ITER CRUCIS: EL CAMINO DE LA VERA CRUZ
“En la Cruz está la vida y el consuelo. La Cruz es el camino para el Cielo. En la Cruz está el Señor”.
Santa Teresa de Ávila
“La Cruz es la bandera de los Elegidos. No nos separemos de ella y cantaremos victoria en toda batalla”.
San Pío de Pieltrecina
“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su Cruz y me siga.”
Evangelio según San Mateo 16,24
Un honor haber compartido en Murcia cerca de 70 km de peregrinación con varios camaradas de las Hermandades identitarias Regnum Europae/Quanta Cura y Lupus Dei. Tres etapas de caminata entre las localidades de Campos del Río y Caravaca de la Cruz, el destino final coronado por la gran Basílica-Santuario de la Veracruz que se haya en el centro -a modo de Axis Mundi– de la zona amurallada que preside el cerro en lo más alto del pueblo. Realmente llegamos a Murcia el día 22 de Mayo, que, tras instalarnos en una casa rural de un barrio del extrarradio de Murcia -justo enfrente de un bello y espacioso cementerio-, decidimos dar una vuelta por la capital y admirar los impresionantes monumentos de la localidad, porque si hay algo que caracterice a Murcia es su rica y variada monumentalidad: la Iglesia de Santa Eulalia, iglesia originalmente medieval pero que hacia el Siglo XVIII se reconstruyó, siendo considerada como uno de los ejemplos del estilo barroco en la ciudad; la actual iglesia de Santa Eulalia se levantó sobre la primitiva parroquia de igual nombre; según la tradición fue fundada a partir de una antigua mezquita por el rey Jaime I de Aragón cuando hizo su entrada triunfal en la ciudad tras sofocar la revuelta de la chusma sarracena en la segunda mitad del siglo XIII, dicha iglesia la puso bajo la advocación de la Santa catalana Eulalia de Barcelona. De hecho, durante varios siglos, a esta parroquia se le denominaba la de Santa Olalla de los Catalanes. Seguidamente nos dirigimos a la Plaza del Ayuntamiento donde se encuentran la Catedral de Santa María y el Palacio Episcopal; la impresionante Catedral de Santa María, cuya construcción se inició en el siglo XIV, combinando varios estilos arquitectónicos que van del gótico inicial, pasando por el renacentista y finalmente el barroco, no faltando algún que otro elemento neoclásico; actualmente una de sus fachadas está en proceso de rehabilitación. El Palacio Episcopal, un majestuoso edificio de estilo barroco y construido en el siglo XVIII. Visitamos la capilla circular en cuyo Altar Mayor se encuentra una preciosa pintura mural que representa a la aparición de la Virgen del Pilar a Santiago Apóstol -el Patrón de España- a las orillas del río Ebro. Seguidamente, visitamos la Librería Diocesana del palacio donde se pueden adquirir infinidad de objetos litúrgicos, libros y símbolos católicos de todo tipo, además de poder sellar nuestra cartilla de peregrinos… Después un paseo por el Parque del Fluvial del río Segura que atraviesa la ciudad, cruzamos hacia la otra orilla de ésta a través de una pasarela conocida como el “Puente de los Peligros”, o también conocido como el “Puente Viejo”, un puente de piedra en arco del siglo XVIII -y uno de los iconos de la ciudad-, en cuyo final del mismo hay un fantástico edificio de tipo neoclásico presidido por un templete y en cuyo frontispicio se haya una impresionante talla de la Virgen María: la “Virgen de los Peligros”, uno de los grandes símbolos identitarios de esta bella ciudad. Cuentan los cronistas de la ciudad que “todo aquel que tenía que atravesar el río invocaba su protección milagrosa, por el miedo a las terribles riadas que antaño provocaba el Segura a su paso por Murcia. Hoy en día aún se mantiene la costumbre de muchos murcianos de santiguarse cada vez que se pasa por él dirigiendo la mirada a la Virgen”. Decía San Agustín que el hombre reza a la divinidad para orientarse recta y debidamente a sí mismo en este mundo en tinieblas, en este “valle de lágrimas”, y precisamente eso es lo que hicimos ante la majestuosa imagen de la Virgen de los Peligros, pero no por miedo a posibles riadas, sino para que nos diera fuerzas para mantenernos en pie en medio de este mundo en ruinas espirituales y existenciales, donde no una riada, sino un nuevo Diluvio Universal pondrá fin a esta Edad Crepuscular titánico-demoníaca que ya amenaza pura ruina… Después de esta pequeña excursión formativa e identitaria por la ciudad, un pequeño refrigerio en la terraza de un bar de la plaza y unas tapas en un curioso bar heavy ubicado muy cerca de la Iglesia de Santa Eulalia, y con cuyo simpático y cachondo tabernero acabamos simpatizando y echando unas risas por ciertos comentarios que hoy alarmarían al imbécil “politicamente correcto” adicto al vomitivo pensamiento único sistémico y democrático… Después, regreso al hostal ya que al día siguiente tocaba madrugar y una larga jornada por delante.
