El melómano bruckner13 nos hace un favor a todos los amantes de la música de Shostakovich subiendo a Vimeo un par de audios de singular interés: Gennadi Rozhdestvensky dirigiendo la primera y la última sinfonías del compositor soviético frente a la Staatskapelle de Dresde en un concierto celebrado el 22 de junio de 2017, es decir, hace tan solo unos meses. Morbo enorme descubrir cómo hace este repertorio a sus ochentaiséis años de edad el que ha sido uno de los dos mejores directores –el otro fue Rostropovich– de la música del autor de La nariz. La audición supone toda una sorpresa, porque las cosas han cambiado mucho desde los tiempos de su justamente célebre integral para el sello Melodiya. Shostakovich: Symphony no. 1 - Rozhdestvensky & Staatskapelle Dresden 2017 from bruckner13 on Vimeo. Y es que el maestro parece haber entrado por completo en eso que llamamos fase “de anciano director”, esa misma a la que han sido ajenas personalidades como la de Kubelik, Solti o Haitink –este último de momento, veremos si cambia cuando llegue a los noventa–, pero que resulta evidente en maestros como Furtwängler, Klemperer, Böhm, Giulini y, sobre todo, Celibidache. Los tempi se ralentizan, las tensiones se relajan –en ocasiones en exceso, con Rozhdestvensky también–, el sentido de la atmósfera se impone sobre la vehemencia, y la expresividad pierde garra dramática para dar paso a una desmaterialización en la que los aspectos más abstractos y espirituales de la música –no necesariamente religiosos– se ponen en primer plano. Buen ejemplo de lo expuesto es esta Primera de Shostakovich lentísima (41’1'' frente a los 36’06'' de Celibidache/Múnich, ahí es nada) en la que no hay ni rastro de la electricidad ni de la virulencia expresionista con que abordaba esta música en los años setenta y ochenta –impagables testimonios en Brilliant y Melodiya–. Tampoco queda mucho de ese humor corrosivo marca de la casa; ahora es más irónico y distanciado, aunque no precisamente amable. Sí que permanecen el sentido de la negrura, del dolor y del patetismo del tercer movimiento en una recreación que termina siendo extremadamente sombría, mucho antes otoñal que juvenil, como si el director quisiera conectar con el carácter esencializado y la atmósfera mortuoria de la Sinfonía nº 15 que ofrecerá en la segunda parte del concierto. En cierto modo, se podría decir que esta es la interpretación de una obra que en su momento fue literalmente “de conservatorio” –aunque ya de una asombrosa madurez–, realizada mirándola desde el final de la vida del compositor, y por ende filtrándola por todas sus amargas experiencias vitales. El resultado es no poco fascinante, por momentos revelador, aunque no se puede decir que sea una lectura redonda: para hacer plena justicia a esta música hacen falta picos de tensión mucho más marcados –al maestro se le va el pulso–, mayor variedad expresiva y una buena dosis de esa mala leche del Rozhdestvensky de antaño. El final del cuarto movimiento, pesante y carente de desgarro, deja un mal sabor de boca al concluir una recreación que, pese a sus desigualdedes, debe ser escuchada por todo shostakoviano que se precie. Shostakovich: Symphony no. 15 - Rozhdestvensky & Staatskapelle Dresden 2017 from bruckner13 on Vimeo. En la escalofriante Decimoquinta el maestro se aleja muchísimo de su rabiosa, tremenda grabación de los 1983 para Melodiya, adopta una extrema lentitud (54’03'' de duración total y 19’13'' el segundo movimiento, superando el récord absoluto de los 17’25'’ de Vasily Petrenko) y se acerca muchísimo a los dos últimos testimonios de Kurt Sanderling, con la Orquesta de Cleveland y con la Filarmónica de Berlín respectivamente. Y apenas con menor grado de genialidad: en el primer movimiento se podrá preferir el carácter de implacable denuncia –auténtico dedo en la llaga, y hurgando para producir el mayor dolor posible– que tenía su registro soviético, pero la fantasmagoría de los otros tres, nihilista a más no poder pero recreada sin caer en lo lastimero ni en lo mortecino, resulta escalofriante, siempre con la colaboración acertadísima de los solistas de la formación sajona. Además, y al contrario que en registro de Melodiya, en el cuarto movimiento paladea mejor la música –hace caso omiso, como Sanderling, del tempo indicado por el compositor– y logra no precipitarse en su fascinante coda. Y en general los picos de tensión, sin ser ni mucho menos tan rabiosos como los del disco de los ochenta, ofrecen la potencia dramática que les faltaba a los de la Sinfonía nº 1 de la primera parte del mismo concierto. Una experiencia tremenda. La orquesta, ni que decir tiene, destila su contrastada belleza sonora, particularmente en la cuerda grave, si bien es cierto que a lo largo de todo el concierto sufre alguna vacilación y que en el primer movimiento de la Decimoquinta (minuto 2:10-20:15) cae en algún serio desajuste. La toma sonora es francamente buena: sufre de la compresión dinámica propia de las retransmisiones radiofónicas, pero esta no resulta muy exagerada, al tiempo que el ingeniero de sonido consigue extraordinaria definición tímbrica y gran relieve. Muchas gracias, bruckner13. - Artículo*: Fernando López Vargas-Machuca - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
- Enlace a artículo -
Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL.
(No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí presentados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario