Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

viernes, 30 de junio de 2017

Las artes y ciencias herméticas, una simbólica liberadora - Letra Viva. Una Utopía Hermética

LAS ARTES Y CIENCIAS HERMÉTICAS, UNA SIMBÓLICA LIBERADORA El hombre especialmente recibe con más intensidad que ningún otro ser terrestre el ritmo pulsatorio de la existencia, lo cual, en un sentido, lo convierte en el más capaz de reproducirlo. De naturaleza musical está hecha el alma humana y su inteligencia, ya que son ellas las que captan las sutiles relaciones entre las cosas; la maravillosa articulación que a todas las mantiene unidas, con sus matices, en un todo indivisible que se va revelando a medida que la unidad y la armonía se imponen a nuestro caos particular (1). El origen de las Ciencias y las Artes herméticas es sagrado, pues a través de ellas se revela la Sabiduría y por tanto la posibilidad de ser. Ser uno con lo conocido. Vienen en nuestro auxilio a rescatarnos del olvido y la ignorancia que conlleva, pues su mensaje proviene de principios metafísicos e Ideas eternas – que nos conectan con nuestra realidad esencial y espiritual–, siendo nada menos que las Musas sus patrocinadoras y “su invocación una de las prácticas teúrgicas de mayor importancia en Occidente” (2). Ellas cantan y danzan al compás de la lira que tañe Apolo (3), regalo de Hermes –inventor de la música– (4), los secretos de la Cosmogonía; los misterios de la generación y gloria de los dioses, sus gestas míticas y ejemplares, así como las protagonizadas por los héroes librando la batalla purificadora y regeneradora del viaje iniciático, donde el alma recupera su inmortalidad. Las “Olímpicas” despiertan en nuestra alma una emoción intelectiva que vibra al reconocer estos sones ancestrales y salvíficos, la memoria del Origen siempre actual. Pues, “así como la luz solar es un símbolo de la Luz Inteligible, hay un sonido no sensible que es la imagen del Logos, de la Palabra o Verbo creador, cuyos intervalos o proporciones encuentran su eco en el corazón del ser humano, vehiculando las enseñanzas que sólo las Musas otorgan, pues el Cosmos es la Música revelada al hombre” (5). Un lenguaje divino que revela la Verdad a través de la Belleza y Armonía universal. Esta es la gracia del Arte Musical capaz por su propia naturaleza y sus valores intrínsecos de manifestar ayer, hoy y mañana, lo no manifestado, la perpetua posibilidad: aquello que, sin ser jamás, igualmente conforma el sonido paradigmático de la esperanza (6). Y desde el centro de nuestro corazón y su certeza nos hemos abierto al misterio inefable por lo que todo ha venido a Ser, implícito en la audición intelectual que promueve esta Enseñanza de la que Hermes, escriba, benefactor y heraldo divino, es el guía que nos lega todas las artes y ciencias para que podamos efectivizar los misterios de la vida, la muerte y la regeneración. Escuchar su llamado es abrirnos a la providencia, verdadera necesidad, pues su influencia espiritual es el influjo teúrgico y actuante que nos va conduciendo por ámbitos cada vez más sutiles del pensamiento, promoviendo siempre la liberación del alma, el vuelo hacia estados de la conciencia más que humanos; pues a medida que se va penetrando en el Conocimiento del Sí Mismo, uno se da cuenta que no es con nuestras fuerzas humanas que vamos a poder acometer tamaña aventura, que se hace necesario vaciarse constantemente apelando a lo más alto, la región del Silencio y el Misterio, el Dios Desconocido perennemente invocado y que el fuego del espíritu nos purifique, disolviendo cualquier pretensión de “saber” o creer ser “algo”, propiciando un estado de virginidad. Se nos dice y se ha experimentado, que todo emana de un punto invisible y tácito, indivisible e indistinto. Siguiendo a Pitágoras, este Uno no es un número sino el principio de todos ellos, la Idea que contiene todo lo determinado y que siendo inengendrada es sin embargo el origen de toda generación. Dicho misterio insondable que el cabalista llama Kether, no tiene necesidad alguna de salir de su mismidad e inmutabilidad, pero por razones que la mente humana no alcanza a comprender – aunque sí la luz del intelecto que fecunda su alma–, la Voluntad suprema “decide” conocerse en el gran espejo cósmico que llamamos Ser Universal. Dado que este gesto es de por sí inenarrable, el