Unknown Del « Satélite Sombrío » al « Sol de Medianoche » Una de las características de Guénon es su rigurosidad al momento de exponer la “doctrina tradicional”, tanto es así que reconocidos detractores suyos, como es el caso de dos prominentes teólogos jesuitas, inspiradores y fautores principales del viraje modernista de la Iglesia católica, uno, el cardenal Henri de Lubac, admite en el metafísico francés un: … gran rigor de organización lógica [1]y, el otro, el cardenal Jean Daniélou, quién le dedicó un capítulo entero de su libro: El Misterio de la Historia, titulado: “La grandeza y debilidad de René Guénon: Pero ahí está precisamente la grandeza de René Guénon, en haber sabido liberarse de los prejuicios del día y en haber elaborado su obra con el más inflexible rigor en la soledad. (…) Una de las primeras verdades de la obra de Guénon es la rehabilitación del conocimiento simbólico frente al conocimiento científico. [2] Existen ciertos temas controversiales en la obra guenoniana, por diversas circunstancias no ofreció alguna explicación exhaustiva. Vamos a centraremos en uno que se encuentra al final del prefacio de su libro: El Error Espiritista (1923), donde menciona la existencia de un « Satélite » y desde el cual se irradiarían las fuerzas sutiles del orden más inferior, que desembocan, entre otras cosas, en la creación del fenómeno de la «pseudoreligión» o «neoespiritualismo», al cual es preciso combatirlo: Sea como fuere, en presencia de los acontecimientos actuales, estamos persuadidos de que nunca se hará lo suficiente para oponerse a ciertas actividades perjudiciales, y de que todo esfuerzo que se cumpla en este sentido, siempre que esté bien dirigido, tendrá su utilidad, al estar quizás mejor adaptado que otro para incidir sobre tal o cual punto determinado; y para hablar un lenguaje que algunos comprenderán, diremos también que nunca habrá demasiada luz difundida para disipar todas las emanaciones del «Satélite sombrío». [3] Hemos encontrado escuetas alusiones de este concepto en algunos escritos de Guénon, primeramente, en la reseña dedicada al libro de Robert Ambelain: Dans l´ombre des Cathédrales (A la sombra de las Catedrales), donde advierte la tendencia siniestra de este conocido escritor ocultista para invertir el sentido de los símbolos tradicionales: “…y la manera misma con la que el autor quiere cambiar el significado reconocido tradicionalmente a ciertas nociones como las del "Sol negro" o del "Satélite sombrío" es también sospechosa...”. Otra referencia localizamos en el artículo “Des qualifications initiatiques”, al explicar que ciertas disimetrías físicas acentuadas son el producto de imperfecciones psíquicas, por lo que éstas obstaculizarían absolutamente la aspiración a toda iniciación; pero, al contrario, estas desarmonías graves podrían convertirse en cualificaciones para lo que Guénon denominó la “contrainiciación”: …por otra parte, esto se comprende fácilmente, ya que ésta última, yendo al revés de la iniciación, por su definición misma, en consecuencia va en el sentido de un aumento del desequilibrio de los seres, cuyo término extremo es la «desintegración», a la que ya hemos hecho alusión algunas veces; pero no es el lugar para insistir más sobre esto, ya que, por supuesto, no es de la «contrainiciación» ni de los misterios del «Satélite sombrío» lo que nos proponemos tratar este momento. [4] Hallamos otro testimonio en el libro de Jean Reyor: Études et Recherches Traditionnelles, en el capítulo dedicado al simbolismo zodiacal, al estudiar las doce últimas divisas del famoso texto conocido como la “Profecía de San Malaquías” sobre los Papas, atribuido al monje benedictino del mismo nombre, del s. XII, amigo de san Bernardo de Claraval, explica lo siguiente: “A propósito del número 34 (33 + 1) que corresponde al rango que ocupa en la «Profecía de los Papas» la divisa de Clemente V, Piobb hace una aproximación que debió parecer arbitraria a la mayoría de sus lectores: «Hacia el comienzo del siglo XVI y alrededor de la época en que la Profecía de San Malaquías parece haber sido