LA PUERTA La ROSALEDA de la Sabiduría se adorna con miles de flores, pero fuertes cerrojos cierran siempre su puerta. Su única llave es, para el mundo, cosa vil; si no la tienes, es como si quieres correr sin piernas. En vano afrontarás las alturas del Parnaso, tú, que apenas te mantienes en pie en terreno llano (1). Traspasar el umbral de una puerta es pasar de un espacio a otro, de la intemperie salvaje a la protección ordenada. Esto es claro en el caso del templo donde ese traslado va de lo profano o exterior, a lo sagrado o interno. Este es un símbolo fundamental de lo que significa el paso de un mundo a otro mundo, de un estado a otro, y por lo mismo vinculado directamente con la iniciación (2). El iniciado, al abrir esa puerta, se adentra en los misterios de la vida, del cosmos, y comienza a estudiar y profundizar sus leyes, sus ciclos, a verlos como símbolos que nos están hablando de nosotros mismos, ya que el hombre es un pequeño cosmos en miniatura y conociendo el cosmos, el universo, es que puede conocerse a sí mismo. Como bien nos lo enseña Federico González en Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, ahí está todo; cada acápite es una contemplación, una profundización de lo que quiere decir todo este universo, y promueve la posibilidad de volver al centro, al origen. Así, tomando como soporte el símbolo del círculo, cogemos un compás y a partir de una hoja en blanco que representaría el No-Ser, marcamos un punto, que sería la primera afirmación o determinación de las posibilidades de Ser y desde ese punto inmóvil se traza con el brazo móvil la circunferencia formando un círculo, figura geométrica que nos habla de nosotros mismos. En ese punto central está todo contenido, desde él se despliega el universo y a él vuelve a concentrarse, como el aspir y el expir de la respiración, estando el hombre simbolizado por el radio que une cielo y tierra, centro y periferia. La circunferencia representa la tierra, la concreción material, lo que percibimos por los sentidos, lo que con frecuencia nos confunde, la ilusión, lo efímero y es aquí donde empieza el trabajo con uno mismo; pues es al hombre a quien se le da esa posibilidad de unir, de “tomar conciencia de este papel y a través de él, es el universo el que se hace consciente de sí mismo” (3). Todo nos está hablando, el universo habla, habla con formas como es el caso de la geometría, con sonidos, como la música, con la palabra “o sea que el Verbo se hizo letra viva en nosotros” (4). Sólo hay que parar, vaciarse de densidades, vaciar la copa, para poderse llenar, sí, llenarse de estas ideas universales, que no son inventadas, sino que son transmitidas por hombres y mujeres de conocimiento y recibidas en el interior de uno mismo, en el corazón –al igual que todos esos iniciados que las han reconocido y se han dejado empapar–, ya que es la única manera de salir del laberinto de la mente, que no nos lleva a nada, únicamente a una reiteración huera, donde siempre es lo mismo, donde uno no se puede liberar, donde se está encadenado a las formas y no se puede penetrar en ese punto inmóvil, sino que uno se queda dando vueltas y vueltas en la circunferencia, sin poder salir del Samsara, que es ... el ciclo indefinido del rodar de la vida sujeto a la ley del Karma y la impermanencia de todas las cosas. Según el hinduismo y el budismo la forma de salir de esta prisión es el Nirvana, la culminación del proceso de Conocimiento en el No Ser (5). También la rueda y todas las figuras geométricas contenidas en esta matriz están relacionadas con los números naturales, que se sintetizan en la serie del uno al nueve, ya que todo el universo está concatenado, vinculado entre sí por fuerzas invisibles, que también lo conforman a uno. Contemplando desde el centro, que estaría representado por el número 1, se vive la realidad de la maravilla del mundo, de la Utopía, Género literario inaugurado por Tomás Moro cuya raíz etimológica (U- topos) significa ausencia de lugar, simbolizando la inexistencia de lo que está más allá del espacio, lo que carece de lugar y por lo mismo de tiempo. Imagen de la ciudad celeste es, pues, una organización casi imposible de alcanzar por las limitaciones humanas, aunque real en otros espacios o mundos relacionados con las ideas (6). El dos sería ese centro desdoblándose para conocerse a sí mismo, y haciendo posible toda la manifestación, pues “... desde el punto de vista manifestado, esta dualidad está presente en toda la creación: noche y día, cielo y tierra, vida y muerte, luz y oscuridad, macho y hembra, bien y mal, se encuentran en el génesis mismo del acto creacional, y a partir de allí toda manifestación es necesariamente sexuada” (7). Y esas dos fuerzas se conjugan, equilibran y originan en el número tres, del que también podemos decir que “en la dualidad cielo-tierra, el tercer elemento es el hombre verdadero (el Hijo) que los une conjugando así lo material y lo espiritual. (...) “Lo que produce inmediatamente la aparición del 4 en cuanto a que todo el proceso genera el cuadrado como forma de gran estabilidad, según ya sabemos. Que sumada a su centro nos da el cinco (número conyugal), y los múltiples agasajos que en él se participan. La misma historia cuando referimos estos al 6, así como con el 7 y el 8 y el 9, y vete a casa” (8). Así que los números no sólo sirven para contar como cree el hombre de hoy en día, sino que son cualidades del Ser, como ya sabían los hombres de conocimiento, por eso los estudiaban en las escuelas de pensamiento, tanto los egipcios, los pitagóricos y los neoplatónicos, llegando hasta nuestros días. “Según los pitagóricos todas las cosas se sintetizan en los nueve primeros números; éstos