BARCINO IDENTITARIO: TEMPLO, PALACIO, MUSEO, AXIS MUNDI
“El espectáculo de lo bello, en cualquier forma en que se presente, levanta la mente a nobles aspiraciones”.
Bécquer
“¿Cómo veremos esta belleza inmensa que queda de alguna manera en el interior de los santuarios y que no se adelanta hacia fuera para dejarse ver por los profanos? Aquel que pueda que vaya y la siga hasta su intimidad, que abandone la visión de los ojos y no se dé la vuelta hacia el brillo de los cuerpos que admiraba antes. Porque si vemos las bellezas corporales no hay que correr hacia ellas, sino saber que son imágenes, huellas, sombras; y que hay que huir hacia esa belleza de la cual son imágenes. ¿Qué ve entonces ese ojo interno? Desde su despertar no puede ver bien los objetos brillantes. Hay que acostumbrar al alma misma a ver primero las bellas ocupaciones, luego las bellas obras, no las que ejecutan las artes sino las de los hombres de bien. Luego hay que ver el alma de los que ejecutan bellas obras. ¿Cómo podemos ver esa belleza del alma buena? Vuelve a ti mismo y mira: si todavía no ves la belleza en ti, haz como el escultor de una estatua que tiene hacerse bella; él quita lo superfluo, endereza lo que es oblicuo, limpia lo que es oscuro para hacerlo brillante y no dejes de esculpir tu propia estatua, hasta que el resplandor divino de la virtud se manifieste, hasta que veas la templanza sentada en su trono sagrado”.
Plotino
“… Como en las obras de la Eterna Naturaleza, hasta la más minúscula nervadura, todo es forma y todo tiene como fin la TOTALIDAD.”
Goethe
“Hay que volar a todos los vientos de todos los mares, pero hay que procrear en un nido”.
Eugeni D’Ors
El hombre-masa del putrefacto Occidente, en esta moderna (ya postmoderna…) costumbre de buscar lo extrordinario, lo fascinante y lo misterioso fuera de las fronteras de su propia patria, se olvida -ignora más bien- que ello muchas veces lo tiene a la vuelta de cualquier esquina de su propia ciudad o población, sin ir más lejos, sin necesidad de hacer cientos y cientos de kilómetros y dejarse embobar por culturas y tradiciones ajenas -cuando no totalmente antitéticas- a nuestra cosmovisión indo-europea; estamos ante la pseudo-civilización del Quinto Estado, la Era del Paria, del mero ser descastado, desconsagrado y esclavo de sus instintos e impulsos primarios, carente por completo de cualquier sentido de la trascendencia y de la identidad, profano y profanador allá donde vaya o pise. En el mundo antiguo, antes del advenimiento de la modernidad con todas sus nefastas consecuencias y su deletérea y diabólica concepción del mundo y de la existencia, existía la figura tradicional y viril del “noble viajero”, figura asociada a la ascésis aristocrático-guerrera (el caballero-andante o errante sería ya un eco lejano y un tanto degradado de tal figura); aquel que entendía y vivía “el viaje” como un verdadero rito iniciático y simbólico, como una Vía Sacra en búsqueda del Conocimiento y como una forma de magia (en el sentido de una metafísica operativa) descondicionadora; realmente para él se trataba a la vez tanto de un viaje exterior como interior, es decir, hacia dentro de sí mismo: MITO, RITO Y SÍMBOLO eran los tres ejes o pilares sobre los que desarrollaba y modelaba su vida y experiencia personal en este mundo -muchos de ellos vivían en el más completo anonimato, la “impersonalidad activa” de la que hablaba Julius Évola-, hasta el punto de convertirla en un verdadero misterio sagrado, en una constante peregrinación en búsqueda de la conquista espiritual; como decía Jesucristo “el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza” (S. Mateo 11:12). El “noble viajero” no sólo vivía hacia dentro de sí mismo como hemos dicho, sino en torno a un Centro y a una Guía o Norte existencial y metafísico simbolizado por el Corazón, considerado por la Tradición Perenne y Sapiencial como el verdadero centro espiritual del hombre: «El Centro es el Padre del Círculo… imita a la Inteligencia» (Plotino). Jasón y sus Argonautas, Hércules, Perseo, Ulises, entre otros héroes sagrados míticos, fueron las figuras prototípicas de la antigüedad antecesoras del “noble viajero”; en el Medievo tuvimos a la Caballería del Santo Grial, principalmente entre los siglos XII-XIV, tuvimos a los verdaderos hermetistas, al movimiento trovadoresco con sus poesíaas iniciáticas; todo ello hasta la ruptura de Occidente con la Tradición Primordial en el siglo XVII: la Paz de Westfalia (1648) supuso para Occidente un verdaderoGötterdämmerung (oscurecimiento de lo divino), el derrumbe de la Cristiandad. Entre los grandes representantes del hermetismo occidental -Adeptos a la Gran Obra-, tenemos a figuras tan misteriosas y enigmáticas como, por ejemplo, Ramón Llull, Arnau de Vilanova -ambos españoles- (1), Nicolás Flamel, Christian Rosenkreutz, Paracelso, Conde de Saint-Germain o Karl von Eckartshausen, personajes donde misterio, mito y realidad se confunden de tal manera hasta el punto de ser practicamente imposible disociarlos. Pues bien, en estos tiempos disolutos en los que estamos inmersos, donde la degradación y desintegración avanzan a una velocidad de vértigo, en esta fase final y crepuscular de la Edad Oscura, la figura antaño sagrada del “noble viajero” ha sido sustituida por la figura odiosa, tediosa y repelente del turista; evidentemente estamos ante una inversión, como tantas otras, verdaderamente demoníaca y contra-tradicional típica de la subhumanidad democrática, transhumanista y progresista: “Los grandes sabios de la antigüedad consideraban el viaje como una oportunidad excepcional para absorber conocimientos de los lugares que visitaban. Probablemente su sabiduría derivaba de este espíritu viajero… Hemos visto como los nobles viajeros de la Antigüedad tuvieron un carácter sagrado; luego fueron sustituidos por los caballeros errantes, formulación “turística” adaptada a la nobleza; en una tercera etapa aparecen los viajes ligados a las hermandades corporativas, esto es, a los artesanos. Finalmente, durante el siglo XX se produce la última mutación: aparecen los circuitos turísticos abiertos a la gran masa de la población. El turismo se convierte en una forma de ocio” (Ernesto Milá).
El pasado mes de octubre (2024), concretamente a finales de dicho mes, varios camaradas y cofrades de la HTBR efectuamos una ruta cultural por la parte noroeste del Mons Iovis, ello para hacerla coincidir con dos acontecimientos sagrados y ya míticos en la historia de la Europa contemporánea, y que quisimos conmemorar ritual y simbólicamente en el Axis Mundi de nuestra ciudad; dentro ambos episodios trascendentales de un amplio proceso de rectificación y de regeneración que se dió en toda Europa en el corto espacio de 1919-45 y que, por desgracia, fue abortado y derrotado por las bestiales fuerzas sauronianas (2), dando comienzo, así, a la fase más oscura de la Edad Crepuscular en la que hoy nos encontramos. Y nada mejor que una visita-ruta-peregrinación por los alrededores y, por supuesto, por el interior del impresionante Palacio Nacional de Barcelona donde se haya el Museo de Arte de Cataluña, espectacular edificio -ejemplo de arquitectura colosalista, tan odiada por la barbarie demoprogresista y postmoderna- que preside la entrada en la montaña; por suerte, el día acompañaba de forma maravillosa, lluvia y poca presencia de turistas… El otoño, bajo nuestro punto de vista, es la época más bella del año para ir a la montaña; llegan el frío y las lluvias, caen las hojas de los árboles y los días, poco a poco, se van acortando, es una preciosidad ver como las montañas se recortan a lo lejos sobre un fondo celeste azul-oscuro y nuboso, y los bosques se convierten en un concierto de coloridos diversos, y precisamente en esta montaña de tan sólo 177 m de altitud sobre el nivel del mar hay muchos rincones de exuberante frondosidad: “El otoño es mejora eterna. Es maduración y es color, es la estación de la madurez, pero también es anchura, profundidad, distancia.” (Hal Borland).
El Palacio Nacional fue levantado en un tiempo record, en 1926 se colocó la primera piedra y en 1929 fue inaugurado; ni que decir tiene que, tamaña obra que aún no ha cumplido ni siquiera la centuria, hoy sería no ya impensable, dada la visión de la arquitectura en particular y del arte en general que se han impuesto -totalmente aberrante y netamente anti-tradicional-, sino incluso irrealizable; una muestra más de lo rápido que avanza el proceso de desintegración y de disolución diabólicas que amenazan a Occidente. El edificio en sí, es un auténtico portento desde el punto de vista estructural y artístico, e incluso a nivel simbólico como veremos. De hecho, cuando nos plantamos ante él parece que estamos ante un Templo, y, ciertamente, así fue concebido desde su más remoto albor: ya en el año 1909, fue el gran arquitecto catalán Manuel Vega i March quien ideó la construcción de un gran edificio que debía ser, según sus palabras, «un gran Templo del Arte, que sea resumen y compendio, el más acabado y portentoso de nuestro saber», y ese Templo tendría que ser levantado precisamente en la Montaña Sagrada donde -según el mito legendario-, el héroe semidivino griego Herakles (Hércules para los romanos) fundaría la ciudad de Barcelona; dicha genial idea finalmente acabó llegando a buen puerto… (3)
El espectacular e imponente edificio de estilo neobarroco con toques novecentistas, está coronado por una gran cúpula central, inspirada en la Basílica de San Pedro del Vaticano, además de otras dos de menor tamaño a cada lado; cuatro torreones inspirados en la Catedral de Santiago de Compostela y en la Giralda de Sevilla. El interior del palacio la decoración es de tipo novecentista (arte tan amado por nuestro gran Eugeni d’Ors, concebido por éste dicho arte como síntesis de TOTALIDAD y de TRADICIÓN): columnas impresionantes, murales, estatuas hieráticas, sus grandes salas y salones, un gigantesco órgano; grandes frescos representando a las 4 Virtudes Cardinales, la Fortaleza, la Templanza, la Justicia y la Prudencia. Pero una de las cosas más impresionantes es su enorme cúpula y lo que representan sus frescos: “…de una manera apoteósica, la grandeza de España, valiéndose para ello de una composición simbólica, definida en cuatro campos: la Religión, la Ciencia, las Bellas Artes y la Tierra”, reza un texto de la época. La Religión está representada con una imagen del Cristo en la Cruz, a sus lados aparecen la figuras viriles de un Mártir y de un Ángel, y a sus pies un infiel sarraceno humillado y vencido. Hay otra escena que representa a otro guerrero sarraceno entregando las llaves de la ciudad al ejército cristiano victorioso, sin duda se está haciendo eco de la gloriosa Reconquista Hispánica. La Ciencia española está representada por una figura femenina divina, haciendo alusión el fresco con varios episodios a las grandes conquistas de la ciencia española. Las Bellas Artes están también representadas de forma simbólica por otra divinidad femenina portando consigo el Arco Iris (símbolo de unión de lo divino con lo humano, lo celeste con lo terrestre, lo visible con lo invisible), y una rama de laurel (símbolo de la Victoria y de Gloria); hay representaciones alegóricas y simbólicas de la Arquitectura, la Pintura, la Escultura, la Literatura y la Música. La Tierra también es representada por una divinidad femenina portando la Luna en una mano, pero subordinada a un Sol radiante; aparecen en los frescos pintados varios tipos de frutos de la tierra, con alusiones a la Agricultura, la Ganadería y la Industria. En el tambor de la cúpula hay representaciones representando a antiguas civilizaciones, alegorías a los Reinos de León, Castilla, Aragón y Navarra. En la cornisa que rodea a la cúpula central aparecen de forma simétrica entre sí, 4 figuras paradigmáticas y metapolíticas representadas, recias y viriles estatuas encarnando la Religión, la Ley, la Fuerza y el Trabajo. En resumidas cuentas, casi estamos ante un ejemplo de lo que los alemanes de antaño llamaban Gesamtkunstwerk -Arte Total-: “Las cualidades y las bellezas de la obra deben ser atribuidas a nuestra luz substancial y a nuestra inspiracción esencial, que pertenecen a Dios”, decía el gran hermetista católico y tradicionalista francés Louis Cattiaux (4), con lo cual por inversión y parodia, podríamos llegar a la conclusión que la fealdad moderna, su nauseabundo y horrendo Anti-arte -que son una mofa y un atentado contra la comunidad popular y contra las tradiciones de nuestros Ancestros-, pertenecen o están inspirados, sin lugar a dudas, por el Diablo: “El arte contemporáneo es, o un aprendizaje, o una farsa” (Eugeni d’Ors).
De todas las salas dedicadas al arte, aconsejamos visitar principal y fundamentalmente las dedicadas a los artes románico, gótico y barroco, habiendo algunas obras de interés -no muchas- en las salas dedicadas al modernismo y al novecentismo, ello dentro de lo que la subhumanidad democrática considera como “arte contemporáneo”, en líneas generales -seamos claros-, una completa basura dicho anti-arte nacido de mentes enfermas y demoníacas, por supuesto quitando las excepciones que hemos indicado anteriormente. Durante tres horas estuvimos deleitándonos y disfrutando con las obras de los primeros, dándonos la sensación en varias ocasiones de estar viajando en el tiempo y de desconectarnos de este mundo de pesadilla, sobre todo cuando deambulábamos por las salas con apariencia de verdaderos claustros. En cuanto a las salas dedicadas al arte abstracto o a la “guerra civil” (pura bazofia propagandística favorecedora y defensora de la criminal escoria roja anarco-marxista y separatista durante nuestra Cruzada Nacional de Liberación de 1936-39), mejor ni perder el tiempo en ello, todo es repugnante y vomitivo: TRADICIÓN VERSUS MODERNIDAD.
Accedimos a las terrazas y azotea del edificio, desde ellas se puede disfrutar de una vistas impresionantes de la Montaña Sagrada y de la ciudad, así como del Mare Nostrum, pudiéndose observar y de estudiar más de cerca los grandes torreones del palacio con sus símbolos e impresionantes estatuas. Hay un mirador desde donde se puede ver toda la cadena montañosa de la Sierra Oscura del lado barcelonés, ello con un cartel informativo señalizando cada cima, así como a las 7 famosas colinas de la ciudad que se distinguen enmarañadas y sobresaliendo ligeramente entre los edificios y construcciones de la misma; desde este mirador hicimos, a modo de ritual simbólico, un ejercicio visual sobre Barcelona entreviendo el rito de su fundación histórica (años 15-10 A.C.) de la ciudad romana sobre el pequeño monte Tàber y su posterior expansión en el llano hasta coronar las seis colinas que la rodean y que aparecen señalizadas en el cartel indicativo: Monterols, Putxet, Creueta del Coll, Carmel, Rovira y Peira. En difinitiva, siendo fieles a nuestra consigna “TOTALIDAD, IDENTIDAD, REVOLUCIÓN TRADICIONAL”, el balance de lo visto y visitado a lo largo del día fue altamente positivo, por lo que la jornada fue de lo más fructífera y formativa para nuestra Hermandad. Pronto haremos una visita cultural al Museo Arqueológico de la ciudad que se encuentra también en la falda de la montaña, y no muy lejos del Palacio Nacional.
Los Hombres de la Tradición, en medio de este mundo en ruinas en el que nos desenvolvemos, representan la verdadera Ekklesia en una edad de malvados, de pervertidos y, en el mejor de los casos, de tibios; es decir, “la Asamblea de los que han sido puestos aparte…” ( Ft. A. Arakilah). Recordemos la consigna por excelencia de la Orden del Temple: NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS, SED NOMINI TUO DA GLORIAM (nada para mí Señor, nada para mí, sino para mayor Gloria de tu Nombre). El Hombre de la Tradición en definitiva, “se siente exiliado de este mundo, está en este mundo, pero no es de este mundo. Siente nostalgia de su estado originario, es consciente de que su naturaleza presente no puede reintegrarse en el estado perdido con el episodio de la caída edénica (el pecado original, pérdida del Paraíso) y que debe renunciar a ella. Por eso habla de muerte iniciática que preludie el advenimiento del Hombre Nuevo“ (E. Milá) (5).
FUERZA HONOR Y TRADICIÓN
Ioannes Mons Christus
NOTAS:
1)- Los místicos e iniciados Ramón Llull (1232-1316) y Arnau de Vilanova (1238-1311), ambos más o menos contemporáneos y nacidos bajo el Reino de Aragón, idearon un proyecto de reforma de la Cristiandad -de Occidente-, que pasaba por la fusión de las tres grandes Órdenes ascético-militares de la época (la Orden Militar resultante de dicha fusión sería denominada del Espíritu Santo o, también, del Divino Paráclito): Orden de los Templarios, Orden de los Teutónicos y Orden de San Juan; con ello pretendían, en la medida de lo posible, retrasar o de frenar el avance del Reinado del Anticristo que consideraban como inminente o muy próximo con el triunfo de la subversión güelfa y del predominio del Papado sobre el Sacro Imperio. Recordemos que ya en el siglo XIII las Órdenes de San Juan y de los Teutónicos recibieron ataques brutales por parte del Papado por presunta “herejía”, y la destrucción de la Orden de los Templarios a principios del siglo XIV; destrucción esta última con la que podríamos dar como del inicio del proceso de ruptura de Occidente con el Centro del Mundo. Anadir que el gran emperador gibelino Federico II de Hohenstaufen (1194-1250), fue discípulo de Arnau de Vilanova, y Ramón Llull fue consejero espiritual del gran monarca sagrado Jaime II de Aragón, quien siguiendo los consejos al respecto de Llul, intentó convencer al Papa Clemente V para que sacara adelante dicho proyecto, que, por desgracia, acabó fracasando finalmente.
2)- La Marcha sobre Roma (27/29-X-1922) y la fundación de la Falange Española (29-X-1933). La denominada “Era del Fascismo” (1919-45), pese a todos sus errores, imperfecciones e influencias deletéreas derivadas de la subversión moderna, puede considerarse -de momento-, como el último”Ciclo Heroico” de Europa (y el más breve si lo comparamos con los anteriores; a saber, el helénico, el romano, el medieval y el hispánico). Con la derrota de 1945, comenzó el verdadero “Ocaso de Occidente” (O. Spengler), y del advenimiento de lo que él denominaba como “segunda religiosidad”, es decir, el surgimiento de una parodia grotesca, caricaturesca y diabólica de lo que debería ser una verdadera religiosidad (re-ligare, ligar, unir lo divino con lo humano): Nueva Era, Nuevo Orden Mundial, Transhumanismo, Ecologismo, Feminismo, Nueva Normalidad, Animalismo, Veganismo, Inteligencia Artificial, y un largo etc. de inmundicia ginecocrática y titánico-demoníaca.
3)- La construcción de esta obra faraónica fue obra de los arquitectos Eugenio Cendoya y Enric Catà, bajo la supervisión de Pere Domènech i Roura. Desde 1934 alberga el Museo Nacional de Arte de Cataluña, conocido como MNAC. Aconsejamos visitar principalmente las salas dedicadas a los artes Románico, Gótico y Barroco, sencillamente sensacionales. Concretamente la sala dedicada al Arte Románico, está considerada como una de las mejores exposiciones del mundo.
En la Weltanschauung tradicional del mundo, el Palacio representaba a la autoridad divina, el poder, la riqueza terrenal, la realeza sagrada, así como la sede del Gobierno y el Santuario; evidentemente, en los tiempos en que fue levantado, en pleno siglo XX del modernismo cientifista, progresista y racionalista, no sólo estábamos pues ante una obra “anacrónica” (como dirían hoy los fantoches postmodernos y transhumanistas deconstruidos), sino incluso ucrónica… Durante la Cruzada de 1936-39 también sufrió diversos destrozos, sobre todo en sus cubiertas, siendo plenamente restaurado por el Estado del 18 de Julio; a principios de los años 60 del pasado siglo tuvo lugar una gran exposición internacional sobre el arte románico que fue un completo éxito.
4)- “El Mensaje Reencontrado, o el Reloj de la Noche y del Día de Dios”, Louis Cattiaux, 1951. Estamos ante un libro verdaderamente enigmático pero muy bello, repleto de sabiduría metafísica y hermética, muy poco conocido en España, por desgracia. Dice L. Cattiaux: “Hay dos vías de retorno a Dios: ya sea la disolución en la vida universal y libre, ya sea la coagulación en ella. / La primera vía es enseñada por muchos y realizada por algunos. La segunda vía es enseñada por algunos y realizada por muy pocos. / El que las separa es ignorante. El que las une es Sabio”. Estamos ante una visión hermético-cristiana de las dos vías que se le presentan al fallecido tras la muerte de su cuerpo físico, coincidiendo con la tradición indo-aria: “Vía de los Antepasados” (Pitra-Yana) o“Vía de los Dioses” (Deva-Yana), sólo esta última es la que supone la verdadera Inmortalidad.
5)- “Por la Cruz a la Rosa”. Ernesto Milá, año 2006. Interesante estudio sobre la Rosa+Cruz originaria, en buena medida heredera de la Orden del Temple tanto en su doctrina espiritual y metafísica como en su metapolítica; y en su proyecto solar y aristocrático-viril de reformar la Cristiandad así como de potenciar y de vitalizar el Sacro Imperio Romano frente a las pretensiones casi luciferinas del Papado.
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