conocida en manuscrito, el célebre pintor y dibujante Alberto Durero componía su grabado titulado La Melancolía. Este grabado se hizo famoso. Ahora bien, éste presenta una disposición de números llamados en matemáticas el "cuadrado mágico", que verticalmente como transversalmente sumados da el número 34, es decir, 33 + 1. ¿Acaso Alberto Durero, leyendo que Clemente V lleva el n° 34 en la lista de la profecía, ¿quiso señalar que ese número tenía un significado especial? ¿Y por qué, entonces, su grabado se refiere a una palabra, que se traza en él, a una melancolía? » En primer lugar, habíamos estimado, como muchos otros lectores sin duda, que este enfoque era algo «forzado», pero luego encontramos un texto que nos hizo cambiar de opinión. Se sabe que La Melancolía muestra en su parte superior izquierda un astro que proyecta rayos negros; al lado del astro y en su irradiación, está una especie de murciélago cuyo cuerpo termina como el de un dragón o una serpiente, sosteniendo una banderola con la inscripción «Melancolía» (a continuación de ésta, una S y una I). Este astro se llama comúnmente el Sol Negro de la Melancolía (un artículo publicado en el Mercure de France fue hace algunos años dedicado a éste). Ahora bien, si nos remitimos a la «profecía» atribuida a Joaquín de Fiore y a la del obispo Anselmo de Marsico (Vaticina sive Propheticae abbatis Joachimi y Anselmi Episcopi Mariscani, etc., Venetiis MDLXXXIX) y reproducidas por Roger Duguet en su Autour de la Tiara, vemos la expresión de «Sol tenebroso» (Solem tenebrosum), precisamente en el oráculo consagrado a Clemente V: « Perderá su resplandor bajo el Sol tenebroso ». Nos parece que hay más que una coincidencia y que el grabado de Durero, amigo y protegido de Maximiliano I, que se le ha llamado el « Rey Blanco », se refiere a Clemente V. Añadamos que el « Sol tenebroso » parece tener una estrecha relación con el « Satélite sombrío » del que habla la obra astrológica muy conocida, La luz de Egipto, de Burgoyne.” [5] El escocés Thomas Burgoyne fue secretario de la Hermetic Brotherhood of Luxor, orden a la que Guénon exteriorizó cierta afinidad, especialmente en la época de su colaboración con la revista La Gnose (1909 – 1912). Igualmente, pero con prudencia, en sus obras: El Teosofismo (1921) y El Error espiritista (1923), y del mismo modo, en algunas cartas con destinatario desconocido[6], específicamente en la del 31-05-36, donde revela que ha formado parte de ella. En otra de dichas cartas, reconoce que fue una organización “seria”, pero: “parece que en ella haya habido como una mezcla de diversas corrientes, y que no haya terminado por prevalecer la mejor (carta del 17-08-34).” Algunas de las denuncias realizadas por Guénon contra el neoespiritualismo, anteriormente las habían emprendido varios miembros de la H. B. of L., tanto en los Estados Unidos como su rama instalada en Francia, apuntadas para desenmascarar las distorsiones difundidas por estos grupos, - especialmente la fundada por la Blavatsky -, “doctrinas” como: la reencarnación, el Karma, los Mahatmas, el budismo esotérico, etc. Curiosamente, la divisa Vincit Omnia Veritas que sugiere Guénon al final de su Crisis del mundo moderno, adoptada – según él - por “determinadas organizaciones iniciáticas de Occidente”, encabeza en las obras y documentos de la H. B. of L [7]. Retomando la cuestión del Satélite sombrío, efectivamente, Burgoyne lo trata en su libro: The light of Egypt. Vol. I y II [8]- editado por primera vez en 1889 -, y comienza con la advertencia de no confundir la concepción de el “Orbe perdido” de los misterios griegos con este orbe “oscuro”, pues el primero es la esfera donde se dirigen post mortem las almas caídas y, al segundo, las almas perdidas. La primera correspondería a los estados inferiores del ser humano, lo que se conoce en la teología católica como el infierno o su plural[9], y en el segundo caso, las tinieblas exteriores, que también son mencionadas en el Evangelio, donde caerían los brujos o magos negros (los contrainiciáticos en términos guenonianos), cada vez más alejados