"P. Estoy teniendo algunas dificultades tremendas en mi vida y encuentro que no puedo aceptarlas como dices. ¿Cómo puedo manejar este conflicto? R. Desde el momento en que explores el significado apropiado de la palabra “entrega” saborearás la verdadera libertad, porque la entrega te libera del objeto, del sentimiento de depresión y conflicto y, al mismo tiempo, apunta a la apertura misma. Esa es la esencia de la entrega y es tu verdadera naturaleza. La entrega requiere un verdadero reconocimiento de los hechos, afrontándolos directamente. Debes aceptarlos y acogerlos de una manera científica, sin reacción ni juicio. Aceptar no es un sacrificio ni un proceso de la voluntad. En la apertura que es inherente a nuestra naturaleza no hay un sujeto que acepta. La aceptación o entrega, por tanto, es pasiva en la ausencia de un director y activa en el sentido de que uno permanece supremamente despierto y alerta, preparado para lo que se presente. Este silencio es simplemente esperar sin la ansiedad de la espera, y en esta apertura opera la más elevada inteligencia. Sé consciente, date cuenta del reflejo de combatir, suprimir, cambiar, reformar o sublimar un problema. Eso sólo te hundirá más y más en el conflicto. En la no-aceptación, permaneces involucrado en el objeto, atado a él. La apropiada solución a un problema sólo puede aparecer en la ausencia del ego, el perpetrador de gustos y disgustos. A menudo el ego elude la solución que se presenta diciendo: “No me gusta. No me proporciona placer.” Es importante vigilar que, cuando la solución aparece, el ego no la robe y la oculte. Al retirar el énfasis del problema y ponerlo en la aceptación, descubrirás que la presión se disuelve y la calma y la relajación vienen a ti. Todo problema tiene su solución aún cuando la mente y su memoria no puedan comprender plenamente el problema o la solución. Al entregarte al problema, estás abierto a lo conocido y lo desconocido de la situación problemática y el entendimiento opera con frescura. En la entrega silenciosa hay bendición y plegaria sin petición ni demanda. No hay hacedor, experimentador, amante o amado. Sólo hay una corriente divina. Ves que el acto mismo de acoger es en sí la solución al problema y la acción que sigue a tu comprensión es muy clara. Cuando te familiarices con el acto de la entrega, la verdad te solicitará sin que la busques." Jean Klein (¿Quién soy yo?)
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