Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

viernes, 14 de junio de 2024

Felicidad Matey – Filosofía o Alquimia


Felicidad Matey ha sido profesora de filosofía durante 35 años. También es investigadora de Hermetismo, Cábala, Eneagrama y Metafísica.

Nuestra exposición trata varias cuestiones: en primer lugar, el porqué de este título, es decir, por qué equiparamos la Filosofía con la Alquimia; en segundo término, de qué Filosofía y filósofos estamos hablando (puesto que ésta, como es sabido, ha tenido un desarrollo histórico académico) y, enlazado con esto, hacia la consecución de qué fin se orienta. Dichas cuestiones están interrelacionadas como se irá viendo.

     Si uno lee lo que los propios alquimistas dicen acerca de su Ciencia y quiénes les han precedido e inspiran en la búsqueda de la Piedra Filosofal (que ya sólo el calificativo debiera hacernos sospechar acerca del nombre de dicha «Ciencia»), se encuentra con frases como éstas que aparecen en el Hydrolithus Sophicus (libro de alquimia, cuya primera edición conocida es de 1619):

     “Aunque todos los Filósofos de los que hablamos hayan expuesto con frecuencia este arte eminente de distinta manera, y aunque lo hayan descrito, por las susodichas razones, por medio de muchos nombres particulares, parábolas y expresiones sorprendentes en lenguas bárbaras y sofísticas, hay, sin embargo, un perfecto acuerdo entre ellos … Sin embargo, para que nadie pueda dudar del buen fundamento de este secreto arte y no sea considerado como una pura ficción, según es hábito y práctica de este mundo, quiero dar a conocer, cronológicamente y nominativamente, a los Filósofos auténticos … Hermes Trismegisto, Pitágoras, el bendito Jesús, Alejandro Magno, Platón, Teofrasto, Avicena, Galeno, Hipócrates … los autores contemporáneos son: Bernardo El Trevisano, Hermano Basilio Valentín, Paracelso y aún otros muchos«.(1)

      Nos afirma no únicamente que está «hablando de Filósofos» al mencionar el arte de la alquimia, sino que, además, para que nadie dude del «buen fundamento de este secreto arte», también va a nombrar filósofos que lo practicaron. Igualmente, se autodenomina filósofo otro alquimista del S.XVII que se oculta tras el pseudónimo de El Cosmopolita. Así lo manifiesta en su Carta Filosófica (2), aunque el título ya habla por sí mismo:

     “Habiéndoos visto dudar de una ciencia de la cual deberíais estar más persuadido, me ha parecido necesario trazaros sus fundamentos, de acuerdo con lo que la lectura de los verdaderos Filósofos y la experiencia me han enseñado. A este efecto, no uso de ninguna retórica, juzgando superfluo adornar la materia del mundo, que es la más bella por sí misma… La Ignorancia, en cambio, y la mentira, de la que el padre de mentira arrojó la simiente en las Escuelas modernas, quiere ser revestida de perifollos para ocultar sus defectos; el arte y el colorete son para las bellezas imperfectas.Veréis, en la continuación de esta Carta, una Física que parecerá extravagante e impertinente en el sentir de esas mismas Escuelas, y por adelantado os digo que el más insignificante pedante la condenará con tanta osadía como si la comprendiera muy bien, y que mis sentimientos serían proscritos por su razón, tan libremente como pudiera hacerlo si nuestra santa Ciencia estuviese sometida a su jurisdicción.

      Pero dejo a cada uno que juzgue libremente y no quiero castigar a los presuntuosos e ignorantes más que con sus propias cualidades, que conservarán como penitencia … Hallaréis la mayor parte de lo que os escribo en los Filósofos, pero en ninguna parte lo veréis reunido de este modo, en tan pocas palabras. Estas son sencillas, pero importantes y verdaderas».

     El Cosmopolita subraya que los “fundamentos» de esa Ciencia, de esa “Física que parecerá  extravagante”, se adquieren  en  los «verdaderos filósofos«. Interesante  destacar también el peligro de  las «Escuelas Modernas«, donde hay apariencia, “arte y colorete», pero no verdad (refiriéndose, claro está, a una tergiversación de la tradición filosófica genuina). Se comprende la razón de que hayamos considerado esencial poner sobre el tapete que la Filosofía  es la Alquimia. No son dos cosas distintas.

     Dicho lo anterior, destacamos que esos “verdaderos filósofos” son, sobre todo, Parménides, Pitágoras, Sócrates, Platón y todos aquellos que siguieron su estela.

     Sería inabarcable en este pequeño opúsculo analizar en profundidad a todos ellos, ni siquiera a uno, por lo que nos detendremos tan sólo en pasajes de algunos diálogos platónicos que vienen a colación.

     Como punto de partida, sostenemos que los diálogos Parménides y Teeteto complementan y clarifican, hasta donde es posible conceptualmente, la teoría de las Formas presente en el diálogo Timeo; es decir, no la desdicen ni contradicen (como algunos defienden), siendo que, el aparente enfoque aporético de los mismos, esconde la gran dificultad para abordar desde el discurso racional, tanto planteamientos ontológicos, metafísicos y epistemológicos que pertenecen al más estricto ámbito del conocimiento «iniciático», como intentos de explicar, lo más verosímilmente que se pueda, observaciones directas de operaciones alquímicas de lo que ha dado en llamarse “alquimia operativa”, cuyo fin es realizar la Piedra Filosofal. Por todo ello, la interpretación cabal de los mismos es únicamente accesible a los filósofos-alquimistas que saben leer entrelíneas, tanto teórica como operativamente, aunque nadie pueda comprender qué es lo que en verdad sucede y a causa de qué sucede (de ahí que el mismo Platón proponga explicaciones probables). En este sentido, que en el Teeteto se ponga el acento en la inviabilidad racional para alcanzar una definición del saber o episteme (ἐπιστήμη), entendido como el conocimiento de lo inmutable y necesario (cito textualmente: «el saber no sería ni percepción, ni opinión verdadera, ni explicación acompañada de opinión verdadera”(3) o que en el Parménides se ponga en entredicho el concepto de “participación”, no derrumba su teoría de las Formas y cómo  se nos muestra la creación del mundo sensible en el Timeo, sino que nos da Luz acerca de la complejidad para explicar esas transformaciones maravillosas que suceden en el Vaso o Grial (continente y a la vez contenido de todo lo renovado y  lo creado), por cuanto pone de manifiesto que, al menos, existen dos momentos en la Obra alquímica (los alquimistas distinguen entre la Pequeña Obra y la Gran Obra): uno primero de  renovación o re-incrudación, en donde se devuelve a su estado “original” al alma, y un segundo momento en el que ésta es capaz de engendrar lo divino, pues es de la misma naturaleza espiritual.

     En concreto, se nos estaría diferenciando entre una “tierra y cielo terrestres” y una “tierra y cielo celestes”, o sea ya purificados y renovados. Por lo tanto, Platón nos apuntaría hacia un camino en el cual es posible restaurar un “Lugar” o “Vaso” o tierra celeste que engendraría el Fuego divino, celeste o espiritual. Dicho de otro modo: el Logos no es el medio para  definir o nombrar la Sabiduría (que es un fruto engendrado en una matriz original renovada), pero sí para comprender las causas de la impureza del alma aún no re-generada y ayudar a que alcance cierta disposición posterior. Se trataría, pues, de diálogos propedéuticos, de purificación, que nos situarían  en la antesala  de un conocimiento espiritual, que trasciende la mente lógica y lo sensible. De hecho, Sócrates nos dice de sí mismo en el Teeteto que su alma es «estéril» en sabiduría para presentarnos en qué  momento de la “Obra” está:

     “Sóc. — Mi arte de partear tiene las mismas características que el de ellas ( las comadronas), pero se diferencia en el hecho de que asiste a los hombres y no a las mujeres, y examina las almas de los que dan a luz, pero no sus cuerpos. Ahora bien, lo más grande que hay en mi arte es la capacidad que tiene de poner a prueba por todos los medios si lo que engendra el pensamiento del joven es algo imaginario y falso o fecundo y verdadero. Eso es así porque tengo, igualmente, en común con las parteras esta característica: que soy estéril en sabiduría. Muchos, en efecto, me reprochan que siempre pregunto a otros y yo mismo nunca doy ninguna respuesta acerca de nada por falta de sabiduría, y es, efectivamente, un justo reproche. La causa de ello es que el dios me obliga a asistir a otros pero a mí me impide engendrar. Así es que no soy sabio en modo alguno, ni he logrado ningún descubrimiento que haya sido engendrado por mi propia alma. Sin embargo, los que tienen trato conmigo, aunque parecen algunos muy ignorantes al principio, en cuanto avanza nuestra relación, todos hacen admirables progresos, si el dios se lo concede, como ellos mismos y cualquier otra persona puede ver. Y es evidente que no aprenden nunca nada de mí, pues son ellos mismos y por sí mismos los que descubren y engendran muchos bellos pensamientos. No obstante, los responsables del parto somos el dios y yo”.(4)

      Es peliagudo este texto por cuanto pareciera que le hubiese sido negada por el dios a Sócrates la posibilidad de acceder a la Sabiduría. Se nos dice que el dios le «obliga a asistir a otros«, pero que a él le «impide engendrar”. Sin embargo, nosotros consideramos que se nos está  describiendo en qué tesitura nos coloca un primer estadio de purificación o conquista de la virtud, facilitada por un primer mercurio, que es previo a un segundo estadio donde hay capacidad  de engendrar un conocimiento espiritual, propiciado por un segundo mercurio (según los alquimistas, éste poseería la cualidad de teñir y, si tiñe, es que existe el concurso de lo divino). Al hilo de ello, conviene recordar que Platón  siempre está realizando una exégesis de los Mitos y aquí en particular del mito acerca del nacimiento de la diosa Atenea, diosa de la Sabiduría. Y dado que venimos afirmando que Filosofía y Alquimia siempre fueron lo mismo, qué mejor que traer a la palestra un texto de Fulcanelli en donde se nos explica quién es Atenea, la diosa siempre estéril o virgen, nacida de la cabeza del dios Zeus y no de una mujer. Diosa que es capaz de ayudar a volver al “origen”, a limpiar y conquistar la virtud de la prudencia, para que los ignorantes sean «ellos mismos y por sí mismos» quienes engendren y den a luz espiritualmente el Saber. De este modo habla Fulcanelli (pseudónimo de un alquimista del siglo XX), en su libro Las Moradas Filosofales, sobre Atenea:

     “En la antigüedad romana se llamaba peplum (en griego, πέπλος o pepla) a un velo adornado con bordados, con el cual se vestía la estatua de Minerva, hija de Júpiter, la única diosa cuyo nacimiento fue maravilloso. La fábula, en efecto, dice que salió armada por completo del cerebro de su padre, al que Vulcano, por orden del dueño del Olimpo, había herido en la cabeza. De ahí su nombre helénico de Atenea, Ἀθηνᾶ, formado por «a», privativo, y «tithene», nodriza, madre, que significa nacida sin  madre. Personificación de la Sabiduría o Conocimiento de las cosas, Minerva debe ser considerada como el pensamiento divino … latente en nosotros como en todo cuanto nos rodea«.(5) Fulcanelli resalta que Atenea es “nodriza, madre… nacida sin madre”, porque necesita que se comprenda el punto de inflexión que supone un nacimiento distinto al nacimiento natural.

     Se trata de un nacimiento después de una primera muerte iniciática, donde nos desprendemos de parte de lo que creíamos cierto; exactamente igual que  lo que se nos dice en el Teeteto. Y, para poder comprender el alcance de esta vuelta al origen, hay que ir más allá del discurso de la percepción, de la opinión verdadera y del Logos, porque estamos en un receptáculo renovado dispuesto  para concebir. Engendrará al Sol en un nuevo cuerpo, que no será la tierra terrestre conocida. Por cierto, esta nodriza, tan importante conceptualmente en el sistema platónico, no es otra que la nodriza que se menciona en La Tabla Esmeralda (6).Tabla cuyo color apunta a un tipo de sal o rocío esmeralda, la sal de sabiduría, el mercurio verde y triple (trismegisto) necesario para el desarrollo de la Obra alquímica. Lugar de nacimiento del Sol (mayéusis), que será nutrido por una tierra celeste cristalina que refleja la luz. La misma tierra donde nacerá y morirá el Fénix  hasta que el Espíritu anide en ella definitivamente. De ahí que Fulcanelli nos diga en otro pasaje de Las Moradas que el ave Fénix (del griego φοίνιξ, en latín phoenix, ”de color púrpura o rojo”): “ es el único que juega con la muerte y la convierte en su nodriza y su madre, haciéndole parir la vida … mediante un fallecimiento milagroso … hace un montón que no tiene nombre en este mundo, pues no es un nido, una cuna o un lugar de nacimiento, pues allí deja la vida. Tampoco es una tumba, un féretro o una urna funesta, pues de él toma la vida. De manera que no es otro Fénix inanimado, siendo nido y tumba, matriz y sepultura, el palacio de la vida y de la muerte … Pues bien, sea lo que fuere, encomendándose al Sol, su matador y padre, se posa o se acuesta en esa pira de bálsamo para despojarse de sus molestos años. El Sol, favoreciendo los justos deseos de este Pájaro, prende la pira”.

      Este Lugar de muerte y nacimiento, sin un nombre en este mundo, esta tierra o muerte que es nodriza y madre de renovación, que será madre generadora del Espíritu púrpura (púr-pura, lo más puro de lo puro, sin imperfecciones), nosotros pensamos que es aquello denominado khôra por Platón. En principio, la palabra Khôra, que aparece mencionada en el diálogo Timeo, señala un “lugar”, “sitio”, “ región”, pero en este diálogo  Platón la califica, además, como “madre”, “nodriza”, “receptáculo”, “porta-impronta”. Algunas interpretaciones académicas consideran que este término  es una metáfora en el contexto de la filosofía platónica, pero ya estamos viendo que algo que es a la vez contenido y continente de lo creado se ha de escapar necesariamente a la posibilidad de una explicación racional (logos).Veamos qué se nos dice sobre ésta en el Timeo y en relación a las transformaciones de los cuatro elementos o principios que se operan gracias a esta “causa errante” (7):

     “Tenemos que considerar la naturaleza del fuego, agua, aire y tierra y su estado antes de la creación del universo, pues creo que nadie hasta ahora reveló su origen, sino que … los llamamos principios (archaí) y los hacemos elementos (stoicheîa) del universo, aunque quien quiera que tenga un poco de inteligencia debería utilizar dicha similitud solo de manera aproximada … el discurso parece estar obligado a aclarar con palabras una especie difícil y vaga.¿Qué características y qué naturaleza debemos suponer que posee? Sobre todas la siguiente: la de ser un receptáculo de toda la generación como si fuera su nodriza”. (8)

     Aunque Platón habla de los cuatro principios (fuego, agua, tierra, aire), más adelante nos va a plantear que es más lícito hablar de algo que presenta ciertas características parecidas a lo que solemos llamar fuego, agua, etc. que el hecho de que, en rigor, se pueda usar esa nomenclatura.Y máxime cuando se trata de una “circulación” en la que se producen y devienen toda suerte de transformaciones y metamorfosis, hasta el punto de que unos principios dan lugar a otros y viceversa. Es complejo, pues, explicar qué es este receptáculo amorfo, pero siempre idéntico, en el que se suceden toda clase de formas. Así nos dice Platón al respecto:

     «Aunque lo dicho es verdadero, deberíamos hablar con mayor propiedad de él, lo que no es fácil, especialmente porque hay que comenzar con las dificultades acerca del fuego y de los otros elementos por lo siguiente: porque es difícil decir acerca de cada uno de ellos a cuál se le aplica con más propiedad el nombre de agua que el de fuego … el agua se convierte en piedras y tierras, pero cuando se disuelve y separa … en viento y aire, y el aire, cuando se quema, en fuego, y el fuego … retorna … a la forma de aire … fluye el agua … nuevamente tierra y piedras y así, como parece, se dan nacimiento en ciclo unos a otros … ninguno de éstos se manifiesta nunca de la misma manera«.(9)

     Más  adelante nos afirma que Khôra es, pues, un «espacio que no admite destrucción, que proporciona una sede a todo lo que posee un origen … Por tanto, recapitulemos los puntos principales de mi posición: hay ser, espacio y devenir, tres realidades diferenciadas, y esto antes de que naciera el mundo. La nodriza del devenir … adquiere formas múltiples y, como está llena de fuerzas disímiles que no admiten un equilibrio entre sí, se encuentra toda ella en desequilibrio … es agitada por ellas y, en su movimiento, las agita a su vez”. (10)

     Si escogiésemos un mito, tal y como suele hacer Platón, para ilustrar y clarificar qué es Khôra, ese Lugar donde lo participable y el espacio son una y la misma cosa, sería el mito de las tres Gorgonas, pues  Khôra es un espacio de fuerzas donde  devienen las formas sensibles participadas hasta que se  petrifican al alcanzar un estado de equilibrio u orden, es decir, llevadas a su perfección original ( la Piedra Filosofal).

     En efecto, la palabra griega Μέδουσα (Médousa) es en origen participio presente del verbo griego μέδω (medō) “pensar”. Por otra parte, Medusa era designada, junto a sus hermanas Euriale y Estenos, como γοργώ, gorgō, es decir,  Gorgona. Curiosamente, Fulcanelli, en Las Moradas Filosofales, nos ofrece un datocrucial acerca de este nombre al decir que «servía también para calificar a Minerva o Pallas, diosa de la Sabiduría”, y agregando a continuación: “Acaso se descubriera en esta aproximación la razón secreta de la égida, escudo de Minerva recubierto con la piel de Amaltea, cabra nodriza de Júpiter, y decorada con la máscara de Medusa Ophiotrix»… sabemos que el atributo de Atenea tenía poder petrificante«. (11)

      Ergo, si Atenea, la nodriza o Khôra, posee el atributo de fijar o petrificar las Formas, ¿debemos entenderlo como el Lugar donde se fija sensiblemente la perfección del Espíritu divino, de lo Inteligible (μέδω/Μέδουσα) eterno e inmutable, materializado en la Piedra Filosofal, la Piedra de la Sabiduría? No pasemos por alto el nombre de las otras dos Gorgonas que completa dicha explicación: Euriale, en griego Εὐρυάλη, cuyo significado es «aquello cuya extensión es amplia, vasta, espaciosa», podría  estar designando el receptáculo amorfo, mientras que Esteno, en griego Σθεννώ, que significa “fuerte”, ”fuerzas”, ”energía”, podría estar aludiendo a las fuerzas que se agitan en dicho espacio («la nodriza del devenir… Llena de fuerzas disímiles  que no admiten el equilibrio», en palabras de Platón). Por consiguiente, las tres Gorgonas nos mostrarían simbólicamente toda la dificultad que entraña definir Khôra y todo el proceso por el cual se atraviesa hasta el nacimiento del Espíritu.

     Hay muchas otras cuestiones relacionadas con  este Arte que, por no  alargar en exceso este artículo, hemos dejado en el tintero. No obstante, creemos que sí se ha transmitido con meridiana claridad que Filosofía y Alquimia fueron lo mismo en sus inicios y que algunos filósofos han continuado considerándolo de esta manera a lo largo de la historia hasta la actualidad, así como cuál es el fin que persigue esta disciplina.

Felicidad Matey

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(1) Autor anónimo. El acuario de los sabios o La piedra acuosa de sabiduría. Ediciones Índigo 1998

(2) El Cosmopolita. Carta Filosófica, en Cuatro tratados de Alquimia. Editorial Visión Libros, 1979

(3) Platón.Teeteto. Editorial Losada, 2010

(4) Opus cit.

(5) Fulcanelli. Las Moradas Filosofales. Editorial Plaza & Janés, 1965

(6) «… Su padre es el sol, su madre la luna.

El viento lo ha llevado en su vientre.

La tierra es su nodriza» (traducción de la Tabla Esmeralda de la primera edición impresa aparecida en Núremberg,en 1541, atribuída a Hermes Trismegisto).

(7) “Causa errante en tanto forma natural de causalidad”, se dice en el Timeo. Estamos usando la traducción asesorada por Carlos García Gual,editada en la Biblioteca Clásica Gredos, año 2008.

(8) Platón. Timeo. Biblioteca Clásica Gredos, 2008

(9) Opus cit.

(10) Opus cit.

(11) Opus cit.

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