del lado del norte . Hemos transcrito este pasaje de Gaffarel, porque no deja de tener actualidad en nuestra época, en que el Norte parece amenazar nuevamente a toda tropa, como es también el destino de las escarchas, ser vencidas por el sol, del mismo modo que las tinieblas se disipan por sí solas a la llegada de la luz. He aquí para nosotros la última palabra de la profecía y el secreto del porvenir. Gaffarel agrega algunos pronósticos sacados de las estrellas, como, por ejemplo, el debilitamiento progresivo del imperio otomano; pero, como ya hemos dicho, sus figuras de letras consteladas son bastantes arbitrarias. Por demás, declara haber tomado estas predicciones de un cabalista hebreo llamado Rabí Chomer, que no se jacta de haberlas comprendido del todo. He aquí el cuadro de los caracteres mágicos que fueron trazados por los antiguos astrólogos según las constelaciones zodiacales; cada uno de esos caracteres representa el nombre de un genio, bueno o malo. Sabido es que los signos del zodíaco se refieren a diversas influencias celestes, y por consecuencia, expresan una alternativa anual de bien o de mal. El sabio que quiere leer en el cielo debe observar también los días de la luna, cuya influencia es muy grande en astrología. La luna atrae y repele sucesivamente el fluido magnético de la tierra, siendo así como produce el flujo y reflujo del mar; es preciso conocer bien las fases y saber discernir de ellas los días y las horas. La nueva luna es favorable para el comienzo de todas las obras mágicas; desde el primer cuarto hasta la luna llena, su influencia es cálida; de la luna llena al último cuarto, es seca; del último cuarto hasta el fin, es fría. He aquí ahora los caracteres especiales de todos los días de la luna marcados por las veintidós claves del Tarot y por los signos de los siete planetas. El batelero o el mago El primer día de la luna es el de la creación de la luna misma. Este día está consagrado a las iniciativas del espíritu y debe ser propicio a las innovaciones felices. 2 La papisa o la ciencia oculta El segundo día, cuyo genio es Enediel, fué el quinto de la creación; puesto que luna fue hecha el cuarto día. Los pájaros y los peces, que fueron creados en este día, son los jeroglíficos vivientes de las analogías mágicas y del dogma universal de Hermes. El agua y el aire, que fueron entonces llenados de las formas del Verbo, son las figuras elementales del Mercurio de los sabios, es decir, de la inteligencia y de la palabra. Este día es propicio para revelaciones, las iniciaciones y los grandes descubrimientos de la ciencia. La madre celeste o la emperatriz El tercer día fue el de la creación del hombre. También la luna, en cábala, es llamada MADRE, cuando se le presenta acompañada del número 3. Este día es favorable para la generación, y generalmente para todas las producciones, sea del cuerpo, sea del espíritu. El emperador o el dominador. El cuarto día es funesto; fue el del nacimiento de Cain; pero es favorable para las empresas injustas y tiránicas. El papa o el hierofante El quinto es dichoso; fue el del nacimiento de Abel. El enamorado o la libertad El sexto, es un día de orgullo; fue el del nacimiento de Lamech, aquel que decía a sus mujeres: Yo he muerto a un hombre que me había golpeado y a un joven que me había herido. ¡Maldito sea quien pretenda castigarme! Este día es propicio pasa las conjuraciones y revueltas. La Carreta En el séptimo día, nacimiento de Hebrón, aquel que dio su nombre a la primera de las ciudades santas de Israel. Día de religión, de plegarias y de éxitos. 8 La justicia Asesinato de Abel. Día de expiación El viejo o la ermita Nacimiento de Matusalén. Día de bendición para los niños. La rueda de la fortuna o de Ezequiel Nacimiento de Nabucodonosor. Reinado de la bestia. Día funesto. La fuerza Nacimiento de Noé. Las visiones de este día son engañosas, pero es un día de santidad y de longevidad para los niños que nazcan en él. El sacrificado o el ahorcado Nacimiento de Samuel. Día profético y cabalístico, favorable para la conclusión de la gran obra. La muerte Día de nacimiento de Canaán, el hijo maldito de Cam. Día funesto y momento fatal. El ángel de templanza Bendición de Noé, el décimo cuarto día de la luna. Lo preside el ángel Cassiel, de la jerarquía de Uriel. Tyfón o el diablo. Nacimiento de Ismael. Día de reprobación y de destierro. La torre fulminada Día del nacimiento