Por Leandro Posadas. «Guárdame, dentro de la palma de tus manos. Afuera, camina el miedo». Memoria por Beatriz G. Cardona. En una reciente entrevista el biogerontólogo británico Aubrey de Grey[1], afirmó que es posible no morir por causa del envejecimiento a través de la restauración de la estructura del cuerpo: «el cuerpo humano es una maquina, pero muy compleja; arreglarlo es un proceso complejo pero no imposible». Para él, como científico, el envejecimiento «es un problema degenerativo causado por varios tipos de daños moleculares y celulares que se acumulan: las mutaciones nucleares causantes del cáncer, las mutaciones mitocondriales, la acumulación de desechos intercelulares y extracelulares, la pérdida irreversible de células, el envejecimiento celular y la proliferación de interconexiones entre células de algunos tejidos». Para Aubrey de Grey, abordar tal proceso degenerativo desde el punto de vista de la ingeniería, y utilizando la biología marcará una gran diferencia en la forma en que la ciencia trata de acercarse al fenómeno de la vejez. El Dr. Aubrey de Grey, académico de Cambridge, investiga la posibilidad de la recuperación de los tejidos, por medio de estrategias de bioingeniería para reparar los daños causados por el envejecimiento, y es director de la Fundación para la Investigación de la Senescencia Negligible Ingenierizada (SENS), la cual, según la presentación en su web page, se especializa en la investigación de medicina regenerativa y en la aplicación de la misma en las enfermedades producidas por el declive temporal del cuerpo. Dicha fundación afirma: «We believe that a world free of age-related disease is possible… Our goal is to help build the industry that will cure the diseases of aging». («Nosotros creemos que un mundo libre de las enfermedades relacionadas con la edad es posible… Nuestra meta es ayudar a construir una industria que curará las enfermedades del envejecimiento»). Ante la pregunta del por qué la gente muchas veces en el aspecto psicológico-emocional está cansada de vivir, el Dr. Aubrey responde: «Una de las razones es que no invertimos lo suficiente en educación, no le damos a la gente las suficientes habilidades para sacar lo máximo de estar vivos…» Las tradiciones espirituales han dedicado siglos al estudio minucioso y delicado de crear «habilidades» para sacar lo máximo de la profundidad de ser seres humanos. Dichas tradiciones siempre han considerado que ser un cuerpo y desde un cuerpo es una enseñanza muy profunda. Ser plenamente conscientes, aquí y ahora, de que dependemos de tantas condiciones para estar vivos desde un cuerpo es tener la posibilidad de crear un espacio sabio, sereno, y atento en nosotros mismos. Tal vez desde dicho espacio no ganaremos más tiempo para respirar unos años más, pero sí crearemos condiciones de sabiduría y claridad para contemplar esta experiencia de ser y estar en el mundo desde un cuerpo y una mente humana. Tal espacio nos permitirá apreciar en su totalidad el cambio permanente de la experiencia, juventud, amor, tristeza, placer, dolor, enfermedad, alegría, muerte, sin temor ni represión. En una profunda y a la vez hermosa conferencia titulada «La Nostra vera casa»[2] el venerable Ajahn Chah se dirigía a una mujer moribunda para hablarle sobre su cuerpo. Trataba de acompañarla en su práctica espiritual desde verdades muy profundas acerca de la naturaleza misma de ser/tener un cuerpo. Otro maestro theravada, Ajahn Sumedho, discípulo de Ajahn Chah, en una conferencia que cité en la entrada anterior «È sempre possibile ricominciare»[3] relata un fragmento de su infancia cuando en los años 50 veía un film sobre una mujer que iba a morir en la silla eléctrica. El título del film era I want to live! y su protagonista era Susan Hayward. La actriz en una escena de dicho film grita con desesperación ¡No quiero morir! y dicho grito para él permaneció como una impresión indeleble en su mente. Diez años después en su estadía en Tailandia, Ajahn Sumedho, experimentó una experiencia terrible en su cuerpo que casi lo lleva a la muerte. En dicha situación recordaba el grito de Susan Hayward ¡No quiero morir! Pero ya en aquella época, como él narra, se había establecido en él una visión correcta del presente acerca de su cuerpo y de sus emociones. Era plenamente consciente que la tendencia de las emociones es aquella de impedirnos ver las cosas tal cual son, pues las mismas tienen el poder de ser muy convincentes y nos hacen sentir que son reales y muy importantes. Las emociones como objetos mentales (que surgen y desaparecen, pues su naturaleza es el cambio y la impermanencia), repite Ajahn Sumedho, son potentes como una película melodramática, desde que surgen en el cuerpo/mente se manifiestan con apariencia de ser avasalladoramente reales y verdaderas. «Fue difícil», comenta, pero él confió en el refugio que había cultivado en sí mismo y desde el que se conoce la naturaleza cambiante de las emociones que se manifiestan muchas veces en nosotros de modo patético, sollozante y confuso. Desde allí las encontró vacías y sin consistencia, incluso «si tenían toda la fuerza de la voz de Susan Hayward. Sólo una actriz, nada más». En nuestra vida humana, sujeta a ser emociones y desde las emociones, por el hecho mismo de poseer un cuerpo que percibe con cada centímetro de la existencia, adquirir un conocimiento sabio y atento sobre las emociones (atención plena; mindfulness; presencia consciente; metanoia; emancipación), es realmente muy importante, sostiene Ajahn Sumedho, pues desde tal forma de contemplación de la realidad dejaremos de ser tan vulnerables; «dejaremos de ser inconscientemente seducidos por nuestras emociones y las de los demás seres humanos que habitan con nosotros; dejaremos de ser pasivamente sacudidos por las bofetadas cotidianas, los mensajes urgentes, los frenesíes y la agresividad de cada cosa y situación». Para estos maestros, el mundo desde la mente de los que no observan sabiamente, se presenta como una masa de intimidaciones, ‘urgencias’, ‘situaciones muy importantes’, profecías terribles, destructivas, desconcertantes, toda una serie de mensajes del pasado y de cosas apocalípticas, las cuales como creaciones de nuestra propia mente, fácilmente, nos pueden aprisionar, a través de la ansiedad, del miedo, y de la inseguridad, haciéndonos sentir amenazados. Ajahn Chah, en su conferencia a aquella mujer moribunda, nos indica: «esta masa de carne que yace aquí consumiéndose es la realidad». Esta masa de nervios, huesos, carne, articulaciones, emociones, pensamientos, reacciones, es la realidad. Y el modo justo y sabio de relacionarnos con ella es contemplándola en su naturaleza cambiante. ¿Cómo relacionarnos con la vicisitudes y aventuras del cuerpo, entendidas como sensaciones, percepciones, emociones, pensamientos, reacciones? Observándolas con sabiduría desde la experiencia directa de la verdad, de las cosas tal cual son. Hemos vivido muchos años con este cuerpo y desde este cuerpo; hemos sido, y somos este cuerpo. Los maestros nos invitan a observar cómo desde el momento de nuestro nacimiento estamos sujetos a cambios continuos: mostramos en nosotros los signos del uso, como la ropa nueva que una vez compramos y que hoy ha cambiado de forma y color. Muchos de nuestros dientes han sido ‘reparados’, algunos de nuestros huesos no son tan fuertes como cuando éramos jóvenes. Nuestra piel no tiene la apariencia de aquellos años… ¡Esta es nuestra naturaleza! Contemplemos, desde el silencio, esta verdad con claridad, sin engancharnos a lo que una vez fue, y sin odiar lo que hoy es. Contemplemos, exploremos, inspeccionemos cada emoción, cada pensamiento, cada sensación con sabiduría, dejando que sean tal cual son: dejando que surjan, se manifiesten y cesen. Ajahn Chah le dice a la mujer moribunda «no hay nada malo en tu cuerpo doliente… El sufrimiento no deriva del cuerpo, sino de un modo erróneo de pensar sobre él». Si nos enganchamos a esto que llamamos «mi» cuerpo, «mis» emociones, «mis» pensamientos, «mis» concepciones, sufriremos. Contemplar nuestros enganchamientos desde el silencio es tomar refugio en el dejar ir. ________________________ [1] Entrevista publicada en El País titulada «Hay que ver por qué la gente se cansa de vivir»: http://ift.tt/2e3mdL0. [2] Del venerabile Ajahn Chah. Ass. Santacittarama, 2007. Tutti i diritti sono riservati. Dal libro “Il Dhamma vivo”. Traduzione di Letizia Baglioni. Estratto del libro Il Dhamma vivo, su gentile concessione dell’Editore Ubaldini. Traducción del italiano de algunos pasajes al español por Leandro Posadas: http://ift.tt/2eqBCbT. [3] Del venerabile Ajahn Sumedho. Ass. Santacittarama, 20014. Tutti i diritti sono riservati. Traduzione di Carlo Duncan. Pubblicato per la prima volta in inglese Novembre 1995 nel Buddhism Now. Traducción del italiano de algunos pasajes al español por Leandro Posadas: http://ift.tt/2dw3ZiC. Archivado en: Budismo Theravada, Ciencia y mística, Consciencia, cuerpo humano, El lenguaje de los místicos, Espiritualidad, Fenomenología, Mística oriental, Mente, Respiración, Silencio Transformante, Sufrimiento, Teándrico Tagged: Aging, Ajahn Sumedho, Aubrey de Grey, Buddhism, No Ajahn Chah, Pensamientos, Sensaciones, Vejez, wisdom - Artículo*: Leandro Posadas - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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