Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

lunes, 24 de agosto de 2020

'El hombre eterno'. Juan Manuel de Prada

‘El hombre eterno’ Juan Manuel De Prada ANIMALES DE COMPAÑÍA Una amable lectora de XLSemanal me pide que le recomiende, entre todas las obras de G. K. Chesterton, la que juzgo mejor. Ante todo, quisiera prevenir a mi corresponsal contra multitud de libros antológicos que circulan por ahí, ofreciéndonos un Chesterton ‘expurgado’, según la conveniencia del antólogo (así, por ejemplo, los antólogos neocones y presuntamente católicos de Chesterton suelen prescindir de su pensamiento económico, lo mismo que sus antólogos progres y esnobs esquivan su faceta apologética). El mejor modo de asomarse a Chesterton sin mistificaciones es leer sus libros completos, tal como fueron concebidos originariamente, y rehuir en la medida de lo posible las antologías ladinas o hemipléjicas que tratan de colarnos gato por liebre, presentándonos un Chesterton loncheado y deshuesado al gusto diletante del antólogo. Y, entre todos los libros de Chesterton, me atrevo a recomendar El hombre eterno (1925), que no es un libro de teología, como su título parece sugerir; tampoco exactamente un tratado de filosofía de la Historia, ni un ensayo antropológico, ni una refutación del darwinismo. Siendo todas estas cosas a la vez, El hombre eterno es una mirada de águila, panorámica y penetrante, sobre el ser humano y su amistad con el Creador, que para hacerse todavía más firme fue sellada a través de la Encarnación. Escribiéndolo, Chesterton quiso rebatir un tostón pretencioso e infumable de H. G. Wells, Esquema de la Historia, en el que el célebre escritor fantacientíco se propuso demostrar petulantemente que el ser humano es el resultado aleatorio de la evolución; que Jesucristo no fue sino un hombre superior, al modo de Mahoma o Buda, cuyas enseñanzas luego degenerarían en religión; y, en fin, que las religiones (todas en general, pero muy específicamente la católica, que es la que de veras jode a los impíos) son incapaces de afrontar los retos del hombre moderno. Soliviantado por la lectura del bodriazo de Wells, Chesterton escribe este libro gozoso, incendiado de belleza, en el que nos propone su propio bosquejo de la Historia, ridiculizando las erudiciones de hormiga con que Wells pretendía legitimar sus hipótesis (erudiciones que, en gran medida, los avances científicos han probado falsas, o tornado obsoletas) y lanzando un par de tesis centrales: que el hombre no es fruto de la evolución, sino de la acción creadora divina; y que el hombre llamado Cristo era en verdad el Hijo de Dios. Para Chesterton, el hombre no es producto de una evolución, sino de una revolución, de un puro milagro (e importa un ardite que ese milagro haya sido instantáneo o que haya durado miles de años). Y para demostrarnos que la aparición del hombre es fruto de un milagro, Chesterton nos pide que reparemos en las pinturas que nuestros antepasados dejaron sobre las paredes de las cavernas. Esas pinturas rupestres no fueron realizadas por monos que estaban evolucionando hacia un estadio superior, sino por hombres como nosotros, pues el hombre es el único ser de la Creación que puede ser a un mismo tiempo creador y criatura. Las hipótesis evolucionistas envuelven esta verdad desnuda en una madeja abstrusa, todo lo verosímil o delirante que se quiera; pero nunca podrán negar que hubo un día en que un ser nuevo se puso a pintar en una cueva; un ser que, siendo muy cercano morfológicamente a un chimpancé o a un gorila, era a la vez el ser más diverso del chimpancé y el gorila, porque hacía algo que el chimpancé y el gorila nunca podrán hacer, por mucho que evolucionen. El arte es el rasgo exclusivo de la personalidad humana, el modo en que Dios distinguió al hombre con su predilección. En la segunda parte de El hombre eterno, Chesterton narra la segunda revolución de la Historia humana, que es la irrupción de un Dios que se hace carne. Y, además de ofrecernos una lectura pasmosa de la Navidad, glosa jocosamente todos los empeños modernistas por negar la divinidad de Cristo, a costa de presentarlo –al estilo de Wells– como el hombre más sabio y eminente que jamás haya pisado la Tierra. Pero ningún hombre eminente se proclama Hijo de Dios; sólo un orate al estilo de Calígula se le ocurre tal petulancia desquiciada. Conque, si Wells antes ha convenido que Cristo no es un orate, sino un hombre sabio y eminente, entonces… es que sin duda era el Hijo de Dios. El hombre eterno es un libro burbujeante de ideas felices, de pasajes inspiradísimos, donde la profundidad del pensamiento y las delicadezas paradójicas de la expresión se funden en una amalgama irrepetible, destripando todos los lugares comunes del pensamiento moderno (si el oxímoron es tolerable) que salen a su paso. De este modo, su lectura se convierte en un festín de la inteligencia para lectores curiosos y sensibles. La entrada ‘El hombre eterno’ aparece primero en XLSemanal. Artículo*: Juan Manuel De Prada Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos
Animales de compañía. 'El hombre eterno'. Juan Manuel de Prada.

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