Grumete – Después de tantos años ya no recuerdo el puerto del que partimos, y desconozco dónde y cuándo arribaremos. Casi podría decirle que he perdido la noción de quien soy, o creía ser. Capitán – ¿Acaso te quejas? Pero si no sabemos nada, por eso surcamos el gran océano, para recuperar la memoria. Grumete – Perdón por la confianza, pero tengo una vida fuera del barco, o soñé tenerla. ¿Por qué nos embarcamos? Capitán – Vivir no es necesario, navegar es necesario. La vida no tiene ninguna orientación si no está concebida como una aventura en pos del Conocimiento. Grumete – O sea, para vivir la paradoja de la inmovilidad mediante el movimiento. Entonces ¿Cuál es la hoja de ruta? Capitán – Pero si lo acabas de nombrar, vamos en busca de Utopía. Grumete – ¿Pero cómo llegaremos? Aquí solos, en la inmensidad del océano, sobre unos maderos y nada más. Capitán – Querido nauta, estas tablas tan bien ensambladas constituyen nuestra Arca Hermética, un modelo cósmico que siempre se está construyendo, los mejores artesanos colaboraron en esta empresa, una obra verdaderamente original, pues sólo los que han ligado con el origen pueden participar del mismo. Grumete – Sí, recuerdo algunos de sus nombres: Pitágoras, Platón, Proclo, Dante, Ficino, Guénon, Federico. Capitán – Y muchos más son los que han sido fecundados por el espíritu, de algunos no conocemos ni sus nombres, pero créeme todos ellos se pueden sintetizar en uno sólo, Hermes, el heraldo de los dioses, el escriba divino transmisor de los misterios de la Tradición Hermética, la rama occidental de la Tradición Perenne. Grumete – ¿Quiere decir que hay más barcos peregrinando sobre estas aguas? Capitán – ¿Quién podría saberlo? Es un modelo, y todas las posibilidades se concentran aquí y ahora. Hermes, Quetzalcoátl, Viracocha, Thot, son distintos nombres del dios civilizador, educador, porque al hombre todo le ha de ser enseñado. Grumete – ¿Y qué es lo que el hombre tiene que aprender? ¿Qué misterio es ese? ¿Lo sabe usted? Capitán – Sólo sé que no sé nada. La auténtica cualidad del misterio es que es incognoscible . Grumete – Pero en el frontispicio de Delfos se leía: Conócete a ti mismo, y eso para mí es un auténtico misterio. Capitán – Por eso Hermes nos legó el lenguaje de los símbolos, para reconocer. Grumete – Se lo digo del revés, reconocer. Capitán – Lo de abajo es como lo de arriba, y lo de arriba es como lo de abajo, para obrar los milagros de una sola cosa. Grumete – Entonces es como ligar los dos planos de una misma realidad. Capitán – Complementándose sin oposición, pues el símbolo es el intermediario más veraz entre las energías que lo han conformado y las que de él emanan. Grumete – Ya no sé si soy Grumete ¿acaso soy un símbolo? Capitán – Todo es un símbolo. Grumete – Y como lo puedo reconocer. Capitán – El método más eficaz sin duda es por analogía. Descubrir que el símbolo es un vínculo de interacción entre los grados del Ser universal y del individuo te puede llevar a dimensiones insospechadas. Grumete – Me imagino las posibilidades que eso conlleva. Capitán – Ya no te cuento lo que significa hacerlas pasar de la potencia al acto, mediante el despertar de la intuición intelectual, en el corazón, claro. Grumete – El símbolo como una idea fuerza que permite una ruptura de nivel. Capitán – Una escala hacia el No Ser. Qué mejor medio de transmitir lo inexpresable en el intelecto del iniciado. Grumete – Me lo dice porque soy un aprendiz de marinero. Capitán – Del grumete al capitán, todos somos marineros, y cada uno cumple su función. Grumete – Pero usted es Capitán. Capitán – (risas) Y en mar calmado todos somos capitanes, la clave es que a golpe de mar pecho sereno. Grumete – Pero el barco protege de las tempestades. Capitán – Y también dirige su proa hacia el huracán y finalmente al naufragio. El mar es la vida y la muerte, y el agua de su abismo es como una gran fuente bautismal. Grumete – Navegamos contra viento y marea, y apenas nos separa del tránsito una frágil tabla sobre nuestros pies. Capitán – No existe hombre de mar que no se pueda ahogar. Grumete – Eso es así, pero el que no embarca, no se marea. Capitán – Y nosotros navegamos a golpe de viento, sin echar el ancla en el mar de los tiempos, en esta nave vivimos el mito, que es arquetípico y siempre actual. Grumete – Es verdad, para los hindúes la leyenda es la única historia verdadera, pues se halla ajena de las siempre cambiantes coordenadas espacio temporales. Capitán – El mito ha conformado la historia viva de occidente, pero nuestros contemporáneos lo han olvidado. Grumete – Y eso que es atemporal. Navegando en el barco del Ser del tiempo uno arriba a innumerables puertos, iza diferentes banderas, y la tripulación muta con el devenir del viaje. Capitán – Pero todo se disuelve cuando se descubre la ilusión de la imagen reflejada en el agua, el cosmos entero se desvanece con el agitar de una ola. Y se desvela en ese instante la auténtica soledad, circundado por la inmensidad del océano que se vislumbra desde la cofa del barco. Grumete – Y estoy solo, sobre una nave ubicada en el centro del piélago, y es como si no existiera ni el antes, ni el después, sólo ese instante ahora y siempre. Capitán – Es el deslumbrante efecto de la belleza que seduce los corazones. Grumete – El silencio. Creo que lo entiendo, navegamos por amor. Capitán – Por amor al conocimiento, o lo que es lo mismo, para regresar a nuestro origen. Grumete – Ser marinero es aceptar que Eros insufle las velas. Capitán – Y que Hermes, nuestro psicopompo, maneje el timón. Grumete – Es el gran viaje, navegar es necesario. Capitán – Y vivir no es necesario. Ser para No Ser. Es el viaje hacia el confín de lo limitado. Grumete – Pero inexorablemente eso es lo ilimitado. Capitán – Nuestra Arca Hermética navega por los mares de la metafísica, de lo no finito. Grumete – Levanto mis remos. Capitán – ¡Que sean alas! Grumete – Quiere que me vaya al carajo. Capitán – Nunca saliste de allí. Grumete – Me agradan estos diálogos con mi maestro. Capitán – Es el diálogo interno con uno mismo, donde sólo se escucha el misterioso canto de un pájaro que habita en el corazón del iniciado. Grumete – Pero no vislumbro nada más que este barco. Capitán – En verdad, no hay nada más, y ni aún eso. Grumete – Sólo el mar. Capitán – Antes del tiempo ya era el mar. ¿Qué es el mar? Grumete – Agua, la sangre de la vida. El comienzo y el final. Capitán – No es pasado ni futuro, sólo es presente, y surcamos la superficie de las aguas sin darnos cuenta de lo que simboliza. Grumete – Quiero conocer, necesito comulgar con el símbolo, pongo toda mi voluntad en ello. Mire, de niño siempre ansiaba descubrir, conocerlo todo. Capitán – Pero siempre es por la Gracia, festina lente amigo, se trata de un juego más elevado, un auténtico panludo que consiste en el conocimiento de uno mismo, hasta que un rayo que no cesa nos atraviese en un instante eterno. Grumete – Trepidante despertar es ese. Capitán – Es el arrebato del alma hacia su cúspide, su origen y destino. Grumete – ¿Cuándo? Capitán – Siempre ahora, querido nauta, ahora y siempre. - Artículo*: Letra Viva. Una Utopía Hermética - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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