Carta 6 A Muḥammad ibn Adība. Carta en respuesta a varias cuestiones. Hay anotaciones en los márgenes (que aquí se señalan en corchetes) que separan los diversos temas. El primero es la cuestión del Peregrinaje y sus requerimientos legales. Las alabanzas pertenecen a Dios. [Los requisitos para realizar la peregrinación] En nuestro tiempo, la gente muestra un interés creciente por realizar la peregrinación y se poenen a ello de buena gana. Prefieren las dificultades, necesidades y la separación que impone el estar alejado del hogar que forman parte de la peregrinación, al confort y el relax de quedarse en casa. Claro que también hay quienes han abandonado su religión y no tienen intención alguna de realizar la peregrinación. Y hay otros que, una vez cumplidas los elementos obligatorios de este acto, solo les queda el deseo de regresar a sus lugares origen para encontrarse con sus familias y compañeros. Pero una vez hecho esto, experimentan el tedio de permanecer en casa. Se aburren tanto que no transcurre mucho tiempo antes de que deseen ponerse otra vez en camino, incluso con mayor intensidad que antes. Estas son, en resumen, la diferentes tendencias humanas. Cuando un apersona inteligente y con visión interior reflexiona sobre estos asuntos, debe dejar a parte sus necesidades y sus inclinaciones y someterlas a una critica espiritual. Debe buscar el consejo de su corazón y actuar de acuerdo con los requerimientos de la practica religiosa hasta donde sea capaz de llegar y entender. Si no así, debe pedir consejo a alguien competente en tales cosas, más que seguir el propio capricho. Sin una visión interior y una reflexión previas sus acciones serán fútiles y su esfuerzo vano. Los requisitos para la peregrinación no te son desconocidos. Así que veamos el asunto desde un punto de vista diferente. En mi opinión podemos considerar las peregrinaciones de tres tipos: las que son enteramente meritorias, las que son enteramente reprensibles, y las que son en parte meritorias y en parte censurables. Una peregrinación completamente meritoria es la de quien es sabio, certero y está libre de los dictados de su alma. Tal persona no se ve superada por sus tendencias humanas. Los principios de la practica religiosa y la luz de la certeza lo mueven. Este es un estado de nobleza, un estado exaltado que sólo quien lo ha experimentado puede entender. Una historia cuenta que un ulema dijo: «Mientras realizaba las circunvalaciones a la Casa un hombre mayor se me acercó y me preguntó sobre mi hogar. Le hable de ella, y me preguntó: —¿Cuán lejos está de aquí?—. —A dos meses en viaje—, le contesté. Y exclamó: —¡Entonces puedes realizar la peregrinación todos los años!—. —¿Y a qué distancia se encuentra tu tierra?—, le pregunté a mi vez. —Cuando todavía era joven abandone mi tierra para comenzar este viaje de cinco años—, me contestó. Quede sorprendido por ello, a lo que él contentó recitando: Visita a quien amas, aunque su residencia esté lejos de ti y escondida y velada. No dejes que la distancia te detenga en tu visita puesto que el amante visita a su amado. Otra historia cuenta que un día el šayj Abu l-Ḥasan al-Lajmi estaba sentado con sus compañeros discutiendo los aspectos legales de la peregrinación. Hablaban largo y tendido acerca de cuales de los requerimientos seguían estando presentes en ese momento. Mientras, un pobre hombre les escuchaba fuera del círculo. Cuando hubieron terminado, metió su cabeza en la reunión y le dijo al šayj: O mi maestro Si no tienes el menor interés de verter mi sangre, para qué concederle la menor importancia. Las características del peregrinación que es censurable son las contrarias a las de la peregrinación que se realiza con una intención libre de hipocresía y de deseo de reconocimiento. Es cuando es simplemente producto del capricho. Pero ambos tipos de peregrinación no se suelen dar, y sus implicaciones religiosas son claras. En cambio, la peregrinación de quien quiere realizarla por motivos piadosos contiene una mezcla de objetivos personales y pasiones, que en parte es censurable y en parte es meritoria. Tal persona ignora las estratagemas del Enemigo y los trucos del alma que influyen en su decisión de marchar. Ni las motivaciones positivas ni las negativas parecen predominar. Sin embargo las motivaciones en este tipo de peregrinación varían de una persona a otra, y es necesario analizarlas. Tanto los que no han realizado la peregrinación como los que ya la han realizado son susceptibles de realizar este tipo de peregrinación. Para quien no ha realizado la peregrinación, que reúne los requisitos para cumplirla directamente, con los suficientes medios y ningún impedimento, el viaje es recomendable y hasta obligatorio. Una vez que ha dado cuenta de sus deberes con sus padres, familia y deudores, de acuerdo con la prescripción de los alfaquíes, nada le retiene de partir a la peregrinación. En cambio, si alguien ve peligrar su vida o no cumple con las condiciones, se enfrenta a algún obstáculo, entonces la obligación no es tan perentoria. Esto es así para la mayoría de los musulmanes, es decir, aquellos a los que sólo le conciernen las acciones externas. De igual forma, si alguien ha abandonado los actos de adoración y las obras piadosas, individual o comunitarias, olvidando los tiempos de la plegaria y los