a su vez pueden resumirse en los tres primeros; y ellos están contenidos en la unidad” (9). Cada uno, además, se corresponde con un trazado geométrico. En las siguientes imágenes están expresadas algunas de estas ideas. El centro representa el espíritu, el cielo y kether (en el Árbol de la Vida Sefirótico). El radio representa el alma, el hombre (cuando el hombre o el alma están desconectados de ese centro se cae en el olvido de lo que somos en realidad y nos vemos como “unos tristes mierdas de origen divino”); y el límite de la circunferencia, lo que delimita el compás, sería el cuerpo, la tierra y Malkhuth (en el Árbol de la Vida Sefirótico). Así son las leyes que rigen el cosmos, por eso se dice que cada día es como el primer día de la creación, porque todo hay que volverlo hacer de nuevo –lo mismo que el sol con cada amanecer–, recorriendo el Árbol de la Vida pasando por todas las sefiroth, desde Malkhuth a Kether y desde Kether a Malkhuth, estando concentrado en ello. Y no dejarse llevar por esos giros de la rueda, por ese movimiento inconsciente, que es propio del hombre viejo. Uno está llamado a ser un artista, un geómetra, uniendo cielo y tierra, construyéndose a sí mismo, como un escultor, dando forma a la piedra bruta con sus únicas herramientas; el mazo, que manejará con destreza, y el cincel con el que irá moldeando esa piedra, dándole forma hasta obtener una figura, que crea con sus propias manos e intelecto. Hacer una obra de arte con nosotros mismos, partiendo de lo que tenemos, los sentidos, pero no quedándonos ahí. Hay que traspasar las formas, y gracias al conocimiento –y a una facultad suprahumana que anida en nuestro interior, la intuición intelectual–, e ir esculpiendo esa obra con suma paciencia hasta obtener el brillante. Pero para ello se requiere dedicación, estudio, meditación, para no volver a caer en el olvido que es propio de esta sociedad, del mundo moderno que ha cortado sus raíces con el origen, lo que es propio de este momento del ciclo en que nos encontramos, el final del Kaly-Yuga, o sea de la Edad de Hierro. Y como bien se dice en el frontispicio de la academia de Platón, y en el tema que estamos tratando “Que nadie entre aquí si no es geómetra”, es fundamental conocer y profundizar en las artes liberales. Siete disciplinas que aglutinaron el saber de la época, y a las que se dividía de la siguiente manera: Gramática, Dialéctica (a veces sustituida por la Lógica), Retórica, Aritmética, Geometría, Música y Astronomía. Las siete artes liberales representaron la columna vertebral en torno a la cual giraba el conjunto de la vida cultural de la sociedad medioeval. Y cuando decimos cultural no nos estamos refiriendo sólo a la actividad intelectual y especulativa, tal y como se impartía en las universidades y centros escolásticos que existían en las más importantes ciudades de Europa cristiana, sino en la propia actividad manual y operativa ejercida en los colegios, talleres y corporaciones artesanales. ... se llamaban “liberales” porque como decía el gran rey español, Alfonso X el sabio “quieren totalmente libre de todo otro cuidado y estorbo al que deseaba aprender”, es decir, que se necesita una plena y total dedicación a su estudio e investigación (10). Somos iniciados y estamos en activo, muriendo y renaciendo a cada momento, estudiando pacientemente todos estos textos sapienciales y llevándolos a cabo. No somos místicos que esperan que todo les llegue del cielo, creyendo que su “devoción” y “fervor” religioso les solucionará la vida, es decir, manteniendo una actitud pasiva. LA TABLA ESMERALDA 1. En verdad, ciertamente y sin duda: Lo de abajo es igual a lo de arriba, y lo de arriba, igual a lo de abajo, para obrar los milagros de una cosa. 2. Así como todas las cosas proceden del Uno, y de la meditación del Único, también todas las cosas nacen de esta cosa Única mediante su emanación. 3. Su padre es el Sol, y su madre la Luna, el viento lo llevó en su vientre, y su nodriza es la Tierra. 4. Es el padre de las maravillas del mundo entero. 5. Su fuerza es perfecta cuando se convierte en tierra. 6. Separa la tierra del fuego, y lo fino de lo grueso, suavemente y con todo cuidado. 7. El sube de la Tierra al Cielo y de allí vuelve a la Tierra, para recibir la fuerza de lo de arriba y de lo de abajo. Así poseerás la luz de todo el mundo, y las tinieblas se alejarán de ti. 8. Esta es la fuerza de todas las fuerzas, pues domina a todo lo que es sutil, y penetra en todo lo sólido. 9. Por tanto, el mundo pequeño está hecho a semejanza del mundo grande. 10. Por ello, y de este modo, se realizarán aplicaciones prodigiosas. 11. Por eso me llaman Hermes Trismegisto, pues yo poseo las tres partes de la sabiduría universal. 12. Terminado está lo que he dicho de la obra del Sol (11). Notas 1 Michael Maier, La Fuga de Atalanta. Ediciones Atalanta, Girona, 2007. 2 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Puerta”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. 3 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS Nº 25-26, Barcelona, 2003. 4 Federico González Frías, Rapsodia. Ed. SYMBOLOS, Barcelona, 2015. 5 Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Sâmsara”, op. cit. 6 Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Utopía”, ibíd. 7 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, op. cit. 8 Federico González Frías, Rapsodia, op. cit. 9 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, ibíd. 10 Ibíd. 11 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: ”Esmeralda”, ibíd. - Artículo*: Letra Viva. Una Utopía Hermética - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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