de Jacob y de Esaú y de la predestinación de Jacob por la ruina de Esaú. La estrella rutilante El fuego del cielo quema a Sodoma y a Gomorra. Día de salvación para los buenos y de ruina para los malvados, peligroso si cae en sábado. Está bajo el reinado de Escorpio. l8. La luna Nacimiento de Isaac, triunfo de la esposa. Día de afección conyugal y de buena esperanza. l9. El Sol Nacimiento de Faraón. Día benéfico o fatal para las grandezas del mundo, según los diferentes méritos de los grandes. El juicio Nacimiento de Jonás, el órgano de los juicios de Dios. Día propicio para las revelaciones divinas. El Mundo Nacimiento de Saúl, reinado material. Peligro para el espíritu y la razón. Influencia de Saturno Nacimiento de Job. Día de prueba y de dolor. Nacimiento de Benjamín. Día de preferencia y de ternura. Influencia de Júpiter Nacimiento de Jafet. Influencia de Mercurio Décima plaga de Egipto. Influencia de Marte. Liberación de los israelitas y paso del Mar Rojo Influencia de Diana o de Hécate Victoria resonante alcanzada por Judas Macabeo. Influencia del sol Sansón levanta las puertas de Gaza. Día de fuerza y de liberación. El loco del Tarot Día de abortos y de fracasos en todas las cosas. Por este cuadro rabínico, que Jean Belot y otros han tomado de los cabalistas hebreos, puede verse que esos antiguos maestros deducían, a posteriori, los hechos de las influencias presumibles, lo que es completamente lógico en las ciencias ocultas. Se ve también, cuán diversas significaciones están encerradas en esas veintidós claves que forman el alfabeto universal del Tarot y la verdad de nuestras aserciones cuando pretendemos que todos los secretos de la Cábala y de la magia, todos los misterios del antiguo mundo, ciencia de los patriarcas, todas las tradiciones históricas, aun las de los primitivos, están encerradas en ese libro jeroglífico de Thot, de Henoch o de Cadmus. Un medio muy sencillo de encontrar los horóscopos celestes por onomancia, es el que vamos a indicar; reconcilia a Gaffarel con nosotros y puede dar resultados asombrosos de exactitud y profundidad. Tomad una tarjeta negra en la que recortaréis al descubierto el nombre de la persona para quien debéis consultar; colocad esa tarjeta en el extremo de un tubo adelgazado por la parte del ojo del observador y más ancho por el lado de la tarjeta; después miraréis hacia los cuatro puntos cardinales alternativamente, comenzando por Oriente y concluyendo por el Norte. Tomaréis nota de todas las estrellas que veáis a través de las letras recortadas en la tarjeta, y después convertiréis las letras en números, y con la suma de la adición escrita de la misma manera, renovaréis la operación; contaréis cuántas estrellas tenéis, y después, agregando ese número al del nombre, sumaréis una vez más y escribiréis el total de ambos números en caracteres hebraicos. Renovaréis entonces la operación, e inscribiréis aparte las estrellas que hayáis encontrado; después buscaréis en el planisferio celeste los nombres de, todas las estrellas; haréis la clasificación, según su magnitud y su brillo; escogeréis la mayor y la más brillante, como estrella polar de vuestra operación astrológica; buscaréis, seguidamente en el planisferio egipcio (se encuentra muy completo y bien grabado en el atlas de la gran obra de Dupuis), buscaréis los nombres y la figura de los genios a que pertenecen las estrellas. Entonces conoceréis cuáles son los signos felices y desgraciados que entran en el nombre de la persona y cuál será su influencia, sea en la infancia (este es el nombre trazado en Oriente), sea en la juventud (este es el nombre del mediodía), sea en la edad madura (este es el nombre de Occidente), sea en la vejez (el nombre trazado en el Norte), sea, en fin, en toda la vida (estas son las estrellas que entrarán en el número entero formado por la adición de las letras y de las estrellas). Esta operación astrológica es sencilla, fácil y requiere pocos cálculos; se remonta a la más lejana antigüedad y pertenece evidentemente, como uno se podrá convencer estudiando las obras de Gaffarel y de su maestro Rabí Chomer, a la magia primitiva de los patriarcas. Esta astrología onomántica era la de todos los antiguos cabalistas hebreos, como lo prueban sus observaciones, conservadas por Rabí Chomer, Rabí Capol, Rabí Adjudan y otros maestros en cábala. Las amenazas de los profetas a los diversos imperios del mundo, estaban fundadas en los caracteres de las estrellas que se encontraban verticalmente encima de ellos en la relación habitual de la esfera celeste con la terrestre. Así es como escribiendo en el mismo cielo de la Grecia su nombre en hebreo RCY o BCYy traduciéndole en número, habían encontrado la palabra PRH, que significa destruido, desolado. 