ACTORES DEL AGARTHA Todo lo que puede ser conocido tiene un origen: el hombre, el Cosmos –el Universo en su totalidad– y el Ser –aquello que es lo que es–. En él se encuentra el germen que contiene en sí mismo todas las posibilidades de desarrollo que le son inherentes según su propia naturaleza. Expresiones de la naturaleza del Ser son el Cosmos y su modelo a escala, el hombre. Esto que llevamos dicho nos sirve para entender que el origen o centro es el mismo, aunque haya distintos grados de conocimiento según el plano o estado de la conciencia al que nos refiramos, o más bien los estados del Ser con respecto al conocimiento del Sí Mismo. El hombre verdadero poseía el don de nombrar a todos los seres de la Creación, esto era posible porque los reconocía en sí mismo –pues nombrar es también atributo del demiurgo al manifestar lo que una cosa es en sí misma–, y aquél ser humano primordial participaba plenamente de esa actividad demiúrgica. Esta posibilidad situaba, y sitúa, al hombre en una posición central, como punto interior o corazón del Cosmos. La definición de hombre como ser dotado de inteligencia es así por ser capaz de reconocer, en sentido externo, los seres y las cosas, lo que tiene que ver con la aprehensión de la cosmogonía; y en sentido interno, a sí mismo, es decir en relación con el Ser, la vía a los principios ontológicos y auténticamente metafísicos. El Conocimiento, que en ese tiempo mítico “del origen” era efectivo para toda la humanidad, es ignorado por un número cada vez mayor de individuos, que de esta manera van olvidando la conciencia de su esencia o naturaleza de hombre verdadero, si bien mantienen aún la posibilidad de recuperar aquel estado edénico; pero a medida que se produce el descenso cíclico, viven por debajo de sus posibilidades encarnando aspectos inferiores a lo que les es propio como seres humanos. El descenso cíclico conlleva el paulatino ocultamiento del Centro Supremo, cuya representación en la Edad de Oro era el Paraíso o Pardés. Estas ideas están cercanas al simbolismo de la montaña y la caverna, situadas en un mismo eje axial. La caverna simboliza para este fin de ciclo el ámbito en el que se oculta la Tradición; un lugar retirado y a cubierto, que resguarda en su interior la semilla de la Inmortalidad, y en el que además numerosos textos tradicionales describen como la gruta o la caverna en la que acontece el nacimiento de la deidad. Agartha es el nombre del centro espiritual subterráneo para este fin de ciclo. Su función es la de transmitir y salvaguardar la Tradición, siendo el receptáculo de las influencias espirituales. El vínculo efectivo con esta realidad es una posibilidad en el corazón del hombre, y su simbolismo también se halla relacionado con la máxima alquímica V.I.T.R.I.O.L.: "Visita el Interior de la Tierra y Rectificando encontrás la Piedra Oculta". Este ocultamiento es tal debido al estado de ignorancia del hombre en sus condiciones actuales, y es fundamentalmente de ésta y de sus manifestaciones que ha de ser protegido. Leemos acerca del Agartha en el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos: Centro espiritual subterráneo análogo al corazón o a la base de la columna vertebral que en el hinduismo es lugar de Kundalinî, una serpiente dormida que comienza a despertar bajo los influjos de la iniciación. Alberga el germen de inmortalidad en su caverna iniciática, íntimamente vinculada con el Colegio Invisible (1). Entrar en contacto con Agartha, no es algo externo a uno mismo, sino que tiene que ver con reconocer, advertir en la interioridad de la conciencia, que lo más esencial de nuestro ser, el núcleo de nuestra identidad, es atemporal y no humano. A este respecto, en relación con esta simbólica recordamos las palabras evangélicas: “No se dirá: Está aquí o allí, porque el reino de Dios está dentro de vosotros” (2). La concentración en este punto seminal permite al hombre actualizar sus posibilidades gracias al despertar de la intuición intelectual, que marca el comienzo del viaje iniciático o de retorno al Origen. En esta relación establecida desde siempre, –análoga a la que se establece entre el centro y la periferia del círculo–, la mediadora es la Inteligencia que como un rayo o radio emanado del Sí Mismo fecunda el corazón del hombre permitiéndole reconocer al Ser en su Unidad principial. En el sentido de lo que llevamos dicho, esta toma de conciencia con el Agartha implica ir "a contracorriente" respecto al mundo y la corriente de las formas, o sea de la multiplicidad a la unidad; un camino jalonado de pruebas y obstáculos que implica "ir dejando la honra, el sueño y la existencia en el camino” (3). Retomamos aquí la idea de la Kundalinî, mencionada en la definición de Agartha del Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, y lo hacemos a través de una cita de la Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha: La Kundalini es una energía que asciende de la tierra hacia el cielo, extremos para los que el hombre ubicado en el centro o eje del mundo es un lugar de encuentro y fusión, energía que el iniciado debe conducir conjugando los opuestos para obtener a través de ese ascenso escalonado la Unión (Yoga) con el Origen inmanifestado del universo gracias al conocimiento paulatino, por grados –o estados del ser– del Todo universal. Dicha operación es la labor de la unión de los complementarios