Al día siguiente, 23 de mayo, iniciamos la jornada levantando el campamento con vistas al nuevo y definitivo alojamiento por espacio de los próximos tres días; un hotel rural en Mula; una bella casa rural en pleno Parque Regional de Sierra Espuña conocida como “el Molino de Felipe”, un antiguo molino harinero del siglo XVI transformado en un fantástico alojamiento en plena montaña con piscina al aire libre, servicio de bar, incluso una zona de barbacoas, además de unas vistas impresionantes; al lado de la recepción hay también un pequeño museo con artilugios e instrumentos agrarios de la época. Pero antes que nada, nos dirigimos primeramente hacia la pedanía de Algezares donde en la cima de una de sus montañas, en pleno Parque Regional de Carrascoy y El Valle, se encuentra el fabuloso complejo sagrado del Santuario de la Virgen de la Fuensanta, Patrona de la ciudad de Murcia y de su huerta. El edificio actual, de estilo arquitectónico barroco, empezó a construirse a finales del siglo XVII, aunque previamente, durante el Medievo, dice la tradición que hubo una ermita en una cueva existente que estaba cuidada por monjes según consta en una documentación del siglo XV. Esta fascinante edificación -para variar…-, también sufrió importantes destrozos por parte de la chusma satánica durante nuestra Cruzada de 1936-39, especialmente en su interior que tuvo que ser completamente reformado por el ulterior Estado del 18 de Julio. El santuario está rodeado de diferentes construcciones sacras: “La Fuente Santa”, situada metros más abajo de la ladera y de estilo renacentista, la Casa del Cabildo situada sobre la cima del cerro de enfrente y que de lejos adquiere un aspecto entre regio y fantasmagórico como si se tratara del mítico Reino de Melquisedec -Rey y Sacerdote a perpetuidad según la Sagrada Escritura-, y el monasterio de las monjas benedictinas junto al santuario al que está unido mediante un arco; las vistas panorámicas desde la explanada del santuario son impresionantes, nuevamente estábamos inmersos en otra Montaña Sagrada, en un Centro del Mundo. A la entrada de la iglesia del santuario, observamos un bello cuadro de la época representando a la montaña sagrada con varios eremitas y con el santuario inmerso en ella; en el margen izquierdo del cuadro aparece la siguiente leyenda: “MONTE DE DIOS, MONTE PINGÜE ES ESTE LUGAR DONDE SE RETIRARON ALGUNOS SANTOS PENITENTES BUSCANDO LA PROTECCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA FUENSANTA, QUE CON RAZÓN PUDO LLAMARSE PEQUEÑA TEBAIDA. CON LOS RESTOS DE AQUELLOS SOLITARIOS FUNDÓ EL MONASTERIO DE LA LUZ EL EXCELENTÍSIMO CARDENAL BELLUGA”… Después de visitar ensimismados el interior del santuario y de sellar después nuestras cartillas en la tienda, así como posteriormente de instalarnos en “el Molino de Felipe”, nos dirigimos hacia la localidad de Campos del Río, localidad ubicada dentro de la comarca de Río de Mula. En un restaurante de la localidad tomamos unos bocadillos y unas bebidas, manteniéndonos a la espera de la llegada de otros dos camaradas procedentes de Galicia para, así, iniciar todos juntos la primera etapa de la peregrinación, previo sellado de nuestras cartillas de peregrinos en el citado restaurante.
ETAPA I : CAMPOS DEL RÍO – MULA (16 km)
Estando ya todos los camaradas reunidos, iniciamos la marcha avanzada ya la mañana, a eso de las 10:30 horas aproximadamente; la ruta es una Vía Verde, concretamente la denominada oficialmente como Vía Verde del Noroeste, es decir el itinerario de un antiguo trazado del ferrocarril que dejó de funcionar poco a poco como transporte de pasajeros a partir de 1971, aunque hasta la década de los 90 del siglo pasado continuó funcionando como transporte de mercancías; fue hacia el año 2000 cuando este antiguo trazado ferroviario se empezó a transformar en una Vía Verde para senderistas, peregrinos y amantes de la montaña y de la naturaleza en general. La ruta no tiene dificultad ninguna, con muy poco desnivel, pero caminando bajo una solana de espanto; a lo largo del camino pasamos por varios antiguos apeaderos (Abudeite, Los Baños de Mula, Puebla de Mula), viaductos y puentes -donde podíamos resguardarnos un poco del sol momentáneamente-; en este camino básicamente árido, destacar el contraste entre las paredes montañosas de la cara norte, húmedas y con vegetación, con la aridez extrema de las de la cara sur, dando una curiosa imagen similar a un paisaje lunar. Dirigiéndonos hacia Puebla de Mula se puede observar a lo lejos la vista majestuosa de los restos de la antigua Fortaleza de Alcalá, del siglo VIII (de origen sarraceno), situado sobre la cima de un cerro, también pasaremos por un cementerio; siempre hemos sentido fascinación por los cementerios, y más los solitarios, porque, al fin y al cabo, como decía Baltasar Gracián “la muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto”, y este mundo putrefacto y malamente envejecido hasta la podredumbre, podemos augurar sin temor a equivocarnos, que no llegará a buen puerto… Según pasamos por los viaductos observamos a nuestra izquierda que las partes más bajas de la sierra abundan los campos de cultivo (principalmente cítricos) y balsas de agua artificiales; muchas de las frutas caídas de los árboles sirvieron en varios tramos del camino para refrescarnos, especialmente limones, pomelos y nísperos; pudimos percibir en esos amargos momentos la tragedia del mundo agrario, el odio y desprecio que la chusma tecno-plutocrática tiene hacia el Agro y el abandono tiránico al que está sometido por el Sistema liberal-sionista, potencialmente criminal y explotador además de destructor de las economías nacionales, no digamos ya del sector primario…
Paramos un rato para comer un poco en el antiguo apeadero de Baños de Mula, hoy reconvertido en un solitario, pero agradable merendero. Según llegamos a Mula podemos observar en lo alto del pueblo la extraordinaria visión de su castillo en la cima de una montaña, ello pasando paralelamente por la trayectoria del río Mula. El Castillo de Mula, conocido también como Castillo de los Vélez, su construcción data del siglo XVI, aunque se hizo sobre un anterior asentamiento sarraceno -parece ser que del siglo XII- durante la Reconquista. Una vez llegados a Mula, un pequeño recorrido por la ciudad donde pudimos apreciar la atractiva arquitectura civil con sus enormes palacetes del siglo XVIII, aunque el objetivo principal era la visita al Real Monasterio de la Encarnación situado en la parte alta de la ciudad, construido en el siglo XVII sobre, al parecer, los cimientos de una antigua ermita del siglo XVI; el complejo sacro -monasterio e iglesia-, es una mezcla de estilos arquitectónicos, renacentista y barroco principalmente; la iglesia, situada en la parte más alta del conjunto, tiene su acceso a través de un pórtico con pilares jónicos que sostienen una preciosa imagen de la Virgen de la Encarnación de fascinante rostro hierático, casi ascético-militar. Era precisamente aquí, en este fabuloso complejo religioso, donde teníamos pensado sellar nuestras cartillas de peregrinos, pero desgraciadamente estaba cerrado a la hora en la que accedimos; pero lo que más nos molestó es no haber podido visitar y recorrer el interior del edificio, y aún mucho más no haber podido ver la reliquia de la Santa Espina en cuyo relicario está expuesta al público; se trata de una de las espinas de la corona con la que los romanos coronaron a Jesucristo antes de la crucifixión, según la tradición llegó a Mula a través del clérigo Fray Pedro de Jesús, donada a su vez por don Juan de Austria del que fue su confesor personal y a cuya muerte le entregó todas sus reliquias, siendo una de ellas la Santa Espina que en dicho monasterio lleva desde el siglo XVII (1).
Después de la visita por la ciudad, de vuelta ya al hotel rural, un buen baño reparador en la piscina del complejo, rodeados como estábamos de montañas, huertos y de espectaculares vistas, sin que faltaran buenas dosis de cerveza fría, risas y cánticos identitarios. Después de la cena -bastante abundante por cierto, y tope de carnívora para horror del asqueroso moralismo veganista y eunocoide- en Casa Paco, extraordinario restaurante de la zona en la localidad de Niño de Mula (2), llega el sueño reparador (sobre todo si se ha bebido algo más de la cuenta…); al día siguiente había que madrugar y la nueva etapa iba ser, con mucho, la más dura; ello por la distancia a recorrer más que por su dificultad, en total unos 38 km…
ETAPA II : MULA – BULLAS (38 km)
Esta etapa, que aproximadamente era de algo más de 20 km, decidimos alargarla bastante más con vistas a acortar la 3ª y última etapa, ello para así poder asistir a la misa en la Basílica-Santuario de la Veracruz puntualmente (a las 11:30 horas), y sin tener que pegarse un buen madrugón mañanero. Después de almorzar un poco y de sellar nuestras cartillas en un bar de la plaza del centro de Mula, reiniciamos el peregrinaje saliendo desde la misma ciudad hasta adentrarnos de lleno en la comarca del Noroeste de Murcia, veremos como el paisaje del camino poco a poco irá haciéndose cada vez más forestal y montañoso, contrastando con la aridez y el paisaje lunar de la primera etapa. También pasamos por varios túneles (recuerdo que como mínimo tres, alguno bastante largo y oscuro), así como puentes ferroviarios. Pasamos también por varias antiguas estaciones o apeaderos del antiguo trazado ferrovial como El Niño de Mula o mismamente la antigua Estación de la Luz, hoy convertida en albergue-refugio para senderistas y peregrinos; concretamente fue pasado el antiguo apeadero de El Niño de Mula, en un área de descanso (“Fuente de la Carrasca”), donde hicimos una pequeña parada para tomar un refrigerio y unos bocados. Ya reincorporados, continuamos la caminata pasando por dos o tres túneles hasta llegar al Albergue de la Luz, otra antigua estación. Tras pasar el Viaducto del Río Mula, adentrándonos ya poco a poco en el municipio de Bullas, nos encontramos con extensos campos de cultivo, principalmente vides, olivos y almendros, así como de alguna que otra área de descanso donde podremos gozar de vistas impresionantes de la sierra y pedanía; también pasaremos por el antiguo apeadero de Bullas según vamos llegando a la ciudad.
Una vez en Bullas, después de dar una vuelta por la ciudad y de tomar unas cervezas, nos dirigimos a la Casa de la Cultura de la localidad para sellar las cartillas; estamos ante un bonito edificio de corte señorial construido a principios del siglo XX; durante la Cruzada Liberación Nacional de 1936-39 la chusma anarquista se apoderó del edificio convirtiéndolo en su sede -y puede que hasta en su cheka particular, muy propio de esa carroña criminal y demoníaca-, ello hasta la llegada de la Victoria Nacional tras la cual el ulterior Estado del 18 de Julio lo convirtió en un colegio religioso; por lo menos hasta la llegada de la actual tiranía plutocrática y antiespañola donde el Ayuntamiento de la ciudad transformó nuevamente dicho edificio en una “Casa de la Juventud” primeramente, luego en la actual “Casa de la Cultura”; como vemos, todo muy democrático cuando hablamos de la Antiespaña… A unos metros está la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, que empezó a construirse a finales del siglo XVII, y se terminó en la primera mitad del siglo XVII, de estilo arquitectónico barroco. Otros vestigios arquitectónicos de interés de la ciudad son la Casa del Reloj, en lo alto del pueblo y de principios del siglo XX (año 1900, su inauguración tuvo lugar un 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol Patrón de España concretamente), o las ruinas de una antigua fortaleza medieval dentro del centro histórico de la población (también de origen sarraceno).
Salimos de la ciudad y volvemos a retomar la Vía Verde, adentrándonos ya a zonas un poco más húmedas y boscosas, caminando más de 15 km hasta finalizar en un punto indeterminado de la ruta, ya que no había señalización del mismo. En total 38 km de caminata, aunque hubo poco desnivel en su conjunto, la marcha fue algo dura debido al calor y al fuerte sol que nos acompañó durante toda la jornada. Ya de regreso al hotel rural con el coche-escoba -que nos estaba esperando en el punto de finalización de la ruta-, una buena cena y, nuevamente, el sueño reparador de marras con vistas a encarar la tercera y última etapa del Iter Crucis…
ETAPA III : BULLAS – CEHEGUÍN – CARAVACA DE LA CRUZ (16 km)
Día 25 de mayo, nos disponemos a iniciar ya la recta final de esta peregrinación hacia uno de los 5 grandes lugares santos de la Catolicidad: Caravaca de la Cruz. Después de levantarnos hacia las 05:00 horas y de un ligero desayuno en el alojamiento rural, iniciamos la tercera y última etapa del Camino hacia las 07:00 horas desde Bullas, justo en el mismo lugar donde el día anterior habíamos finalizado la segunda etapa. Esta etapa de la Vía Verde transcurre entre pinares y viñedos, también pasamos por varias zonas de huerta y de ríos, siendo ésta, sin duda, la fase más montañosa y húmeda de las tres etapas de nuestra peregrinación, aunque durante la marcha el desnivel era prácticamente imperceptible pese a caminar sobre unos 500 metros de altitud sobre el nivel del mar… En esta ruta también pasaremos por varios viaductos, áreas de descanso y por un túnel, probablemente el de mayor longitud de todos los que habíamos cruzado hasta entonces: el Túnel de Cehegín. Precisamente es hacia Cehegín hacia donde primeramente nos dirigimos, en la entrada de la localidad hay una rotonda presidida en su punto central por una gran Cruz de la Victoria de hierro, símbolo identitario de la localidad con un gran pasado como veremos, protagonizado por distintas civilizaciones heroico-viriles y solares. Entrando ya en Cehegín a nuestra derecha hay un cerro donde se encuentra un verdadero Parque Arqueológico, un complejo ibero-romano-visigodo: el yacimiento arqueológico de Begastri; está a unos 3 km del centro urbano de Cehegín y sobre un cerro llamado Cabezo Roenas. Estamos ante un asentamiento originariamente íbero, del siglo II A.C.; posteriormente municipio romano, y tras la llegada de los visigodos Cehegín se convirtió en Ciudad Episcopal, ya que sus obispos aparecen en algunos de los concilios visigodos del siglo VII; parece ser que el complejo fue definitivamente abandonado en la Edad Media, entre los siglos XII y XIII; estamos pues, ante una verdadera sucesión de tradiciones y de Ciclos Heroicos (3). Hacemos un pequeño alto en el camino para sellar nuestras cartillas en una estación de servicio en Cehegín, y después almorzar ligeramente en el restaurante que se encuentra detrás, ya dispuestos a encarar el último tramo de esta última etapa. Una vez llegados a Caravaca de la Cruz, el camino hacia el Santuario-Basílica está bien indicado y no tiene pérdida, puesto que éste se encuentra dentro