228 561 CHARAB JAVAN Destruido, desolado Grecia. Suma 12 Suma 12 De aquí dedujeron que, después de un ciclo de 12 períodos, la Grecia sería destruida, desolada. Un poco antes del incendio y destrucción del templo de Jerusalén por Nabuzardan, los cabalistas habían advertido verticalmente encima del templo once estrellas dispuestas de este modo: y que entraban todas en la palabra HYSBH (mirar caracteres hebreos, pongo de referenciapor la letra que empieza..Heth..) escrita del septentrión al occidente: Hibschich, lo que significa reprobación y abandono sin misericordia. La suma del número de letras es 423, tiempo justo de la duración del templo. Los imperios de Persia y de Asiria estaban amenazados de destrucción por cuatro estrellas verticales que entraron en estas tres letras, BVR, Rob y el número fatal indicado por las letras era 208 años. Cuatro estrellas también anunciaron a los rabinos cabalistas la caída y la división del imperio de Alejandro, formando la palabra RRP , parad, dividir, de la cual el número 284 indica la duración entera de este reino, sea en su raíz, sea en sus ramas. Según Rabí Chomer, los destinos del poder otomano en Constantinopla estaban fijados por anticipado y anunciados por cuatro estrellas que, almeadas en la palabra HAS , caah, significan estar débil, enfermo, marchar a su fin. Las estrellas que están en la letra Aleph , siendo más brillantes, indican una gran Aleph y dan a esta el valor de mil. Las tres letras reunidas hacen mil veinticinco, que es preciso contar a partir de la toma de Constantinopla por Mahomed II, cálculo que promete, todavía, muchos siglos de existencias al debilitado imperio de los sultanes sostenido ahora por toda Europa reunida. EL MANE THECEL PHARES que Baltasar, en su embriaguez, vio escrito en el muro de su palacio por la irradiación de las antorchas, era una intuición onomántica del género de la de los rabinos. Baltasar, iniciado sin duda por sus adivinos hebreos, en la lectura de las estrellas, operaba maquinal e instintivamente sobre las lámparas de su nocturno festín, como hubiera podido hacerlo sobre las estrellas del firmamento. Las tres palabras que había formado en su imaginación, se hicieron pronto imborrables a sus ojos e hicieron palidecer todas las luces de su fiesta. No era difícil predecir a un rey que en una ciudad sitiada se abandonaba a las orgías, un fin semejante al de Sardanápalo. Ya lo hemos dicho, y lo repetiremos para conclusión de este capítulo, que las intuiciones magnéticas dan por sí solas valor y realidad a todos esos cálculos cabalísticos y astrológicos; pueriles, quizá, y completamente arbitrarios si se hacen sin inspiración, por fría curiosidad y sin una voluntad poderosa. La fortaleza del Altísimo. El número de las escuadras de la Esvástica (se reduce teosóficamente claro 8..)que por el cuerpo es Aleph. El 17 recuerda al 1. También(IAV), IAO, la Trinidad del Padre. Pé. Le corresponde el décimo octavo nombre: Phodé (Redentor), o alma intelectual (Kircher,II,227). Esta letra se vincula al elemento Fuego, habitado por las Salamandras, cuya inteligencia está constituída por un Serafín y varios sub-órdenes. Gobierna en el verano, sobre el Sur o Mediodía. La letra Pe final, está vinculada al elemento Aire, habitado por los Silfos o inteligencias del aire, regido por un Querubín y varios sub-órdenes. Estas inteligencias dominan en la primavera sobre el Oriente o Este. Este Arcano se lo dedico a una amiga especial y astróloga que está trabajando por que la humanidad despierte, y que pronto nos hará volar con su trabajo de alma vieja. En cuanto lo tenga pondré su blog para que nos haga un poco más sabios… Este escrito ha sido hilado de las siguientes Obras. * El Tarot de los Bohemios (Papus) *La cábala tradición secreta de Occidente (Papus) *Dogma y ritual de la alta magia 1y 2 (Eliphas Levi) *Gematria dogma Kabalistico (Aleister Crowley) Vuestra en la Santa Ciencia Ana Suero Sanz. - Artículo* en Filosofía Oculta - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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