de su centro y sentenciados a la desintegración de su ser. El escocés se inspira en la doctrina de la “Constitución Hermética del hombre”, la cual - según él - está compuesta de 7 niveles o esferas: 1) La física; 2) cuerpo electro-vital; 3) el cuerpo astral; 4) el alma animal; 5) el cuerpo espiritual; 6) alma divina; 7) el espíritu divino (p. 55 y ss). Al aplicar la Ley Hermética: cómo es arriba, así es abajo¸ como en la tierra, así en el cielo; es decir, la íntima relación existente entre el macrocosmos y el microcosmos, el mencionado ocultista deduce que el planeta Tierra participa de la misma división septenaria, por lo tanto, cada una de las esferas aludidas, tienen sus correspondencias y articulaciones precisas con las que configuran a nuestro planeta. Desde esta concepción holista, la esfera magnética de la Tierra que exactamente corresponde a la del alma animal en el individuo, es la que se denomina el Satélite Sombrío. Dicha esfera cósmica no es visible, pero está habitada por seres “semi-espirituales”, pues son entes con los más bajos instintos, astutos, traicioneros y de elevada inteligencia frente al mundo animal. De igual manera, al ser el orbe de la muerte, también es el lugar donde van y moran en forma temporánea las almas o sombras que, por sus depravadas vidas, perdieron toda conexión con lo Divino. Sin embargo, a pesar de ser la fuente perturbadora y promotora de los desequilibrios mentales, cuya expresión es el espíritu de mentira, crímenes, fraudes y, especialmente, de imposturas religiosas(resaltado es nuestro), Burgoyne indica que este círculo tiene su propia organización, sus leyes y jerarquías; además, lo más significativo, manifiesta que estos seres maléficos que habitan en este Satélite [10]son propiamente los que San Pablo se refiere en la Carta a los Efesios (6.11-12): “Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no va dirigida contra simples seres humanos, sino contra los principados, las potestades, los dominadores de este mundo tenebroso y los espíritus del mal que están en el aire.” Estos seres malignos se comunican con el plano terrenal o humano con la ayuda de los “magos negros”, o la “Hermandad Inversiva”, brujos o hechiceros que, mediante sus cultos y ritos evocatorios (la verdadera “magia negra”), pueden canalizar estas influencias infernales para conseguir su ingreso y condensación en el ámbito humano y, posteriormente estos mismos personajes, proyectar estas influencias psíquicas del más bajo nivel (adaptadas a los espíritus y temperamentos de las distintas épocas) hacia los más recónditos espacios de la mente humana; lo peor, frente a ellas, estamos en la más completa indefensión. Guénon escribe cosas similares en su libro El Error Espiritista, en el cap. VII, referente a las “influencias errantes” (según la tradición china) o en el capítulo sobre los “Residuos psíquicos” de su Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos. En estas obras, como también en su artículo de 1914, “Reflexiones sobre el poder oculto”, menciona también la existencia de “corrientes mentales” o “corrientes de opinión” que generan ciertos estados de espíritu que predisponen a colectividades o a un país determinado, bajo “un conjunto sistematizado de sugestiones apropiadas”, para aceptar condicionamientos religiosos, ideológicos, políticos, etc., como también los del ámbito científico; como muestra, comenta la efectividad alcanzada en la producción de la revolución francesa. Representaciones parecidas ha descrito la beata alemana Ana Catalina Emmerick en sus visiones, la existencia de unos espíritus maléficos o planetarios y la intercomunicación con los seres humanos: Veo siempre en cierto círculo, en torno a la tierra, nueve cuerpos, o espacios, o esferas, como astros lejanos. A estas esferas las veo habitadas por espíritus de diversa naturaleza y veo desde ellas derivarse caminos formados por rayos, por los cuales se puede seguir toda línea hasta cualquier punto de la tierra. He entendido siempre que por este medio aquellas esferas están ligadas con la tierra. […] En estos mundos