y la solución de los opuestos, la cual se realiza gracias a la comprensión de los principios y la aprehensión y contemplación de la realidad por intermedio de los símbolos o vehículos revelados, capaces de despertar en nosotros las distintas lecturas del Misterio que la conforma: de lo manifestado a lo inmanifestado según enseña la Tabla de Esmeralda hermética: "Separa la Tierra del Fuego, y lo sutil de lo grueso, suavemente y con todo cuidado. Asciende de la Tierra al Cielo, desciende de nuevo a la Tierra, y une los poderes de las cosas de arriba y de las de abajo (4). En este sentido de actualizar las potencialidades es que utilizamos la expresión actores del Agartha; aquellos que realizan la Obra, la hacen presente, una Realidad cuyo alcance excede el punto de vista de lo microcósmico, de lo humano, al tratarse de la reintegración del Ser y la reabsorción en su Origen inmanifestado. Es por ello, desde un punto de vista más universal, que también es la sede de la Academia Numénica o Colegio Invisible. Aquí está el germen de todas las voces y modos en que se ha expresado la Tradición, siempre presente y vertical. Alberga la fuente de la que emana la Palabra y es el vínculo con la cadena áurea, con nuestros ancestros humanos y divinos. Volvemos al Diccionario de Federico para leer la voz “Cadena Áurea” de la que extraemos este fragmento: Es a través de indefinidas culturas, y de distintos aspectos de una sola realidad, que este personal de la cadena áurea ha vivido y puesto a nuestra disposición como un legado permanente de lo que se expresa mediante el Secreto y el Misterio, esta posibilidad se asemeja a un hilo que se ha mantenido a lo largo de la historia y nos señala un camino para trascender la chatura de nuestras concepciones anteriores, nacidas de la ignorancia del medio en que a nosotros –y a los protagonistas de esta cadena– nos ha tocado existir. Para los integrantes de la cadena áurea no existen los fines particulares –en el Centro no hay acepción de personas– sino los prototípicos, que son simbólicos, cuya acción es reveladora de la Realidad de la que ellos participan, y la contemplación de este punto inmutable, –lo más pequeño es lo más poderoso– les permite religar perennemente lo de arriba y lo de abajo. Con este gesto de actualización de la Tradición, encarnan los númenes o intermediarios del Noûs o Intelecto divino; es la misma función del dios educador y psicopompo, Hermes, del que son manifestaciones. El hilo, o guía invisible por el que se realiza el gesto prototípico de transmisión del Conocimiento es el Amor, el Eros griego, dios primigenio, entendido como la energía emanada del propio centro capaz de atraer a todos los seres a la Unidad de su principio, a su Origen increado. Tal la visión del Maestro Eckhart al afirmar: Donde quiera que esté el alma es donde Dios opera su obra. Esta operación es tan grande que no es otra cosa que Amor, pero el Amor no es otra cosa que Dios. Dios se ama a Sí Mismo, ama su Naturaleza, su Esencia y su Deidad. Pero en el Amor con que Dios se ama a Sí Mismo, ama también a todas las criaturas, no en tanto que criaturas, sino en tanto que ellas son Dios. En el amor con que Dios se ama a Sí Mismo, ama al mundo entero (6). Este gesto es la teúrgia de Eros, el alma es raptada e impelida por la necesidad de remontar a su origen celeste, posibilidad que se da gracias al intermedio de Hermes, heraldo divino que al transmitir el conocimiento tiende puentes para atravesar el espacio que la separa de su esencia. El Hermes originario no precisa ninguna historia especial de amor con Afrodita para engendrar con ella a Eros: la llevaba consigo en su propio aspecto femenino, y quizá incluso éste fue su aspecto predominante, antes de que en él fuese estimulada la naturaleza masculina (7). Todo este inmenso esfuerzo, en torno al cual giran todas las fuerzas del universo, quedaría en nada si los "aspirantes" a actores del Agartha no se hicieran cargo de su Destino; si la entrega no es total, porque identificados con cualquier otra cosa no hay caridad –la más alta expresión del Amor–. Si nos detenemos en la etimología de Caridad, ésta se halla relacionada con carestía, o sea aceptar que nada se posee, y por tanto todo se ignora, que no hay identificación posible, ya que ésta se produce al tratar de poseer algo, de aquí que sean cualidades de los actores del Agartha la naturalidad o espontaneidad, el gesto puro, la verdadera intuición intelectual y el acto gratuito, dicho de otra manera, dejar que las cosas sean, que el personaje sea porque en este caso es la invocación y remembranza de un Silencio que se hace sonido para construir la grafía que forma parte del Libro de la Vida. Notas 1 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Agartha”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. 2 Lucas 17,21. 3 Federico González Frías, Rapsodia. Ed. Symbolos, 2015. 4 Federico González y colaboradores, Revista Symbolos Nº 25-26. Ed. Symbolos, Barcelona, 2003. 5 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Cadena Áurea”. Op. cit. 6 Federico González y colaboradores, Revista Symbolos Nº 25-26, op. cit. 7 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: Hermes-Mercurio, ibíd. - Artículo*: Letra Viva. Una Utopía Hermética - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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