Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Una historia de al-Yunayd, de la Hidaya de al-Rayrayi (I)

Extraído de La Hidaya de Al-Raýraýi : un Espejo de Príncipes medieval,‘Umar ibn Musa Rajraji; editado y traducido por Braulio Justel Calabozo; Madrid : Instituto Hispano-Arabe de Cultura, 1983. CAPÍTULO X (Historia de Yunayd y de Nuri) Te voy a contar, hermano, lo que le ocurrió a Abu l-Qasim al-Yunayd, de quien se reclaman en último término todas las vías de los jeques. Medita esta historia y consuélate con ella de todos los males que te vengan de los alfaquíes de tu tiempo. De ella sacarás, a la vez, un provecho que no sacarías de libro alguno. Ya en sí misma la historia es poco frecuente. A mí me hizo obsequio de ella uno de los hermanos. Lo que encontré de la misma contiene la historia de al-Mutawakkil con Abu l-Qasim al-Yunayd, príncipe de los ascetas y modelo de los devotos, cuando los alfaquíes de Bagdad quisieron matarlo, después de haber matado a al-Husayn b. Mansur, conocido por al-Hallay -Al Yunayd -decían ellos- ha caído en la herejía (tazandaqa), lo mismo que sus compañeros. -¡Oh enemigos de Dios y envidiosos de sus santos! -les respondió Mutawakkil- Veo que sólo os habéis propuesto exterminar de la tierra a los santos de Dios, uno tras otro, lo mismo que matasteis a Hallay, a pesar de ver que, cada día que lo probabais, os daba una lección; pero no desistíais, ni os volvíais atrás. A este Yunayd no le tocaréis hasta que no lo venzáis con pruebas. Convocad, pues, ante él a los alfaquíes y teólogos especulativos, y disputad y debatid con él. Si lo vencéis, y la gente lo acusa de lo que decís, y realmente salís vosotros triunfadores, lo mataréis. Pero si él os vence, ¡por Aquel en cuya mano está mi vida, os atravesaré a todos con la espada! Convocaron, pues, ante él a los teólogos especulativos de Siria, Egipto, el Yemen e Irak. El califa puso enorme empeño en ello. Convocó ante él a sabios de todas las ramas del saber, y prolongó el plazo de la convocatoria esperando que muriera Yunayd -para no verlo vencido como ya había visto antes a Hallay— o que muriera él mismo y se viera libre de eso. No dejaron de ir reuniéndose los hombres desde los cuatro puntos cardinales, hasta que lo hubieron hecho todos en el espacio de un año y ocho meses. Cuando estuvieron reunidos y se completó la audiencia hasta rebosar de gente, en presencia de Mutawakkil, mandó éste llamar a Yunayd. Vino con sus compañeros hasta llegar a la asamblea. Allí los dejó, entró, hizo una reverencia al califa y se sentó. Entonces se levantó uno de los alfaquíes y se dirigió a él para interrogarle sobre una cuestión. Pero se anticipó a la respuesta el cadí mayor, que era en aquel entonces “Ali b. Abi Tawr, y les preguntó: —¿Interrogáis a Ýunayd? -¡Sí!- respondieron los alfaquíes. -¿Hay entre vosotros alguno más sabio que él? -les preguntó-. -¡No!-respondieron-. -Entonces-les dijo-, ¿conocéis en la asamblea a alguien más sabio que él, para que le interrogue? -¡No! No conocemos en nuestra asamblea a nadie más sabio que Ýunayd -respondieron juntos todos los de la asamblea. -¡Qué maravilla! -dijo entonces el cadí-. Es él más sabio que vosotros en vuestra propia ciencia, además de estar impuesto en una ciencia que le reprocháis. ¿Cómo vais a interrogar a un hombre si no entendéis lo que dice? Al decir esto, la gente se quedó atónita. Luego le dijeron: -¿Qué haremos, entonces, oh alfaquí de los musulmanes? Manda