habitan espíritus malos. […] Son perezosos, cansados, visionarios, melancólicos o bien fogosos, coléricos, arrogantes, irremovibles, obstinados, prontos para engañar y burlar. Estos espíritus tienen rostros incisivos, decisivos, violentos y penetrantes; son extraordinariamente insistentes e insinuantes en el alma humana. […] No producen por sí mismo ningún pecado, ningún acto; pero separan al hombre del influjo divino y abren en el mortal la puerta a la acción del mundo. [11] Posteriormente, distingue la estrecha relación de una de las esferas infernales, la más tenebrosa, con los practicantes del magnetismo (el principal precursor del “neoespiritualismo” denunciado por Guénon), y la presencia de estos “seres malignos” como intermediarios entre estos operadores y sus “pacientes”, pues dicho círculo es la de la magia y el culto formal a Satanás, y a la que designa como la esfera de la iglesia infernal [12]. En relación a las visiones de todo tipo, Guénon ha recomendado cierta prudencia, por las divagaciones que se podrían encontrar en ellas, pero manifiesta consideración especial a esta vidente: Lo que tiene verdadero interés en ciertas visiones es que están en sintonía, en numerosos puntos, con los elementos tradicionales evidentemente ignorados por el místico que ha tenido las visiones. Nota 5: Pueden citarse aquí como ejemplo las visiones de Ana Catalina Emmerick. [13] Vale recalcar que tanto Burgoyne como la clarividente de Dulmen, aseguran que dicho orbe diabólico es la fuente o centro instigador de las parodias religiosas, las “pseudoreligiones”, generalmente contempladas actualmente bajo esa constelación designada como New Age, cúmulo de anomalías cuyo propósito en esta etapa terminal del ciclo actual es distorsionar las enseñanzas espirituales verdaderas y ser instrumentos que aceleren los procesos disolventes delineados por la contratradición, al vehicular las influencias inferiores de las que hemos tratado y, en estos tiempos posmodernos, el neoespiritualismo ha tomado características mucho más sutiles que las combatidas por Guénon. Son parodias más elaboradas pero fragmentadas, con perfiles antidogmáticos y antisacramentales, para presentar a sus seguidores que no tienen similitud alguna con cualquier religión, pero siempre terminan imponiendo sus pseudo dogmas, falsos cultos y ceremonias, además, acompañadas de disciplinas espirituales sincréticas para completar la parodia de las verdaderas organizaciones tradicionales. No obstante, es imposible ocultar esa pseudoespiritualidad individualista - con su ponderada superación personal e insistentes deseos de renovación y paz en todos los ámbitos humanos – pero sembrando un odio disimulado contra las auténticas tradiciones (o a lo poco que queda de ellas) y, la meta última, conducir a estas almas ilusionadas hacia los estados inferiores del ser. Hace pocos años nos hemos percatado que el pensador ruso Alexandr Dugin está difundiendo una “metafísica” personal en los ambientes nacionalrevolucionarios pertenecientes al ámbito de las lenguas “occidentales”: el proclamado Sujeto Radical [14]y su símbolo central: El Sol de Medianoche[15]. Por más barniz tradicional aplicado a estos, su propuesta lleva ciertas “marcas” sospechosas y más preocupantes aún de las que encontramos en el mercado neoespiritual. Coincide en el tiempo con su adhesión a Trump y a toda esa nebulosa liga de líderes soberanistas pro norteamericanos, justificando este alineamiento con su tesis “antiglobalista” del Great Awakening, que hunde sus raíces en el milenarismo puritano y su versión secularizada sirve de fundamento a los objetivos de la potencia talasocrática.