LOS SILENCIOS DE DIOS Cuantas veces, al sentirnos acosados por los problemas de la vida, salud, económicos, de relación…, nos dirigimos a Él y nos encontramos con su silencio; parece que no responde. O al menos no responde como creemos que nos debería responder y con aquello con lo creemos que nos debería responder. Si es respecto a una enfermedad, su respuesta debería ser la salud; si es sobre la penuria económica, su respuesta debería ser que nos llegara el dinero en abundancia, y así sucesivamente. Si eso no ocurre, nos referimos a los silencios de Dios. El silencio también está presente en la Vía. Se muestra como un silencio distinto. Durante los tránsitos más íntimos en los que van desapareciendo las referencias reconocibles, mentales y sensoriales, el silencio se hace cada vez más intenso, más denso, unido a una soledad que sin embargo no duele por necesaria. La soledad ofrece un campo distinto de experimentación en donde toda interacción es con uno mismo: la imagen en el espejo. Si con los demás la “máscara” tiene su función, frente a uno mismo es inútil. Por ello, muchas veces la necesidad de darse a los demás lleva asociado el temor a mirarse en el espejo, el temor a la soledad, al silencio, el temor, en suma, a que Él pueda aparecer. No estamos acostumbrados al silencio; estamos acostumbrados a ese proceso de emisión-recepción basado en el factor excitativo como forma de comunicación. Estamos acostumbrados a la secuencia estimulo-reacción. A la mente tampoco le gusta el silencio; mientras está excitada, está ocupada, es decir, algo la ocupa, no está vacía. Sin embargo el silencio es en sí mismo un lenguaje. Un lenguaje que solo funciona por medio del vacío. El sonido no se propaga en el vacío, el silencio sí. También en el vacío pesa lo mismo una ligera pluma que un bloque de granito. Dijo el Maestro Doménico que “el silencio es el lenguaje de Dios”; tal vez sea así cómo Él nos habla. A veces puede surgir el vértigo si la mente se desboca: ¿qué hay en el vacío?, ¿nada?, ¿si está vacío no puede haber nada?, ¿tampoco identidad?, ¿en ese vacío “yo soy yo”?; ¿ese yo es el mismo yo que soy en la forma con la que me identifico? Preguntas que son solo palabras que emanan del mundo de las ideas, ¿hay ideación en el vacío? Otras veces he hablado del estado “no sé”, el estado en el que se van disolviendo los contenidos mentales que ocupan un espacio y es su disolución la que va dejando, por fin, el vacío. Artículo*: Sebastián Vázquez Más info en frasco@menadelpsicologia.com / Tfno. & WA 607725547 Centro MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo #Psicologia #MenadelPsicologia #Clinica #Tradicional #MijasPueblo *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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