“Atenea expulsando los vicios del jardín del Edén” o “El triunfo de la virtud”, es el nombre con el que se conoce este cuadro que Andrea Mantegna pintó a pedido de Isabel d’Este para que formara parte de la decoración de su studiolo, en el castillo de San Jorge, en Mantua. Isabel quería que la obra le recordara los aspectos negativos que los planetas ejercen sobre el ser humano los cuales constituyen los males que de modo natural nos afectan. Consideraba Isabel que tener presente la fealdad de estas afecciones es fundamental para no dejar que penetren en el edén que quería construir en el interior de su alma. Efectivamente, Isabel, practicante de las ciencias herméticas a través de la corriente emanada de Marsilio Ficino y el entorno de su academia platónica, era sabedora de que la virtud es la base de la construcción humana, por lo que siempre estuvo decidida a que dichas enfermedades o vicios no afectaran su ánimo. Dichos vicios son siete, asociados a las energías planetarias que los representan: la soberbia, aspecto negativo del sol; la avaricia, aspecto negativo de Saturno; la envidia, aspecto negativo de Mercurio; la lujuria, aspecto negativo de Venus; la ira, aspecto negativo de Marte; la gula, aspecto negativo de Júpiter; la pereza, aspecto negativo de la Luna. Y solo Atenea (la Minerva romana) asociada con la sensibilidad del ser humano y particularmente a su Inteligencia, posee las defensas con las que actuar diligentemente en nuestra vida, estas son su yelmo protector y su lanza guerrera, armas con las que defiende nuestro espacio interior expulsando de él todos los males que amenazan con hacernos perder de vista que nuestra verdadera naturaleza no es solo humana, sino divina. Por ello la escena es un recordatorio de las propias intenciones de perfeccionamiento que deben animar en el espíritu de aquél que busca el crecimiento interior, pues tender a la perfección (que no al perfeccionismo) tomando como modelo el mundo de las Ideas, es algo que forma parte de cualquier iniciación espiritual o intelectual. Mantegna crea la siguiente situación: desde la izquierda del cuadro, entrando enérgicamente en escena, aparece Atenea ataviada con coraza de guerrera, casco y lanza. Su actitud impetuosa denota que está bien resuelta a expulsar del jardín del Edén a cuanto insensato perturbe la paz del lugar. Ese recinto sagrado y templo de la pureza, es el alma humana, llamada por eso mismo el «Palacio del Altísimo» o el «Castillo Interior». Un símbolo de ese ámbito secreto y puro ubicado en nuestra conciencia, en nuestra mente y en nuestro corazón, un lugar que necesita ser protegido, en primer lugar de nuestras propias y reiteradas flaquezas. Pues ya sabemos que a un nivel el carácter es nuestra piedra y la educación el cincel que perfecciona la obra. Atenea tiene cortada la punta de su lanza, un detalle con el que se indica que la energía que esta diosa expresa no es violenta, sino que se trata de la fuerza de la Inteligencia, a la que ella también simboliza (pues no olvidemos que esta diosa nace de la cabeza de Zeus). Y ante estas armas, la ignorancia, capitana de los bajos instintos y fertilizadora de las malas hierbas, sucumbe. Mª Angeles Díaz Artículo*: Mª Ángeles Díaz Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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