número acude en auxilio y actúa como mediador o puente entre lo que puede ser conocido y lo incognoscible de donde mana la posibilidad de la Manifestación en su sentido más amplio (7). “Todo es uno y uno es todo”, más allá de la Unidad no hay nada de lo que pudiera decirse que es algo. “Esta conciencia de Unidad es la meta primera de todo trabajo de orden esotérico e iniciático bien entendido” (8). “La Unidad, o Mónada divina, es el mayor de los símbolos porque sin ella sería imposible el pasaje hacia el No-Ser” (9). Paradójicamente la unidad aritmética, siendo la que tiene menor valor en la serie numérica es sin embargo el principio de todos los números, los contiene a todos puesto que ellos surgen por la adición o suma de ella misma. La Unidad lleva en sí la potencialidad de todo lo simbolizable como su representación geométrica; es el centro o punto indimensionado del que todas las figuras extraen su razón de ser. El centro es, ante todo, el origen, el punto de partida de todas las cosas; es el punto principial, sin forma ni dimensiones, por lo tanto indivisible, y, por consiguiente, la única imagen que pueda darse de la Unidad primordial. De él, por irradiación, son producidas todas las cosas, así como la Unidad produce todos los números, sin que por ello su esencia quede modificada o afectada en manera alguna (10). La Unidad, primera determinación del No-Ser, para manifestarse, para conocerse a Sí misma se polariza en el binario generando la tríada primordial. Estos tres primeros números expresan lo inmanifestado e increado y representan los Principios universales, realidad básica y arquetípica, perennemente actualizada que da nacimiento al Cosmos, a toda la Creación, simultánea con su origen increado, y cuyo despliegue estará siempre signado por la oposición y complementación de estas dos energías o corrientes cósmicas sexuadas, (ejemplificadas en las dos serpientes del caduceo de Hermes, cuya varita es un símbolo del Eje del Mundo), presentes en los distintos planos o mundos, y cuyas interrelaciones producen las constantes tensiones y luchas del concierto cósmico, pero que sin embargo, y atraídas por la fuerza reunificadora del Amor, se equilibran y armonizan permanentemente recreando la Unidad original, en cualquier nivel en que ello acontezca. Símbolo por excelencia de la conciliación de opuestos, donde se advierte la ilusión de la dualidad. Todos los números pueden reducirse a los 9 primeros números naturales. La Creación está simbolizada por el cuaternario, el número cuatro, geométricamente representado por el cuadrado, y por la cruz en su aspecto dinámico, que cuando gira en torno de su centro genera la circunferencia, que junto con su centro representa el denario. Como muestra la Tetraktys pitagórica, el cuatro como toda la Creación se reduce finalmente en la unidad, 4 = 1 + 2 + 3 + 4 = 10 = 1+ 0 = 1; expresión del vínculo que une la manifestación con su principio y viceversa. Los Pitagóricos juraban por la sagrada Tetraktys. Con veintidós signos o claves conocidas con el nombre de letras se completa un código que abarca la totalidad de las cosas que pueden ser nombradas, sin exclusiones ni omisiones posibles. Diez son los dígitos con los que se pueden obtener las indefinidas combinaciones de las posibilidades numéricas. Las letras son complementarias a los números como la geometría lo es a la aritmética. Conjuntamente definen a su manera las posibilidades de la forma en el espacio y el tiempo. Nada hay fuera del lenguaje salvo lo Innombrable. Un lenguaje es una estructura que revela la totalidad significativa y su significado significante. Es la expresión del Verbo hecho carne, encarnado. Todo lo manifestado configura un código o lenguaje, perfectamente legible y audible para quien quiera descifrarlo (11). Estas ciencias y artes cosmogónicas, sintetizadas en las Artes Liberales, siendo soportes de la realización intelectual, están íntimamente vinculadas con el Arte de la Memoria y con la alquimia espiritual, y se relacionan fundamentalmente con la Palabra. Las letras conforman palabras y la Palabra nos da la vida. Las tres primeras conforman el trivium: la Gramática, que se corresponde con la Luna, la Dialéctica con Mercurio y la Retórica con Venus. La palabra es inmortal, está siempre viva y por ello es que perpetuamente es actuante. Si