"El español es un pueblo de guerreros, héroes y conquistadores. Nada es más ajeno al imaginario hispano que ciertas figuras hodiernas de importación anglosajona como lo son la del burgués, la del mercader y la del burócrata. Nuestra literatura nace oficialmente con la historia de un guerrero, el Cid Campeador, que, a diferencia de su homólogo francés Rolando, no es de linaje real porque es tan vasallo como aquellos que recibían su historia de labios de un juglar, y por ello lucha por redimir su apellido. Don Juan Manuel, autor de El Conde Lucanor, era un noble y un militar. Lo mismo se puede decir de Jorge Manrique, soldado a semejanza de su padre, a cuya muerte le brindó sus inmarcesibles Coplas. Según Ferlosio, quien –este sí–, a diferencia de su padre era poco sospechoso de patriota, la más alta prosa española de todos los tiempos, la que mejor emplea el recurso de la hipotaxis —el opuesto a la parataxis azoriniana—, es la utilizada en las Crónicas de la conquista de América por Bernal Díaz del Castillo. A Garcilaso, primer poeta moderno español, le mataron de una fatal pedrada mientras expugnaba una fortaleza; Calderón luchó con bravura en los tercios; Cervantes combatió con honor en Lepanto y puso en la boca de Don Quijote el mejor discurso sobre “las armas y las letras” que se haya concebido; Quevedo escribió sobre su experiencia de soldado: “Cuánto es más eficaz mandar con el ejemplo que con mandato”; Lope de Vega luchó valientemente en La Armada Invencible; y encontramos a otros muchos integrantes (Ignacio de Loyola; Diego Hurtado de Mendoza; Alonso de Ercilla; Francisco de Aldana; José Cadalso; o el propio Rafael Sánchez Mazas), hasta llegar al siglo XX, donde todavía hay valerosos ejemplos de escritores-soldados, o de soldados-escritores, como lo fue el falangista Rafael García Serrano, que padeció amargas heridas a consecuencia de su participación en una de las más cruentas contiendas de nuestra guerra, la batalla de Teruel, y por las que penó una larga convalecencia, como relata él mismo en sus excelentes memorias La gran esperanza. Como está escrito, Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará contra nosotros? (Romanos 8: 31). Para Georges Dumézil, la matriz histórica del mitologema del guerrero se encuentra en los pueblos Indoeuropeos de cuya lengua común e imaginario social descienden los nuestros. Ese pueblo encarnaría como ningún otro, en un tiempo fuera del tiempo, un “hogar común” o Urheimat euroasiático como el que han tratado de reconstruir algunos de nuestros contemporáneos más penetrantes tales como Alain de Benoist o Alexander Dugin. Se trataría de una mítica civilización hiperbórea que tuvo que desplazarse en busca del Sol y huyendo de las inclemencias climáticas del frío. Para esos pueblos indoeuropeos, sólo un tipo social era capaz de enfrentarse a los titanes: los héroes. Es la lucha de David contra el gigante Goliath; el enfrentamiento a muerte entre Mitra y el toro: cultos sureños que, si tenemos en cuenta la obra de Eliade o de Dumézil, tuvieron su origen en el mundo indoeuropeo. El propio Dumézil dejó escrito que todas las sociedades indoeuropeas estaban fundadas sobre una tríada trifuncional básica: una casta sacerdotal, una casta campesina (o ganadera) y una casta guerrera. Se trata del mismo esquema que se extendería por Europa y por Asia dando forma a sociedades tan consistentes como la romana o la hindú. Frente a esas tres castas se encontraba la figura del mercader, aquel consagrado al “nec-otium” (aquello que no es ocio), que debía de ocuparse de sus transacciones fuera de la polis puesto que no se encontraban bien vistas por la comunidad. Según el filósofo español Higinio Marín, el guerrero homérico encarna, con su ideal aristocrático de vida, el génesis de la idea de individuo que ha formado social, política y culturalmente a Occidente. Y mucho más allá: del gladiador romano que Ridley Scott inmortalizara para el cine en la película protagonizada por Russell Crowe al bushidō samurái como código de honor por el que Yukio Mishima se quitó la vida, pasando por el Kshatriya de la casta guerrera hindú y los Berserker vikingos encurtidos en una piel de lobo como en las imágenes de The Northman (2022). El mitologema del guerrero estaba presente en el poema épico de Gilgamesh y ha seguido vivo en las grandes obras de nuestra época tales como Centauros del desierto (The Searchers, 1956)" Fuente: https://ift.tt/jLUVXxl #Hispanidad #Imperio #CuartaTeoríaPolítica #España #español Artículo*: Pura Virtud: Cine y Literatura Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) #Psicologia #Menadel #MijasPueblo *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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