del recinto amurallado que preside la localidad en lo alto de esta y sobre la cima de un cerro. El Santuario-Basílica de la Veracruz (4), fue levantado en el interior de una fortaleza de origen sarraceno y de la que aún se conservan 14 torreones, las vistas desde la cima son espectaculares. El Santuario de la Veracruz destaca principalmente por su fachada del siglo XVIII, una de las grandes joyas del barroco efectuada con vistosos mármoles de la zona. Hay que señalar, que el recinto amurallado, este auténtico “nido de las águilas” del Medievo, tras la expulsión de la basura sarracena pasó a ser fortaleza de Órdenes ascético-militares españolas como la del Temple primeramente, o la de Santiago después, ello cuando la Orden de los Templarios fue aniquilada por la subversión güelfa aliada al rey francés Felipe IV el Hermoso, un tirano y canalla precursor de la modernidad con su absolutismo totalitario y, de paso, como lógica conclusión, de la Revolución Antitradicional de 1789. La construcción de la actual Basílica comenzó en el siglo XVII, pero se hizo sobre los restos de una anterior capilla de origen medieval, finalizándose su construcción a principios del siglo XVIII; en su interior se conserva el Lignum Crucis, es decir, un fragmento de la verdadera cruz en la que Nuestro Señor Jesucristo fue crucificado. No hace falta decir, como en otros tantos de miles de monumentos y edificios sagrados, que también sufrió la ira demoníaca de la Antiespaña durante nuestra Cruzada; en el año 1944 el Estado del 18 de Julio lo declaró Monumento Histórico-Artístico Nacional.
Una vez nos adentramos en el casco urbano de Caravaca de la Cruz, vamos ascendiendo entre calles angostas y zonas de interés hasta llegar a la Plaza del Arco, zona monumental -entre la que se encuentra el Ayuntamiento de la localidad-, del siglo XVIII; en dicha plaza nos saludó el joven párroco de la Parroquia de El Salvador al grito de “¡Viva la España Católica!” y cruzando una pequeña conversación identitaria y fanáticamente patriótica sobre lo divino y lo humano. Una vez en la plaza podemos observar dos estatuas: el Cristiano y el Moro, dos figuras antitéticas y paradigmáticas representativas de dos cosmovisiones irreconciliables entre sí, a pesar de lo que hoy digan los llorones meapilas postconciliares o los repugnantes maricomplejines mundialistas y multikulturetas: DOS CONCEPCIONES TOTALES DEL MUNDO Y DE LA EXISTENCIA TOTALMENTE ANTAGÓNICAS Y METAFÍSICAMENTE ENEMIGAS, la Cruz solar y apolínea de Cristo contra una aberración demoníaca y telúrico-ginecocrática venida del Sur, de las hordas infrahumanas de Gog y de Magog de la época que amenazaban con arrasar a la Cristiandad toda. En este mundo dominado por la Mentira más absoluta y por la manipulación, tergiversación y falsificación sistemáticas, recordemos lo que escribió el gran C.S. Lewis y que cuadra a la perfección con estos tiempos terminales y disolutorios que estamos viviendo: “El mayor Mal no se hace ahora en aquellas sórdidas “guaridas de criminales” que a Dickens le gustaba pintar. Ni siquiera se hace, de hecho, en los campos de concentración o de trabajos forzados. En los campos vemos su resultado final, pero es concebido y ordenado (instigado, secundado, ejecutado y controlado) en oficinas limpias, alfombradas, con calefacción y bien iluminadas, por hombres tranquilos de cuello de camisa blanco, con las uñas cortadas y las mejillas bien afeitadas, que ni siquiera necesitan alzar la voz”; dando, así, un muestra del cinismo demoníaco y de la inaudita hipocresía de esta época vil y mundanizada hasta la náusea en la que estamos inmersos, tiempos finales en los que la Verdad brilla por su ausencia y es descaradamente caricaturizada, condenada o perseguida…
Después de tomar unas cervezas en la terraza de un bar de la plaza, justo enfrente de las dos estatuas citadas, y de hacer unas compras por las tiendas de la zona, nos dirigimos a la Iglesia Parroquial de El Salvador, un edificio sagrado de corte renacentista del siglo XVI. En una de sus fachadas se encuentra una imagen de El Salvador rodeado de los escudos de la villa y de la Órden ascético-militar de Santiago, dentro ya de la zona amurallada en lo alto de la ciudad, murallas que, como ya hemos comentado más arriba, son de origen sarraceno, construidas en torno a los siglos X-XI. Previo a la Misa de la Basílica de la Veracruz, una pequeña peregrinación portando por turnos la Santa Cruz desde la Iglesia de El Salvador, calle arriba, hasta llegar al pórtico de la Basílica-Santuario de la Vera Cruz. La Misa tuvo lugar en la explanada del recinto amurallado, bajo un verdadero “sol de justicia, de la luz que nos alienta y da valor”, como rezaba uno de los grandes himnos de la Falange Española. Finalizada la Santa Misa, un recorrido por la zona amurallada contemplando sus torreones aún en pie, así como admirar las extraordinarias vistas desde el emplazamiento con las Sierras del Gavilán, del Buitre y del Pinar Negro de fondo; destacar también la gran Cruz Patriarcal que preside la fachada del pórtico del Santuario-Basílica de la Veracruz dentro de una hornacina. Después de unas fotografías de rigor de todo el entorno y conjunto monumental, visita al interior de la Basílica; sobre la Capilla Mayor hay una especie de tribuna llamada “Capilla de la Adoración”, zona donde según la leyenda aparecieron unos ángeles portando la Cruz. Todos los camaradas tuvimos la ocasión sublime de ver y besar el Lignum Crucis (5), la sagrada astilla de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo que llegó a Caravaca durante el siglo XIII, al parecer, llevada por los Caballeros Templarios, quienes tanto defendían los Santos Lugares como guerreaban en tierras murcianas -como en el resto de España- contra la hez sarracena (6).
Una vez salimos de la Basílica, nos dirigimos a que nos expidan la Caravaquensis, es decir, el diploma de peregrino previa presentación de nuestras credenciales debidamente selladas y fechadas. Bajamos hacia la plaza y gracias a un simpático cofrade de la Veracruz, previa reserva por parte del citado camarada vía telefónica, conseguimos comer en un bonito restaurante rústico ubicado en una de las estrechas calles de la parte antigua. Ya de regreso a “El Molino de Felipe”, nuevo baño reparador en la piscina del complejo, para después cenar nuevamente en Casa Paco, no faltando nuevamente la buena carne y el buen vino, además de buenas dosis de cachondeo y humor negro…
Al día siguiente, día 26 de mayo y ya día de nuestro regreso al infierno barcelonés, madrugón y levantamiento del campamento. Nuevamente nos dirigimos a Murcia capital, después de dar una vuelta por la rambla que hay entre los conventos de Santa Clara la Real (7) y de Santa Ana (siglo XV), oímos misa según el Rito Tradicional en éste último, concretamente asistimos a la Solemnidad del Epíritu Santo; el lleno era absoluto: frente a un mundo putrefacto y terriblemente endemoniado que huye de la Luz divina, frente a una iglesia cada vez más mundanizada y fascinada por el satanismo progresista y democrático, “hay una belleza en la Misa tradicional, es la belleza de lo sagrado que habita en ella, es la huella divina que permanece indeleble en ella, es la fragancia de lo santo que envuelve la santa Misa tradicional. Es esa sacralidad, esa huella divina, es fragancia santa que no puede ser soportado por lo desacralizado, lo humano y lo irreverente” (J.M. Rodríguez de la Rosa). Hoy, mucho miserable y canalla infiltrado en la misma Iglesia opinaría precisamente lo contrario, su labor de demolición y de destrucción desde la mismísima Silla de San Pedro, es una labor preliminar para preparar el advenimiento del Hijo de la Perdición profetizado en el Evangelio; el escritor católico nacido en Ottawa (Canadá, 1948), Michael D. O’Brien, en su sensacional exégesis sobre el Apocalipsis de San Juan, nos dice que “la pérdida del sentido de la paternidad espiritual y, por consiguiente, de la infancia espiritual, son los mayores vacíos del mundo moderno; pueden serlo incluso en nuestra vida de creyentes. Esta es, por tanto, la tarea que tenemos ante nosotros…”, para más adelante calificar al último y enigmático libro del Nuevo Testamento como de un auténtico “Manual de Supervivencia” para estos tiempos pre o ya claramente apocalípticos (8): “El Señor está siempre dispuesto a recibirnos, a alimentarnos, a cuidar de nosotros y a guiarnos. Tomad y comed, venid y bebed, abrid y leed. La vida mana de las páginas de la Sagrada Escritura. No son letras muertas, ni siquiera verdaderas letras muertas, porque son palabras de vida. Con ellas, el Señor dice a la Iglesia de Sardes: “Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir. Cada una de las Iglesias particulares debe hacer caso de estas palabras, porque son tanto una exhortación como una admonición” (M.D. O’Brien). Y, al fin y al cabo, todos los monumentos y edificios sagrados que hemos visitado, son, de hecho, también palabras sagradas, símbolos sagrados hechos de piedra, no un simple arte constructivo levantado para la admiración de diletantes frikis o de turistas agilipollados y carentes de respeto que tanto nos repugnan y despreciamos en lo más profundo de nuestro ser.
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Después de la Santa Misa donde se celebró la Solemnidad del Espíritu Santo bajo el Rito tradicional, comimos en la terraza de un bar de la rambla, ello en compañía de otro camarada murciano que vino a recibirnos y con el que compartimos buenas charlas identitarias y críticas a la basura de sociedad que nos rodeaba en esta España disoluta y caricaturesca, así como al satánico Sistema que la alimenta desde la maldita Prostitución del 78 y su democracia de mierda. Después de la comida y de la despedida del camarada, vuelta a Barcelona después de 4 días inolvidables. Si hubiera que poner alguna pega, pondríamos principalmente dos; la primera de ellas es que se echan en falta algunas infraestructuras en el camino, fuentes principalmente, pero también arbolado que dé sombra en las áreas de descanso, etc., como reza el dicho popular parece que primeramente han querido empezar a “construir la casa por el tejado”, en fin…; la segunda pega que pondríamos, es la lejanía de los hoteles rurales o albergues con respecto a la Vía Verde, lo que nos obligaba a ir jugando con varios coches para ir reubicándonos constantemente cada vez que finalizábamos o reiniciábamos el camino durante las tres etapas que duró. Pero lo positivo del ITER CRUCIS superó en mucho a lo poco que pudiera haber de negativo en el mismo. Con el Camino de la Veracruz se dio el sentido inverso al del Camino Lebaniego del año pasado; en éste último la peregrinación entre bosques y montañas fue una auténtica delicia, sin embargo la Santa Misa y el trato recibido en Santo Toribio de Liébana fue deprimente y miserable, por no decir repugnante; en el Camino de la Veracruz la peregrinación no fue tan atractiva desde el punto de vista naturalista, sí, sin embargo, la Santa Misa, tanto en la Basílica de la Veracruz como en el Convento de Santa Ana fueron una auténtica maravilla.
“NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS, SED NOMINI TUO DA GLORIAM”
FUERZA HONOR Y TRADICIÓN
Ioannes Mons Christus
NOTAS:
1). El Obispo de la Diócesis de Cartagena confirma que la reliquia es auténtica según investigación realizada en base a testimonios hallados en documentos del Cardenal Belluga y otros obispos. La Santa Espina se trata de una de las astillas de la corona de Jesucristo. Según la tradición, fue la Emperatriz Santa Elena de la Cruz quien encontró la corona, junto con otras reliquias; con el tiempo acabó pasando a la corona francesa durante el Medievo, siendo una costumbre la de legar algunas de sus espinas a reyes y nobles. Actualmente algunas de ellas se encuentran en el ya citado Monasterio de la Encarnación de Mula y en la Catedral de Barcelona. Según la tradición la Vera Cruz fue encontrada en Jerusalén también por Santa Elena, la primera emperatriz romana que abrazó el cristianismo y madre del gran emperador romano San Constantino el Grande; la “Emperatriz Peregrina”.
2). Ubicado en la pedanía de El Niño de Mula, a escasos metros de la Ermita del Niño y la Vía Verde del Noroeste cuya Segunda Etapa ya nos estaba esperando… Comida tradicional murciana y un ambiente rústico de maravilla. La Ermita es del siglo XVII y de estilo barroco, y según el mito dicha ermita se decidió levantarla en ese lugar tras la aparición del Niño Jesús a un pobre huérfano y enfermo tras una epidemia que hubo a mediados de dicho siglo, erigiéndose la ermita a finales del mismo; aunque originariamente se construyó con materiales pobres, ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
3). Precisamente en el mencionado Cabezo Roenas fue encontrada la Cruz monogramática de Begastri o Crismón de Begastri, símbolo identitario por excelencia del municipio, como hemos dicho, y una de las cruces cristianas -de origen hispanogodo- más antiguas de España y, tal vez, una de las más antiguas de Europa, pues está datada en el siglo VI, pero se cree que podría ser algo anterior (de finales del siglo IV o principios del siglo V). Esta cruz está repleta de simbolismo, hasta el punto de poder interpretar sus elementos en conjunto para extraer una lectura equivalente a “Cristo Rey, el principio y el fin de todas las cosas”. En cuanto al rico simbolismo espiritual y metafísico del Crismón de Begastri, el cronista de la ciudad dice al respecto que “los dos delfines debieron formar parte del conjunto soldados a la cruz. Son idénticos y de buena factura, los ojos están dibujados por las dos caras e indican que, como la cruz, se elaboraron para ser vistos por las dos facies. El simbolismo del delfín, salvador de náufragos en el mundo clásico, también admite una lectura cristiana, como salvador de almas, tampoco hay que olvidar la presencia del pez en la iconografía cristiana, como alusión al mismo Hijo de Dios como pescador de hombres. Se identifica también el monograma de Cristo con la ‘rho’ en su parte superior y el alfa y omega pendiendo de los brazos, el principio y el fin. En realidad constituye una alegoría de Cristo: el Ancla, el Pez y el Crismón, con una insistente repetición del símbolo Cristo crucificado y redentor“.
4). Desde 2003 y repitiéndose cada siete años, Caravaca de la Cruz tiene el privilegio de celebrar perpetuamente un Año Jubilar. Este Jubileo perpetuo sólo se da en otros cuatro lugares en el mundo, convirtiéndose, por lo tanto, en la quinta Ciudad Santa de toda la Cristiandad: Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.
5). Cosa que no pudimos hacer el año pasado en Santo Toribio de Liébana tras efectuar el Camino Lebaniego -tras tres duras etapas de caminata-. La excusa satánica para no dejarnos besar entonces el Lignum Crucis por parte de la clerigalla cobarde y renunciatoria, era la engañifa covidiana, obra y consecuencia del nauseabundo totalitarismo plandémico y anticrístico que derivó de aquel crimen genocida, plutocrático y mundialista (como luego de la pretendida “solución” que nuevamente impusieron, principalmente en Europa claro (vacunas experimentales, mascarillas, encierros, multas, persecuciones, apaleamientos y detenciones por parte de la chusma policial, etc, etc, etc).
6). El relicario donde está introducida la sagrada astilla, se trata de “un estuche con un mástil vertical de 17 cm y dos travesaños horizontales de 7 cm, el superior, y de 10 cm, el de abajo. No son dimensiones aleatorias, se ciñen a un precepto medieval sobre las ‘proporciones perfectas’: la suma de las dos partes cortas debe equivaler a la mayor. Un pequeño cristal en el relicario permite atisbar la sagrada astilla”.
Comenta el cronista de la ciudad que, “la tradición señala el 3 de mayo de 1231 como el día de la llegada de la Cruz a Caravaca, aunque la crónica es un tanto fantasiosa, mítica. Un musulmán llamado Ceyt-Abuceyt señoreaba entonces en la zona; el sacerdote Ginés Pérez Chirinos era su prisionero. Interrogado, el religioso explica que su ocupación principal es la celebración diaria de la Eucaristía, la ceremonia de la Misa. El misterio de la transubstanciación del Pan y el Vino en cuerpo y sangre de Cristo despertó la lógica curiosidad de Ceyt-Abuceyt, quien ordenó a Perez Chirinos la celebración del ritual en su presencia. Cuando todo estaba dispuesto, el oficiante se dio cuenta de que no había ningún crucifijo en el Altar, y así lo expresó. En ese momento irrumpieron dos ángeles con una cruz de doble brazo que le entregaron. Después de semejante prodigio, Ceyt-Abuceyt se convirtió al cristianismo, adoptando el curioso nombre de Vicente Bellvis. Además se hizo vasallo del rey Jaume I el Conquistador, a quien ayudó en la toma de Valencia. La forma de la Cruz se conoció popularmente como Cruz de Caravaca desde entonces”. Como decía A. Camus, los mitos tienen más poder que la realidad, “la revolución como Mito es la revolución definitiva”.
7). El Convento de Santa Clara la Real se construyó sobre un antiguo palacio sarraceno del siglo XIII. El claustro y parte de la iglesia son góticos, siglo XV; el resto de estilo barroco, siglo XVIII. Estamos ante dos edificios sagrados de singular belleza constructiva y simbólica.
8).“El Apocalipsis. Advertencia, Esperanza, Consolación”, Michael D. O’Brien, editorial Homo Legens, año 2019.
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