actos voluntarios y rechaza lo que beneficia a los demás —como enseñar, estudiar o tratar con amabilidad con los musulmanes—, incluso cuando está en casa, entonces su obligación de peregrinar es menor todavía. Y aún más, si al viajar tal persona va a omitir un deber o a hacer algo prohibido, la obligación desaparece. Bajo tales circunstancias su peregrinación será censurable: el poder de las inclinaciones de su alma solo dará como fruto el pecado y la perdida de los motivos que son requisito para la peregrinación. Incluso si el viajero observase atentamente los deberes y evitase lo prohibido, su viaje todavía podría ser censurable, bien por la fuerza de sus inclinaciones personales y la consecuente falta de los motivos religiosos anteriormente mencionados, o porque no puede estar seguro de su certeza. Por otro lado, su viaje puede ser de predominio meritorio, siempre que cuente con recursos para cumplir con la peregrinación y evite la falta jurídica —es decir, suponiendo que tenga capacidad física, tenga suficiente medios y pueda ir por una ruta fácil—. En este caso debe cumplir con lo preceptivo y evitar las posibilidades faltar en el camino. Si ninguno de estos problemas le ocurre en su camino a la peregrinación, su caso es bastante más claro. Con esto, la peregrinación será aceptable si se cumplen las siguientes condiciones: si uno es de una clase educada, o es de aquellos de los que muestran disposición por las acciones dirigidas a luchar contra el alma, deberá velar por la purificación del corazón, la vigilancia interior, mantener una imaginación sana, sumergirse en la meditación y estar seguro de la necesidad de una purificación interior de las faltas más graves que puede cometer un corazón rebelde. Esto último debe ser erradicado. Estas faltas son el engreimiento, la vanidad, la envidia, la malicia, la afectación, la hipocresía, el engaño en los deberes religiosos, el mal pensar sobre los musulmanes, el amor excesivo por este mundo y otros tipos de locuras parecidas. Si esto es así, y las condiciones favorables para realizar el viaje persisten, entonces debe preocuparse por los requisitos legales, si le es posible. Si, por otro lado, tal persona no está bien establecida en la purificación y limpieza a la que me refiero, o no la considera necesaria, o si carece de suficiente salud física o capacidad económica, entonces para él, el realizar la peregrinación, será algo censurable, pues no cumple con las más simples, por no hablar de las más sutiles, condiciones espirituales que exige la peregrinación. Un predominio del alma es también un impedimento. Supón por ejemplo que, alguien que alguien posea una buena salud física y los suficientes recursos para evitarle la fatiga o la extenuación, decide pasar del deseo al acto. Supón también que este deseo de viajar sea tan poderoso que persistiese a pesar de que hubiese razones para poder eximirle de realizar la peregrinación y que le asegurase la misma recompensa aunque se abstuviese se viajar de todas formas. En este instante sería para él mejor no marcharse por dos razones: la fuerza de su inclinación natural; y por el riesgo de perder los beneficios que obtendría simplemente permaneciendo en casa, a pesar de que no está seguro de poder obtenerlos al viajar debido a la inseguridad de la ruta. Pero ¿qué hay de quién tiene poco deseo de realizarlo y su único motivo de ir es cumplir con su obligación? Si la falta de inclinación de tal persona por realizarlo pudiese desaparecer por completo, entonces su peregrinaje sería algo loable. Su deseo es débil, pero su esperanza de llegar a su meta a pesar de su capacidad física y sus medios es fuerte, particularmente si en su camino se une a hermanos devotos y compañía agradable y hace su viaje por una ruta transitada. Lo dicho es aplicable para aquel que no ha hecho ante la peregrinación, pero si consideramos el caso de quien habiendo realizado la peregrinación, tenemos varias posibilidades. Si es una persona común, cuya actitud hacia las virtudes y las obras piadosas es similar a la actitud que he descrito antes, entonces hay varias razones por las cuales su peregrinación puede resultar reprobable. Estas incluyen la concupiscencia, el riesgo de perder lo que ya ha logrado y la incertidumbre ante la consecución de sus propósitos y la inseguridad ante los peligros a los que se puede enfrentar. Supongamos que si permaneciese en casa su situación fuese diferente de la ya descrita. Entonces el que hiciese la peregrinación sería algo para él aún más reprensible, porque su inclinación hacia su alma es poderosa y se arriesga a perder todo sentimiento de obligación religiosa o puede caer en el pecado durante su viaje. Es posible, sin embargo, que su viaje sea predominantemente loable si su deseo es el de participar en un acto de adoración concreto, a pesar de que tal deseo no sea el principal entre sus intenciones. Y eso siempre que supongamos que está libre de los impedimentos mencionados más arriba; pero si sabe a ciencia cierta si esta libre de ellos, entonces definitivamente su peregrinación será predominantemente reprobable, pues nada es más importante que tal libertad. En el caso en el que sea de aquellos que está formado en las ciencias religiosas, entonces la peregrinación es censurable si esto supone una perdida de la excelencia