[16] Dugin incorpora la categoría de la posmodernidad y pregona que, para las últimas fases de esta etapa, la única salida válida es su doctrina del Sujeto Radical, pues en tal período la Tradición desaparecerá completamente y solo subsistirá el hombre diferenciado (Evola): “Careciendo de algo que pueda sostenerlo en este rechazo total, debe buscar un apoyo solo en los abismos de su ser, siempre más en profundidad, superando el límite más extremo, y aún más allá. […] El “tradicionalista sin Tradición” es más importante de aquél “conla Tradición”, no desarrollándose en el exterior sino al interno, basándose solo sobre sí mismo. En el caso que la búsqueda dé sus propios frutos, a través de ella se manifiesta el Sujeto Radical – el resultado más precioso y significativo del entero ciclo cósmico. El ciclo cósmico se mueve en efecto desde la Edad de Oro a la Edad de Hierro, del Paraíso terrestre al Infierno de la Modernidad, solo para darle al Sujeto Radical la oportunidad de manifestarse. Es el telos de la historia, su designio secreto”. [17] Estamos frente al desvelamiento del Misterio de la historia, la solución de las tensiones escatológicas señaladas en las distintas tradiciones vendrá – según Dugin - mediante un pelagianismo redivivo y que despertará a un Sujeto liberador, quién llenará el vació espiritual dejado por la total desaparición de las tradiciones; lo cual, suponemos, empalidecerá a todo mensajero salvífico tradicional, tal como: Enoc y Elías, el Mahdi, el Rey Dormido, el Veltro, el Rex Romanorum, etc… En esta lógica antitradicional, lanza ataques personales hacia Aguéli, Guénon, Schuon y Coomaraswamy, representantes de ese tradicionalismo que no coincide de ningún modo con la Tradición.[18], por otro lado, nos dice que los verdaderos tradicionalistas son la secta de los Viejos Creyentes – a la que pertenece el ruso -, que se caracterizan por rechazar completamente a la Iglesia Ortodoxa, sus liturgias y la mayoría de sus sacramentos… Son los prolegómenos para entender la naturaleza del Sujeto Radical y su metafísica: … es el actor de la Nueva Metafísica, el punto más extremo y polar. [..] Todas las definiciones de la Nueva Metafísica se mantienen en un equilibrio inestable, sobre el filo de una espada. Manifiesta un pensamiento frenético y una voluntad furiosa, que no es fácil de captar y descifrar. [19] Esta categoría no va asociada a una imagen religiosa, ni a una figura del tradicionalismo clásico. El Sujeto Radical participa de un proceso traumático del todo insuperable, sin precedentes, en cierto sentido situado fuera – o, cuanto menos, en la extrema periferia - de la metafísica tradicional. [20] Más adelante: Es una especie de ángel perdido… El ambiente cambia, todo cambia, a excepción de él. […] Él no es un guerrero, - concepto, a sus ojos, muy plebeyo – sino un asesino privado de objetivos, frío, impersonal, a sueldo de nadie. Es un ángel destructor, un ángel terrorífico… [21] En el folleto antes citado: Il Sole di Mezzanotte, se encuentra la vinculación de esta concepción “radical”con el simbolismo del “Sol negro” o “Sol de Medianoche”, el cual resumiría la “metafísica” duguiniana: El Sujeto Radical es inmortal, atraviesa la muerte y constituye la raíz del sujeto normal – es un Sol Negro (el resaltado es nuestro) situado en el abismo más profundo e interior. Es un sujeto apofático(término que indica lo aún-no-manifestado) situado al interno del sujeto positivo, el cual constituye su raíz inmortal, invisible e indestructible.[22] Por lo tanto: Debemos celebrar un rito centrado sobre el Sujeto Radical, dios oscuro y oculto, el Deus adveniens de Heidegger, el último Dios. Esta figura filosófica, fundamental y metafísica debe estar al centro de un ritual específico, de un culto desconocido. Esto no tiene nada que hacer con una nueva religión; es más que todo, una ontología escatológica, basada sobre la necesidad de establecernos en la Medianoche sin confundirnos con esta, actualizando radicalmente, ritualmente y metafísicamente el Sujeto Radical. He aquí el desafío de los últimos tiempos.