se comprende, es curativa, porque nos lleva de continuo a la resurrección. Pero no es sólo ella su sentido, sino que su sonido es capaz de dar cuenta de un estado que se produce en nosotros (12). Y con el Número, el quadrivium: la Aritmética (Sol), la Geometría (Júpiter), la Música (Marte) y la Astronomía (Saturno). Los Números, como las letras, no son inventados, su revelación es no-humana y su verdadero sentido es entonces esotérico, cualitativo. Son símbolos de ideas universales, energías-fuerza en acción. Representan cualidades que ellos fijan, como las figuras geométricas – que son su representación espacial, el cuerpo del número–, y obedecen a leyes precisas y universales que fundamentalmente revelan conceptos metafísicos. El número y su geometría son otra “huella” del Misterio, un lenguaje arcano que habla de las medidas, módulos y proporciones con las que el geómetra divino ordena el Universo. Y así el asombro es permanente y el universo una obra prodigiosa y admirable, de invisibles trazos geométricos y aritméticos que el propio rito en sí va develando (13). De ahí que en el frontón de la Academia de Platón en Atenas estuviera grabada la conocida inscripción: “Qué nadie entre aquí si no es geómetra” (14). Todas estas Artes constituyen verdaderas claves simbólicas cargadas de ideas y energías mágico-teúrgicas que nos fecundan. Ellas nos enseñan a pensar y a establecer analogías entre los distintos planos o mundos simultáneos que conforman la realidad, en perfecta correspondencia con el ser humano (cuerpo, alma y espíritu) como vemos en el Árbol de la Vida sefirótico a través de sus emanaciones divinas, atributos de la deidad Una y Única, donde números y formas geométricas, letras y nombres, nos revelan la trama interna del universo y de nosotros mismos haciéndola inteligible, revelándose además su orientación polar, la posibilidad de la Liberación, su salida supracósmica. Pitágoras expresaba en su Discurso Sagrado que Orfeo dijo que la esencia de los números es el principio más providencial de todo el cielo, de la tierra, y de la naturaleza intermedia. Decía que el número es lo más sabio, y añadía que era hermosa la contemplación del cielo en su conjunto y la observación de los astros que se mueven en él, pero que ello se debía a la participación de la esencia primera e inteligible. La primera esencia era la naturaleza de los números y proporciones que se extienden a través de todas las cosas, de acuerdo con los cuales todo está armónicamente dispuesto y convenientemente ordenado (15). Siete son las Artes y Ciencias liberales y como vemos en el Árbol de la Vida sefirótico conforman una escala numénica y jerárquica. Una construcción interior e iniciática de 7 peldaños, las 7 sefiroth de construcción cósmica, en perfecta correspondencia con la escala planetaria y los Regentes que los gobiernan y con los 7 metales, los 7 días de la semana, las 7 notas de la escala musical. Siete son también las cuerdas de la lira que Hermes regaló a Apolo, como hemos recordado antes. Se lo representa geométricamente con el heptágono y la estrella de 7 puntas. El número 7, como el 4, expresa la Unidad a otro nivel: 7 = 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 = 28 = 2 + 8 = 10 = 1 + 0 = 1. Como lo hace igualmente la década, la totalidad cósmica, “paradigma creacional y consumación de la serie numérica que retorna al Origen”, pues 10 = 1 + 0 = 1. En el Árbol sefirótico, simboliza el descenso de Kether, la sefirah número Uno, al mundo de Malkuth, el “Reino”, la número 10; la Shekhinah o Inmanencia divina en todas las cosas, recipiente de las energías celestes; reflejo de la Unidad en el plano de la concreción material. Como dice el Zohar, el mundo subsiste por el Misterio. Igualmente la Iod, primera letra del Tetragramatón, YHVH, el Nombre Divino inefable, tiene valor numérico 10. “Esa primacía está indicada por su misma pequeñez, que evoca un punto, o un germen, simbolizando así la esencia indivisible, oculta y secreta de la divinidad” (16). La década, hijo, es la generadora del alma, vida y luz son unificadas y entonces nace el número de la unidad, del aliento vital. Así pues, según la razón, la unidad contiene la década y la década la unidad (17). Dicha arquitectura es realmente un lenguaje maravilloso cuya aprehensión está directamente vinculada a la intuición intelectual del corazón, sagrario del templo humano y sede de todas las teofanías. La música platónica de las esferas ilustra de manera perfecta esta concepción al describir el cosmos como una inmensa caja de resonancia que no hace más que amplificar unas energías virtuales hasta llevarlas a su concreción efectiva, para luego devolverlas a su origen, como chispas, destellos o reflejos transitorios de un arquetipo inmutable (18). Los secretos que estas Ciencias y Artes herméticas revelan, movilizan todo nuestro ser al conducirnos de lo conocido a lo desconocido, “reuniendo lo disperso”. Impulsan a la necesidad de “parar el tiempo”, concentrarse y vaciarse. Entregarse con fuerza y valentía, sin complicidades, librándose uno por entero, a través de la luz de la Inteligencia, la experiencia directa y la fuerza cohesionadora del Amor. El poder del símbolo siendo actuante transmuta nuestra alma habiendo comprendido que la “mayor obra de arte es la que cada quien puede realizar consigo mismo en el fondo de su corazón” (19), afinándose, siendo uno con la Voluntad del Principio. ¿Qué más operativo y mágico que la oración del corazón, la cual debida a una concentración en el meollo del ser humano que pronuncia la plegaria o invocación, se dirige al corazón del Ser Universal con el que pretende, y logra armonizarse? (20) La vida puede vivirse como un rito liberador, teúrgico, que recrea el mundo a través de nuestra actividad redentora, sumándonos al triple gesto de las Gracias, llevando a cabo todas las nupcias secretas. Y todo cobra su verdadero sentido. El mito se hace realidad, se encarna, actualizándose la idea-fuerza implícita en el símbolo. Y el alma no deja de perseverar en el vuelo vertical, atraída y conducida por el Misterio. Notas 1 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha. Revista SYMBOLOS Nº 25-26, Barcelona, 2003. 2 Federico González, Simbolismo y Arte. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2004. 3 Para los Pitagóricos Apolo presidía todas las Artes, “Numen de la Luz inteligible, la Armonía y la Belleza, era considerado una deidad de origen hiperbóreo, lo que lo ponía en relación con la Tradición Primordial”. Federico González y col. Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, op. cit. 4 “Es sabido que la música se propaga por el aire y las alas del caduceo mercurial representan esta idea, ya que la deidad transmisora se vale fundamentalmente de este medio para revelar sus mensajes, así como el viento anuncia las lluvias”. Federico González, Hermetismo y Masonería. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016. 5 Federico González y col. Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, ibíd. 6 Federico González, Simbolismo y Arte, op. cit. 7 Federico González y Mireia Valls, Presencia Viva de la Cábala II. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. 8 Federico González y col. Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, ibíd. 9 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. 10 René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada. Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1988. 11 Federico González, En el Vientre de la Ballena. Textos alquímicos. Ed. Obelisco, Barcelona, 1990. 12 Federico González, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, op. cit. 13 Mireia Valls, Mujeres Herméticas. Voces de la Sabiduría en Occidente. mtm editores, Barcelona, 2007. 14 “Para los Pitagóricos el Dios geómetra era el propio Apolo hiperbóreo, del que Platón dice que ‘geometriza siempre’, pues con sus rayos luminosos ‘mide’ la totalidad de la manifestación universal, extrayendo el cosmos del caos”. Francisco Ariza, “René Guénon y la Masonería” en Revista SYMBOLOS Nº 9-10, Barcelona, 1995. 15 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, ibíd. 16 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, ibíd. 17 Textos Herméticos, XIII-12. Extraído del Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, ibíd. 18 Federico González, Simbolismo y Arte, ibíd. 19 Federico González, El Simbolismo de la Rueda. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016. 20 Federico González, Simbolismo y Arte, ibíd. - Artículo*: Letra Viva. Una Utopía Hermética - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
 

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