lo que quieras, que tu orden será obedecida. El cadí volvió la cabeza hacia el chambelán de Mutawakkil, que era al-Walid b. Abi Rabia, y le dijo: -Deja en libertad a Yunayd. Sal a donde están sus compañeros, asústalos y grítales: «¿Hay entre vosotros alguno que quiera venir a la espada?». Y al primero que venga hacia ti, lo haces entrar con nosotros. -¡Dios proteja al alfaquí! -le dijo Mutawakkil-, pero ¿por qué eso?, y ¿por qué razón se les habrá de asustar, cuando no se les ha refutado prueba alguna, ni han sido vencidos? -¡Dios proteja al califa! -le respondió el cadí-. Los sufíes son amantes de preferir a los demás antes que a sí mismos, aun a costa de sí mismos. Por ello, si alguien les grita: «¿Hay entre vosotros alguno que quiera venir a la espada?», vendrá el menos sabio y más sincero; vendrá a la muerte por su poca ciencia y su mucha sinceridad, prefiriendo la vida de sus compañeros a la suya, aunque sólo sea por un instante. Así, cuando entre con nosotros, lo pondremos ante los alfaquíes para que dispute con ellos de lo que le pregunten. Yo garantizo que no lo vencerán; y ojalá él tampoco los venza, para que su caso se dé por insoluble. Pues creo que nos ha caído una de estas dos desgracias, y no sé cuál de ellas es más grave: si es muerto Ýunayd, se extinguirá la antorcha de la fe en nuestro tiempo; y, si son muertos los alfaquíes, su muerte será una de las mayores desgracias. ¡Ojalá Dios nos libre de estas dos desgracias que nos han sobrevenido en este día! Si es muerto Yunayd, muere el Polo de la fe de nuestro tiempo. Y, si son muertos los alfaquíes -que son 85 hombres de los profesionales del derecho-, ¿quién juzgará entre la gente? -Eres un hombre extraordinario! -le dijo Mutawakkil-. Haré como dices. Luego, volviéndose hacia al-Walid, le dijo: -Haz lo que te ha ordenado el cadí. Salió al-Walid, con la espada a la cintura y aparentando cólera en su rostro, hasta pararse ante el grupo de novicios, que eran 270 hombres. Estaban sentados, con la cabeza baja, e imploraban el perdón de Dios -Poderoso y Majestuoso-. Entonces les gritó: -¡Oh hombres! ¿Cuál de vosotros va a venir a la espada? Añadió el chambelán: Vino entonces hacia mí uno de ellos, llamado Abu l-Hasan al-Nuri. Prosiguió el chambelán: iPor Aquel en cuyas manos está mi vida! Jamás he visto nada que salte más deprisa hacia mí, hasta pararse delante de mí, raudo como un relámpago. Quedé extrañado de la rapidez de su respuesta, y le pregúnté: -¡Oye! ¿Sabes a qué has venido? -¡Sí! —me respondió-. ¿No nos has gritado: «¿Hay entre vosotros quien venga la espada?» Yo he venido a la muerte. -¡Oye! -le pregunté- ¿por qué te has dado tanta prisa? -Sé -respondió- que el mundo es la cárcel del creyente. Por eso quiero salir de la cárcel para ir a la mansión del triunfo y del honor. Además me gusta amar a mis compañeros más que a mí mismo, aunque sólo sea para que vivan un instante más que yo. Quizá me maten a mí y se extinga el mal, sin que muera ninguno más. Dijo el chambelán: quedé admirado de la rapidez con que se levantó, de lo agudo de su respuesta, de lo sólido de su argumentación, de su piedad sincera para con sus compañeros, y le dije: -Responde al cadi. Su tez se alteró, sus ojos se cubrieron de lágrimas, y preguntó: -¿Pero es que me ha llamado el cadí? -¡Sí!-respondí. -Entonces debo responderle -dijo. Entramos, pues, los dos e informé al cadí y al califa de lo que había ocurrido con él. Quedaron admirados de ello, y el cadí le interrogó sobre una cuestión sutil y obscura con estas palabras: -¡Fulano! ¿Qué eres? ¿Para qué fuiste creado? ¿Qué pretendió Dios al crearte? ¿Dónde está tu Señor con respecto a ti? —¿Y quién eres tú que me interrogas -Dios tenga piedad de ti-? -le dijo Abūl-Hasan al-Nuri, Dios esté satisfecho de él. ¡El cadí mayor!-le respondió. -Entonces -le dijo Abu l-Hasan al-Nuri, Dios tenga piedad de él-, no hay más señor que tú, ni más soberano que tú. Tú eres el cadí mayor, éste es el día de la sentencia y del Juicio, y las gentes ya se han reunido en plena luz; pero, ¿dónde está el soplar del cuerno, del que dijo el Majestuoso y Altísimo: «Se soplará en el cuerno y quienes están en el cielo y quienes están en la tierra -con excepcion de aquellos que Dios quiera- serán fulminados»? ¿Soy yo de los que Dios ha querido exceptuar, pues no he oído el soplo? Así habló. El cadí quedó atónito un momento ante su respuesta. Luego dijo: -Fulano. ¿Has hecho de mi un dios? -¡Dios me libre- le respondió Abu l-Hasa- de hacer yo de ti un dios; Tú sí que te has hecho Dios, pues te has llamado «cadí mayor», cuando no se conoce más cadí mayor que Aquel que juzga y no es juzgado. ¡Oh hermano! ¿Te ha escatimado Dios los nombres hasta el punto de que tengas que llamarte «cadí mayor»? ¿No te basta con “cadío de los musulmanes”? ¿O te ves precisado a decir: «yo soy el cadí de la counidad (qadi -l-yama’a)”, por parecerte jactancia el decir: «yo soy “Ali b. Abī Tawr”? Siguió censurándolo y reprendiéndolo, mientra el cadí lloraba hasta parecer que se iba a morir. Tanto, que lloró el califa y lloró la gente de la asamblea al ver llorar al cadí. Hata Yunayd lloró, y dijo: -¡Oye! ¡Deja de censurar al cadí: lo has matado! Entonces dejó en paz al cadí, hasta que éste paró de llorar y le dijo: -¡Oh Abu l-Hasan! Responde a mi pregunta. Yo pido perdón a Dios delante de ti. -¿Acaso -le preguntó Nuri- te has decidido al arrepentimiento porque has visto la verdad en lo que he dicho? —iSí!–le respondió. —Entonces-le dijo-, recuérdame tu pregunta, pues la he olvidado. Le repitió la pregunta, y él, mirando a su derecha, preguntó: «¿Le respondes?». Luego dijo: «Dios me basta». Después, mirando a su izquierda, preguntó: «¿Respondes tú?». Luego dijo: «iAlabado sea Dios!». Después levantó la cabeza hacia él y le dijo: -En cuanto a tu pregunta: «¿Quién eres tú?», yo soy un servidor de Dios. Dijo el Dios Omnipotente: «Todos aquellos que están en los cielos y en la tierra vienen, como servidores, al Clemente». Respecto de tu pregunta: «¿Para qué fuiste creado?», era mi Señor un tesoro desconocido, y me creó para que lo conociera. Dijo el Dios Omnipotente: «No he creado a los genios y a los humanos más que para que me adoren», quiere decir: para que me conozcan. Así lo han interpretado Ibn ‘Abbas y otros. Con relación a tu preunta: “¿Qué pretendió Dios al crearte?” Dios, al crearme, no pretendió más que honrarme. Dijo Dios Omnipotente: “Hemos honrado a los hijos de Adán, y los hemos colocado muy por encima de grán número de los seres que hemos creado.” A propósito de tu pregunta: «¿Dónde está tu Señor con respecto a ti?», El -el Excelso- está Con respecto a mí donde yo con respecto a Él. Dios el Dios Ominopotente: “El está con vosotros dondequiera que estéis”. Dime, pués dónde estoy yo con respecto a Él, y te diré dónde está Él con respecto a mí. -Tienes Razón, Abu l-Hasan, en caunto has dicho -le dijo-. Sin embargo, infórmao sobre una segunda cuestión. -¿Cuál? -le preguntó. -¡A quién preguntaste a tu izquierda cuando te interrogué? -le dijo. -¡Dios protega al alfaquí! -le dijo Abu l-Hasan-. Yo no sabía responder a la pregunta que me hiciste, ya que jamás se me había hecho, ni la había hecho yo, ni ía oído, ni la había visto nunca en libro alguno. Y cuando me preguntaste, no la habia que respuesta darte. Por ello, pregunté al santo guardián (al-hafiz al-karim) que escribe lo mío a la derecha, y dije: «¿Le respondes?. El me dijo: «No sé responder». Entonces dije: «Dios me basta». -¿Y a tu izquierda? -le preguntó. -Lo mismo -respondió. -¿Y delante de ti? -preguntó. -Pregunté a mi corazón -respondió-, el cual me reveló mi secreto respecto de mi Señor -Poderoso y Majestuoso, loado sea Dios-, dándole gracias por haberlo guiado y confesándole ser incapaz de llegar al término. Luego, te respondí. -Fulano! ¿Te hablan, pues, los ángeles? -preguntó el cadí. -¡Desgraciado!-le respondió Nuri, Dios, el Altísimo, tenga piedad de él- ¿No ves cómo me habló cuando me comunicó esa argumentación mía, que yo no conocía? -¡Fulano! -dijo el cadí -Ahora estoy seguro de que eres imbécil, y cierto de que eres incrédulo y hereje. ¿Qué quieres, pues, que haga contigo, y con qué género de muerte quieres que te haga morir? Nuri -Dios, el Altísimo, tenga piedad de él- le dijo: -¿Qué es lo que quieres hacer conmigo, pues tú eres el cadí mayor? Si juzgas y no eres juzgado, sentencia lo que quieras, y no cometerás pecado. Pero, si juzgas y eres juzgado, ¿qué sentenciarás y qué harás? -Yo soy el cadí, y se me juzga tal como juzgamos -le respondió. -¿Has comprendido -le preguntó- lo que se dice del cadí que juzga y no es juzgado? -¿A que te refieres? -le dijo. -En la revelación inconmovible -respondió- se lee: “En ese día ninguna alma será vejada. No seréis recompensados más que por lo que hayáis hecho”FOOTNOTE: Footnote. Has comprendido -añadió-. Así que sentencia ahora lo que quieras. Mi alma está deseando en este momento encontrarse con Dios -Poderoso y Majestuoso. El cadí volvió entonces la cabeza hacia Mutawakkil y le dijo: -¡Oh príncipe de los creyentes! Deja a éstos, ya que, si éstos son herejes, no hay Sobre la faz de la tierra un musulmán que proclame la unicidad de Dios -Poderoso y Majestuoso-. Estos son las antorchas del mundo y de la religión, el fundamento de la fe y la columna del Islam. Estos son los verdaderos creyentes. Estos son “los Servidores devotos de Dios”FOOTNOTE: Footnote. So volvió entonces Mutawakkil hacia Yumayd y le dijo: -¡Oh Abu l-Qasim! Estos alfaquíes no convocaron ante ti esta gran asamblea, ni se prepararon para encontrarse Contigo y para debatir contigo, más que con el fin de matarte, caso de vencerte. Pero ahora los tienes vencidos tú, y yo juré por mi vida que los atravesaria a todos con la espada. Así que, o los perdonas o haré lo que juré Yunayd le dijo: -¡Dios me libre, oh príncipe de los creyentes, de que muera uno de ellos por causa mía! ¡No! Yo los perdono, y que Dios nos perdone, a nosotros y a ellos. Con eso, la asamblea se disolvió en paz, sin que ninguno muriera en ella. ¡Dios sea muy alabado! - Artículo*: sidnur - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Extraído de La Hidaya de Al-Raýraýi : un Espejo de Príncipes medieval,’Umar ibn Musa Rajraji; editado y traducido por Braulio Justel Calabozo; Madrid : Instituto Hispano-Arabe de Cultura, …

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