Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

lunes, 24 de febrero de 2020

El secreto de don Quijote (I) Juan Manuel de Prada

El secreto de don Quijote (I) Juan Manuel De Prada Animales de compañía En La trilogía de Nueva York, cuando todavía era un escritor ingenioso e inventivo, Paul Auster plantea un divertido juego especulativo en torno a la identidad de Cide Hamete Benengeli, el misterioso «historiador arábigo» al que Cervantes atribuye la autoría de una crónica en la que supuestamente se habría basado el Quijote. En realidad, más que un cronista, Benengeli parece un hechicero capaz de conocer hasta los más íntimos pensamientos de don Quijote. El propio don Quijote, en el capítulo segundo de la Primera Parte, antes de que Cide Hamete entre en escena, se refiere a un «sabio encantador» al que le tocará algún día contar su historia; y mucho tiempo después, en el capítulo cuarenta de la Segunda Parte, Cervantes resalta que Cide Hamete no ha dejado cosa por contar, por menuda que fuese, hasta el punto de que «pinta los pensamientos, descubre las imaginaciones, responde a las tácitas, aclara las dudas, resuelve los argumentos; finalmente, los átomos del más curioso deseo manifiesta». Benengeli es, en fin, lo que se llama un narrador omnisciente, que lo sabe todo sobre la materia que trata, al estilo de un Dios que se hallase en una atalaya desde la que puede contemplar los movimientos de sus personajes, y a la vez metido en sus conciencias, para averiguar sus anhelos y pensamientos. Para explicar que Benengeli, siendo un mero cronista, pueda al mismo tiempo inmiscuirse en las conciencias, Auster propone que «la historia tiene que estar escrita por un testigo ocular de los sucesos». Pero testigo ocular de las hazañas y descalabros de don Quijote sólo hay uno, que es Sancho Panza. Y como Sancho Panza no sabe leer ni escribir –prosigue Auster–, lo más probable es que le dictase la narración a alguien próximo, que Auster identifica con el cura y el barbero. Luego éstos, a su vez, habrían entregado el manuscrito al bachiller Sansón Carrasco, que lo habría traducido a la lengua arábiga. Cervantes ‘encontrará’ luego esa traducción en el Alcaná de Toledo, tal como nos describe en su novela, y se la entregará a un «morisco aljamiado» para que la vierta a la lengua castellana. Y Auster lanza entonces otra especulación o broma literaria más interesante todavía: el libro urdido por este ‘cuarteto Benengeli’ –Sancho Panza, el cura y el barbero, Sansón Carrasco– tendría como objetivo que don Quijote, al leerlo y confrontarse con los dislates y desmanes que ha perpetrado, recupere la cordura; pero resulta que don Quijote, a juicio de Auster, no estaba realmente loco, sólo fingía estarlo. Y, sirviéndose de ese fingimiento, habría organizado todo para que el ‘cuarteto Benengeli’ escriba la crónica de sus aventuras, que incluso él mismo podría haber traducido, haciéndose pasar ante Cervantes por un morisco aljamiado que pasea por el Alcaná de Toledo. Y todo ello lo habría hecho –al final, Auster patina un poco y su charada se resuelve de forma un poco pedestre– para poner a prueba la credulidad de sus semejantes y comprobar si la gente es capaz de aceptar sus quimeras (molinos convertidos en gigantes, ventas en castillos, rebaños en ejércitos, etcétera). Pero lo que don Quijote pretende no es que creamos que los molinos son gigantes, que las ventas son castillos o los rebaños, ejércitos, sino algo mucho más vasto y profundo que Auster (posmoderno, al fin) no logra ni siquiera atisbar. Y para ello, en efecto, se finge loco. Cervantes se deja arrastrar por las apariencias (o hace como que se deja), e insiste mucho en que realmente lo está; pero los lectores constantemente advertimos que la mayoría de las reflexiones de don Quijote son muy sensatas y perspicaces, más allá de que ensarte muchos dislates en lo tocante a caballería andante. ¿Y no serán tales dislates un mero recurso que don Quijote utiliza para emboscar su pretensión secreta? En muchísimos pasajes del Quijote, se percibe que don Quijote acomoda las situaciones que vive a las circunstancias propias de las novelas de caballerías; pero no de forma inmediata y espontánea, como lo haría un vulgar loco, sino de forma premeditada. Incluso en los primeros capítulos del Quijote, cuando todavía el personaje es un fantoche sin la densidad moral y psicológica que irá poco a poco adquiriendo, encontramos este procedimiento. Así, cuando en su primera salida, «cansado y muerto de hambre», don Quijote ve una venta, se encamina hacia ella, para tomar «alimento y descanso». Y sólo en un momento posterior Cervantes añade que «luego que vio la venta, se le representó que era un castillo». O sea, don Quijote la ve y la percibe como venta donde puede reponer fuerzas; y, mientras se acerca a ella, decide convertirla imaginativamente en castillo, haciéndose el loco. ¿Qué está tramando don Quijote? La entrada El secreto de don Quijote (I) aparece primero en XLSemanal. Artículo*: Juan Manuel De Prada Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos
Animales de compañía. 'El secreto de don Quijote (I)', por Juan Manuel de Prada. "Don Quijote, a juicio de Auster, no estaba realmente loco, sólo fingía..."

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