EL FULGOR En la iniciación, la decisión del Rey hizo un trazo en el fulgor superior, una lámpara de centelleo, y allí surgió en los nichos impenetrables del misterioso ilimitado un núcleo informe incluido en un anillo, ni blanco, ni negro, ni rojo, ni verde, ni de color alguno. Cuando tomó las medidas, modeló colores para mostrar adentro, y dentro de la lámpara surgió cierto efluvio, que abajo llevaba impresos colores. El Poder más misterioso envuelto en lo ilimitado, sin hendir su vacío, permaneció totalmente incognoscible hasta que de la fuerza de los golpes brilló un punto supremo y misterioso. Más allá de ese punto nada es cognoscible, y por eso se llama Reschit (comienzo), la expresión creadora que es el punto de partida de todo (1). Nos enseña la Tradición que el Uno es la manifestación simbólica de la Unidad metafísica. Su representación geométrica es el punto; éste se revela como adimensional y por tanto indivisible. Es también inaprensible y su existencia es percibida en el desarrollo de sus indefinidas posibilidades de manifestación, ya sea en la geometría plana o volumétrica. En una nota del libro El simbolismo de la Rueda de Federico González se nos dice con respecto a la Unidad: La unidad sería, a la inversa de lo que estamos habituados, el mayor de los números, puesto que los contiene a todos. Cuanto mayor la cantidad numérica, mayor es la fragmentación o división de la energía simbolizada por la unidad. Lo pequeño es lo más poderoso (2). Estableciendo las analogías correspondientes podemos advertir que el punto es el germen de toda forma geométrica porque las contiene potencialmente a todas en sí mismo. Con el primer movimiento del Uno aparece el primer trazo o línea. Nos dice Nicolás de Cusa (3) que la línea es la evolución del punto, expresando de este modo su voluntad de manifestarse, o la acción creadora del principio. La línea es el ser continuo del punto, y su cualidad es su capacidad de ser divisible. De un modo simple consta al menos en su trazo de dos puntos y de allí en más su progresión es indefinida. Simboliza la primera polarización del principio, el punto reflejándose a sí mismo, la alteridad con que comienza todo movimiento, la dualidad a partir de la cual se establece la lucha interna de las corrientes de energías cósmicas y que da lugar a lo activo-pasivo, esencia-sustancia, cielo-tierra, según qué punto de vista adoptemos; e independientemente de éste, su reposo se halla en el punto medio o central, lo que equivale al retorno al origen, así consideremos que el punto es inmanente y constitutivo de toda construcción o transcendente como principio no dual del binario. Leemos sobre estas ideas de inmanencia y trascendencia en el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Inmanencia”: La piedra imán de la trascendencia es llevada por mediación de las estrellas a su origen y fin. La trascendencia es activa y generativa mientras la inmanencia es femenina, oscura y fría. Las dos expresan la misma forma que toma la Unidad al polarizarse. La trascendencia es por lo más alto, la inmanencia es la potencia de los elementos combinados del mundo que atrae y es atraído a su opuesto una y otra vez. Obsérvese bien que lo trascendente tiene como paredro a lo inmanente y no a lo intrascendente. Las corrientes catárticas de las energías de la tierra reclaman el coito del cielo, mientras éste se conjuga con ella en un abrazo de amor (4). Este “abrazo de amor” es representado por el triángulo, la primera figura plana. El triángulo equilátero simboliza la identidad de los principios masculino y femenino emanados de un origen único. Recordemos que el punto es en realidad indivisible y que la forma geométrica del triángulo es una expresión simbólica de la Unidad indisoluble que para manifestarse necesariamente ha de polarizarse en objeto y sujeto de conocimiento. Constituye por ello la primera expresión de la Naturaleza divina, y se revela como Amor. Es también el origen del orden cosmogónico y por tanto de las ideas de proporción y armonía, al revelar el pensamiento de la inteligencia creadora. Queda claro, como hemos enseñado, que el tri-uno o triángulo equilátero es un símbolo imaginario de la Santísima Trinidad, en el que se representa a Dios Padre por la Unidad, al Hijo por la Igualdad y al Espíritu Santo por el Amor y la conexión de ambos, y tampoco se le oculta a Trismegisto, aunque ignoro la intención que le movía cuando dijo: –La unidad engendró a la unidad y sobre sí misma reflejó el ardor–. Luego por la unidad surge el Padre, por la unidad engendra el Hijo y por el reflejo del ardor el Espíritu Santo, que se denomina amor y fuego. (…), la gran multitud de las cosas creadas se funden en el triángulo como en su arquetipo. Incluso el mismo Platón parece que se refería a esto cuando dijo: –Afirmo que este mundo sensible procede del triángulo arquetipo–. Con ello dio a entender que todas las cosas parecían estar marcadas con un cierto sello de la divinidad, por lo que la misma naturaleza quiso hacernos partícipes de tan gran misterio a través de los clarísimos signos impresos en todas las cosas: si consideramos toda la naturaleza como algo perfecto, indudablemente estamos obligados a confesar que es trina por los evidentes indicios que ofrece: al ser toda creatura obra reflectante del fulgor divino del tri-uno Creador, claramente demuestra que lleva en sí impresos los vestigios de la divina perfección y de la Sagrada Trinidad … (5) El cuaternario, que signa toda la creación, surge del punto central del triángulo equilátero, o sea del punto central del ternario, que puede ser visto como la proyección del vértice superior de un tetraedro sobre su base. El triángulo primordial contiene, pues, en sí mismo y potencialmente, la idea del cuaternario y de la aparición de lo volumétrico, cuya primera figura es este primer sólido regular, que expresa la idea de la unidad en otro nivel; el cuatro surge de la Unidad implícita en la tríada, o sea que es la propia unidad desplegándose en el plano de la creación, que la Cábala denomina Beriyah. Y es este punto central del triángulo que extendido es el eje central o axis mundi el que constituye para todos los mundos el centro, receptáculo del "fulgor divino" que es irradiado en todas direcciones dando lugar a la plenitud del Cosmos, una construcción perfectamente organizada, obra del Dios geómetra. Notas 1 Zohar, Bereschit, Génesis I. Ed. Sigal, Buenos Aires, 1977. 2 Federico González, El Simbolismo de la Rueda, Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016. 3 Nicolás de Cusa, Dialogus de ludo globi. El juego de la Bola. Ed. Eunsa, Navarra, 2015. 4 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Inmanencia”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. 5 Athanasius Kircher, Aritmología. Ed. Breogán, Madrid, 1984. - Artículo*: Letra Viva. Una Utopía Hermética - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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