Seremos el espejo que refleja la realidad, pero que no se engancha con ella, cuando dejemos ir, cuando dejemos de seguir creando “identidad”, cuando nos reconozcamos simplemente reflejo que contempla”. Quisiera en esta segunda parte sobre el tema de la percepción, como atención plena a la manifestación de la taleidad, presentar una paráfrasis y algunas reflexiones al libro del filósofo italiano de origen alemán Andrea De Santis, Dalla dialettica al kairós. L’ontologia dell’evidenza en Heinrich Rombach, publicado en Roma en el año 2002. Nos podríamos preguntar a modo de recapitulación ¿por qué estamos tratando este tema tan arduo, y al parecer tan áspero como es el tema de la fenomenología de la percepción? Porque necesitamos comprender tal como aparece, desde nuestro mismo lenguaje, nuestra capacidad perceptiva, pues en ella está nuestra estructura de contemplación de la realidad misma. Somos cuerpo-mente, es decir, receptáculo y reflejo de la sabiduría de la naturaleza. Darse cuenta de tal grandeza es comenzar a comprendernos como seres llamados a ‘evolucionar’ más allá de tantas convenciones y pre-comprensiones de la naturaleza humana, de la cultura humana, de la sociedad humana, de la psique humana. Dichas pre-comprensiones las hemos ido construyendo insensatamente desde categorías reduccionistas, y desde un sistema de valores que no comprende al ser humano en su integralidad. Para Rombach no es suficiente percibir, no basta ver, sino que se necesita ver reflexivamente, es decir vernos desde el acto mismo de ver. “Ver que se ve es ver qué se ve; cuánto más reflexividad, más objetividad”. Somos el propio lugar de la percepción, y nuestro “yo”, como parlamento interior, significa una composición de prospectivas biográficas a través de las cuales asimilamos la realidad; es desde nuestro “mente-cuerpo” que somos y a la vez habitamos que aprehendemos la realidad tal cual es y nos percibimos como “estructura contemplante” capaz de trascender y trascenderse a sí misma. Nuestra corporalidad, no es simplemente, para Rombach, el instrumento del acto/fenómeno de la percepción, sino su fin y su punto de llegada. La corporalidad se constituye en el fenómeno de la percepción y no viceversa. La corporalidad consciente que somos y nuestra consciencia corpórea nos hace ser y estar en el mundo de modo concreto. No somos mera materia pensante, sino lugar de comunión, de co-pertenencia, de intersubjetividad, de con-creatividad, de ‘prospectividad’, y de identidad con las demás formas de vida. La percepción, tal como la entiende Heinrich Rombach, y como deseamos interpretarla en este lacónico estudio, no es un acto superficial del ser humano, sino con-tacto consigo mismo y con los demás seres conscientes o no de ser sintientes; es con-tacto con la realidad y con el mundo; es consciencia de ser y tomar parte; es atención constante a la pluriforme epifanía del real, como lo indicábamos en el artículo anterior; es posibilidad de cultivarse y desarrollarse como concreción de una comunión universal. Es por ello que las más sabias y profundas tradiciones espirituales de nuestro planeta han colocado toda su atención en el acto mismo de percibir. Y es allí donde se encuentra la clave de la misma evolución espiritual humana. Consiguientemente, Rombach, tal vez sin tener plena consciencia de las prácticas contemplativas de los grandes sistemas espirituales, habla de una ética de la percepción, es decir, de un adiestramiento y de una disciplina de la percepción, cuya finalidad es evitar que nuestro noble tesoro se degrade, y delinee las condiciones para que la misma percepción pueda estar a la altura de la realidad. Para Rombach, la percepción determina las condiciones que hacen que la realidad se deje aprehender y fundamenta las bases para una verdadera subjetividad y una verdadera objetividad en un encuentro con-creativo y estructural. Para Rombach, la percepción debe ser crítica en relación consigo misma, no puede ceder ante las ideologías ni ante los dogmatismos. Debe mantenerse libre para acompañar los traspasos dimensionales de los fenómenos, es decir su inabarcable ‘poliedricidad’, su multiforme presencia, y la complejidad de su estructura íntima, que a menudo puede aparecer como contradictoria. En este acompañar ella debe hacerse consciente de poderse realizar sólo a través de un acuerdo, en un vibrar conjunto con la realidad; acompañando con-creativamente el aparecer de los fenómenos y comprendiendo sabiamente su consiguiente desaparecer: debe hacerse consciente de la propia ‘momentaneidad’ y del carácter temporal de cada surgir y desaparecer de los fenómenos. Cada fenómeno según Rombach exige un respeto, dicho respecto es en la ética rombachniana que cada fenómeno debe ser aprehendido desde su propia fenomenología, pues cada uno en su aparecer y desaparecer tiene su propio logos, su propio límite espacio-temporal. Podríamos preguntarnos a modo de previa conclusión ¿qué intenta Rombach a través de su filosofía como fenomenología? De Santis nos da una repuesta hondamente satisfactoria: Rombach desea reconstruir la unidad, hoy perdida, propia de los orígenes de la filosofía, entre pensamiento y ser. Vemos en Rombach lo que las filosofías orientales han conservado a lo largo de los siglos, y que la filosofía occidental envenenada por la técnica; por el ansía desmedida del progreso, y por la excesiva confianza en la razón categórica, ha abandonado y olvidado. Parafraseando a Rombach, diríamos para concluir, que somos ‘evidencia kairológica’, es decir presencia y evento del “aquí del ser”. En la fenomenología de Rombach aparece evidente cómo la realidad y el pensamiento se hacen transparentes por medio del acto con-creativo y con-natural de la percepción. El final del proceso no es la percepción como simple acto con-creativo, sino que dicha percepción es la condición preliminar de su misma apertura y de su mismo exordio, el cual se realiza en el momento en el cual se transforma en otro medio, como si ella misma pudiese llegar a su plenitud sólo abriéndose a formas, según de Santis, extra-filosóficas. Dichas formas extra-filosóficas conforman para Rombach la ‘dimensión estética’ y religiosa de la percepción. Dicha dimensión es para nosotros la clave de entrada al mundo de las ciencias del espíritu humano y la posibilidad del sabio adiestramiento de este receptáculo y reflejo que somos de la sabiduría misma de la naturaleza. Archivado en: arte, Ciencia y mística, El lenguaje de los místicos, Espiritualidad, estética, Existencialismo, Fenomenología, Filosofía de la Existencia, Husserl, Maurice Merleau-Ponty, Mística occidental, Mística y filosofía, mente, Percepción, Sensaciones, Teándrico, Vipassana Tagged: Andrea De Santis, Archifex, arte, el lenguaje de los místicos, Espiritualidad, estética, Fenómeno, Fenomenología, Filosofía, Heinrich Rombach, Mística y filosofía, Teándrico
- Enlace a artículo -
Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL.
(No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí presentados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario