Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

miércoles, 30 de junio de 2021

Psicología MENADEL Clínica y Tradicional

La Psicoterapia (Psicología Clínica Cognitivo-Conductual) aplicada con fines terapéuticos) es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer: Depresión / Melancolía Neurosis / Estrés Ansiedad / Angustia Miedos / Fobias Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo…) Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos Trastornos de Personalidad . . . Psicología Tradicional (Cuerpo, Alma y Espíritu) “La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una Vía”. (Ananda K Coomaraswamy) La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida? El Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad. Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad Técnicas de Relajación Visualización Creativa Autosugestión Armonización Energética Desbloqueo de Experiencias Pasadas Exploración de la Consciencia Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992 ★ June 30, 2021 at 09:41PM
Psicología MENADEL Clínica (psicoterapia cognitivo-conductual) y Tradicional (Cuerpo, Alma y Espíritu).

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Miniaturas en el aire - Joyas a dos voces - 29/06/2021

El empastamiento de la voces, el escucharse el uno al otro, sincronizarse y, finalmente, conmover y ser conmovido, que siempre es una de las finalidades de este programa. Otra cosa es que lo consigamos. Pero, intentarlo.... seguro. Empezamos por ellas. Grandes dúos femeninos de la historia de la ópera. Empezamos por ellas. «Ah, come mai quell’anima». Es un Tancredi de Rossini. Y las que cantan son Edita Gruberova, cantante eslovaca famosa por sus interpretaciones como soprano de coloratura y la mezzosoprano búlgara Vasselina Kassarova... Hay mchos más. ¡A disfrutar...! Escuchar Audio Artículo*: Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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Relato sobre la compositora Emilie Mayer - RTVE.es

Descubre este relato de Martín Llade, para 'Sinfonía de la mañana', sobre la compositora Emilie Mayer. ¡No te lo puedes perder! Escúchalo aquí. Escuchar Audio Artículo*: Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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El Ojo Único, por Richard Lang

EL OJO ÚNICO Por Richard Lang (Celegrando lo que somos) Richard: Ahora vamos a hacer otro experimento visual. Observa desde cuántos ojos estás mirando. ¿Por qué te pregunto esto? Porque si estás mirando desde dos ojos entonces eres una «cosa» y estás separado del resto del mundo; estás dentro de esa cosa sólida, de tu cabeza, y estás encerrado en ella. Pero, ¿qué pasa si te estás equivocando? ¿Y si en realidad no estuvieses encerrado? ¿Y si no estás confinado dentro de una cabeza, mirando por las mirillas de dos pequeños ventanucos, sino que en lugar de eso estás abierto de par en par? ¿Y si eres inmenso, ilimitado, libre? Merece la pena dedicarle unos minutos a examinar cómo es eso desde lo que estamos mirando, ¡a comprobar si estamos o no metidos en una prisión! Si estamos cometiendo un error fundamental respecto a lo que somos en el Centro.. / Seguir leyendo. Artículo*: Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Selección de textos no-dualidad: El Ojo Único, por Richard Lang

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Le fonti delle migrazioni nell’Italia centrale: i Siculi e il magma dei popoli

Una panoramica sui Siculi e le loro migrazioni basate sulle testimonianze degli scrittori classici. The post Le fonti delle migrazioni nell’Italia centrale: i Siculi e il magma dei popoli first appeared on Centro Studi La Runa. Artículo*: Alessandro Daudeferd Bonfanti Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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La connaissance selon le Tantra

Comme je le disais dans un article, c'est une maxime du Tantra que l'on ne peut se libérer que de ce que l'on connaît. La liberté dépend de la connaissance. La mesure de ma connaissance est la mesure de ma liberté. Si ma connaissance est limitée, ma liberté est limitée. Abhinavagupta explique cette maxime dans le premier chapitre du Tantrâloka, dans lequel il donne par ailleurs un certain nombre de clés. La connaissance est donc importante dans le Tantra, puisqu'elle est salvatrice. Elle est gnose. Et donc, après le yoga, Shiva enseigne, dans les Naya-sûtras de la Nishvâsa-tattva-samhitâ, la connaissance. L'omniscience fait connaître la connaissance, la connaissance intégrale qui ouvre à la liberté intégrale, liberté qui caractérise justement Shiva, c'est-à-dire Dieu. Il commence par affirmer la vision fondamentale du Tantra : L'absolu est présent en tout, sous la forme de tout. Il infuse toute chose, comme l'espace universel pénètre tous les espaces délimités par les contenants (4, 51). D'emblée, le Tantra est non-dualiste : l'absolu divin et souverain est à la fois transcendant (au-delà de tout) et immanent (il est tout). Le réel est un. Et il enveloppe une infinie diversité hiérarchisée. De même, l'individu (jîva) animal, humain ou divin, est aussi omniprésent (4, 52). Il infuse tout, le vivant comme l'inerte, "jusqu'au moindre brin d'herbe". Nous sommes donc invités à méditer cette unité des créations, des créatures et du créateur. Le Soi, l'individu, les êtres, les choses, l'univers, Dieu : tout cela est un. C'est ainsi que l'on s'affranchi des émotions opposées (4, 54) et que l'on devient divin. Uni à Dieu, tout est d'une même saveur (sâmarasya). Tout est réalisé comme étant Shiva. Et... pourtant, cette doctrine est considérée comme "dualiste" par le Tantra ésotérique ! Ennemi et amis sont égaux (ce qui ne veut pas dire que l'individu "éveillé" traite chacun de la même manière ; plutôt, il traite chacun selon ce qui lui est du). Méditant cette égalité, le yogin s'immerge dans le divin (4, 57). Même les serpents sont Dieu. Shiva affirme que, si l'on est convaincu de cela, ils ne mordront pas. Les démons eux-mêmes feront la paix avec ce yogin. Ainsi aussi, on atteindra les pouvoirs surnaturels (siddhi) et la pleine participation à la création universelle. Tout est Shakti, tout est conscience, tout est félicité, tout est désir, tout est expérience, tout est activité. Cette gnose doit être transmise, par compassion, aux être doués d'amour divin. Elle est "facile à comprendre" (4, 62). Shiva insiste aussi sur les qualités morales et la discipline dont doit faire preuve celle ou celui qui reçoit cette révélation de la non-dualité. Shiva enseigne à présent les tattvas, mais du point de vue de leur unité, et non plus l'un après l'autre. On les visualise comme une roue dont le moyeu est Dieu. Les rayons sont la Shakti, constituée des lettres de l'alphabet qui correspondent aux différents tattvas (4, 70-71). Mais il existe une méthode encore meilleure (4, 72) : "Faisant face au soleil, il doit contempler avec intensité et aussi longtemps qu'il le peut ; il verra des guirlandes de sphères, bariolées de lignes distinctes". Nous retrouvons ici, encore une fois, la pratique visionnaire : contempler le ciel. Des lumières et des formes géométriques apparaissent. Peu à peu, tout le champ de perception et l'état de conscience se transforment. C'est l'une des pratiques récurrentes du yoga de Shiva. Les différentes couleurs de ces formes correspondent aux tattvas supérieurs. Ainsi par exemple, la lumière bleue nuit est Mâyâ. La lumière rouge est Vidyâ. Ces formes colorées sont la manifestation au dehors, dans le ciel devant le yogin, de ce qui est contenu en lui, dans le "canal central" du corps subtil (4, 73-75). Au milieu de la Shakti, c'est à dire au milieu du ciel, on verra Shiva sous la forme d'une bulle (4, 76). Quand on voit cette sphère, on devient maître du réel (4, 77). Il ne s'agit pas de visualisation, mais bien de vision directe. Voire cette sphère, c'est être libéré. Seul celui qui a eu cette vision est libéré et peut libérer autrui. Si l'on médite ainsi un mois, on atteint la maîtrise des niveaux de conscience jusqu'au vingt-quatrième, la Nature. Avec chaque mois supplémentaire de pratique, on maîtrise un niveau supérieur, jusqu'à Shiva. Finalement, on atteint l'indépendance, la liberté absolue (svâcchandya, terme qui va donner son nom au Svacchanda-bhairava-tantra, le plus important des Bhairava-tantras), la souveraineté sans limites (4, 83). Tel est, selon ce tantra ancien, le "suprême secret", la quintessence de toute connaissance, qu'il ne faut révéler qu'à un disciple dévoué, après douze années d'examen. Il ne faut pas donner ce "nectar des nectars" aux méchants, ni à ceux qui vendent l'enseignement (4, 84-88). Il ne faut jamais l'enseigner à plus de dix disciples (à la fois ?), qui ont été attirés par la Shakti de Shiva. Ce yoga des visions lumineuses, cette alchimie de la lumière, est le prolongement du yoga de l'espace. Dans d'autres tantras, on parle du "yoga non-mental" (amanaska), la Méditation de Shiva ; et du "yoga transcendant (târaka)", le yoga des visions lumineuses "qui fait passer au-delà. Mon hypothèse est que ce yoga est la pratique centrale du chamanisme depuis la préhistoire, en particulier dans l'aire indo-européenne. Artículo*: noreply@blogger.com (David Dubois) Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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The Rose Blooming, Kumulipo Chant and Infinite Life | The Matheson Trust

Dear readers, welcome to our June newsletter. • We are very happy to announce the publication of our latest title, When the Rose Blooms, a collection of spiritual aphorisms by Ali Lakhani, illustrated by Nigel Jackson and prefaced by Barry McDonald. The geography of these utterances, each like a signpost, maps a vast and ancient territory in few words, tracing the frontiers of Prayer and Silence, “If you let the silence within you sing to itself, you will become its song.” • We bring next a new addition to our Sacred Audio Library, a recording of the Kumulipo (“Beginning-in-deep-darkness”), the native Hawaiian chant describing the origin of the universe and of the human race. Under the surface meaning of the words lies the hidden meaning, or meanings, the kaona, as the Hawaiians say. A divine child, a sacred chief, Lono-i-ka-makahiki, is the cosmos described. It is his origin that begins in the deep darkness of the spirit world, in the intense darkness of the fruitful night of the Pleiades. • Finally, we are grateful to present a new translation of the Infinite Life Sutra. Known also as The Longer Sukhavativyuha Sutra, this is a key text in Mahayana/Pure Land/Shin Buddhism, which has had and continues to have an unparalleled influence through the Far East. With a single sound the Blessed One saves each and every type of living thing in a wondrous form he appears for everyone to see I wish to obtain the pure sound of a buddha and broadcast the dharma across limitless realms making known the methods of discipline, concentration and energy and penetrate the profound and subtle dharma With knowledge and wisdom as vast as the ocean and an inner mind purified, cleansed of all defilements I shall transcend the limitless gateways to evil destinies and swiftly reach the distant shore. Artículo*: Juan Acevedo Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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ALFAωMEGA GRAN LÉXICO ORTODOXO HELÉNICO-ESPAÑOL | LOGOS ORTODOXO

ALFAωMEGA GRAN LÉXICO ORTODOXO HELÉNICO-ESPAÑOL ΑΛΦΑωΜΕΓΑ, ΜΕΓΑ ΛΕΞΙΚΟ ΟΡΘΟΔΟΞΟ ΕΛΛΗΝΙΚΟ-ΙΣΠΑΝΙΚΟ Ἀνθρωπολιγικό (Anzropologikó) Antropológico Ἀπoκαλυπτικό.. (Apokaliptikó) Revelativo…… Ἀσκητικό………… (Askitikó) Ascético……….. Δοιανοητικó……. (Dianoitikó) Intelectual…… Ἐπιστημονικό…. (Epistimonikό) Científico…….. Ἐσχατολογικό… (Esjatoloyikó) Esjatológico… Θεολογικό……… (Zeoloyikó). Teológico……… Θεραπευτικό…… (Zerapeftikó) Terapéutico…. Νηπτικό………….. (Niptikó) Sobrio…………. Πνευματικό……… (Pnevmatikó) Espiritual……. Φιλοκαλικό…….. (Filokalikó) … Continuar leyendo » Artículo*: Jristos Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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Discurso visual: El Tarot y los cuatro elementos — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

INTRODUCCIÓN: Para acompañar este discurso nos serviremos de los comentarios de Emmanuel d’Hooghvorst extraídos de su estudio sobre los Tarots. Según dicho autor nos hallamos ante un mutus liber, o libro mudo, que habría sido transmitido a través de los tiempos bajo el velo de la cartomancia. La adivinación actual sería la corteza vacía de la antigua mancia o profecía, cuya función sería la de anunciar la Edad de Oro, o el mundo porvenir. El tarot está constituido por cuatro palos, oro, copas, espadas y bastos, más XXI láminas mayores o arcanos que van desde la carta I, el Mago, hasta la XXI, el Mundo. El Loco está excluido del orden de los números sagrados, porque representa al hombre profano. Las cartas del Tarot de Marsella son las que han conservado mejor el simbolismo de las formas y de los colores principales: azur, para el espíritu, oro para el cuerpo, y rojo para el sentido. La interpretación jeroglífica de cada una de las láminas dependerá de la situación de los colores respecto al dibujo. En el tarot se condensa todo un lenguaje que hay que aprender para poder interpretar las diferentes combinaciones, pues tal como se explica en El Mensaje Reencontrado: «La mezcla de los elementos que forma las combinaciones múltiples de la creación, es como la mezcla de cartas de la baraja, que forma las combinaciones múltiples del juego: los elementos vuelven a la masa y son después combinados de nuevo, como las cartas de juego vuelven al mazo y son redistribuidas sin aumento ni disminución real, pues no existe ganancia ni pérdida para el inmutable que ES» (23, 64). Imagen: Los cuatro palos de la baraja española LOS JEROGLÍFICOS: Según la tradición egipcia, el dios egipcio Thot fue el inventor de los jeroglíficos y también el mítico creador de las cartas del tarot, un tipo de lenguaje cifrado que servía, entre otras cosas, para describir la gran Obra de los alquimistas. Por eso los palos de la baraja simbolizan los cuatro elementos pues sus combinaciones son las que dan origen a la Piedra filosofal. Imagen: Representación del dios egipcio Thot. LA TIERRA O LOS TRABAJOS DE HÉRCULES: Los palos del Tarot simbolizan los elementos, si bien en las cartas no están representados los elementos vulgares sino otros, puros, que los antiguos representaron bajo la forma de dioses o héroes. En primer lugar, el as de bastos que representa el elemento tierra. Hércules, el héroe que debe superar las distintas pruebas para llegar a la apoteosis. Dichas pruebas simbolizan las etapas la purificación de este elemento hasta alcanzar la pureza perfecta. Imagen: As de bastos de la llamada baraja española. Vasija clásica que muestra uno de los trabajos de Hércules EL AGUA O LOS VIAJES DEL DIOS DEL VINO: El elemento agua está simbolizado por el as de copas, un símbolo relacionado con Dionisos, el dios que muere y resucita. El líquido que contiene esta copa representa un agua especial mezclada con fuego, que se conoce como alcohol. El dios Dionisos, que vino por el gran mar del mundo para traer el cultivo de la vid a los hombres, personifica este elemento en su estado puro. Imagen: As de copas de la llamada baraja española. Plato helénico con una representación del dios Baco. EL AIRE O EL DIOS ALADO: El as de espadas representa el elemento aire, personificado por Mercurio, el dios mensajero que se representaba tocado con un casco alado y con unas pequeñas alas en sus pies. Era un dios viajero y mercader y con sus viajes unía la tierra con el cielo llevando mercancías de uno a otro lugar. Imagen: As de espadas de la llamada baraja española. Pintura mural del dios Mercurio, Pompeya. EL FUEGO O APOLO, EL DIOS SOLAR: Por último, el elemento fuego se representa por el as de oros y simbólicamente por el dios Apolo o Helios, el dios solar, que simboliza la culminación de todo el proceso. él es la imagen de la completitud de la obra alquímica. Imagen: As de oros de la llamada baraja española. Mosaico romano con la imagen de Apolo sobre su carro. EL ARTISTA FILÓSOFO La carta número uno del tarot representa al Mago (Le Bateleur), el artista filósofo que inicia la obra y la conduce hasta su final. Según Emmanuel d’Hooghvorst, la intención de los antiguos imagineros era simbolizar el cielo terrestre, llamado también en las Escrituras firmamentum, por eso, las láminas estaban “tarotadas”, es decir, doradas y troqueladas o grabadas con un estilete, pera representar la idea de un cielo de metal. Eso es visible en la carta de la derecha, en la lámina de la izquierda se muestran las operaciones del del mago para la obtención del oro potable. Imagen: Versiones de la carta número I, llamada “Le Bateleur”. El Tarot de la derecha es de Visconti y el de la izquierda de Marsella. EL FINAL, LA DANZA SAGRADA: El proceso termina con la carta número XXI, llamada “El Mundo”. En ella, una joven y púdica Eva baila sobre un suelo de oro. La danza tiene algo de divino, no en vano Orfeo conquistó el mundo tocando y bailando. En la carta también aparecen los cuatro animales que en la tradición cristiana simbolizan a los cuatro evangelistas y que, a su vez, representan a los cuatro elementos. En la imagen de la derecha aparece Cristo en majestad, acompañado del ejército de los ángeles y rodeado, al igual que la virgen de la lámina del Tarot, por una mandorla donde se ven representados los símbolos de los cuatro evangelistas. Imagen: Carta número XXI, “El Mundo”. Miniatura carolingia de Cristo en majestad, Metz, s. IX EL ALFABETO La serie completa de los arcanos mayores del Tarot de Marsella comienza por “El Mago” y finaliza con la carta de “El Mundo”. Estas veintiuna cartas, al igual que las veintiuna letras del alfabeto, son jeroglíficos que explican la creación sagrada representada por las operaciones alquímicas. En el centro de todo el conjunto aparece la carta denominada “La Fuerza”, por ella se simboliza la unión de lo fijo o lo volátil, es decir, la reunión de dos principios opuestos, que es la base de todo el simbolismo. La dama, que va tocada con un sombrero cuyas alas dibujan el símbolo de lo infinito, representa el Alma del mundo, un agua espiritual que disuelve el oro terrestre representado por el león. Imagen: Las XXI cartas que conforman los arcanos mayores del Tarot de Marsella. LA CASA DE DIOS: La carta número XV se denomina La Maison Dieu, un nombre mucho más apropiado que el español “La Torre”, pues, efectivamente, la casa de Dios o el atanor es lo que se muestra en la carta. Normalmente se la considera una carta de destrucción, cuando, en realidad, estaría mostrando la fecundación del atanor, representado por la torre, por una gran llama de fuego celeste, Un comienzo imprescindible para la obra alquímica. Dos personajes, el maestro y el discípulo, danzan cabeza abajo a causa de su alegría. De este modo pueden leer los signos inscritos en la tierra filosófica. En el grabado de la derecha está representada la misma operación, pero en un lenguaje distinto. Se muestra la unción de Eliseo por el profeta Elías, operación que provoca la bajada del Espíritu Santo en forma de paloma. Imagen: Carta número XV de Tarot de Marsella. Grabado de R. Fludd, “Utriusque Cosmi Historia”, 1617. EL LEVANTAMIENTO DE LA AURORA: Las cartas que aparecen en la imagen son la continuación del proceso iniciado en la carta anterior. Las tres cartas “La Estrella”, “La Luna” y “El Sol”, que van de la XVII a la XVIIII, simbolizan el proceso del alzamiento de la luz dentro de atanor, hasta su manifestación gloriosa como el Sol de justicia o la piedra filosofal. Al principio, la luz aparece a los ojos del visionario como una estrella que lo guía a través de la noche mística, después su imagen se parece a la luna, en su pureza, y por último se manifiesta en todo su esplendor como las apariciones del dios Apolo. Imagen: Cartas XVII, XVIII y XVIIII del Tarot de Marsella. LA LUZ CORPORIFICADA El Buda dorado simboliza el final de todo el proceso mostrado en las cartas del Tarot. Una realidad sagrada que los alquimistas denominan Piedra filosofal que culmina con el auténtico advenimiento de la Edad de oro tan cantada por los poetas. Imagen: Estatura de un Bodhisattva, Gandhara, s. III-IV . – La entrada Discurso visual: El Tarot y los cuatro elementos se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
El juego del tarot sería en realidad un libro hermético transmitido bajo el velo de la cartomancia. Autor: Raimon Arola

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Escuela Vajrayana o el budismo tántrico — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

La escuela Vajrayana es una de las tres escuelas budistas que se originaron en la India. En sánscrito, vajra significa tanto rayo como diamante y yana, vehículo; así Vajrayana se ha traducido por el Vehículo de diamante, o, también, el Vehículo del rayo, con el mismo sentido hermético, el diamante como imagen del cuerpo incorruptible y el rayo como inicio de la iluminación. A esta escuela en Occidente se la conoce por escuela tántrica o esotérica debido a su estrecha relación con los textos sagrados, llamados tantra. De la India, sus enseñanzas pasaron al Tibet y a la China y finalmente llegaron al Japón donde se dividió en dos sectas: la shingon y la tendai. En sánscrito vajra significa tanto rayo como diamante y yana, vehículo; así Vajrayana se ha traducido por el Vehículo de diamante pero podría ser el Vehículo del rayo. En el Vajrayana se proclama la posibilidad de alcanzar el satori (iluminación) en una vida, sin tener que pasar por una infinidad de reencarnaciones. En este sentido se parece a la escuela del Buda Amida o de la Tierra Pura, aunque ésta última pertenezca al budismo Mahayana. En sus enseñanzas se incluyen visualizaciones, símbolos y rituales secretos que sólo pueden ser enseñados de maestro a discípulo. Se da una gran importancia a los mantras (recitaciones), a los mudras (gestos de las manos) y los mandalas (diagramas de las deidades y de las fuerzas cósmicas). A continuación reproducimos unas imágenes de los cinco Reyes de las cuatro direcciones y el centro, con sus nombres y sus orientaciones, El budismo esotérico penetró en el Japón durante el s. IX, aunque algunas de sus deidades ya se conocían en los siglos VII y VIII. Gracias a la secta tendai, fundada por el monje Saicho (766-822) se pueden admirar todavía todavía hoy los magníficos mandalas y esculturas de los myô-ô: unas terribles deidades, que a veces se consideran como manifestaciones del Buda Dinichi, la divinidad principal de las sectas esotéricas del Japón. Esta secta incorporó también otras doctrinas búdicas, como la devoción a la Sutra del Loto o al Buda Amida. Poco a poco fue ganando favor en la corte, sobre todo, al final de la era Heian. El budismo esotérico penetró en el Japón durante el s. IX y una de sus representaciones son los myô-ô. unas divinidades que vienen después de Buda y los bodhisatvas La escuela shingon, fundada por el monje Kukai, se mantuvo secreta. Sus doctrinas eran mistéricas y ocultas y requerían un gran nivel de austeridad. Sus prácticas esotéricas concedían una gran importancia a los mandalas, pero también a la caligrafía pues se dice que Kukai inventó la escritura japonesa denominada kana. Se le considera el patrón de las artes. En el budismo Vajrayana, los reyes de la Sabiduría o myô-ô son las terceras deidades después de los Budas y los bodhisatvas. Se les considera como los guardianes del budismo y representan manifestaciones de los Budas, en particular de los cinco Budas de la Sabiduría. También se les conoce como los Reyes Radiantes. Así como los bodhisatvas encarnan la misericordia y la compasión, los myô-ô representan el rigor de la sabiduría. Se les atribuyen los cuatro puntos cardinales y el centro del universo y en la doctrina esotérica de las Tres Ruedas se dice que mientras los Budas representan los conceptos puros y los bodhisatvas enseñan a través de la compasión, los myô-ô encarnan el rigor de la sabiduría en su lucha contra la ignorancia y las bajas pasiones. Los cinco Reyes o Budas de la Sabiduría son los siguientes: Kozanze myô-ô: En el culto shingon del budismo japonés, el dios protector Kozanze tiene tres caras amenazadoras y ocho brazos, y es enemigo de la ingenuidad y de la ira. Se le sitúa en el este Daiitoku myô-ô: Es un dios protector que tiene seis caras, seis piernas y seis brazos que empuñan armas. Cabalga sobre una vaca blanca, y se le venera como el dios de la victoria. Daiitoku puede vencer a serpientes venenosas y dragones, y tiene el poder de destruir el mal y crear el bien. Se le sitúa en el oeste. Fudō myô-ô: En el culto budista Vajrayāna, el dios Acalanatha y en Japón, Fudō myô-ô, es el más importante de los reyes de la sabiduría. Con la mano derecha empuña una espada flamígera, y con la izquierda sujeta una cuerda para atar a los demonios. Se le sitúa en el centro, entre los otros cuatro dioses situados en los cuatro puntos cardinales. Representa también el vacío del centro Kongo Yasha myô-ô: En el culto shingon este dios protector tiene tres caras amenazadoras y seis brazos, o una cara y cuatro brazos, y representa la fuerza. Se le sitúa en el norte. Gunchari myô-ô: En el culto budista vajrayāna, el dios protector Kuṇḍali Vidyarāja, o Gunchari myō-ō en shingon, tiene tres caras amenazadoras y ocho brazos, la mayoría de los cuales empuñan armas. Se le representa con serpientes deslizándose por su cuello y piernas. Está situado en el sur. Imágenes: Japón, 1127: List of National Treasures of Japan (paintings) La entrada Escuela Vajrayana o el budismo tántrico se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Los 'myô-ô' o reyes de la sabiduría, son las terceras deidades después de los Budas y los bodhisatvas. Son cinco y representan la radiante sabiduría de Buda. Se les atribuyen los cuatro puntos cardinales y el centro del universo. Recopilación de textos de Eliade, Suzuki etc. Edición, Raimon A...

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El espíritu del arte según Nietzsche — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

Daríamos un gran paso en lo que se refiere a la ciencia de la estética, si llegásemos no sólo a la inducción lógica, sino a la certidumbre inmediata de este pensamiento: que la evolución progresiva del arte es resultado del “espíritu apolíneo” y del “espíritu dionisiaco”, de la misma manera que la dualidad de los sexos engendra la vida en medio de luchas perpetuas y por aproximaciones simplemente pe­riódicas. Estos nombres los tomamos de los griegos, que han hecho inteligible al pensador el sentido oculto y pro­fundo de su concepción del arte, no por medio de nocio­nes, sino con ayuda de las figuras netamente significativas del mundo de sus dioses. Apolo y Dionisos, estas dos divini­dades del arte, son las que despiertan en nosotros la idea del extraordinario antagonismo, tanto de origen como de fines, en el mundo griego, entre el arte plástico apolíneo y el arte desprovisto de formas, la música, el arte de Dionisos. La evolución progresiva del arte es resultado del “espíritu apolíneo” y del “espíritu dionisiaco” Estos dos instintos tan diferentes caminan parejos, las más de las veces en una guerra declarada, y se excitan mutua­mente a creaciones nuevas, cada vez más robustas, para perpetuar, por medio de ellas, ese antagonismo que la de­nominación “arte”, común a ellas, no hace más que enmas­carar, hasta que, al fin, por un admirable acto metafísico de la “voluntad helénica”, aparecen acoplados, y en este acoplamiento engendran la obra, a la vez dionisiaca y apo­línea, de la tragedia antigua. Figurémonos por un momento, para comprenderlos mejor, estos dos instintos como los dos mundos estéticos diferentes del “ensueño” y de la “embriaguez”, fenómenos fisiológicos entre los cuales se nota un contraste análogo al que distingue al uno del otro, al espíritu apolíneo y al espíritu dionisiaco. Repitiendo la frase de Lucrecio, po­demos decir que en el ensueño se manifestaron por primera vez al alma de los hombres las espléndidas imágenes de los dioses; en el ensueño, el gran escultor percibió las pro­porciones divinas de las criaturas sobrehumanas, y el poeta helénico, interrogado sobre los secretos creadores de su arte, evocó también el recuerdo del ensueño y respondió como Hans Sachs en Los maestros cantores: “Amigo mío, la verdadera obra del poeta / es cifrar y traducir sus ensueños. / Creedme: la más verdadera ilusión del hombre / se le concede en sueños. / Todo el arte del verso y del poeta / no es más que la expresión de la verdad del ensueño”. Figurémonos estos dos instintos como los dos mundos estéticos diferentes del “ensueño” y de la “embriaguez”, fenómenos fisiológicos entre los cuales se nota un contraste análogo al que distingue al uno del otro, al espíritu apolíneo y al espíritu dionisiaco. La apariencia de plenitud de belleza del mundo del ensueño, en la producción del cual todo hombre es un ar­tista completo, es la condición previa de todo arte plástico, y ciertamente también, como veremos, de una parte esen­cial de la poesía. Nos complacemos en la comprensión in­mediata de la forma; todas las formas nos hablan; nin­guna es diferente; ninguna es inútil. Y sin embargo, la vida más intensa de esta realidad de ensueño nos deja aún el sentimiento confuso de que no es más que una aparien­cia. Por lo menos, éste es el resultado de mi propia expe­riencia, y podría citar muchos testimonios y declaraciones de poetas para demostrar cuan normal es esta impresión y cuan extendida está. El hombre dotado de un espíritu filosófico tiene el presentimiento de que detrás de la reali­dad en que existimos y vivimos hay otra completamente distinta, y que, por consiguiente, la primera no es más que una apariencia; y Schopenhauer define formalmente como el signo distintivo de la aptitud filosófica, la facultad que algunos tienen de representarse a veces los hombres y las cosas como puros fantasmas, como imágenes de ensueño. Pues bien, el hombre dotado de una sensibilidad artística se comporta respecto de la realidad del ensueño de la misma manera que el filósofo enfrente de la realidad de la exis­tencia: la examina minuciosa y voluntariamente, pues en esos cuadros descubre una interpretación de la vida, y con ayuda de esos ejemplos, se ejercita en la vida. Y no son solamente, como pudiera creerse, las imágenes agradables y seductoras lo que él encuentra en sí mismo con esta ab­soluta lucidez: lo severo, lo sombrío, lo triste, lo siniestro, los obstáculos imprevistos, los sarcasmos de la suerte, las angustias; en una palabra, toda la Divina Comedia de la vida, con su “Infierno”, se desarrolla ante él, no ya como un espectáculo de fantasmas y de sombras -pues estas escenas las vive y las sufre-, y, sin embargo, sin que pueda desechar completamente esta impresión fugitiva de que no son más que una apariencia. Y quizá algunos recuerden, como yo, haber exclamado, en medio de peligros y terrores de un sueño: “¡Es un sueño! ¡No quiero que acabe! ¡Quie­ro seguir soñando!” El hombre dotado de un espíritu filosófico tiene el presentimiento de que detrás de la reali­dad en que existimos y vivimos hay otra completamente distinta, y que, por consiguiente, la primera no es más que una apariencia He oído decir también que ciertas per­sonas poseen la facultad de prolongar la casualidad de un solo y mismo sueño tres y más noches sucesivas. Estos hechos demuestran hasta la evidencia que nuestra más ínti­ma naturaleza, el fondo común de todos nosotros, encuen­tra en el ensueño un placer profundo y un goce necesario. Del mismo modo, los griegos representaron bajo la figura de su dios Apolo este deseo gozoso del ensueño: Apolo, en cuanto dios de todas las facultades creadoras de formas, es, al mismo tiempo, el dios adivinador. Él, desde su ori­gen, es “la apariencia” radiante, la divinidad de la luz; reina también sobre la apariencia, plena de belleza del mundo interior de la imaginación. La más alta verdad, la perfección de estos estados opuestos a la realidad imper­fectamente inteligible de todos los días, en fin, la concien­cia profunda de la reparadora y saludable naturaleza del sueño y del ensueño, son, simbólicamente, la analogía, a la vez, de la aptitud de la adivinación y de las artes, en general, por las cuales la vida se hace posible y digna de ser vivida. Pero no debe faltar a la imagen de Apolo esa línea delicada que la visión percibida en el sueño no podría franquear sin que su efecto se convirtiese en patológico y la apariencia nos diese la ilusión de una grosera realidad. Me refiero a esa ponderación, a esa naturalidad en las emo­ciones más violentas, a esa serena sabiduría del dios de la forma. Conforme a su origen, su mirada debe ser “radiante como el sol”; aun cuando exprese la inquietud y la cólera, el reflejo sagrado de la visión de la belleza no debe desapa­recer. Y podríamos así aplicar a Apolo, en un sentido ex­céntrico, las palabras de Schopenhauer sobre el hombre en­vuelto en el velo de Maia: “Como un pescador en un es­quife, tranquilo y lleno de confianza en su frágil embarca­ción, en medio de un mar desencadenado, que, sin límites y sin obstáculos, eleva y abate, mugiendo, montañas de olas espumosas, el hombre individual, en medio de un mun­do de dolores, permanece impasible y sereno, apoyado con confianza en el principium individuationis. Podría decir­se de Apolo que tiene la inquebrantable confianza en este principio y la tranquila seguridad de quien está penetrado de él, y hasta podríamos encontrar en Apolo la imagen di­vina y espléndida del principium individuationis, en cuyos gestos y miradas nos habla toda la alegría y la sabiduría de la apariencia, al mismo tiempo que su belleza.” Podríamos encontrar en Apolo la imagen di­vina y espléndida del principium individuationis, en cuyos gestos y miradas nos habla toda la alegría y la sabiduría de la apariencia, al mismo tiempo que su belleza. En la misma página, Schopenhauer nos pinta el espan­toso “horror” que sobrecoge al hombre turbado repenti­namente cuando se equivoca en las formas del conocimiento del fenómeno, pareciendo sufrir una excepción en alguna de sus formas el principio de la razón. Si a este horror le agregamos el agradable éxtasis que se eleva de lo más pro­fundo del hombre y aun de la Naturaleza al romperse el mismo principium individuationis, comenzamos entonces a entrever en qué consiste el “estado dionisiaco”, que com­prenderemos mejor aún por la analogía de “la embriaguez”. Merced al poder del brebaje narcótico que todos los hombres y todos los pueblos primitivos han cantado en sus himnos, o bien por la fuerza despótica del rebrote primaveral, que penetra gozosamente la naturaleza entera, se despierta esta exaltación dionisiaca, que arrastra en su ímpetu a todo el individuo subjetivo hasta sumergirlo en un completo olvido de sí mismo. Aun durante la Edad Media alemana, bajo el soplo de este mismo poder dionisiaco, las muchedumbres más o menos numerosas can­taban y danzaban de plaza en plaza; en estas danzas del día de San Juan y San Guy reconocemos los coros báquicos de los griegos, cuyo origen se remonta, a través del Asia Menor, hasta Babilonia y las orgías sacras. Hay personas que, por ignorancia o estrechez de espíritu, se sienten re­pelidas por estos fenómenos, como si se tratase de una en­fermedad contagiosa, y, en la plena confianza de su propia salud, las satirizan o las miran con piedad. Estos desgra­ciados no sospechan la palidez cadavérica y el aire espec­tral de su “salud” cuando pasa delante de ellos el huracán de vida ardiente de los ensueños dionisiacos. Bajo el encanto de la magia dionisiaca no solamente se renueva la alianza del hombre con el hombre: la naturaleza enajenada, enemiga o sometida, celebra también su recon­ciliación con su hijo pródigo, el hombre. El carro de Dionisos desaparece bajo las flores y las coronas, tirado por tigres y panteras. Metamorfoseemos en un cuadro el Himno a la alegría de Beethoven y, dando rienda suelta a la imaginación, contemplemos los millones de seres proster­nados de rodillas en el polvo. Entonces el esclavo es libre, caen todas las barreras rígidas y hostiles que la miseria, la arbitrariedad o la “moda insolente” han levantado entre los hombres. Ahora, por el evangelio de la armonía universal, cada uno se siente no solamente reunido, recon­ciliado, fundido, sino Uno, como si se hubiera desgarrado el velo de Maia y sus pedazos revoloteasen ante la mis­teriosa Unidad primordial. Bajo el encanto de la magia dionisiaca no solamente se renueva la alianza del hombre con el hombre: la naturaleza enajenada, enemiga o sometida, celebra también su recon­ciliación con su hijo pródigo, el hombre. Cantando y bailando, el hom­bre se siente miembro de una comunidad superior: ya se ha olvidado de andar y de hablar, y está a punto de volar por los aires, danzando. Sus gestos delatan una encantadora beatitud. Del mismo modo que ahora los animales hablan y la tierra produce leche y miel, también la voz del hombre resuena como algo sobrenatural: el hombre se siente dios; su actitud es tan noble y plena de éxtasis, como las de los dioses que ha visto en sus ensueños. El hombre no es ya un artista, es una obra de arte: el poder estético de la naturaleza entera, por la más alta beatitud y la más noble satisfacción de la unidad primordial, se revela aquí bajo el estremecimiento de la embriaguez. La más noble arcilla, el mármol más precioso, el hombre, se ha petrificado y plasmado, y a los golpes del buril del ar­tista de los mundos dionisiacos, responde el grito de los Misterios eleusinos: “¿Os arrodilláis, millones de seres? ¿Mundo, presientes al Creador?” La entrada El espíritu del arte según Nietzsche se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Friedrich Nietzsche (Röcken,1844 - Weimar, 1900), fragmento del libro "El origen de la tragedia" en el que trata del espíritu apolíneo y dionisíaco

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Teoría y práctica del símbolo en el Islam — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

Presentamos la ponencia que el islamólogo Víctor Pallejà de Bustinza presentó en el curso: “El pensamiento simbólico (Oriente y Occidente). Aportación a la historia de las artes y religiones”, que tuvo lugar en la Universitat de Barcelona en 2014, y que trata de un aspecto muy poco conocido del Islam, que es su difícil relación con los símbolos; PRIMER VÍDEO: Consideraciones previas. Oriente y Occidente. Hablar de símbolos en el islam es un desafío, hablar del islam es también un desafío, y ello debido a los innumerables desencuentros entre el islam y el cristianismo. Occidente, en general, no gusta del símbolo pues lo considera superado mientras que los musulmanes desconfían de los occidentales pues no tienen ni guía ni religión y, como es sabido, quien no tiene guía es Satanás quien lo guía. Por otro lado, el islam exige una ley de silencio respecto a este tema mientras que Occidente se interroga sin ningún problema acerca de la naturaleza del símbolo. Hay que decir también que el mundo árabe es muy complejo y plural y se complica si, además, se pretende tratar del islam. Pero podría decirse que en el islam el símbolo es silencio, es secreto y es terrible. Por eso no puede desvelarse pues es el secreto de la dignidad y de la manifestación. SEGUNDO VÍDEO: La visión y la articulación del símbolo. “Ayya” (signo) es el nombre que reciben los versículos del Corán, lo que podría dar a entender que el Libro es un código simbólico, no obstante, esta palabra indica también aquellos elementos en los que Dios manifiesta su omnipotencia. Se cree que el Corán se encuentra en un punto de la garganta pues es verdaderamente “el Libro” cuando se lee en voz alta, cuando es pronunciado. De este modo el islam ha hecho de Dios un libro, a diferencia del cristianismo para el que Dios es hombre y visible. Así, en el islam, los símbolos se articulan, no se ven. La recitación es lo que está más cerca de la Presencia. Es un mundo simbólico especial que rechaza la visibilidad en favor de la oralidad. TERCER VÍDEO: El mihrab y la imaginación. En el islam es difícil hablar de simbolismo porque no existe la unión entre dos cosas, condición básica del símbolo. Dios no se une con ningún profeta, en todo caso se manifiesta como Corán, que es su único velo. Hay que decir que los chiitas, no obstante, tienen una hermenéutica más parecida a la cristiana. Sin embargo, incluso en la tradición sunita esto es más complicado y un ejemplo sería el mihrab de las mezquitas, un nicho vacío que no expresa un nihilismo sino un deseo de presencia, pero no mediante imágenes exteriores sino a través de la imaginación del creyente. Reclama un esfuerzo imaginativo que ninguna realidad de este mundo podría igualar. Es un lugar vacío para recibir, cosa que lleva incluso al exceso imaginativo. Como se dice en el Corán: “¿Es que son iguales los que no saben que los saben?”. (Corán 34: 28) La entrada Teoría y práctica del símbolo en el Islam se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Ponencia de Víctor Pallejà en el curso: “EL PENSAMIENTO SIMBÓLICO (Oriente y Occidente). Aportación a la historia de las artes y religiones”, de la Universitat de Barcelona. Edición R. Arola y L. Vert

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La visión del origen. Borges y Fludd — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

Presentación: Un aspecto que separa al artista auténtico de aquél que no ve más allá de las apariencias exteriores, es su capacidad para contemplar la manifestación realizada de aquello que para los demás sólo aparece en potencia; un ejemplo sería que el artista al contemplar una semilla ve al mismo tiempo el árbol que surgirá de ella en todo su esplendor final. En la tradición cabalística, la semilla es la primera letra del alfabeto hebreo, el Alef o Aleph, que contiene potencialmente todas las letras y las palabras. Un aspecto que separa al artista auténtico de aquél que no ve más allá de las apariencias exteriores, es su capacidad para contemplar la manifestación realizada de aquello que para los demás sólo aparece en potencia En 1948, Jorge Luis Borges publicó El Aleph, uno de sus cuentos más bellos y misteriosos. El juego literario le sirve a Borges para crear un mito que va más allá de la literatura y que se acerca a las propuestas de los cabalistas. El cuento conduce al lector a una situación excepcional en la que el narrador, el propio Borges, contempla en el sótano oscuro de la casa de un amigo un objeto misterioso al que denomina Aleph. Fragmento del Aleph de Borges: “Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato, empieza aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Los místicos, en análogo trance prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y las circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph.) Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: La enumeración, si quiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca… En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.” * Jorge Luis Borges se inspiró quizá en los cabalistas cristianos del Renacimiento, quienes hablaron de un Aleph tenebroso que todo lo contiene en potencia pero que es pura oscuridad y nada y un Aleph iluminado que refleja la manifestación de todas las cosas, Es decir, la semilla enterrada en el interior de la oscura tierra y el árbol que manifiesta toda su potencialidad. El grabado de Fludd que viene a continuación nos parece que es un magnífico jeroglífico que representa en una sola imagen el relato de Borges. Grabado de Robert Fludd En este grabado, Robert Fludd (1574-1637) recoge las enseñanzas de los cabalistas cristianos. Se halla en el libro Medicina católica (Frankfurt, 1629-31). En la parte inferior, que representa la medianoche, aparece una filacteria donde está escrito: Terra inanis et vacua. Seu potentia divina (“Tierra desocupada y vacía o potencia divina”), y en otra, más pequeña: Deus latens seu. Aleph tenebrosum (“Dios oculto o Aleph tenebrosa”), con la grafía hebrea del Aleph. Así, la letra Aleph se halla situada en la oscuridad de la creación, Dios aún no se ha manifestado sino que está latente, en potencia.ç La letra Aleph se halla situada en la oscuridad de la creación, Dios aún no se ha manifestado sino que está latente, en potencia Después de la zona oscura, aparece el proceso hacia la luz, en el que en la franja más interior aparece escrito: Crepusculum Diei Creationis (“Albores de la creación del día”); y en la más externa Deus Patens Aleph Lucidum. Sapientiae divinae actus (“Dios manifiesto. Aleph luminosa. Acción de la Sabiduría divina”), y es en este lugar donde comienza el día de Dios. Así, lo oculto se manifiesta en el orden denario, al que Fludd llama “sabiduría divina”. Los maestros de la cábala reflexionaron profundamente acerca del Aleph, puesto que incluye el misterio de la creación y el núcleo de la experiencia mística. Por sus comentarios parece deducirse que si el hombre no conoce el Aleph en las tinieblas, tampoco podrá conocer el Aleph en la luz, que según ellos, sería el Nombre de Dios: IOD, HE, VAV, HE. Así, el Aleph seria como un espejo oscuro que, al aclararse, manifiesta la auténtica creación de Dios, el Dios manifestado, o como dicen los cabalistas el Dios viviente, el Tetragrama que en el Antiguo Testamento se traduce por Adonai, el Señor, la misma palabra que san Jerónimo aplicó a Jesucristo. La entrada La visión del origen. Borges y Fludd se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Fragmento del cuento, "El Aleph" de J. L. Borges, en el que se describe el sentido universal y misterioso de la primera letra del alfabeto hebreo, comparado con un grabado rosa-cruz de R. Fludd

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"Ilumina el espíritu", Raimon Arola — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

Presentación En su Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Mircea Eliade explica que en todas las tradiciones: “la idea de lo divino aparece vinculada a la sacralidad celeste, es decir a la luz”, pues así como la luz no puede separarse del ser humano, ya que sin ella no existiría, tampoco puede desvincularse de lo divino, pues su primer significado simbólico es indiscernible de la idea de Dios. Está demostrado que las etimologías de las palabras que significan dios en las lenguas indoeuropeas están relacionadas con la idea de la luz celeste, tal y como explica el mismo Eliade: “Desde que empezó a estudiarse este tema se reconoció el radical indoeuropeo deiwos, ‘cielo’, en los términos que designan al dios (latín deus, sánscrito: deva, iraní: div,…).” El símbolo de la luz aparece siempre asociado a la idea de un Dios que está en los cielos y que continuamente ofrece la vida a todo lo viviente. Se manifiesta a todos los hombres y todos participan de ella. Sin la luz, la vida no existiría, por eso es natural que la luz del cielo -y, por extensión, el Sol-, se considere desde siempre el símbolo más excelso. Sin la luz, la vida no existiría, por eso es natural que la luz del cielo -y, por extensión, el Sol-, se considere desde siempre el símbolo más excelso Sin embargo, al constatar tal evidencia aparece una cuestión que no puede obviarse y es que en muchas tradiciones se explica que los grandes sabios y místicos han sido iluminados. Especialmente explicita es la tradición budista en la que se dice que Siddharta Gautama, un día al amanecer, vio el resplandor de una estrella, alcanzando entonces un estado superior de conciencia. A partir de ese momento se le conoció como Buda, que significa “aquel que ha despertado”, “aquel que se ha iluminado”. Encontraríamos ejemplos similares en otras tradiciones espirituales, sin embargo, más que extendernos en este sentido quisiéramos afrontar una pregunta implícita en el hecho de que solamente algunos hombres, como sucede con el Buda Sakyamuni o incluso con san Pablo cuando cayó de su caballo en el viaje a Damasco, hayan “contemplado la luz”, pues, ¿acaso no vemos continuamente el común de los mortales la divina luz del cielo? Y, sin embargo, no estamos iluminados. Se usa la expresión «iluminado» para designar a un ser que ha alcanzado un estado superior de conciencia, pero ¿acaso no vemos continuamente el común de los mortales la divina luz del cielo? Un maestro zen llamado Tozan (807-869), escribió lo siguiente en su Hokyo Zan Mai: “La medianoche / es la luz verdadera, / el alba / no es clara”. Este aforismo sorprendente explica que existe otra luz, un sol oculto en medio de la noche, que al despertar produce la iluminación. Así, la luz celeste, que responde a la idea de un Dios que da la vida, se complementa y completa con la idea de una luz que surge del interior de la tierra, o del interior del hombre. La tarea del pensamiento simbólico es precisamente la de buscar esta luz de medianoche que ilumina el camino del espíritu. Una luz que se incuba en el secreto de las tinieblas. Por eso, en ocasiones, se ha relacionado el pensamiento simbólico con el gnosticismo, pues en ambos casos se busca aquello que está oculto tras la nada tenebrosa. A diferencia de la segunda posibilidad, el pensamiento simbólico encuentra su sentido en la dialéctica entre lo oculto y lo manifestado. El pensamiento simbólico encuentra su sentido en la dialéctica entre lo oculto y lo manifestado. Al lector de cultura cristiana no debería extrañarle el aforismo de Tozan, ni tampoco la propuesta simbólica, pues ¿existe alguna diferencia entre la luz de medianoche y el misterio de la Navidad? Pocas, por no decir ninguna. El nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, sucedió según la tradición en medio de la noche de un 25 de diciembre, en la estación del año en la que la noche es más larga, lo cual es muy indicativo a nivel simbólico. Además se dice que esta luz que iba iluminar el mundo nació en un pesebre, un lugar pobre y despreciable. Es sabido que los romanos celebraban este mismo día la fiesta del Sol Invictus (“Sol invencible”), y que los cristianos hicieron coincidir la natividad de su Dios encarnado con la fiesta del Sol Invictus. El mismo Jesucristo fue quien dijo: “Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida”. (Jn 8, 12). Notemos que la “luz del mundo” se refiere al Hijo que nació de una Virgen y no al Padre que está en los cielos. Notemos que la “luz del mundo” se refiere al Hijo que nació de una Virgen y no al Padre que está en los cielos. Así pues, al igual que Dante, que, según se relata en la Divina Comedia, antes de alcanzar el cielo tuvo que bajar a los infiernos, los místicos de todas las tradiciones se sumergen en las tinieblas de la medianoche, el lugar secreto donde Dios está en potencia, para poderlo manifestar. Es entonces cuando puede aparecer la luz verdadera, el tesoro secreto. O como dirá el mismo Dante en el Paraíso: “Lo sé, mi decir no es más que una simple luz”. La luz que surge de las tinieblas es la auténtica luz. Un fragmento repetido en varios Upanishad reza: “El Sol allí no brilla, ni la Luna o las estrellas. / Estos relámpagos no brillan, y mucho menos este fuego terrenal. / Cuando Él brilla, todas las cosas brillan. / Todo el mundo es iluminado con su luz”. Y un fragmento del Apocalipsis que describe a la Jerusalén Celestial dice: “La ciudad no había menester de Sol y de Luna que la iluminasen, porque la gloria de Dios la iluminaba, y su lumbrera era el Cordero”. La luz que surge de las tinieblas es la auténtica luz. Es apasionante la descripción que los grandes místicos y sabios hacen de su primer encuentro con la luz terrestre, después de atravesar las tinieblas de la nada. Como ejemplo sirva el famoso Zohar, el libro sagrado de la tradición judía, donde se dice: “Una chispa tenebrosa salió de en medio de lo encerrado de su encerramiento del secreto del Ein Sof (“Sin límites”)”. Sobre esta primera chispa se construye el Nuevo mundo. Élla es el principio de toda la creación y cuando en el Génesis mosaico se afirma que: “En el principio creó Dios…”, los cabalistas leen: “La chispa tenebrosa creó el cielo y la tierra…”. Evidentemente el Génesis no describe la creación exterior sino otra nacida de la luz secreta. De ella es de la que hablan los símbolos. La entrada «Ilumina el espíritu», Raimon Arola se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Una reflexión sobre el simbolismo de la luz de Raimon Arola, publicada La Vanguardia, "Cultura’s".

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La vida de Rama en el arte de Madhubani — Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona

Rama y su esposa Sita El Ramayana El dibujo que se muestra de Sita Devi, una reconocida artista del arte madhuvani, representa a Rama, uno de los avatares del dios Vishnu, y a su esposa Sita, una princesa del reino de Mithila que nació de un surco de la tierra. Ellos dos protagonizan la más antigua epopeya poética hindú, junto con el Mahabharata, se trata naturalmente del Ramayana. Su origen es mítico pues, según explica la leyenda, fue el propio Brahma quien ordenó al sabio Valmiki, su autor, que lo compusiera y para ello le dio a conocer el arte de la poesía que hasta entonces no existía en la tierra. Como todas las epopeyas de la antigüedad, el Ramayana sucede en una época dorada, cuando los dioses y los hombres se mezclaban y se relacionaban con facilidad; los dioses vivían una vida humana y los hombres se trasformaban en dioses. Este es el caso delos dos protagonistas de la epopeya que se relata en estos dibujos, el amor y el matrimonio entre un dios y una hija de la tierra en una época en la que las uniones entre el cielo y la tierra se daban normalmente. Sita y Rama protagonizan la más antigua epopeya poética hindú, junto con el Mahabharata, se trata d+el Ramayana, compuesto por Valmiki por orden de Brahma. Rama es el prototipo del hombre perfecto y gracias a él, Ravana uno de los demonios más poderosos de la mitología hindú, pudo ser vencido. Pero para hacerlo el dios Vishnu tuvo que encarnarse en un ser humano, en Rama, pues Ravana, gracias a grandes ascetismos, había obtenido de Brahma un juramento según el cual no sería destruido jamás por ningún “dios, gandharva, yaksa o rakshasa”, sin embargo Brahma no se acordó de mencionar al hombre y aquí reside el secreto del ser humano, su poder sobre toda la creación. Ravana y Sita El arte de Mithila Tanto el Ramayana como los dibujos de Sita Devi están ligados a la región de Mithila, en el norte de la India actual, sin embargo, la historia de Mithila nace en la antigua India mitológica, cuando se usó este nombre para referirse al reino de Videha, donde, según se cuenta en el propio Ramayana, gobernaba el sabio Janaka Kushadhawaja, padre de la Sita, la esposa de Rama. El nombre de Mithila proviene del rey Miti, que nació del cuerpo inerte de su padre Videha, gracias a unos actos mágicos ejecutado por unos sabios, una historia que aparece en otras mitologías y, sobre todo en las fábulas alquímicas, y que se refiere a la renovación del cuerpo y su resurrección. Posteriormente este rey tomó el título de Janaka, utilizado a partir de entonces por todos los reyes de Mithila, Según la tradición, este tipo de dibujos se originaron precisamente cuando el Janaka Kushadhawaja pidió a sus súbditos que adornaran sus casas con ocasión de la boda de su hija Sita con el Señor Rama, el dios de piel azulada. Antes de este matrimonio, Rama tuvo que superar una prueba impuesta a todos los pretendientes de la joven Sita. Los príncipes debían ser capaces de encordar un arco gigante. De todos ellos, únicamente Rama consiguió tensarlo y no solo eso sino que además lo partió. Así fue como Sita eligió como esposo a Rama. Según la tradición, este tipo de dibujos se originaron precisamente cuando el Janaka Kushadhawaja pidió a sus súbditos que adornaran sus casas con ocasión de la boda de su hija Sita con el Señor Rama, el dios de piel azulada. Baratha, el hermano de Rama Después estas hermosas pinturas hechas por mujeres han servido para decorar las paredes y los suelos de las casas con ocasión de festivales religiosos o ceremonias familiares, aunque ahora esta pintura se hace también sobre papel o sobre tela. El estilo de las pinturas, sus temas y sus tinturas, algunas de ellas aún de composición desconocida para los hombres, se han mantenido durante siglos. Las mujeres enseñan a sus hijas los modelos de los dibujos que se transmiten, siempre iguales, de generación en generación. Robert B. Siegle en su estudio sobre la pintura hindú, titulado Mirror to Mirror explica que a estos dibujos se les llama “escritos”, ni dibujos, ni pinturas, sino “escritos” pues, según este autor, son un propiamente un lenguaje. No podríamos estar más de acuerdo con esta opinión pues de las figuras y los símbolos que aparecen en estas pinturas se crea un lenguaje de relaciones y representaciones que proceden del origen de la humanidad y que explica el misterio propio del ser humano, Rama, Sita y Lakshmana con Hanuman El sentido hermético de la epopeya La historia cuenta cómo Rama debía suceder a su padre, el rey Dásharatha, pero, en vez de ello, por culpa de un ardid de una de las esposas del rey, fue exiliado a un bosque durante catorce años, durante los cuales reinó su hermano Baratha.Sita y Lakshmana, otro de los hermanos de Rama, lo siguieron en su destierro. Un destierro en el que pudieron dedicarse a la búsqueda de la sabiduría y a disfrutar de una vida simple, lo cual les llenó de felicidad. Sin embargo, mediante una treta, Ravana el príncipe rakshasa, una especie de demonios o seres malignos, rapta a Sita, dejando a Rama en la desolación más absoluta. Sita es llevada al palacio de Ravana, en la isla de Lanka, donde el malvado demonio intenta poseerla, pero ella solo piensa en Rama y ni siquiera lo mira. Tal y como aparecen en el poema los dos lugares donde se desarrolla la acción, el lector percibe que se trata de una geografía sagrada en la que el reino del rakshasa sería la tierra impura, mientras que Rama, a pesar de su exilio habría permanecido en un lugar puro, al que podría denominarse cielo. Por esta razón Rama no puede ir en busca de Sita hasta que sus ayudantes, los vanaras, unas criaturas que pueden tomar distintas formas a voluntad, rápidos como el viento, fuertes e inteligentes, con aspecto de mono, arrasen la ciudad de Ravana, la purifiquen mediante el fuego y hagan prisionero al rey de los demonios que la gobernaba. La figura de los vanaras, y sobre todo la de uno de sus jefes, el guerrero Hanuman, recuerda la del Mercurio latino, tanto por sus poderes como por las tareas que les son encomendadas. Al leer esta historia es lógico que el recuerdo del lector se desplace a otra terrible batalla, la que aparece en la Ilíada, un drama que se desencadena a partir de otro rapto, el de Helena, la esposa del rey Menelao, y que describe el posterior asedio y la reducción a cenizas de la ciudad de Troya. Por eso, es difícil no percibir el trasfondo hermético (o alquímico) implícito en estas epopeyas y que muchos filósofos alquimistas como Michael Maier o Dom Pernety han puesto de relieve a lo largo de los siglos, comparando asaltos y personajes con las distintas etapas de la obra alquímica. Michael Maier o Dom Pernety, entre otros alquimistas, han comparado asaltos y personajes de las antiguas epopeyas con las distintas etapas de la obra alquímica. Volviendo al Ramayana, nos encontramos con que después una gran guerra en Lanka y su posterior victoria, el ejército de monos, con Hanuman a la cabeza, logra construir un puente desde la isla de Lanka hasta el continente para que Sita y Rama puedan encontrarse. Sin embargo, éste último duda de la lealtad de su esposa pues ha vivido demasiado tiempo en contacto con seres impuros. Para demostrar su inocencia Sita se somete a la prueba del fuego, una prueba con un trasfondo hermético inequívoco, pues la la base de la alquimia, la ciencia propia del hermetismo es la purificación de los metales mediante el fuego. Esta prueba no sólo no la consume sino que la vuelve más brillante, con lo que Rama puede manifestar lo que siente su corazón y unirse con su amada esposa. El hermano de Rama le devuelve su trono y Sita y Rama reinan felices. Baratha ofrece el trono a su hermano Rama después de la batalla de Lanka. Como hemos dicho, la mayoría de los dibujos de Mithila representan distintos momentos del Ramayana, unos dibujos que, a pesar de su aspecto popular, deben su origen y su inspiración a la tradición culta. No hay que olvidar que fragmentos del Ramayana y también del Mahabharata, se recitaban, y aún se recitan hoy en día, en los patios de todos los templos de la India. Cada día, constantemente, la tradición oral se mantiene siempre fiel a sí misma a través de los siglos. Fragmentos del Ramayana y del Mahabharata, se recitaban, y aún se recitan, en los patios de los templos de la India. Cada día, constantemente, la tradición oral se mantiene siempre fiel a sí misma a través de los siglos. ¿Seríamos capaces de imaginar que en algún rincón de nuestras plazas públicas, alguien se dedicara cada día, durante toda su vida, a recitar los versos de la Odisea o de la Ilíada, rodeado de gentes de todas las edades que lo escuchan con atención, pues lo que recita es, ni más ni menos, la epopeya del ser humano y su convivencia con los dioses? La entrada La vida de Rama en el arte de Madhubani se publicó primero en Arsgravis - Arte y simbolismo - Universidad de Barcelona. Artículo*: ArsGravis Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Dibujos hechos por las mujeres de la región de Mithila, en el norte de la India, que representan escenas de la mitología hindú y en especial del Ramayana. Presentación, Lluïsa Vert

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ARTE INDÍGENA DE ARGENTINA

Uno de los lugares donde más he disfrutado cuando he estado en Buenos Aires es el barrio de San Telmo que como casi todo de lo que de Bs. As. conozco me lo ha mostrado Federico González. Allí tuve ocasión de ver muchos de estos diseños del arte tradicional de los pueblos que originariamente ocuparon las regiones de lo que hoy es el territorio de la Argentina. San Telmo tiene un mercado de antigüedades y de artesanías. Ahí conocí a una artista aborigen que realizaba y vendía reproducciones de estos diseños. Descubrí, entonces, que hay distintas comunidades indígenas que forman 38 pueblos diferentes, repartidos por todo el territorio. Aunque, por lo visto, el Estado solo tiene registrados a 34 pueblos. Estos son: "Atacama, Chané, Charrúa, Chorote, Chulupí, Comechingón, Diaguita, Guaraní, Guaycurú, Huarpe, Iogys, Kolla, Kolla Atacameño, Lule, Lule Vilela, Mapuche, Mapuche Tehuelche, Mocoví, Mbya Guaraní, Ocloya, Omaguaca, Pilagá, Quechua, Ranquel, Sanavirón, Selk'Nam (Ona), Tapiete, Tastil, Tehuelche, Tilián, Toba (Qom), Tonokoté, Vilela, Wichí”(1). PDF BIBLIOTECA HERMÉTICA.COM https://ift.tt/3dsTiiL Las Sibilas de San Telmo Las Guardas Gauchas (1) Fuente del dato: https://ift.tt/3Ad4Lg2) Artículo*: Mª Ángeles Díaz Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Caleidoscopio Cultural, Blog Hermético.

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Los niños, no se tocan.

Porque están en el punto de mira. Así lo han hecho ver los dirigentes políticos que aseguran que los niños no pertenecen a sus padres. Así lo han dejado ver los que, al frente de asociaciones de pediatras, dicen que es lo mejor para acabar con el virus y que el virus deje de circular. Así lo están organizando desde el momento en que se incrementan las PCRs y demás pruebas "diagnósticas" (¿diagnósticas de qué?) para mostrar en titulares la cantidad de jóvenes que dan positivo en esas pruebas. Y de ese forma, como la sociedad ha tragado con la falsedad de que un positivo es un enfermo, señalarles como objetivo a tratar de algo que no tienen con algo que no trata nada. Porque los partidos políticos dejan de manifestarse con contundencia de sobre la defensa de la salud de las nuevas generaciones y los derechos de los padres sobre el cuidado de sus hijos. Porque desde las comisiones deontológicas se contempla la posibilidad de quitar la patria potestad a los padres que no deseen poner esas sustancias a sus hijos. Porque los Colegios de médicos no se pronuncian sobre los ensayos clínicos con niños sanos. Porque hasta la Iglesia Católica está enmudecida para hacer valer el derecho natural que los padres tienen sobre sus hijos y le cede al Estado todo el cuidado, educación y conservación de la salud, por encima del derecho de los padres a elegir lo que consideran más adecuado a hacer de esos niños personas adultas y libres. Porque el silencio de tanta cobardía deja indefensos a los niños, yo hoy levanto mi voz. Artículo*: drbenito Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Información sanitaria sobre cuestiones médicas frecuentes y controvertidas. Un estímulo para el pensamiento crítico, racional y constructivo.

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La Corde solide naît d’un soupir - Conscience Soufie

La Corde solide naît d’un soupir Par Nahid Shahbazi J’ai poussé un soupir ardent qui s’est élevé vers le ciel, Et il est devenu corde tendue depuis le fond du puits où je suis. (Rumi) L’être humain a été créé par Dieu à Son image1 afin qu’il Le représente. Ainsi, l’homme est le microcosme de l’entière création divine. Mais, en s’attachant aux biens de ce monde, et en se laissant guider par ses illusions et ses passions, l’humain s’égare. En suivant son orgueil et son désir de puissance, il se livre à la tyrannie, l’injustice et la jalousie. Alors même que Dieu l’a doté de la connaissance nécessaire et suffisante pour être à la hauteur de sa noble destinée. Dieu qui est au-dessus de tout besoin, a désiré Se contempler et Se faire connaître. Il a alors créé l’univers. Les images et les formes créées ne proviennent que d’un seul rayon de Son Visage, qui se reflète dans la Coupe qu’est la terre, et dans laquelle Il se mire. De la plus noble de Ses créatures, c’est-à-dire l’humain, Dieu attend qu’il s’efforce de Lui « ressembler » en dépassant le contingent et en se revêtant des plus beaux attributs divins. Il lui demande d’avoir le niâz2 , ce sentiment d’indigence et de dépendance à Son égard. Seul le cœur ardent de Son serviteur et son désir d’union avec Lui peuvent le contenter. « Pendant toute la nuit, je fais la ronde autour du temple de mon cœur, Pour ne rien y laisser entrer d’autre que Sa pensée »3 Ainsi, afin de retourner à notre état antérieur et mériter de Lui « ressembler », nous devons avant tout chercher la Vérité. Où ? En nous-mêmes, sans aucun doute ! On ne peut la chercher qu’au tréfonds de soi. Certes, si notre raison nous pousse à ne croire qu’à ce que nous sommes capables de voir, il nous incombe d’aiguiser notre perception du monde. Toutes les traditions spirituelles s’accordent avec cette sagesse zen, qui dit : « Si vous ne trouvez pas la Vérité là où vous êtes, où pensez-vous pouvoir la trouver ? La voie de la transformation ne se trouve dans aucune des quatre directions qui vous entourent, vous devez la rechercher au plus profond de vous, là exactement où vous vous situez ». Afin d’accéder à l’au-delà de nos cinq sens, forçons un peu la gaine qui bride l’ensemble de nos perceptions, une nouvelle fenêtre s’ouvrira à nous. Nous verrons alors se dévoiler au grand jour des réalités intangibles. « Sache que l’apparence disparaîtra et que le monde du sens restera à jamais, Jusqu’à quand te laisseras-tu ravir par l’image de l’aiguière, Passe-toi de son image, recherche l’eau. Tu as vu la forme, et tu as oublié le sens et la vérité des choses. Quand tu vois la coquille, recherche la perle, si tu es sage ! »4 Au lieu de voir la cruche (le corps), il faut voir l’eau à l’intérieur. Au lieu de regarder le corps, il faut discerner le cœur. Cette eau limpide à la recherche de laquelle Rumi nous envoie, est celle dans laquelle l’homme s’est miré et par laquelle il a pris connaissance de lui-même : il s’agit donc ici de la fonction miroir de l’eau. Or, si nous ne pouvons voir notre visage sans l’aide du miroir, comment pourrions-nous voir notre cœur sans sa réflexion dans un être pur, un être-miroir capable de le refléter ? Mais un cœur qui ne trouve pas où se mirer, manquera de lumière et ne tardera pas à prendre conscience des ténèbres qui l’entourent. Ce n’est que par la grâce d’une forte aspiration qu’il parviendra à sortir du gouffre de l’ignorance. Comme le dit la prière chrétienne : De profundis clamavi ad te Domine (Des profondeurs je crie vers Toi, Seigneur !) Mawlana Jalaleddin Rumi dit : J’ai poussé un soupir ardent qui s’est élevé vers le ciel, et il est devenu corde 5 tendue depuis le fond du puits où je suis. J’ai saisi la corde de mes mains fermes et je suis sorti, Allègre, le teint rose et les joues remplies. J’étais au fond d’un puits, vil et sans force, Le monde entier désormais ne peut me contenir 6. Certes, la Loi de la création qui a voulu que les hommes soient califes, représentants de Dieu sur terre, ne leur permet pas de se résigner à rester prisonniers au fond du puits de leur ego (nafs). Alors, nul besoin de nous lamenter, ni de perdre espoir, puisque nous savons bien que toute expérience nous forge. Poussons ce soupir ardent qui dissipe les ténèbres ! Nous ne valons tout de même pas moins qu’un grain de blé : sa volonté de sortir du noir le fait germer, puis de ce germe pousse une tige qui, telle une corde, le fait naitre à la lumière. Rumi nous enseigne par cette parabole : « Le grain de blé a été semé, recouvert d’une épaisse couche de terre et abandonné à lui-même. Et pourtant il pousse et sort de terre, se raffermit, s’épaissit, se dresse sur sa tige et donne des épis dorés. Puis, encore, il a été pilonné, broyé et réduit en poudre sous les passages de la pesante meule. Et pourtant cela l’a rendu plus précieux : la farine pétrie a donné du pain qui renforce l’homme qui le mange. Puis il a été mâché, mastiqué et trituré par les dents. Et a fini par devenir esprit, raison et compréhension féconde. 7» Et si le germe délicat avait peur et disait : « Comment pourrais-je sortir de cette sombre terre où aucune lumière ne m’éclaire ? Je suis si tendre que la moindre pression me briserait et compromettrait pour toujours ma croissance. Une croûte me retient captif et je ne peux la percer. Pour sortir de cette prison, il me faudrait une force formidable. Mais alors, je serais aplati, étranglé, avant même d’avoir fait la moitié du chemin… ! » *** La réalité semble se réduire au monde physique et à ce que transmettent les cinq sens. Or, malgré leur importance, ces sens physiques ne déterminent pas les limites de ce que l’homme est capable de ressentir. Il a la puissance de s’opposer à toute force malveillante qui voudrait le gouverner et le contrôler. C’est ici que le rattachement à une chaîne initiatique prend toute son importance. Les maîtres 8 spirituels authentiques ont vécu l’expérience du vrai bonheur, et c’est en cela même que réside l’universalité de leur message. Rumi, Hafez et d’autres grands poètes mystiques considèrent le recours à un maître spirituel comme indispensable à tout cheminant. Tous insistent sur les dangers de la voie spirituelle et sur la nécessité de suivre un guide. Cette recommandation jalonne leurs œuvres, tout comme celle de tenir la corde, celle-là même qui relie le disciple à son maître, et par laquelle le maître est relié au Créateur, sans discontinuité. S’étant libéré de son ego (nafs), le maître peut consacrer sa vie à la spiritualité, et ses facultés physiques et psychiques se développent avec harmonie. Il accède ainsi à un état de sérénité parfaite alliée à un courage inébranlable. En atteignant sa plénitude, il est capable de façonner son destin et de transmettre sa connaissance à son disciple : dès lors, il devient le miroir dans lequel le disciple se reflète et découvre ses traits intérieurs. Le miroir est l’objet métaphorique par excellence chez les grands mystiques persans tels Mawlana Jalaleddin Rumi, Saadi, Hafez, pour dévoiler la Vérité. En se faisant miroir, le Yaar (l’être aimé), le guide spirituel pur et limpide, rend possible le dépassement de la perception ordinaire afin de discerner les réalités. Ainsi, il permet au disciple de découvrir en son cœur l’éternelle présence de Dieu.9 De la sorte, le maître ne dirige son élève que par le seul effet de miroir qu’il exerce sur lui. Le miroir, par nature, ne fait état que de ce qui entre dans son champ de réflexion ; le disciple, en se plaçant devant son miroir-maître, perçoit quelle est sa réelle fonction en ce monde. Puis, sous la direction du maître spirituel, fin connaisseur des arcanes de la Voie, et au rythme des épreuves et des exercices, le disciple prend la main sur son ego (nafs). Et d’autres horizons s’ouvrent à ses cinq sens. Ainsi, le chemin lui est tracé. Il accède à la connaissance de lui-même et des lois universelles, et vit en harmonie avec celles-ci. Bientôt, il devient maître de lui-même et n’a dès lors nul besoin de quelque instrument pour s’orienter dans le monde. Il devient l’artisan de son propre destin. Tout cela, s’il reste toujours face à son guide, car s’il s’en écartait, le maîtremiroir ne reflèterait plus son image. Par le pouvoir libérateur de l’obédience, l’homme apprend à méditer dans la sérénité sur la raison de sa présence sur terre. En se penchant sur lui-même et en mesurant l’importance du moment présent, il combat l’inconscience. Par cette introspection, il peut parvenir à se transformer et à transformer le monde autour de lui. La terre, qui nous a tous vus naître, tourne autour d’elle-même et tourne en même temps autour du soleil. Nous-mêmes en faisons tout autant car, à l’instar de la terre, nous observons deux mouvements : nous imprimons à la fois une rotation en nous-mêmes et une révolution autour du maître, qui nous apprend à être maître de nous-mêmes. L’homme maître de soi, s’incline devant le maître, comme le maître s’incline devant son supérieur, et ainsi de suite jusqu’à arriver aux prophètes de Dieu. Par cette inclination fervente, se produit la transmutation des êtres qui réalisent leur vraie nature. 1 Hadîth : Khalaqa Âdam ‘alâ sûratihi. 2 Niâz mot persan signifiant le sentiment de besoin. 3 Voir aussi : Hâfez de Chiraz, le Divân, introduction, traduction du persan et commentaires par Charles-Henri de Fouchécour, Éditions Verdier, Paris, 2006 / Ghazal 319, page 821, vers 8 4 Rumi, Mathnawi, Cahier 2, vers 1020 à 1023 : http://www.masnavi.net [J’ai pris la liberté de retraduire les vers du Mathnawi à partir de l’original en persan, cherchant à mettre en lumière leur sens mystique, tout en me laissant inspirer par la traduction utile et louable existante. Voir : MATHNAWI La Quête de l’Absolu, de Djalâl-od-Dîn Rûmî, trad. Eva de Vitray Meyerovitch et Dj. Mortazavi, Éd. Du Rocher 2014, 1705 pages, p. 361 5 Dans le Coran, le croyant est invité à saisir fermement la Corde solide de Dieu (Habl Allah) ou à s’accrocher à l’Anse résistante (al-‘Urwa al-wuthqa). L’une ou l’autre de ces métaphores se rapportent au lien que le croyant garde avec vigilance pour ne pas tomber dans le puits de son nafs et pour arriver à la Lumière. Cf. Coran 31 : 22 (Celui qui soumet sa face à Dieu et qui fait le bien saisit l’Anse la plus solide) et Coran 3 : 103 (Tenez-vous fermement à la Corde de Dieu…). Les poètes mystiques dont Rumi et Hafez recommandent aux disciples de ne jamais lâcher le bout de la Corde qui les relie à l’Être-Aimé. 6 Rumi, Mathnawi, Cahier 5, vers 2311 : http://www.masnavi.net 7 Rumi, Mathnawi, Cahier 1, vers 3165 à 3167 : ttp://www.masnavi.net 8 Dans cet écrit nous entendons par maître ou guide, celui, visible ou invisible, qui relie le disciple directement à Dieu et non à lui-même. Les faux guides sont légion, et se fier à eux mène à la perdition. 9 Je me permets de renvoyer à ce sujet à mon article : « Seuls, ceux qui savent entendre l’Appel de leur Supérieur et Lui répondre, peuvent L’entourer », publié dans Le Plurilinguisme au Moyen Âge orient-occident, éditrices : Claire Kappler, Suzanne Thiolier- Méjean, l’Harmattan, 2009, pp. 301 à 318. L’article La Corde solide naît d’un soupir est apparu en premier sur Conscience Soufie. Artículo*: Nahid Shahbazi Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Mawlana Jalaleddin Rumi dit : J’ai poussé un soupir ardent qui s’est élevé vers le ciel, et il est devenu corde tendue depuis le fond du puits où je suis. J’ai saisi la corde de mes mains fermes et je suis sorti, Allègre, le teint rose et les joues remplies. J’étais au fond d’un puit...

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La sagesse du Mathnawi de Rumi - Conscience Soufie

La sagesse du Mathnawi de Rûmi par Clara Murner Conférence prononcée au colloque « Rûmî et Goethe » à Konya, en mai 1995 Avertissement : je me suis efforcée d’aborder ce texte par le biais du cœur, en inversant autant que faire se peut, mon point de vue d’Occidentale, et non par des moyens scientifiques et d’érudition qui, en la matière, comme l’a souligné René Guénon, sont inopérants. Conférence prononcée par Clara Murner au colloque « Rûmî et Goethe » à Konya, en mai 1995. Qu’une Occidentale puisse prétendre, un tant soit peu, aborder un tel monument de la sagesse orientale et ait l’audace de venir en parler jusqu’ici, à Konya, où repose le grand mystique et penseur visionnaire Jalal ud-Dîn Rûmî (RAA) a de quoi surprendre ! C’est la raison pour laquelle, dans un premier temps, j’avais décliné l’invitation proposée par Me Lamand, à la demande d’Eva de Vitray-Meyerovitch, et du professeur Halil Cin, d’autant plus que mes connaissances de l’œuvre de Goethe étaient des plus pauvres. Ma méditation quotidienne du Mathnawî et l’insistance des organisateurs de ce colloque m’ont fait penser que ma présence ici pouvait être symptomatique des relations entre l’Orient et l’Occident, entre l’Islam et l’Occident. Dans son ouvrage Les Arabes d’hier à demain, Jacques Berque, tout comme René Guénon dans La Crise du monde moderne, soulève la question de l’incapacité actuelle des Occidentaux à éclairer l’humanité, à assumer le rôle de magistère spirituel dans le monde. Par conséquent, c’est à l’Orient que reviendrait cette tâche et cette dignité. S’il convient de relativiser cette hypothèse, ne serait-ce qu’en tenant compte de tout le courant idéaliste dont l’Occident, avec Goethe, Victor Hugo, Lamartine, Rousseau, et bien d’autres, est porteur, il n’en reste pas moins que l’Orient incarne en général tout un archétype de Sagesse. Le continent imaginaire et spirituel de l’Islam représente le « Nouveau Monde » à atteindre pour bien des aventuriers de l’esprit, du jeune prodige de la Renaissance Guillaume Postel, en passant par Lawrence d’Arabie, Isabelle Eberhardt ou Gérard de Nerval qui dit avoir trouvé en Egypte « une famille humble et céleste, dont les yeux cherchaient les siens avec une douce compassion ». La liste serait trop longue pour pouvoir citer ici tous les Occidentaux connus ou méconnus, du passé ou du présent, en quête de ces vastes horizons qu’offre la Sagesse de l’Islam. Pour la plupart d’entre eux, l’œuvre de Rûmî (RAA), et le Mathnawî en particulier, tiennent lieu d’embarcation vers la Sagesse universelle. Grâce aux travaux de Katarine Womser, nous savons que Goethe avait connaissance du Coran et du Mathnawî, et qu’il s’intéressait à la pensée universelle des Soufis, laquelle chez Rûmî (RAA) s’exprime par un langage accessible à tous : lorsqu’il récitait les vers du Mathnawî au jardin Meram, à Konya, tous étaient également fascinés, Aristocrates, Gens du peuple, Juifs, ou Chrétiens. C’est cette faculté d’amener le langage à la portée de tout le monde qui est le dénominateur commun et la marque des grands maîtres. Lorsqu’au début du siècle, le cheikh Ahmadou Bamba (m.1927, RAA) enseignait dans le milieu paysan du Sénégal qui était le sien, il empruntait la même démarche. Dans les exemples à portée universelle qui émaillent son ouvrage Hikmatul khadim (la Sagesse du serviteur), on retrouve l’esprit de certains passages du Mathnawî, où l’on a l’impression que Rûmî (RAA) vivait dans la savane, comme dans la fable de l’éléphant dans le noir. Œuvre d’inspiration sacrée, le Mathnawî incarne le verset 41 de la sourate Yasîn : « Voici pour eux un signe : nous avons chargé leur descendance sur le vaisseau bondé »[2], que l’on interprète généralement en faisant référence à l’Arche de Noé. Dans le contexte du tasawwuf [3], on pourrait donner à al-fulk al-machhûn (le vaisseau bondé) le sens d’héritage spirituel, d’enseignement des Sages et de viatique pour la vie éternelle, ce qu’est le Mathnawî. Le Mathnawî entretient un rapport constant avec le Coran. Il est « celui qui explique le Coran », « là où les Justes boivent et mangent [4] ». Cette expression, loin d’être une image de style, recouvre une réalité essentielle. Par la puissance de son inspiration, par son style lancinant comme la plainte du ney, plein de nostalgie pour la patrie perdue, par la composition tournoyante de ses distiques, tels les derviches enivrés d’amour et livrés au Sama’ [5] vertigineux des planètes et des atomes, le Mathnawî est un livre vivant. Traversant l’espace-temps, ses significations profondes peuvent surgir, à tout moment, à travers les interstices de sa trame, pour le Sage doué de pénétration spirituelle. Dans cette œuvre, l’espace extérieur et intérieur se confondent en de fulgurants éclairs de kashf [6], transformant la simple lecture en vision testimoniale. Bouleversé par son expérience, un derviche me dit un jour que, récitant son Evrad [7] sur un chemin de campagne, à la tombée du jour, soudain, il fut ébloui par un rayonnement intense, provenant de la ligne d’horizon, éblouissement presqu’insupportable qui l’atteignit jusqu’au tréfonds de l’âme. Troublé et émerveillé, une fois rentré chez lui, il ouvrit le Mathnawî au hasard, et fut encore davantage plongé dans le ravissement en y lisant la citation d’un verset coranique : « nous leur montrerons leurs signes aux horizons et dans leurs âmes, de telle sorte qu’ils voient clairement que ceci est la Vérité (Cor. 41, 53) ». Commentaire ésotérique du Livre, inlassablement, le Mathnawî remonte aux causes premières par la Sagesse inspirée de ses contes et de ses fables qui interférent selon une logique propre, qui n’est pas sans évoquer la maïeutique socratique. Ce retour vers l’origine demande le sacrifice de la « vache », l’âme charnelle, et un long travail sur soi de sublimation des passions. Comme dans la Tradition alchimique, il faut démembrer pour mieux reconstituer, broyer, piler, ou découper en lamelles l’or inverse pour que l’or végétal puisse surgir dans l’espace de la sacralité. C’est le « solve et coagula », la formule de base de toute opération alchimique, c’est à dire dissoudre ce qui se situe au niveau humain pour le reconstituer au niveau divin. Plein d’allusions, de métaphores, de symboles, ce travail sur soi, ou « jardin spirituel des pieux[8] », n’est pas accessible à tous : il s’adresse avant tout aux renonçants, aux ascètes engagés dans cette voie spirituelle. Seul un renoncement total, physique et spirituel, et un incessant travail de purification permettent d’y avoir accès. Même si nous avons tendance à l’oublier en Occident, dans l’illusion qui nous faire croire que nos désirs sont à portée de main. « Il y a beaucoup d’appelés et peu d’élus », nous a avertis le Christ, et le Mathnawî ne ménage pas « les imbéciles qui vénèrent la mosquée et essaient de détruire ceux qui ont un cœur ». Mais le disciple sincère est toujours assuré de s’élever suffisamment pour atteindre la Sakina, la grande Paix. C’est le même renoncement, ou dépouillement préalable auquel se livrent les quêteurs de Sagesse (sophia en grec), que sont les Philosophes grecs bien avant l’Islam. L’alchimiste Zosime de Panopolis fut un des premiers à avoir laissé un témoignage écrit de cette Lumière intérieure dont l’or est le symbole et que Goethe appela jusqu’en son dernier souffle : Licht, mehr Licht ! (De la Lumière, encore de la Lumière !). Et les Lumières contenues dans le Mathnawî sont si puissantes qu’elles nécessitent un dosage, l’homme étant incapable de supporter l’éblouissement du soleil. La Sagesse est dévoilée peu à peu et se répand comme l’eau à travers les canaux d’irrigation : « la Parole creuse un canal, afin qu’un peu d’eau puisse parvenir à une génération après nous ». Avant tout bienfait céleste, don de Dieu, la Sagesse ne se laisse pas appréhender facilement : « si vous regardez la porte pour y voir la fente, vous ne la trouverez pas : elle est extrêmement inapparente, bien que tant de cortèges la traversent ». La formule de Rûmî est presqu’évangélique, c’est la porte étroite qui mène au sanctuaire intérieur, au temple bâti au cœur de l’Homme, cher à St Jean. On ne peut l’appréhender qu’au travers d’archétypes, si on parvient à se hisser à un plan supérieur. Rûmî invite subtilement à la patience et à la prudence. Ainsi, dans le Livre III du Mathnawî, l’histoire/enseignement du villageois qui leurre le citadin en l’invitant avec insistance à venir à la campagne, pour le remercier de son hospitalité généreuse [9]. Prudent, celui-ci, qui avait dépensé sans compter pour recevoir son hôte, eut la sagesse de refuser l’invitation qui lui paraissait suspecte. Dans cette histoire, Rûmî nous exhorte non seulement à la prudence dans la vie de ce bas-monde, mais aussi dans la vie spirituelle, où la voie d’accès à la Lumière n’est pas sans pièges, ni illusions de toutes sortes. Dans l’iconographie de l’ancien Tarot de Marseille, l’Hermite, l’arcane neuf, est représenté avec un bâton et une lanterne pour assurer et éclairer ses pas. Cette image de la prudence fut reprise par le peintre préraphaélite anglais William Holman Hunt (1827-1910), dans son œuvre « la Lumière du monde », où la figure du Christ nocturne, avançant dans la nuit une lanterne à la main, symbolise, à la fois, la prudence du Sage et la Lumière divine. Au fur et à mesure de la lecture et de la relecture du Mathnawî, on est comme happé par autant de significations cachées les unes derrière les autres ; tel le médecin vietnamien Lan Ong soulevant, dans le vestibule du palais impérial de Hué, des tentures en cachant d’autres, et d’autres… jusqu’aux appartements princiers. Ainsi, procédant par allusions, le Mathnawî livre-t-il ses révélations (ou lever de voiles) et sa Sagesse. Si les conseils de prudence de Mevlana [10] sont à appliquer dans le domaine exotérique (n’y a-t-il pas du Méphisto dans cet ami trop aimable ?), il convient également, sur le plan intérieur, de se méfier des vertus, ces « meilleures amies du chercheur de Vérité », car « l’amitié est la semence qui porte des fruits au dernier souffle ». Sur un drap blanc immaculé, la moindre tâche gâtera le tout, de même, il arrive aux plus grands initiés, aux plus grands saints, d’être gâtés par le sentiment d’orgueil qui, comme le lichen accroché aux rochers les plus élevés, les accompagne jusqu’au sommet de leur quête. Dans ce conte, le Mathnawî procède par allusions subtiles dont il faut percer le secret, mais aussi par recommandations directes au lecteur qui ne peut se dérober à ses conseils éthiques : le Sage doit être humble avant tout. « Mon corps et mon âme désirent cette union, mais tout changement dépend du secret divin », répond le citadin aux sollicitations de son ami. Il doit également être patient : « l’homme est comme un bateau ou une voile : il doit attendre) que celui qui gouverne les vents envoie la brise », et surtout faire preuve de prudence « prends garde à la malice de celui à qui tu as témoigné de la bienveillance ». Cette prudence, essentielle pour qui recherche la Sagesse est confirmée par un dit du Prophète : « la prudence consiste à envisager le mal [11] ». Mevlana insiste : « sache que chacun de tes pas est un piège ». Et il met en garde les cheminants mal dirigés : « si tu ne possèdes pas la canne de la prudence et du jugement, prends les yeux du Voyant comme guide ». Tout au long du Mathnawî, il met l’accent sur l’importance d’être bien dirigé, lui qui ne parvint aux plus hauts degrés de réalisation qu’avec l’aide providentielle du derviche errant Chams de Tabriz, le maître irremplaçable : « ce n’est pas n’importe quel cœur qui comprend l’ordre de Dieu [12] ». La transmission de cette œuvre d’enseignement de Sagesse est typique, dans son élaboration, de celle des ouvrages sapientiaux : d’après les improvisations de Rûmî, Husâm od-Din Tchelebi, « le cheikh des cheikhs, le confident des cœurs », transcrit et récite les vers. Le lien entre Rûmî et Husâm od-Din n’est pas sans rappeler celui entre Socrate et Platon. Tout comme dans le Coran, et dans d’autres livres de Sagesse comme les Futuhât d’Ibn ‘Arabî, il y a des interruptions fréquentes dans la transmission : « un intervalle était nécessaire pour que le sang se change en lait » nous dit-il. Toute la subtilité du Mathnawî réside dans une distance à franchir, la Sagesse étant avant tout conçue comme dépassement : « la Lumière éternelle est à côté de ce Bas-Monde, à une distance que l’Amour peut abolir en un instant ». C’est cet Amour qui clôt le cinquième chant de la Divine Comédie de Dante, le Paradis : « l’Amore che muove il Sole et l’altre stelle », (l’Amour qui meut le Soleil et les autres étoiles), et qui baigne et illumine l’ensemble du Mathnawî. Au début du Livre deuxième, on peut lire l’histoire de Moïse et du berger qui priait Dieu dans le désert en prononçant des paroles impies sur un ton de familiarité qui irrite le prophète[13]. « Ô Dieu, disait-il, qui es-Tu que je puisse devenir Ton serviteur, et coudre Tes sandales et peigner Tes cheveux ?… Que je puisse baiser Ta petite main et frotter Tes petits pieds, et, au moment du coucher, balayer Ta petite chambre ». Après l’avoir admonesté, pensant avoir affaire à un égaré, Moïse, le prophète de la Loi, reçut la révélation de la religion de l’Amour : « C’est la brûlure que Je désire, la brûlure ! Deviens l’ami de cette brûlure ! Allume dans ton âme le feu de l’Amour, détruis par le feu la pensée et l’expression ». Quand il rejoignit le berger pour lui faire part de la bonne nouvelle, celui-ci s’écria : « ô Moïse, je suis passé au-delà du jujubier de la limite, j’ai fait un voyage de cent mille ans de l’autre côté, tu as brandi le fouet et mon cheval a fait un écart, a bondi et est passé au-delà du ciel… A présent mon état est au-delà de ce que j’en puis dire ». Ce saut dans l’au-delà, dans l’Absolu, se retrouve dans la plupart des récits des grands mystiques et des grands Sages. Il se produit toujours au moment où la faculté discursive, la raison humaine, se trouve en état de choc (khayra, en arabe), et n’est plus à même de fonctionner. Ce « coup de fouet » de la Providence, c’est le sens des doubles versets coraniques 5 et 6 de la sourate 94 « fainna ma‘a l-‘usri yusran » (avec la difficulté, il y a une facilité). Il est quasiment impossible de rendre en français toute l’alchimie du sens qu’implique l’homophonie entre ‘usr (la difficulté), qui commence par la lettre de l’essence de l’Homme, le ‘ayn[14], opposé au yâ’ de yusr (la facilité), la lettre qui symbolise les facultés physiques de l’homme[15]. C’est comme si l’étincelle divine faisait nécessairement corps avec ce qu’il y a de plus épais en nous, à condition que nous sachions l’amener à la Lumière. La réalisation de la véritable nature de l’Homme nécessite le passage du ‘ayn au yâ’. C’est au moment où le berger titube dans le désert, si désemparé par les durs reproches qu’il vient de recevoir, que « d’un pas, il se meut comme la tour, tout droit du haut en bas, d’un pas il se dirige de travers comme un fou, tantôt levant sa crête comme une vague, tantôt rampant sur son ventre comme un poisson », c’est à ce moment précis qu’il atteint la coupe et s’abreuve à la Source divine. Ainsi, dans le désordre apparent des choses, le maître amène-t-il l’âme du disciple de la raison charnelle à la raison spirituelle, pur don de Dieu ; si sa monture effarouchée parvient à chevaucher « l’intellect de l’intellect », il perce l’écorce pour atteindre le noyau, l’essence fondamentale, ou Réalité divine. C’est cet état intérieur de sortie de soi-même, d’extase au sens propre, de saut dans l’inconnu, que nous rapporte la mystique Catherine Delorme dans sa biographie spirituelle Le Chemin de Dieu : au cours d’un rêve initiatique, alors qu’elle est en train de gravir une montagne, elle aperçoit son sommet suspendu dans le vide, inatteignable. Au cœur de la perplexité, le miracle s’accomplit : « le moment critique suprême était venu, écrit-elle, où l’authenticité d’une vocation se révèle irréfutable ». Dans un acte de tawakkul[16] absolu, s’en remettant totalement à Allah, elle saute dans le vide, et, au lieu de tomber, elle plane dans le ciel comme un oiseau. L’impossible rêve d’Icare s’était réalisé dans le sien. L’art du Mathnawî consiste à attirer le lecteur, et à le retenir dans les filets de ses symboles, de ses allusions et de ses entrelacs, omniprésents dans tous les aspects de l’art islamique, du décor architectural à la calligraphie, pour lui proposer « une énigme dont la solution postule l’ineffable » (J. Berque). S’éveillant du puits mystique du sommeil, voyant l’incessant travail de transformation qui s’accomplit dans la nature, Sozime de Panopolis s’écrit : « le métal donne et la plante reçoit, les astres donnent et les fleurs reçoivent, le ciel donne et la terre reçoit, les tonnerres du feu qui s’élancent donnent et toutes choses s’entrelacent, et de nouveau toutes se désenlacent, toutes choses s’unissent, toutes se combinent, toutes choses s’entremêlent et toutes se démêlent, toutes choses fleurissent et toutes se fanent dans l’autel en forme de coupe[17]». Ces entrelacs, qui constituent la trame même de l’existence, on les retrouve dans la trilogie esprit/parole/écriture qui fascinait tant Goethe dans le Mathnawî. Peut-être sont-ils encore plus sensibles pour le lecteur oriental pris à la fois par le dessin des lettres, la musique de la langue persane et le déploiement majestueux de la symbolique du discours, qui conduisent vers le but ultime celui qui, cheminant sous la guidance d’un homme (ou d’une femme) de Dieu, prend pour ami ce livre solaire ? Il reçoit ainsi, peu à peu, les matériaux pour la transmutation de son âme jusqu’à la fusion avec cette parcelle d’étincelle divine, dont l’oratorio spirituel que nous a légué Rûmî (RAA), le Samâ’, préfigure l’ivresse vertigineuse. Clara Murner Remerciements à Me Lamand et le professeur Halil Cin pour leur aimable invitation, ainsi qu’à Guy Monot, Claude Mettra, Eva de Vitray-Meyerovitch et Arnold Meichtry qui m’a fait découvrir le Mathnawî. [1] Le Mathnawî, en arabe, ou Mesnevi en turc, de Jalal al-Dîn Rûmî (m. 1273), somme spirituelle de 6 tomes et 260 000 distiques. Il a été traduit intégralement, ainsi que toute l’œuvre de Rûmî, pour la première fois en français par Eva de Vitray Meyerovitch. [2] Les traductions du Coran sont de Denise Masson [3] Soufisme [4] Mathnawī, la Quête de l’Absolu, préface du Livre I, traduction Eva de Vitray Meyerovitch et Djamchid Mortazavi, Paris, 1990, p.49. Dorénavant abrégé en Math. [5] Rituel giratoire des derviches. [6] Dévoilement. [7] Wird en arabe, litanies spirituelles. [8] Math, préface du Livre I, p. 50. [9] Math, Livre III, pp. 545-547. [10] Mevlana en turc ou Mawlânâ en arabe, (notre Maître), surnom de Rûmî. [11] Math. Livre III, p. 346. [12] Math. Livre I, p.189. [13] Math. Livre II, pp. 400-405. [14] Ibn Arabî, Les Illuminations de La Mecque, textes choisis sous la direction de M. Chodkiewicz, VIII, Denis Gril, « La Science des lettres » Paris, 1988, p.388. [15] Op. cit. p. 425. [16] Remise confiante à Dieu. [17] Zosime de Panopolis, Mémoires authentiques, VI : (Diagramme), trad. Mertens, Les Alchimistes grecs, Paris, 2002, p.22. Témoignage de Clara Murner sur sa rencontre avec Eva de Vitray-Meyerovitch L’article La sagesse du Mathnawi de Rumi est apparu en premier sur Conscience Soufie. Artículo*: Clara Murner Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
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