BARCINO IDENTITARIO: EL FARO DE MONTJUÏC “Las montañas ayudan a los hombres a despertar sueños dormidos”. H. Tazieff “Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar”. Proverbio tibetano “El Faro, al igual que la torre, es un símbolo solar. Su forma circular, su posición erguida y dirección recta, su colofón de lumínico rayo, simbolizan la penetración y expansión espiritual. Los faros son atalayas rutilantes. Desde los atalayas se pueden visualizar vastas zonas del mar o de la tierra para prevenir peligros o noticiar novedades. El foco del Faro tiene, desde la altura, la visión única y derecha con alcance a enormes distancias. Esto convierte al Faro en una excelente analogía de la visión clara: poder ver desde la lejanía, es poder apreciar bien una verdad”. Elsa M. Rolla Antes del actual castillo del Siglo XVII ubicado en la cima de la montaña sagrada que los romanos denominaron Mons Iovis (Monte de Júpiter), según documentación del Siglo XI hubo un Faro o Torre de Vigía habitada por un marinero de forma permanente que hacía las funciones de vigilancia, su misión era la de alertar a la ciudad en el caso de la llegada a la costa de naves hostiles o de combatir la piratería. Dicha estructura, de la que aún hoy en día se desconocen sus verdaderas dimensiones y proporciones arquitectónicas, se mantuvo más o menos aislada hasta cerca de la primera mitad del siglo XVII. Fue a raíz de la Guerra de los Segadores (1640-52), durante el reinado de Felipe IV, cuando comenzó la militarización de la montaña primero, e iniciándose así después la construcción del castillo impresionante que hoy corona la montaña sagrada. Pero lo que hoy conocemos como el Faro de Montjuïc es otra cosa y está ubicado no en la cima, sino en la ladera de la montaña que mira hacia el Mar Mediterráneo, varios metros más abajo del emplazamiento del castillo… El Faro como símbolo de Rectitud y de Verticalidad, de triunfo del Orden sobre el Caos simbolizado por las aguas. Símbolo representativo del “Eje del Mundo”, como la Montaña, el Árbol o la Torre, el Faro también tiene un significado eminentemente pontifical, de co- municación Cielo-Tierra, entre lo divino y lo humano. Si en el mundo arcaico el Menhir te- nía una función de guardián, de protector y de vigilia, simbólicamente también el Faro reu- nía tales características hasta tiempos relativamente recientes. Decía Juan-Eduardo Cirlot que “así como el árbol se acerca a la figura humana más que los animales, que avanzan con el cuerpo horizontal, así la torre es la única forma de construcción que toma la vertical como definición. Las ventanas del último piso, casi siempre grandes, corresponden a los ojos y al pensamiento” (“Diccionario de Símbolos”, Juan-Eduardo Cirlot). El Faro de Montjuïc está situado en la ladera de la montaña como hemos dicho, en una zona denominada El Morrot y que es una de las reservas naturales de esta montaña sagrada de resonancias míticas y metahistóricas (1), así como de la ciudad de Barcelona. La historia del mismo se remonta a 1906 cuando se pensó en construir un nuevo faro en esta parte de la montaña para que sustituyera al antiguo del puerto de Barcelona o mismamente al del Llobregat, antaño este último situado en la zona marítima de Hospitalet de Llobregat conocida como La Marina, zona expropiada -robada más bien- por la ciudad de Barcelona en el primer cuarto del siglo XX con la excusa de construir un puerto franco (y que al final no se hizo); más de 900 hectáreas en total, en fin nada nuevo en el asqueroso mundo demoliberal y burgués (entonces aún no había llegado la Era del Paria o Quinto Estado en el hoy ya estamos inmersos..). Inicialmente se montó una estructura provisional con una lámpara de petróleo, hasta que en el año 1922 se colocó la primera piedra inaugural de la estructura que hoy conocemos, finalizándose en el año 1925 (2). El conjunto arquitectónico tiene forma rectangular, constando de tres pisos más la torre del faro propiamente dicho. Incluía dos viviendas para dos fareros con sus respectivas familias, además de despachos y taller, los últimos fareros abandonaron el edificio en el año 2000, hoy está totalmente automatizado y bajo la Autoridad Portuaria de Barcelona: la Modernidad plutocrática acaba arrasándolo todo de forma despiadada, pero al fin y al cabo, el Faro está ahí, sigue ahí, silencioso pero estable, incólume en la ladera de un promontorio con antecedentes mitológicos y legendarios, tal como las estoicas columnas de los templos o de las catedrales del Medievo; en noches de niebla impresiona observar el haz blanco luminoso, haz que ilumina la atmósfera casi como un símbolo del triunfo de las fuerzas apolíneas y uránico-viriles sobre las fuerzas del caos y de la oscuridad. Las vistas desde la zona son verdaderamente impresionantes; hay que decir que dicho conjunto arquitectónico, mezcla de estilos entre modernista y neoclásico, está erigido sobre una de las partes más frondosas y abruptas de la montaña, y evidentemente más alejadas de la odiosa y profanadora invasión turística, cada vez más repugnante e insoportable en esta Barcelona postmoderna putrefacta, invertida y disoluta. En teoría hay un sendero que desde la parte de atrás del faro conduce directamente hasta el castillo, pero dado lo abrupto y resbaladizo del terreno, con fuertes pendientes y grandes barranqueras además, así como de la abundante vegetación, prácticamente lo hacen poco aconsejable, pero la panorámica es espectacular, tanto de este lado salvaje de la montaña como del puerto y del mar. Pese a su estado actual de semiabandono -como gran parte de nuestro sagrado patrimonio mítico, ancestral, histórico y cultural-, y que le da ese aspecto entre misterioso y enigmático, en teoría está prohibido el acceso hacia el mismo y solo es accesible para personal autorizado, aunque su acceso desde la zona portuaria de Can Tunis, pasando por debajo de un puente que hay bajo la Ronda del Litoral y de la vías del tren de mercancías, nos daremos de bruces con un fuerte y empinado camino serpenteante y asfaltado que nos lleva directamente a dicha construcción centenaria, ello entre chumberas, eucaliptos y grandes zarzales; a la izquierda del inicio de dicho camino ascendente y zigzagueante -con un desnivel que llega al 18% tal como nos indica una de las señales-, una vez cruzadas las vías del tren de mercancías, se encuentra una cantera ya abandonada hace mucho tiempo de la que se extrajeron las piedras con las que se construyeron muchos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, tanto de la antigua Barcino romana como ya de la más contemporánea. Varios camaradas de la Hermandad Barcino/Rubricatus visitamos este bello enclave, una asignatura que teníamos pendiente de un tiempo a esta parte, sobre todo teniendo en cuenta que este es el lado más boscoso, menos turístico y también el menos conocido o visitado de esta montaña que los romanos denominaron hace casi dos milenios como el Monte de Júpiter, montaña sagrada en la que según la leyenda estuvo asentada la mítica LAIE de los pueblos layetanos, el centro espiritual, el Axis Mundi de la Barkeno ibero-layetana, y que los romanos transformarían posteriormente en Barcino. Como reza la fachada gótica del Siglo XV del Ayuntamiento de Barcelona: BARCINO AB HERCULEA CONDITA; y sin duda, el esquema trinitario Mons Iovis-Hércules-Barcino es uno de los grandes referentes y símbolos identitarios y fundacionales de nuestra ciudad, y por supuesto, de nuestra Hermandad(3). FUERZA HONOR Y TRADICIÓN Joan Montcau NOTAS: Según una de las leyendas fundacionales de la ciudad de Barcelona, y sin duda la que más empuje y empaque ha tenido, hasta el punto de convertirse para cierto tipo humano diferenciado -el Hombre de la Tradición– en una auténtica IDEA-FUERZA, dice que cerca de 500 años antes de la fundación mítica de Roma (753 A.C.), el Héroe solar y semidivino Hércules, tras el cuarto trabajo de los 12 que le fueron impuestos en penitencia por haber asesinado a su mujer y sus hijos, se une a los argonautas liderados por Jasón en la búsqueda del Vellocino de Oro cruzando el Mediterráneo con nueve navíos. Una tormenta dispersó la flota cerca de la costa catalana, aunque consiguieron reagruparse todos salvo una nave. Jasón le ordenó a Hércules la búsqueda del noveno navío (Barca Nona), que encontró a orillas de la colina de Montjuïc (posiblemente la zona actualmente conocida por Can Tunis, antiguo barrio ubicado entre el Puerto de Barcelona y el Cementerio de Montjuïc, demolido tras la ampliación del puerto en el 2004). Al parecer, a los tripulantes les fascinó tanto el lugar que con la ayuda de Hércules y Hermes fundaron una ciudad con el nombre de Barcanona sobre la cima del Mons Iovis (Monte de Júpiter, el actual Montjuïc), Barcanona hopónimo pues de Barcelona. Esto en cuanto a la fundación mítica o legendaria de dicha ciudad. Dice también la leyenda que Hércules levantó un altar, bebió agua y una vez en la cima, tras observar fascinado toda la belleza que le rodeaba, decidió fundar una ciudad… Lo cierto que tanto Hércules como Hermes son (fueron más bien…) enormemente populares en la Barcelona de antaño, muchas son las calles que llevan sus nombres, y muchas son las estatuas que en su honor se han levantado a lo largo y ancho de la ciudad. “El origen de “Los faros de mar” se remonta a nueve siglos antes de Cristo. Eran simples hogueras en la montaña para orientar e indicar al navegante que allí había tierra o una entrada al puerto. Con el tiempo, en el siglo II a. de C., Ptolomeo II construyó el faro de Alejandría” (Rafael Ochoa). El constructor del Faro de Montjuïc fue el ingeniero militar Josep Cabestany, apenas hemos encontrados datos biográficos sobre su figura, eso demuestra muy a las claras el escaso, o más bien nulo, interés por parte de la chusma historiográfíca catalana oficial por estudiar estas figuras que tanto contribuyeron a levantar los cimientos de la “Gran Barcelona”, hoy convertida tras un asombroso proceso de involución y de subversión verdaderamente diabólico, en un auténtico detritus y estercolero, un pudridero multicultureta e infrahumano. “El Altar de Hércules y la Fundación Mítica de la Ciudad de Barcelona” (2020), artículo publicado en Septentrionis Lux y donde se trata extensamente el mito fundacional de la ciudad en clave tanto metafísica como metapolítica. Artículo*: septentrionislux Más info en frasco@menadelpsicologia.com / Tfno. & WA 607725547 Centro MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo #Psicologia #MenadelPsicologia #Clinica #Tradicional #MijasPueblo *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
BARCINO IDENTITARIO: EL FARO DE MONTJUÏC «Las montañas ayudan a los hombres a despertar sueños dormidos». H. Tazieff «Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá…
- Enlace a artículo -
Más info en frasco@menadelpsicologia.com / Tfno. & WA 607725547 Centro MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo #Psicologia #MenadelPsicologia #Clinica #Tradicional #MijasPueblo
*No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario