

Parece como si todos nuestros actos en esta vida, los buenos y los malos, los altruistas y los egoístas, fueran pesados en una balanza en la que un platillo corresponde a este mundo y el otro al Mundo venidero. Unos actos nos vienen inspirados por la Buena Inclinación y otros por la Mala Inclinación.
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Leemos en el libro de los Proverbios (XIX-17) que Malveh haShem Jolel Dal:
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מלוה יהוה, חונן דל
«El que da al pobre presta al Eterno».
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La guematria de esta frase es 255:
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מלוה = 81
יהוה = 26
חונן = 114
דל = 34
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255
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Curiosamente, se trata de la misma guematria que la de la palabra Moznaim (מאזנים) “balanza”.
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מ = 40
א = 1
ז = 7
נ = 50
י = 10
ם = 40
255
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Hay dos maneras principales de quebrar a la Mala Inclinación, el Ietzer haRa (יצר הרע), y es a través del estudio de la Torah y a través de la limosna. “Dando al pobre”, debilitamos a la Mala Inclinación. Estudiando la Torah también.
Leemos en el Talmud (Kiddushin 30b):
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«Dijo Rabbí Shimon ben Lakish: el Santo, bendito sea, dijo: ‘he creado la Mala Inclinación, y he creado la Torah como su antídoto. Aquellos que se ocupan de la Torah, no serán entregados en sus manos; pero si no lo hacen, serán entregados en sus manos’”.
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Cuando calculamos la guematria atbash de Ietzer haRa (יצר הרע), la Mala Inclinación, vemos que es 148:
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יצר = 48
הרע = 100
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148
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Se trata de la misma guematria que la de Jolel Dal (חונן דל) “da al pobre”. Volviendo a la metáfora de la balanza, al pobre se le da en un platillo: se le da en este mundo, y el Eterno nos lo devuelve en el otro platillo, en el otro mundo, pero en este mundo también nos lo devuelve de otro modo: quebrando el Ietzer haRa..
La raíz de Malveh (מלוה), “presta” es Laa (לוה), “pedir un préstamo” o “tomar prestado”, y nos encontramos en ella a la letra Lamed (ל), junto a las dos últimas letras del Tetragrama. La letra Lamed (ל) indica una dirección y se utiliza para decir “hacia”. De este modo, prestar sería como ir en la dirección de Dios, pero Lamed sugiere también la idea de “estudio”, es el estudio de la Torah. Estudiar la Torah es como alimentar al “pobre” que todos llevamos dentro.
Los sabios nos enseñan que “el que da al pobre presta al Eterno” es así porque el pobre no va a poder devolver lo que se le ha dado y en cambio, el Eterno si va a hacerlo, ya que se trataba de un préstamo. También en el Talmud, en el tratado de Bava Metzia (49a) se nos enseña que los préstamos hay que devolverlos.
JULI PERADEJORDI
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