Jeroglíficamente la mem designa a la mujer, compañera del hombre. Por lo tanto evoca la idea de todo lo que es fecundo y capaz de crear. Constituye el signo maternal y femenino por excelencia, el signo local y plástico, imagen de la acción exterior y pasiva. Su uso al final de los nombres, adquiere una significación colectiva, pues desarrolla al ser en el espacio indefinido. Dado que la creación exige una destrucción correspondiente y de sentido contrario, la mem ha figurado también las regeneraciones nacidas de la construcción anterior, es decir las transformaciones y, en consecuencia, la muerte (concebida como el pasaje de un mundo a otro). La mem es una de las tres letras madres. Las ideas que este arcano debe expresar son las de la destrucción, precediendo o siguiendo a la regeneración. Un esqueleto sesga las cabezas de un campo, del cual surgen por todas partes pies y manos de hombres, a medida que el esqueleto prosigue su obra. Las obras de la cabeza (concepción) se vuelven inmortales tan pronto han sido realizadas (manos y pies). El arcano 13 ocupa el justo medio entre el arcano 10 (la fortuna) y el 16 (la destrucción). 10+16 = 26 ; 26/2 = 13 Trece, es pues, el término medio entre la iod (principio de la creación) y la hain (principio de la destrucción). El arcano 18 es el complementario del 13, así como el 5 lo es del 12, y el 12 del 7. (Ver arcanos 8 y 5.) 13 18 La muerte se completa con La Luna 13 + 18 = 31 31 = 4 = 10 = 1 14 17 La Temperanza se completa con Las Estrella 14+17=31 15 16 El Diablo se completa con La Destrucción 15 + 16 = 31 La decimotercera lámina del Tarot está ubicada entre el mundo invisible y el visible. Resulta así ser el lazo universal de la naturaleza, el medio en virtud del cual las influencias reaccionan de un mundo sobre el otro. Representa: 1° Dios el transformador: EL PRINCIPIO TRANSFORMADOR UNIVERSAL Destructor y Creador 2° El negativo de la realización: LA MUERTE 3° La luz astral como función del creador: LA FUERZA PLÁSTICA UNIVERSAL (Equilibrio entre la muerte y la fuerza transformadora) RELACIONES: JEROGLÍFICO PRIMITIVO: La Mujer LETRA HEBRAICA: Mem (una de las tres letras madres) SIGNIFICADOS: EL PRINCIPIO TRANSFORMADOR UNIVERSAL Destructor creador LA MUERTE LA FUERZA PLÁSTICA UNIVERSAL l3 N NIGROMANCIA Exi psis – Mors Ya hemos dicho que en la luz astral se encuentran las imágenes de las personas y de las cosas. Es también en esa luz en donde pueden evocarse las formas de aquellos que ya no están en nuestro mundo, yes por su medio como se verifican los misterios tan comprobados, como reales, de la nigromancia. Los cabalistas que han hablado del mundo de los espíritus, han referido simplemente lo que han visto en sus evocaciones. Eliphas Levi Zahed, que escribe este libro, ha evocado y ha visto. Digamos primero lo que los maestros han escrito de sus visiones o de sus intuiciones en lo que ellos llaman la luz de la gloria. Se lee en el libro hebreo de la revolución de las almas, que hay almas de tres clases: las hijas de Adán, las hijas de los ángeles y las hijas del pecado. Hay también, según el mismo libro, tres clases de espíritus, los espíritus cautivos, los errantes y los libres. Las almas son enviadas por parejas. Hay, por consiguiente, almas de hombres que nacen viudos, y cuyas esposas están retenidas como cautivas por Liith y por Naemah, las reinas de las Strigas; estas son las almas que tienen que espiar la temeridad de un voto de celibato. Así, cuando un hombre renuncia el amor de las mujeres, hace esclava de los demonios de la perversidad a la esposa que le estaba destinada. Las almas crecen y se multiplican en el cielo, así como los cuerpos lo hacen en la tierra. Las almas inmaculadas son las hijas de los besos de los ángeles. Nada puede entrar en el cielo que del cielo no proceda. . Después de la muerte, el espíritu divino que animaba al hombre retorna sólo al cielo, y deja sobre la tierra y en la atmósfera dos cadáveres: el uno terrestre y elemental, y el otro aéreo y sideral; el uno inerte ya; el otro animado todavía por el movimiento universal del alma del mundo, pero destinado a morir lentamente, absorbido por las potencias astrales que le produjeron. El cadáver terrestre es visible; el otro es invisible a los ojos de los cuerpos terrestres y vivientes, y no puede ser apercibido más que por las aplicaciones de la luz astral al translucido, que comunica sus impresiones al sistema nervioso y afecta así al órgano de la vista hasta hacerse verlas formas que se han conservado y las palabras que están escritas en el libro de la luz vital. Después de la muerte cuando un hombre ha vivido bien, el cadáver astral se evapora como una nube de incienso, subiendo hacia las regiones superiores, pero si el hombre ha vivido en el crimen, su cadáver astral le retiene prisionero, busca todavía los objetos de sus prisiones y quiere reanudar la vida. Atormenta los sueños de los jóvenes o se baña en el vapor de sangre esparcida y se arrastra por los alrededores de los sitios en donde transcurrieron los placeres de la vida: vela, aún, por los tesoros que dejó enterrados; se consume en dolorosos esfuerzos para construirse órganos materiales y vivir. Pero los astros le aspiran y le absorben; siente debilitarse su inteligencia, su memoria se pierde lentamente, todo su ser se disuelve… Los antiguos vicios se le aparecen y le persiguen bajo figuras monstruosas que le atacan y le devoran … El desdichado pierde así sucesivamente todos los miembros que han servido para sus iniquidades; después muere por segunda vez y para siempre, porque pierde entonces su personalidad y su memoria. Las almas que deben vivir pero que no están purificadas permanecen mas o menos tiempo cautivas en el cadáver astral, en donde son quemados por la luz odica que trata de asimilarse y disolverlas. Es para desprenderse de ese cadáver, como las almas que sufren entran algunas veces en los vivos y permanecen en un estado que los cabalistas llaman embrionario. Estos son los cadáveres aéreos que evoca la nigromancia. Son larvas, sustancias muertas o moribundas, con las cuales se pone en relación; pueden ordinariamente hablar, pero nada más que con el tintineo de nuestros oídos percibido por el sacudimiento nervioso de que le he hablado, y no razonan, ordinariamente, sino reflejándose en nuestros pensamientos o en nuestros sueños. Ya hemos dicho que en el gran agente mágico, que es la luz astral, se conservan todas las huellas de las cosas, todas las imágenes formadas, sea por los rayos, sea por los reflejos, es en esa luz donde se aparecen nuestros sueños, esa es la luz que embriaga a los alienados y arrastra su dormido juicio a la persecución de los más extraños fantasmas. Para ver, sin ilusiones, en esa luz, es preciso apartar los reflejos por medio de una voluntad poderosa y atraer a sí nada más que los rayos. Soñar despierto, es ver en la luz astral; y las orgías del aquelarre, referidas por tantas y tantas brujas en sus juicios criminales, no se explican de otra manera. Con frecuencia, las sustancias y las preparaciones empleadas para llegar a ese resultado, eran horribles, como ya lo veremos en el Ritual; pero los resultados no eran nunca dudosos. Se veían, se escuchaban, se palpaban las cosas más abominables, más fantásticas y más imposibles. Ya volveremos sobre este asunto en nuestro capítulo XV; no nos ocuparemos aquí más que de la evocación de los muertos. En la primavera del año 1854, me dirigí a Londres para escapar de penas internas y entregarme, sin distracción alguna, a la ciencia. Poseía cartas de presentación para personajes eminentes que estaban deseosos de revelaciones relativas al mundo sobrenatural. Visité a varios y encontré en ellos, con mucha cortesía, un gran fondo de indiferencia o de ligereza. Lo único que solicitaron de mí fueron prodigios, ni más ni menos que si se tratara de un charlatán. Me encontraba un poco descorazonado, porque, a decir verdad, lejos de estar dispuesto a iniciar a los demás en los misterios de la magia ceremonial, había tenido siempre, por lo que a mí respecta, temor a las ilusiones ya las fatigas. Por otra parte, esta clase de ceremonias exige un material dispendioso y difícil de reunir. Me encerré, pues, en el estudio de la alta cábala y no pensaba más en los adeptos ingleses, cuando un día al volver a mi hotel, encontré una nota dirigida a mí e se os presentará la otra mitad de esta carta». Fui a esta singular cita. Había un carruaje estacionado en la plaza. Yo tenía, sin afectación, mi fragmento de carta en la mano; un doméstico se acercó respetuosamente a míy me hizo un signo abriéndome la portezuela del coche. Dentro de él había una señora vestida de negro y cuyo sombrem estaba, como el rostro, cubierto por un espeso velo. Esa señora me hizo señas de que subiera al carruaje, enseñándome la otra mitad de la carta que yo había recibido. La portezuela se cerró, el coche echó a andar y habiéndose la señora levantado el velo, puede ver que tenía que habérmelas con una persona de edad, de cejas grises y unos ojos extremadamente negros y vivos y de una extraña fijeza Sir—.me dijo con un acento inglés muy pronunciado— yo sé que la ley del secreto es rigurosa entre los adeptos; una amiga de Sir B*** L***, que os ha visto, sabe que han solicitado de vos experiencias y que habéis rehusado satisfacer esa curiosidad. Quizá no poseáis las cosas necesarias; yo voy amostraros un gabinete mágico completo; pero solicito de vos, ante todo, el más inviolable secreto. Si no me hacéis esa promesa, por vuestro honor, daré orden para que os conduzcan a vuestra casa. Hice la promesa que se me exigía y soy fiel a ella no diciendo ni el nombre, ni la jerarquía social, niel domicilio de esa señora, en quien reconocí inmediatamente a una iniciada, no precisamente de primer orden, sino de un grado muy superior. Tuvimos muy largas y amplias conversaciones, durante las cuales ella insistió siempre en la necesidad de prácticas para completar la iniciación. Me enseño una colección de trajes y de instrumentos mágicos y aun me presto algunos libros raros de que yo carecía. Luego, me determinó a intentar en su casa la experiencia de una evocación completa, para la cual me preparé durante veintiún días observando escrupulosamente las prácticas indicadas en el decimotercer capítulo del Ritual. Mi preparación había terminado el 24 de julio. Se trataba de evocar el fantasma del divino Apollonius (Apolonio de Tiana) y de interrogarle acerca de los secretos; uno que me concernía a mí exclusivamente, y otro que interesaba a la dama en cuestión. Esta había contado al principio con asistir ala evocación acompañada de una persona de confianza; pero, a última hora; esa persona tuvo miedo, y como el temario o la unidad son rigurosamente requeridos para los ritos mágicos, me dejaron solo. El gabinete preparado para la evocación estaba practicado en una especie de altar con piedra de mármol blanco y rodeado de una cadena de hierro imantado. Sobre el blanco mármol estaba grabado y dorado el signo del pentagrámaton, tal y como está representado en la siguiente figura; yen el mismo signo estaba trazado, en diversos colores, sobre una piel blanca de cordero, completamente nueva, que estaba extendida bajo el altar. En el centro de la mesa de mármol había un exahumerio de cobre con carbón de madera de émula y de laurel; otro exahumerio estaba colocado delante de mí sobre un trípode. Yo estaba vestido con una túnica blanca, muy parecida al alba de los sacerdotes católicos, pero más amplia ymás larga y llevaba en la cabeza una corona de hojas de verbena entrelazadas por una cadenilla de oro. En una mano tenía una espada nueva y en la otra el Ritual. Encendí los dos fuegos con las sustancias requeridas y preparadas y comencé, en voz baja primero, las invocaciones del Ritual. El humo se extendió; las llamas hicieron vacilar los objetos que iluminaban y después se apagaron. El humo se elevaba blanco y lento sobre el altar de mármol y me pareció sentir una sacudida, como si fuera un temblor de tierra; sentía un tintineo en los oídos y mi corazón latía con fuerza. Volví a echar algunas ramas y perfumes en los exahumerios, y cuando la llama se elevó, vi claramente, delante del altar, una figura de hombre mayor del tamaño natural, que se descomponía y se borraba. Volví a comenzar las evocaciones y vine a colocarme en un círculo que había previamente trazado entre altar y el trípode; vi entonces aclararse poco apoco el fondo del espejo que estaba enfrente de mí, detrás del altar y una forma blancuzca se dibujó en él, agrandándose y pareciendo acercarse poco a poco. Llamé tres veces Apollonius cerrando los ojos, y cuando los abrí, un hombre se hallaba frente a mí, envuelto por completo en una especie de sudario que me pareció ser gris más bien que blanco; su rostro era delgado, y estaba triste y sin barba, hecho que no correspondía en forma alguna con la idea que precisamente me había formado en un principio de Apolonio Experimenté una sensación de frío extraordinaria, y cuando abrí la boca para interpelar al fantasma, me fue imposible articular un sonido. Puse entonces la mano sobre el signo del pentagrámaton y dirigí hacia él la punta de la espada, ordenándole, mentalmente por ese signo, de no espantarme y de obedecerme. Entonces la forma se hizo más confusa y desapareció de repente. Le ordené que volviera; entonces sentí pasar cerca de mí como un sopio, y que algo me había tocado en la mano que sustentaba la espada, sintiendo inmediatamente el brazo como entumecido hasta el hombro. Creí comprender que esa espada ofendía al espfritu y la hinqué por la punta dentro del circulo, cerca de mí. La figura humana re-apareció inmediatamente; pero sentí una debilidad tan grande en todos mis miembros y un desfallecimiento tan repentino que de mí se apoderaba, que di dos pasos para sentarme. En cuanto me senté, caí en una especie de profundo sopor, acompañado de ensueños, de los que no me quedaron, al despertarme, más que un recuerdo confuso y vago. Tuve, durante muchos días, el brazo entumecido y dolorido. La figura no me había hablado, pero me parece que las preguntas que tenía que hacerle, se habían resuelto por sí mismas en mi espíritu. A la de la señora, una voz interior respondía en mí; Muerto. (Se trataba de un hombre de quien quería saber noticias.) En cuanto a mí, yo quería saber si el acercamiento y el perdón serían posibles entre dos personas en las que yo pensaba, y el mismo eco interior respondía implacablemente: ¡Muertas! Refiero aquí los hechos tal y como han pasado; no los impongo a la fe de nadie. El efecto de esta experiencia, tuvo en mí algo extraordinario, algo inexplicable. Yo no era ya el mismo hombre; algo del otro mundo había pasado por mí; no estaba ni alegre, ni triste, pero experimentaba un encanto singular por la muerte, sin sentir, no obstante, ningún intento de recurrir al suicidio. Yo analizo cuidadosamente lo que experimenté, ya pesar de una repugnancia nerviosa muy vivamente sentida, reitiré dos veces, sólo con intervalo de algunos días, la misma prueba. El relato de los fenómenos que se produjeron difieren muy poco del que acabo de referir, y lo suprimo por no hacer demasiado extensa la narración. Pero, el resultado de estas otras dos evocaciones fue para mí la revelación de los secretos cabalísticos, que si fueran conocidos por todo el mundo cambiarían en poco tiempo las bases y las leyes de todas las sociedades modernas. ¿Concluiré de ello que he, realmente, evocado, visto y palpado al gran Apolonio de Tiana? No esto ni bastante~alucinado para creerlo, ni so tan poco serio para afirmarlo. El efecto de las preparaciones, de los perfumes, de los espejos, de los pantáculos, es una verdadera embriaguez de la imaginación que debe obrar vivamente sobre una persona de suyo impresionable y nerviosa. Yo no explico por qué leyes fisíologicas he visto y tocado; afirmo, únicamente, que he visto y he tocado; que he visto clara y instintivamente, sin sueños, y esto basta para creer en la eficacia real de las ceremonias mágicas. Creo, por otra parte, peligrosa y nociva la práctica; la salud, sea moral, sea física, no resistiría a semejantes operaciones, si éstas se hicieran habituales. La dama de edad de que he hablado y de la que tuve después por qué quejarme, sería una prueba; porque a pesar de sus negaciones, yo no dudo que ella no tenga la costumbre de la nigromancia y de la goecia. A veces disparataba por completo, entregándose otras a insensatas cóleras, de las que apenas podía ella determinar la causa. Abandoné a Londres sin haberla vuelto a ver; pero cumpliré fielmente el compromiso que con ella contraje de no revelar a nadie, sea a quien fuere, nada que pueda darla a conocer o poner en la pista, de quién es por sus prácticas, a las cuales se entrega sin duda a espaldas de su familia, que es, por lo que supongo, bastante numerosa y ocupa una posición muy respetable. Hay evocaciones de inteligencia, evocaciones de amor y evocaciones de odio; pero nada prueba que los espíritus abandones las esferas superiores para conversar y entretenerse con nosotros, y lo contrario es aun mas probable, nosotros evocamos los recuerdos que ellos han dejado en la luz astral, que es el receptáculo común del magnetismo universal. Es en esta luz donde el emperador Juliano vio en otro tiempo aparecer a los dioses, pero viejos, enfermos, decrepitos, nueva prueba de la influencia de las opiniones corrientes y acreditadas sobre los reflejos de ese mismo agente mágico, que hace hablar a las mesas y responde por golpes dados en las paredes. Después de la evocación de que acabo de hablar, he vuelto a leer con atención la vida de Apolonio, a quien los historiadores nos representan como un tipo ideal de belleza y de elegancia antigua. En ella he advertido también que Apolonio, en los postreros días de su vida, se cortó el pelo y sufrió largos tormentos en la prisión. Esta circunstancia, que yo había retenido, sin duda en otros tiempos, sin pensar en ella, después para acordarme, habrá determinado, quizá la forma, poco atractiva de mi visión, que yo considero únicamente como el sueño voluntario de un hombre despierto. He visto otras dos personas, que importa poco nombrar, y siempre diferentes, por su aspecto y por su traje, de lo que yo esperaba ver. Recomiendo por los demás, la mayor reserva a las personas que quieran entregarse a este género de experiencias; resulta de ellas grandes fatigas y, aun con frecuencia, desórdenes orgánicos, bastante anormales, que pueden ocasionar enfermedades. No terminaré este capítulo sin señalar en él la opinión, bastante rara, de algunos cabalistas, que distinguen la muerte aparente de la muerte real, y que creen que raramente vienen ambas juntas. Según dicen, la mayor parte de las personas que han enterrado estarían vivas, y otras muchas, a quienes se creían vivas, estaban muertas. La locura incurable, por ejemplo, sería para ellos una muerte incompleta, pero real, que deja al cuerpo terrestre bajo la dirección puramente instintiva del cuerpo sideral. Cuando el alma humana sufre una violencia que no puede soportar, se separaría así del cuerpo y dejaría en su puesto al alma animal ~o al cuerpo sideral, lo que hace de esos restos humanos alguna cosa menos viviente, de algún modo, que el animal mismo. Se reconoce —decían los cabalistas—los muertos de esta especie en la extinción completa de los sentidos afectuoso y moral; no son malos, pero tampoco buenos; están muertos. Estos seres, que son los hongos venenosos de la especie humana, absorben tanto cuanto pueden la vida de los vivientes. Es, por esta causa, por lo que ante su proximidad se entorpece el alma y se siente frío en el corazón. Estos seres cadáveres, si existen, realizarían todo lo que se afirmaba en otros tiempos acerca de los duendes y de los vampiros. ¿No es acerca de estos seres en donde se siente uno menos inteligente, menos bueno y aun, a veces, menos honrado? ¿No es ante su proximidad cuando se extingue toda creencia y todo entusiasmo,ligando a ellos por vuestras debilidades, dominados por vuestras malas inclinaciones y haciéndoos morir moralmente en medio de un suplicio parecido al de Majencio? ¡Son muertos, que nosotros tomamos por vivos; son vampiros, que nosotros tomamos por amigos! La tierra es un cuerpo magnético o un gran imán, como afirmó ya Paracelso hace 300 años. Está cargada de electricidad positiva, que genera continua y espontáneamente en su centro de movimiento. Los cuerpos humanos y todos los objetos materiales están cargados de electricidad negativa, lo cual equivale a decir que los cuerpos orgánicos e inorgánicos generan y se cargan constante é involuntariamente por sí mismos de electricidad contraria a la de la tierra. Ahora bien: ¿qué es el peso? Sencillamente la atracción de la tierra. “Sin la atracción de la tierra nada pesarían nuestros cuerpos”, dice el profesor Stewart, “y si pesáramos doble, experimentaríamos doble atracción”. ¿Cómo podemos librarnos de esta atracción? Según la ley antes enunciada, la atracción de nuestro planeta retiene a los cuerpos en la superficie terrestre; pero ¿cómo explicar que la ley de gravitación haya sido infringida muchas veces por levitaciones de personas y de objetos inanimados? La condición de nuestro sistema fisiológico, al decir de los filósofos teúrgicos, depende en gran parte de nuestra voluntad, que bien regulada puede operar entre otros “milagros” el cambio de polaridad eléctrica, de negativa en positiva, de modo que el imán–tierra repela el objeto o cuerpo y no ejerza la gravedad acción ninguna. Será entonces tan natural para el hombre lanzarse al espacio, hasta que la fuerza repulsiva pierda su eficacia, como antes permanecer sobre la tierra. La elevación de su vuelo dependerá de la mayor o menor habilidad en cargar su cuerpo de electricidad positiva. Obtenido este dominio sobre las fuerzas físicas, la levitación es cosa tan sencilla como el respirar. “Considero a Agni como el origen de toda existencia, o padre de la fuerza” (III, 27, 2). Esta misma idea, clara y evidente, prevaleció en las doctrinas de los zoroastrianos, magos y filósofos del fuego de la Edad Media. Agni es el dios del fuego, del Éter Espiritual, la verdadera substancia de la esencia divina, del Dios Invisible presente en cada átomo de Su creación, y llamado por los Rosacruces “Fuego Celestial”. Si cuidadosamente comparamos los versos de este mandala, uno de los cuales dice: “El Cielo es su padre, la Tierra su madre, Soma su hermano y Aditi su hermana” (I, 191, 6) con la Tabla Esmeraldina de Hermes, hallaremos el mismo substrato metafísico y filosófico en idéntica doctrina. “Como todas las cosas han sido producidas por medio de un Ser, así también todas las cosas han sido producidas de esta única cosa por adaptación: “Su padre es el sol; su madre la luna”… etc. Separa la tierra del fuego, lo sutil de lo grosero… Lo que he dicho sobre la operación del sol es completo.” (Tabla Esmeraldina). Paracelso la llamaba luz sideral y consideraba los astros (incluso nuestra tierra) como porciones condensadas de luz astral, “caídas en la generación y en la materia”, pero cuyas emanaciones magnéticas o espirituales conservaban incesante comunicación con el origen patrio de la luz astral. A este propósito dice: “Los astros nos atraen hacia ellos; y nosotros los atraemos hacia nosotros. Madera es el cuerpo y fuego la vida que, como la luz, viene de las estrellas y los cielos. La magia es la filosofía de la alquimia”40. Todo lo del mundo espiritual, ha de llegarnos a través de las estrellas, y si estamos en armonía con ellas, obtendremos inmensos efectos mágicos. “Así como el fuego pasa a través de una estufa de hierro, así también los astros pasan a través del hombre y le comunican sus propiedades, del mismo modo que la lluvia fertiliza la tierra en que penetra. Los astros rodean a la tierra, como el cascarón al huevo. A través del cascarón pasa el aire y penetra hasta el centro del mundo.” El cuerpo humano, lo mismo que la tierra, los planetas y las estrellas, está sujeto a la doble ley de atracción y repulsión y saturado del influjo doblemente magnético de la luz astral. Todo es doble en la naturaleza: el magnetismo es positivo y negativo, activo y pasivo, masculino y femenino. La noche descansa al hombre de la actividad del día y restablece el equilibrio, tanto de la naturaleza humana como de la cósmica. Cuando el hipnotizador aprenda el secreto de polarizar la acción y dar a su fluido fuerza bisexual, será el mayor de los magos vivientes. Así, pues, la luz astral es andrógina porque el equilibrio resulta de dos fuerzas que eternamente actúan una sobre otra. El resultado de esta acción es la VIDA. Cuando las dos fuerzas se gastan y permanecen largo tiempo inactivas, equilibrándose una con otra en reposo completo, sobreviene la condición de MUERTE. Un ser humano puede expirar aliento caliente o frío, é inspirar aire frío o caliente. Todo niño sabe cómo regular la temperatura de su aliento; pero ningún fisiólogo ha explicado satisfactoriamente la manera de protegerse uno mismo del aire frío o caliente. La luz astral, principal agente de magia, puede únicamente descubrirnos los secretos de la naturaleza. La luz astral es idéntica al akâsa indo. ( El nombre de Zoroastro se deriva de Zero, que significa círculo, hijo o sacerdote, y de aster, ishtar o astarté, estrella, en dialecto ariano. Era el título del Sumo Sacerdote de los magos, a quienes también se les llamaba Surya– ishtaras o adoradores del sol. Zarathustra fue el famoso apóstol del mazdeísmo.) EGO SUM QUI SUM. Axioma de la Filosofía hermética. “Empezamos las investigaciones en donde las modernas conjeturas pliegan sus engañosas alas. Y con nosotros están los elementos científicos que los sabios del día desdeñan por quiméricos o con prevención los miran como arcanos insondables”. BULWER. ZANONI. Las más antiguas tradiciones esotéricas enseñan asimismo que antes del Adam (esta palabra significa humanidad=Adam) mítico existieron sucesivamente varias razas humanas. ¿Eran tipos más perfectos? ¿Pertenecían a alguna de estas razas los hombres alados que menciona Platón en Pedro? A la ciencia le incumbe resolver este problema, tomando por punto de partida las cavernas de Francia y los restos de la edad de piedra. A medida que avanza el cielo se van abriendo los ojos del hombre hasta conocer el “bien y el mal” tan acabadamente como los mismos Elohim (Elohim=hijos de la luz). Después de alcanzar el punto culminante comienza a descender el cielo. Cuando el arco llega al punto situado al nivel de la línea fija del plano terrestre, la naturaleza proporciona al hombre vestiduras de piel y el, Señor Dios “le viste con ellas” (Esta segunda piel es la que recibe Hercules por el trabajo de Leo). En las más antiguas tradiciones de casi todos los pueblos se descubre la misma creencia en una raza de espiritualidad superior a la actual. El manuscrito quiché Popol Vuh, publicado por Brasseur de Bourbourg, dice que el primer hombre pertenecía a una raza dotada de raciocinio y de habla, con vista sin límites, que conocía todas las cosas a un tiempo. Según Filo Judeo, el aire está poblado de multitud de invisibles espíritus, inmortales y libres de pecado unos; y perniciosos y mortales otros. “De los hijos de EL descendemos, é hijos de EL, volveremos a ser”. La misma creencia se trasluce en el pasaje del Evangelio de San Juan, escrito por un anónimo agnóstico, que dice: “Más a cuantos le recibieron les dio poder de ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre”58; es decir, que cuantos practicaran la doctrina esotérica de Jesús, se convertirían en hijos de Dios. “¿No sabéis que sois dioses?,” dice Cristo a sus discípulos. Platón describe admirablemente, en Pedro, el estado primario del hombre al cual ha de volver de nuevo. “Antes de perder las alas vivía entre los dioses y él mismo era un dios en el mundo aéreo”. Desde la más remota antigüedad enseñó la filosofía religiosa que el universo está poblado de divinos y espirituales seres de diversas razas. De una de éstas surgió con el tiempo ADAM, el hombre primitivo. Los cabalistas versados en el sistema pitagórico de números y líneas saben perfectamente que las doctrinas metafísicas de Platón se fundan en rigurosos principios matemáticos. A este propósito, dice el Magicón: “Las matemáticas sublimes están relacionadas con toda ciencia superior; pero las matemáticas vulgares no son más que falaz fantasmagoría cuya encomiada exactitud dimana del convencionalismo de sus fundamentos.” Algunos filósofos de nuestra época ponderan el aristotélico método inductivo en perjuicio del deductivo de Platón, porque se figuran que aquél consiste tan sólo en ir a rastras de lo particular a lo universal. Draper lamenta que los místicos especulativos como Amonio Saccas y Plotino suplantaran a los rigurosos geómetras de las escuelas antiguas; pero no tiene en cuenta que la geometría es entre todas las ciencias el más acabado modelo de síntesis y en toda su trama procede de lo universal a lo particular o sea el método platónico. Ciertamente que no fallarán las ciencias exactas mientras, recluidas en las condiciones del mundo físico, se contraigan al método aristotélico; pero como el mundo físico es limitado aunque nos parezca ilimitado, no podrán las investigaciones meramente físicas transponer la esfera del mundo material. La teoría cosmológica de los números, que Pitágoras aprendió de los hierofantes egipcios, es la única capaz de conciliar la materia y el espíritu demostrando matemáticamente la existencia de ambos principios por la de cada uno de ellos. Las combinaciones esotéricas de los números sagrados del universo resuelven el arduo problema y explican la teoría de la irradiación y el cielo de las emanaciones. Los órdenes inferiores proceden de los espiritualmente superiores y evolucionan en progresivo ascenso hasta que, llegados al punto de conversión, se reabsorben en el infinito. La fisiología, como todas las ciencias, está sujeta a la ley de evolución cíclica, y si en el actual ciclo va saliendo apenas del arco inferior, algún día tendremos la prueba de que en época muy anterior a Pitágoras estuvo en el punto culminante del ciclo. Por de pronto, Pitágoras aprendió fisiología y anatomía de boca de los discípulos y sucesores del sidonio Mochus, que floreció muchísimos años antes que el filósofo de Samos, cuya solicitud por conservar las enseñanzas de la antigua ciencia del alma le hacen digno de vivir eternamente en la memoria de los hombres. Las ciencias enseñadas en los santuarios estaban veladas impenetrablemente por el más sigiloso arcano. XIII LA NECROMANCIA Hemos enunciado audazmente nuestro pensamiento o más bien nuestra convicción sobre la posibilidad del resurreccionismo en ciertos casos. Preciso es completar aquí la revelación de ese arcano y exponer su práctica. La muerte es un fantasma de la ignorancia; la muerte no existe. Todo está vivo en la naturaleza, y por esta razón, todo se mueve y cambia incesantemente de forma. La vejez es el comienzo de la regeneración; es el trabajo de la vida que se renueva y el misterio de lo que llamamos muerte estaba figurado entre los antiguos por la fuente de la juventud, en la que se entraba decrépito y de la cual se salía niño. El cuerpo es una vestidura del alma. Cuando esa vestidura está completamente usada o grave e irreparablemente destrozada, la abandona completamente y no vuelve a ella. Pero, cuando por un accidente cualquiera esa vestidura se le escapa sin estar usada ni destruida, puede, en ciertos casos, volver a ella, sea propio esfuerzo sea con el auxilio de otra voluntad más fuerte y más activa que la suya. La muerte no es ni el fin de la vida ni el comienzo de la inmortalidad; es la continuación y la transformación de la vida. Luego, implicando una transformación y un progreso, hay muy pocos muertos aparentes que consientan revivir, es decir, volver a tomar la vestidura que acaba de abandonar. Esto es lo que hace que la resurrección sea una de las obras más difíciles de la alta iniciación. Así el éxito no es nunca infalible y debe considerarse como accidental e inesperado. Para resucitar a un muerto es preciso estrechar súbita y enérgicamente la más fuerte de las cadenas de atracción que puedan unirme a la forma que acaba de abandonar. Es, por tanto, necesario conocer antes esa cadena, luego apoderarse de ella y producir después un esfuerzo de voluntad bastante poderoso para ajustarla instantáneamente con un poder irresistible. “Que el Padre de todo sea nuestro consuelo y el tres veces grande Hermes Trimegistro nuestro guía” ¡Potencias del reino, colocaos bajo mi pie izquierdo y en mi mano derecha! Gloria y eternidad, tocad mis hombros y llevadme por las vías de la victoria! ¡Misericordia y justicia, sed el equilibrio y el esplendor de mi vida! ¡Inteligencia y sabiduría, dame la corona; espíritus de Malkhut, conducidme entre las dos columnas sobre las cuales se apoya todo el edificio del templo; ángeles de Netzach y Hod afirmarme sobre la piedra cubica de Yesod! ¡Oh Gedulael! ¡Oh Geburael! ¡oh Tiphareth, Binahel, sed mi amor,Ruach Chokmael se tu mi luz, Sed lo que tu eres y lo que tu serás ¡Oh Ketheriel! Ishim asistidme en el nombre de Shaddai Cherubim, sed mi fuerza en nombre de Adonai Beni Elohim, sed mis hermanos en nombre del hijo y por las virtudes de Tzabaoth Elohim,combatid por mi en nombre de Tetragrammaton Malachim, protegedme en nombre de Iod He Vau He Seraphim, depurad mi amor en nombre de Eloah Chasmalim, iluminadme con los esplendores de Elohi y Schechinah Aralim, obrad, Auphanim, girad y resplandeced; Chaioth ha Qadosh gritad, hablad, rugid mugid, Qadosh, Qadosh, Qadosh, Shadai, Adonai, Iod Chavah, Eheieh Asher Eheieh. Hallelu Iah, Hallelu Iah, Hallelu Iah. Amen. (MEM): Los Secretos se encuentran escondidos entre las Aguas de arriba y las Aguas de abajo. (AChD), la Unidad y (AHBH), el Amor; una escala de la unidad: 13 x 1 = 13; 26 = 13 x 2 = 2; 91 = 13 x 7 = 7; con lo que encontramos que en el 26 y el 91 operan la Duada y el Septenario respectivamente. 13 Nombre divino: Meborak (Bendito), que corresponde al 4º cielo y al 4º nombre, Jehovah, rige sobre la esfera de Júpiter. La inteligencia regente de Júpiter es llamada Tsadkiel. Tsadkiel recoge las influencias de Dios por intermedio de Shebtaïel, para transmitirlas a su vez a las inteligencias del 5º orden. Mem, letra mayúscula, corresponde al 5º cielo y al 5º nombre de Dios, que es el quinto nombre del Príncipe en hebreo. Rige sobre la esfera de Marte, y la inteligencia regente de esta esfera es Samael, quien recibe las influencias de Dios por mediación de Tsadkiel y las trasmite a las influencias del 6º orden. 13 letra Madre del Tarot. atribución La Mujer valor numérico 40, Dios Arcano. Esta información esta hilada de las siguientes obras: La Cábala tradición secreta de Occidente (Papus) El Tarot de los bohemios (Papus) Dogma y ritual de alta magia (Eliphas Levi) Gematria dogma y kabalistico (Aleister Crowley) Isis sin velo tomo I (H.P. Blavatsky) Vuestra en la Santa Ciencia Ana Suero Sanz - Artículo*: Filosofía Oculta - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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