de los estados espirituales que posee y una disminución de las palabras y virtudes que dirigidos a obtener tales estados. Porque se requiere un vacío de corazón, una concentración y una pureza de concentración que los largos viajes como esté no hacen sino disminuirlas. Estas cualidades mencionadas son las que considero elementos más importantes que los actos voluntarios que se realizan durante la peregrinación, puesto que son cuestiones centrales que actúan como correctivo a los actos obligatorios. Son esenciales para aquel que camina la senda de la sinceridad y la conciencia de la Unidad divina, y que son las que lo elevan a las estaciones de los elegidos. No hay acto de adoración voluntario que pueda igualar estas cualidades del corazón y ningún acto piadoso las puede reemplazar. Si tal persona lleva a cabo la peregrinación sin sinceridad, entonces será más un acto reprobable que loable. La inclinación hacia la peregrinación, así como su atención hacia su alma y sus objetivos, es una signo de falta de sinceridad. Es tal caso el alma desea conseguir sus objetivos a través de un acto de devoción que se realizan durante el viaje, como pueden ser encontrarse con los eruditos o con personas de reconocida piedad, obteniendo ventaja así de su conocimiento, pidiendo por sus bendiciones o plegarias, sirviendo a los amigos y compañeros, aumentando los méritos propios por el esfuerzo, contemplando las ciudades y los parajes, y realizando muchos de los rituales y deberes de la peregrinación excitado y dando la nota. La verdadera intención de una peregrinación así esconde el deseo de ver tierras extranjeras, experimentar la novedad de encontrar a los sabios y los siervos de Dios, liberarse de las obligaciones habituales de las que tiene que hacerse cargo en su hogar, descargarse de los asuntos mundanos, junto con otros propósitos parecidos y otros más oscuros todavía. La prueba evidente de que tal persona ha sido engañada es que podría realizar muchas de estas obras piadosas, o mejores todavía, quedándose en casa. Pero el problema es que estando en casa no les presta atención y no está interesado en ellas. Esta era la situación de alguien que, estando de preparativos para ir a hacer la peregrinación, le preguntó a Biŝr al-Ḥafi. Abu Nasr al-Tamar relata que un hombre vino a despedirse de Biŝr ibn al-Ḥārīt. Le dijo: —Voy a realizar la peregrinación. Deme algun consejo—. Biŝr le dijo: —¿Cuánto dinero tiene para realizar el viaje?—. El hombre contestó: —Mil dinares—. —¿Qué es lo que te empuja a realizar la peregrinación?—, le preguntó Biŝr. —¿Es por distracción, por visitar la Casa de Dios o por complacer a Dios?—. —Por complacer a Dios—, le contestó. Biŝr siguió preguntando: —¿Y si pudieses complacer a Dios, el Elevado, quedándote en casa gastando los mil dinares, estando seguro de que ello agradaría a Dios, lo harías?—. —Sí—, contestó el hombre. —Entonces repártelo entre diez personas—, dijo Biŝr. —Así el creyente realizará una obligación religiosa, y el necesitado se restablecerá, y el cabeza de familia podrá hacer que su familia prospere y quien cuida del huérfano podrá darle un motivo de alegría. Así que si Dios, el Uno, le concede suficiente fuerza a tu corazón como para darlo como limosna, hazlo. Así traerás la felicidad al corazón de un musulmán, proporcionarás agua para el sediento, aliviarás el dolor del desposeído y proporcionarás al débil certeza, que son mejores con diferencia que todas las pruebas que puedas reunir de tu sumisión a Dios. Ve y reparte el dinero como te aconsejo. Si no, dime lo que realmente ha en tu corazón—. —¡Oh Biŝr, el viaje estaba por encima en mi corazón!—, le contestó el hombre. Entonces Biŝr se le acercó sonriendo y le dijo: —Cuando el dinero se consigue por medios poco claros y practicas sospechosas, se produce en el alma un deseo a realizar obras piadosas. Pero Dios ha hecho promesa de que Él solo aceptará las obras de los que temen a Dios—. Y al decir esto el hombre comenzó a llorar. Por eso debes tener en cuenta el caso de quien está bien establecido en los estados espirituales y se dedica por completo a perfeccionarlos mientras permanece en casa. Supón que desease probar su fidelidad a tales estados sufriendo la separación de sus familiares y los lazos que lo unen a su hogar, llegando a la conclusión que debe combatir a su alma de tal manera. Su peregrinación entonces será loable. Aunque no es este el propósito primario de realizar la peregrinación, es permisible que inicie la peregrinación con esto en mente. Esta es una de las cualidades de aquellos que en el camino viven desprendidos. De todas formas, considero que la inclinación del alma a realizar la peregrinación es algo censurable en la mayoría de los casos, argumentando que la inclinación del alma hacia los actos de adoración que son físicamente agotadores es algo reprobable. - Artículo*: sidnur - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Carta 6 A Muḥammad ibn Adība. Carta en respuesta a varias cuestiones. Hay anotaciones en los márgenes (que aquí se señalan en corchetes) que separan los diversos temas. El primero es la cues…
- Enlace a artículo -
Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL.
(No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí presentados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario