En uno de los capítulos de La actualidad del hermetismo se plantea la existencia de una vida oculta, que es interior y secreta, pero que, según se dice, no debe confundirse con el ocultismo, que sería unas prácticas de unos saberes ocultos i escondidos no demostrables científicamente pero que se pueden aprender, en cambio la vida oculta no puede aprenderse, se nace a ella y su conocimiento constituye la base de la filosofía perenne y el núcleo de cualquier manifestación espiritual auténtica. Ella define la ciencia hermética. El versículo al que nos referimos es el siguiente: “Cuando hayamos alcanzado la perennidad de la vida oculta, lo soportaremos todo en silencio y asistiremos a las catástrofes del absurdo sonriendo”. La vida oculta, que es perenne como se dice en el versículo, es decir que no empieza ni acaba, no tiene nada que ver con la vida exterior sometida a un principio y a un fin, pertenece al no espacio y al no tiempo y se refleja, por ejemplo, en las historias míticas y maravillosas que los hombres se han contado desde el principio de los tiempos. La vida oculta no puede aprenderse, se nace a ella y su conocimiento constituye la base de la filosofía perenne y el núcleo de cualquier manifestación espiritual auténtica. Por medio de la gracia, y eso es importante ponerlo de relieve, la conciencia humana se reencuentra con la vida oculta. Con esa ayuda, la conciencia personal se funde con una realidad que ya no es personal sino universal y que pertenece al ámbito de la creación divina, es decir, el hombre regenerado, el hombre divino, que, cuando se manifiesta, la memoria de la humanidad se reconoce en él y recuerda de dónde viene y a dónde va. Esta realidad además de ser la más oculta es también la más concreta. Por eso, en el libro se dice que no hay que confundir la vida oculta con el ocultismo, un movimiento del s. XIX que buscaba penetrar en los mundos disuelven, pero no coagulan, mientras que la vida oculta se refiere a una realización, a una coagulación que es la vía de la encarnación divina, como explica Cattiaux en una carta: La vía concreta es la vía de la encarnación de Dios, ¡es la posesión física de Dios obtenida por tan pocos en este mundo! Es la vía de los sabios. Los cuentos de hadas, los mitos, las leyendas nos hade unas verdades que el hombre olvida cuando viene a este mundo y bebe el agua del Leteo, y que deben ser recordadas, estas narraciones quieren despertar nuestro deseo, nuestro recuerdo, como sucede en uno de estos cuentos titulado El canto de la perla (https://ift.tt/tFXpNxO) donde el príncipe al salir de su patria, olvida totalmente quién es, de dónde viene y a dónde debe volver. Los cuentos, como las parábolas evangélicas, son escritos protrépticos que nos explican a qué se parece la cosa i nos invitan a profundizar en ella, por eso, pueden situarse dentro de los cuatro niveles de comprensión que poseen los textos sagrados: el literal, el alusivo, el explicativo o simbólico y el secreto o hermético. Los mitos sería narraciones orales de aventuras sagradas en las que participaban dioses y hombres en un no espacio y en un no tiempo, muchas veces se trata de relatos creacionales, y sobre ellos existe numerosa literatura exegética ya desde la antigüedad, Heráclito o Eustasio serían un ejemplo, Por otro lado, en la literatura hermética han existido grandes exegetas de los mitos como Michael Maier o Dom Pernety con sus Fábulas egipcias y griegas develadas, que son una maravilla. Las leyendas son historias cortas de aventuras extraordinarias, pero con protagonistas, lugares y tiempos reconocibles. Toda la materia de Bretaña sería un buen ejemplo, con todo del simbolismo que conllevan las aventuras de Lancelot y Arturo. Aquí, pero, vamos a centraremos en los cuentos de hadas, unas historias para niños que suceden en un no espacio y en un no tiempo con unos personajes fantásticos. Estos relatos nos trasladan al mundo imaginal, que no imaginario, de Henry Corbin y del sufismo iranio, donde suceden las aventuras del espíritu. Según este autor es el mundo intermedio donde los cuerpos se espiritualizan y los espíritus se corporifican, es decir, es el lugar de las hierofanías. La denominación de cuentos de hadas, se refiere, sobre todo, a los Cuentos de mi madre, la oca, que fueron publicados por Charles Perrault (1683-1697), originalmente llamados Cuentos de antes. Perrault los recogió de la tradición oral, eran las historias que las niñeras explicaban para hacer dormir a los pequeños, o de la tradición literaria antigua, como el Decameron de Boccaccio o incluso mucho más antiguas, a este material Perrault le añade una “lección moral” para educar a las jovencitas, veremos finalmente quiénes son estas jovencitas. Hoy nos centraremos en dos de los cuentos de Perrault, aunque, evidentemente, también son importantes los trabajos de los hermanos Grimm, grandes eruditos que recogieron muchísimos cuentos del folklore popular, los de Andersen centrado sobre todo en el folklore de los países del norte y los de la condesa de Segur, algunos de ellos son variaciones de los escritos por Perrault, pero redactados en un tono mucho más suave, con lo cual se pierde parte de su enseñanza. La vida oculta no está exenta de peligros. Cualquiera que se haya interesado por las aventuras del espíritu y su simbolismo se ha fijado sin duda en la sabiduría que contienen los cuentos tradicionales, han habido muchos de estos personajes pero entre todos ellos citaré solo algunos: Rudolf Steiner que supo ver los valores de la antroposofía que contenían los cuentos y que favorecían en desenvolvimiento espiritual y sensible del niño, el gusto por la belleza y el arte, y sobre todo la existencia de un mundo medio, un mundo invisible y mágico. Joseph Campbell sobre todo, su obra El héroe de las mil caras donde explica los tres pasos principales que componen el viaje del héroe: la salida, las pruebas, la iniciación y la vuelta a casa enriquecido, siempre hay que salir de casa para enriquecerse con la experiencia de la salida. Clarisa Pikkola y su libro Mujeres que corren con lobos, en el que cita cuantos populares en los que la mujer puede encontrar su poder, con notables influencias de Jung pero también con toques muy tradicionales. Y, por último, pero quizá el primero en importancia C. G. Jung y su colaboradora Maria Louise von Franz que estudiaron los cuentos a un nivel simbólico e iniciático. Según von Franz, los cuentos son el resultado del inconsciente colectivo, de una dimensión misteriosa y trascendente de la que también surgen los arquetipos o los símbolos. Ellos los estudiaron los cuentos a nivel simbólico e iniciático para alcanzar la completitud del ser humano, y las consecuencias de no hacer caso a este mundo espiritual serían las neurosis. Pero eso no es hermetismo, ni iniciación real, ni tampoco vida oculta, será vida espiritual o psíquica, que no es poco, pero no vida oculta o hermética. Esta confusión de términos es una consecuencia de brutal desencantamiento del mundo que vive nuestra sociedad, como ya dijo Max Weber en su obra, con este mismo título. En un sentido más oculto e incluso hermético, están las explicaciones de Jacquelin Kelen que en su obra Une robe de la couleur du temps, analiza los cuentos de Perrault, de los hermanos Grimm y de Andersen como distintos aspectos del viaje del alma hacia su patria original, evitando las explicaciones morales y psicológicas. Pero Emm. D’Hooghvorst es el único, que yo sepa, que ha dado un comentario totalmente hermético a estas historias convirtiendo el cuento en una enseñanza cabalística o alquímica, semejante a las que, a veces, aparecen en los tratados de alquimia y que describen las operaciones de un modo simbólico, pero totalmente ajustado a los procesos alquímicos. Se dice que la alquimia parte de lo que aún no es para llevarlo al ser, y las aventuras y peligros de este viaje es lo que se relata también en las leyendas alquímicas como, por ejemplo, la que se refiere a Nicolas Flamel. Querría ahora hacer un inciso para referirme a los cuentos tradicionales, es decir, aquellos que forman parte de las enseñanzas de una tradición, aunque, a veces, el mismo cuento se ha utilizado en varias tradiciones con pequeñas variaciones, como el cuento que viene a continuación que pertenece tanto a la tradición musulmana como a la judía: «Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no era como todas; porque esa mañana vio a la Muerte en el mercado y porque la Muerte le hizo un gesto. Aterrado el criado volvió a la casa del mercader. ‐ Amo ‐le dijo‐, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán. ‐ Pero ¿Por qué quieres huir? ‐ Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza. El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo; y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán. Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte. ‐ Muerte ‐le dijo acercándose a ella‐, ¿Por qué has hecho un gesto de amenaza a mi criado? ‐¿Un gesto de amenaza? ‐contestó la Muerte‐ No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque hoy en la noche debo llevarme en Ispahán a tu criado.» Los cuentos tradicionales son una puerta extraordinaria para para profundizar en una tradición. De la tradición judía, por ejemplo, tenemos los llamados cuentos jasídicos que Martin Buber recogió en varios volúmenes y que son una maravilla como el cuento que viene a continuación de un niño que quería jugar al escondite para que lo buscaran: : “Iejiel, el nieto de Rabí Baruj, jugaba una vez al escondite con otro niño. Se ocultó muy bien y esperó a que su compañero de juegos lo encontrara. Después de aguardar largo tiempo salió de su escondite, mas no vio a su camarada en parte alguna. Entonces comprendió que éste en ningún momento lo había buscado. Esto lo hizo llorar, y llorando corrió hacia su abuelo y se quejó de su desleal amigo. Entonces los ojos de Rabí Baruj se llenaron de lágrimas y murmuró: “Dios dice lo mismo: Yo me escondo, pero nadie quiere buscarme” U otro respecto al hijo de un rey que fue desterrado, que se parece muchísimo al argumento del Canto de la Perla, aunque con un final distinto, y que dice así: “El hijo de un rey se rebeló contra su padre y fue desterrado. Pasado un tiempo el rey se apiadó de su hijo y mandó por él. Tras una larga búsqueda fue hallado por uno de los mensajeros, muy lejos de su patria. Estaba en la posada de una aldea, vestido con una camisa harapienta y danzando descalzo en medio de los campesinos borrachos. El cortesano le saludó y le dijo: Tu padre me ha enviado a preguntarte qué es lo que deseas. Cualquier cosa que anheles, está dispuesto a concedértela. El príncipe comenzó a llorar. ¡Ay!, exclamó. ¡Si tan sólo pudiera tener algo de ropa abrigada y un par de fuertes zapatos!” Así es, agregó Rabí Búnam, cómo nosotros nos lamentamos por las pequeñas necesidades de cada hora y olvidamos que la divina Presencia está en el exilio. Muchos de los Cuentos de las mil y una noche son un ejemplo de relato hermético, sin ir más lejos el cuento de la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones. Otra tradición de cuentos muy famosos son los cuentos zen, que siempre sorprenden: “Hyakujo convocó a sus monjes, pues quería enviar a uno de ellos como encargado de su nuevo monasterio. Poniendo una jarra llena de agua en el suelo, preguntó: «¿Quién puede decir qué es esto sin llamarlo por su nombre?» El monje jefe, que esperaba ser el designado, respondió: «No puede decirse que sea un zueco». «No es un estanque, pues puede ser transportado», dijo otro monje. Isán, el monje cocinero, que estaba cerca, se acercó, hizo caer la jarra de un golpe y se marchó. Hyakujo sonrió y declaró: «El monje cocinero será el maestro del nuevo monasterio”. Por último, quisiera referirme de nuevo a los relatos o fábulas que aparecen en los tratados de alquimia y que emplean un lenguaje distinto que el de los tratados, como si fuera una historieta de reyes y héroes pero que se refieren a las disoluciones y las coagulaciones, a las muertes y a las resurrecciones. Y en este punto vamos a penetrar propiamente en el tema, la vida oculta es la vida hermética, la que, como Hermes, reúne la tierra con el cielo, nada tiene que ver con temas sociales, ni morales, ni éticos, ni psicológicos, hasta podría decirse que tiene poco que ver con la espiritualidad, tal como se entiende normalmente. La vida oculta no se aprende, se conoce, es decir, sería nacer a un universo oculto e impenetrable pero tan real, de hecho, más, que el que podemos ver. Para penetrar en este universo se necesita de una iniciación, de una muerte y un nuevo nacimiento, una palingenesia, y según parece esto no se obtiene poco a poco, no, es la virtud de un instante y es un antes y un después. En las tradiciones del libro, a esta experiencia se la llama la bendición. Precisamente el Corpus hermèticum, comienza con esta experiencia, cuando a Hermes en un estado de éxtasis, se le aparece Poimandrés, el pastor de hombres: Cierta vez que me había puesto a pensar en los seres, absorta la imaginación en las alturas del pensamiento, agarrotados los sentidos como quien duerme profundamente después de una copiosa comida o de un agotador ejercicio corporal, me pareció que un ser inmenso aparecía, de talla incomparable, que me llamó por el nombre y me dijo: -¿Qué quieres oír y ver, qué quieres entender y conocer en tu mente? -¿Y tú quién eres?, le dije. -Yo soy Poimandres, respondió, el Nous del Poder Supremo: sé lo que buscas, y en todas partes estoy contigo. -Quiero aprender sobre los seres, le dije, y entender su naturaleza, y conocer al Dios. ¡Oh cuánto quisiera que alguien me enseñara sobre estos temas! -Guarda en tu mente lo que quieres aprender que yo te enseñaré. Sin esta experiencia, la vida oculta no puede manifestarse, ella es la que guiará al iniciado, quizá por eso casi nadie habla de ella, porque casi nadie la conoce. Es la misma que tuvo Jacob en su sueño, cuando descubrió que en el lugar terrible estaba su Señor. En el Mensaje reencontrado se dice: “La muerte expulsa a la muerte y hace aparecer la vida oculta” (MR II, 58) Un resumen excelente de lo que intentamos decir. Ja vimos la interpretación cabalística del cuento de Riquete el del copete” ahora me gustaría proponer unas interpretaciones de otros cuentos que parecen muy semejantes, para intentar darnos cuenta de la diferencia. El primer cuento es Barba azul, ya conocemos el cuento, pero lo que se olvida es que trata de una realidad que se ignora totalmente y que es la caída del alma, la salida del paraíso hacia este bajo mundo. Se dice que los cuentos son la tradición popular, pero esto es una tontería, siempre en el origen de cualquier enseñanza verdadera, está un sabio. En primer lugar, hay que fijarse en el color de la barba del rico señor, es azul y el color azul es un color ambivalente, en francés se dice miedo azul, refiriéndose a un gran miedo, pero también es el color de la Virgen pues representa la pureza, los ocultistas hablaban de un azul oscuro cuando se referían a Satán, y las brujas veían el cuerno brillante del diablo de color azul. Así pues. El azul, pues, es señal de terror, pero, atención, es también el color de la primera visión, los hebreos lo denominan tekelet, es el color que se teñía precisamente en Lutz, el lugar terrible que Jacob descubrió al despertar de su sueño y que después se convirtió en Betel, la casa de Dios, y del que habló Raimon Arola en la sesión pasada. Es el lugar de la encarnación. Tekelet es también como se llama al azul de los hilos del chal de plegaria de los rabinos, se dice que es en recuerdo de todos los mandamientos, todos, COL, los seres humanos tienen mucho, tienen una parte, pero el sabio tiene los dos extremos, lo tiene todo. Como la Sibila le dijo a Eneas, es fácil bajar a este lugar, lo difícil es salir de él, si no vas acompañado como Dante por Virgilio o por algún maestro, no se puede salir, imaginemos si es interior y secreta la vida que se oculta en este lugar, imposible de profanar. Se trata de un lugar infernal, de un fuego devorador, de un hambre insaciable. Este mundo no es idílico, pero penetrar en el otro tampoco. Adentrarse en el bosque para visitar a la abuela, la naturaleza oculta, no está al alcance de cualquiera, Caperucita, por ejemplo, es una rústica, no está instruida de los peligros del bosque, no sabe de la existencia del lobo, que según D’Hooghvorst es la imagen de la primera materia oculta en la naturaleza, antes de su purificación. Es un fuego condenado que la acaba devorando. En Barba azul se habla de este fuego que se casó con una joven inocente, el espíritu, hubo una unión entre el cielo y la tierra, pero el cuento no acaba aquí… La jovencita enseguida quiso conocerlo todo, sin un guía, sin un hilo azul. Y, lo conoció, penetró en el secreto del del fuego azul sola, en el lugar prohibido al final de la escalera. Suerte que una hermana suya, Hanna, que en hebreo quiere decir gracia, escuchó sus plegarias y bajó en su ayuda. En los tratados de alquimia se dice: “Y la hermana ayudará a la hermana…” Sin la gracia, este lugar es el infierno, con ella este fuego deviene el que conduce la obra. INRI. Kelen dice que el sentido de este cuento es el descubrimiento de la muerte que espera a quien no se preocupa por su alma, la esposa de Barba azul es esta alma que tiene la experiencia de la muerte y se da cuenta de que debe pedir la ayuda de la gracia (Hanna) para obtener su salvación y poder volver a su patria original, el cielo. Ambos comentarios se parecen, pero en este último caso se ha perdido el sentido de la vida oculta, el peso de las palabras propio del hermetismo. El segundo y último ejemplo será el cuento de la Piel de Asno. En este caso la interpretación de Jacqueline Kellen se parece a la de Emmanuel d’Hooghvorst, ella habla de la luz de la Sabiduría representada por la princesa que se esconde bajo la piel de un asno. Nadie la reconoce excepto quien tiene la revelación de su belleza, el príncipe, éste la busca y la persigue hasta hacerla su esposa. Hay una sentencia hermética que dice: “El semejante busca a su semejante y se une con su semejante”. D’Hooghvorst le da casi el mismo sentido, explica que siempre es la misma historia, este INRI mal dicho, no bendecido, que quiere casarse con la dama del cielo, la más hermosa. En otros cuentos, cuando se queda viudo, lo que sucede cuando se encarna, se casa con una madrastra, pero aquí no se conforma y quiere a la dama del cielo, representada por la hija. Todo ello crea un lío que obliga a la hija a marchar lejos de este fuego, pues no es el fuego de la ira que consume y no madura el que se casará con la princesa, sino otro, o el mismo, rectificado y pacificado representado por el príncipe. Entretanto la princesa se hace con tres vestidos, cocidos por su padre, uno de color del tiempo, azul, otro de plata y un tercero de oro. Finalmente se apodera también de un asno mágico que proporcionaba todas las riquezas a su padre, la riqueza del cuerpo. La piel de este pobre animal la acogerá durante el tiempo de la obra, será su escondite. Dice D’Hooghvorst al respecto: “El pensamiento del cielo que el asno acoge y cuece en secreto” y luego en relación al hecho de que estos vestidos solo puedan ser vistos en una pequeña habitación al final de una escalera, ¡ay no! al final de un pasadizo, explica: “La opacidad de la materia terrestre enmascara el pensamiento celeste, o mercurio descendido del cielo”. Es precisamente en esta pequeña habitación donde la descubrirá el novio y se quedará prendado de ella. Pero, ¿quién es el novio? D’Hooghvorst es aquí tan hermético como cualquier alquimista y dice: “Un pueblo necio perdió este bendito arte de Helías, pero el baño secreto en Mercurio, por fin lo hace volver… despósate pues azufre de oro …” En fin… pero lo que un alquimista oculta otro lo manifiesta, por eso, aunque no se entienda hay que leer los tratados de alquimia. Por ejemplo, dice el Cosmopolita: “Toda nuestra operación no debe ser otra cosa que aprender a extraer el azufre del cuerpo de los metales mediante el cual nuestra plata viva (o mercurio) se congela en oro en las entrañas de la tierra” Y otro, llamado Filaleteo escribió: “Cuando se humedece la tierra de los filósofos, se hincha y finalmente se rompe. Entonces asciende el azufre celeste liberado de su infierno.” El azufre, un derivado del fuego, que no está irritado, sino que ha sido pacificado. El caso es que el príncipe azufre y la princesa mercurio después de múltiples coagulaciones y disoluciones, se casan perdidamente enamorados, pues son de la misma naturaleza, de hecho, son hermanos, y como dice D’Hooghvorst “En esta obra solo hay que cocer, pero con el fuego de los filósofos, INRI, su único agente”. En los cuentos se empieza mostrando a Isis y a Osiris separados, y reencontrándose al final, cuando la naturaleza del fuego se ha renovado íntegramente. El fuego del infierno no engendra nada, se ha de pacificar con el mercurio de la bendición. En el Mensaje se dice: “Sólo la gracia divina hace florecer nuestra vida oculta y sólo el amor del Señor la fija en la eternidad.” (MR 7, 64), por eso resulta perverso pensar que con nuestro esfuerzo consguiremos separar lo puro de lo impuro y penetrar en la vida oculta… como hemos visto, eso no pasa ni en los cuentos. La entrada El pensamiento hermètico en los cuentos de hadas se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en frasco@menadelpsicologia.com / Tfno. & WA 607725547 Centro MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo #Psicologia #MenadelPsicologia #Clinica #Tradicional #MijasPueblo *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Resumen de la novena sesión del «Seminario del Pensamiento Hermético», a cargo de Lluïsa Vert, que tuvo lugar en el Ateneu barcelonès el día 11 de noviembre de 2022.
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