[23] Dugin pide celebrar un culto, mediante un rito, a este Sujeto Radical, lo cual es fundar una “nueva religión”. No se dedica este tipo de operaciones sacras a una filosofía o a una pseudometafísica, por más nueva y profunda que se la quiera presentar. Si lo designa como un “dios oscuro y oculto”, la propuesta es invocar a una entidad: de qué tipo, no lo sabemos, pero si tenemos nuestras sospechas… Mediante una visión metafísica, el filósofo ruso logra completar esta iniciativa redentora, pues lo que faltaba era la aplicación práctica, en definitiva, la misión del Sujeto Radical: iluminar el camino para recorrer un proceso descendente y sin retorno, un peregrinaje en el abismo no ligado al tradicionalismo clásico, y complacer la ansía por llegar a la última prueba más terrible: la inmersión en la gélida cascada de las aguas materiales e infernales. Es lo que afirmará la propia dignidad y una incomparable superioridad.[24] Para dar un tinte tradicional a estas elucubraciones, Dugin vincula continuamente con las expuestas por Julius Evola, por cierto, las más problemáticas del tradicionalista italiano, pero, al final ¿no será que todo lo anterior proviene de la iglesia de los Viejos Creyentes, sus padres espirituales? Parece que también inspiraron a un compatriota suyo, más famoso aún, que no lo debe mencionar debido a sus rasgos contrainiciáticos. Louis de Maistre, en su libro: Les Lieux du Pouvoir. Entre Mythe et Histoire [25], considera que los célebres acompañantes de Gurdjieff en sus misteriosos viajes, los “viejos atletas”, son quienes le ponen en contacto con la “fraternidad” – mencionada por el mago ruso en sus libros – y le facilitaron el acceso a su sede, un monasterio oculto en el corazón del Turkestán, y que puede ser consecuencia por sus contactos con algunos peregrinos orientales cercanos a los sectarios de los Viejos Creyentes: Los Viejos Creyentes de la secta de Nikitine parecen haber tenido extrañas teorías sobre el sol y su actividad, [...]; la concepción de Gurdjieff de un ser considerado como el “Sol Absoluto” ¿no podrá tener alguna relación con aquella? La respuesta parece evidente, especialmente si recordamos la extraña torre de los yazidíes, observada por Layard y Seabrook, con la salvedad que este "Sol Absoluto", observando el tipo de individuos involucrados, se parece más a un “Sol Negro”.[26] Reconocemos la existencia del doble significado de los símbolos, pero en este caso, Guénon es enfático, el “Sol Negro” tiene un significado negativo, diabólico, de ahí su reproche a Ambelain por alterarlo. En cuanto al “símbolo” del Sujeto Radical, creemos que es otro intento, otra de las prefiguraciones de la parodia final, producto de un Ego incontrolado, utilizado en una estrategia mucho más amplia y nefasta; pues en el fondo persigue socavar la Tradición y reemplazarla con una caricatura, y llevar a los incautos a sumergirse en los abismos infernales. No nos queda duda que estamos frente a una de las emanaciones del “Satélite Sombrío”. Francisco de la Torre Notas: [1]Dialogo sobre el Vaticano II, BAC, 1985, p. 87 [2]Ediciones Dinor, S.L., 1957, p. 162 y 163 [3] L’Érreur Spirite, Editions Traditionnelles, París, 1997, p. 6 [4]Revista “Études Traditionnelles”, N° 198, junio de 1936, p. 205 [5]Editions Traditionnelles, París, 1991, p. 291 [6]Rivista di Studi Tradizionali, N°71, julio–diciembre de 1990. [7]Para mayor información sobre esta organización, su historia, sus miembros y algunos de sus textos internos, Cfr. El libro de Joscelyn Godwin: Hermetic Brotherhood of Luxor. Samuel Weiser Inc., York Beach, 1995 [8] H. O. Wagner, Denver, 1963, p. 151 y ss. La versión castellana: La luz de Egipto. Vol. I y II, Editorial Kier, Buenos Aires, 19782 [9]“La palabra sánscrita loka es idéntica al latín locus, «lugar»; se puede observar al respecto que, en la doctrina católica, el Cielo, el Purgatorio y el Infierno son igualmente designados como «lugares», que también se toman en ella para representar simbólicamente algunos estados, pues no podría tratarse de ninguna manera, hasta para la interpretación más exterior de esta doctrina, de situar en el espacio a dichos estados póstumos; tal error no ha podido producirse más que en las teorías «neoespiritualistas» que han visto la luz en el Occidente moderno”. René Guénon: El Hombre y su devenir según el Vedanta. CS Ediciones, Buenos Aires, 1990, p. 212, nota 18 [10]Burgoyne: op. cit., p. 102 [11]Visiones y Revelaciones Completas., S. D. B., México, D. F., s/e, Tomo I, Libro II, p. 352 y 353. [12] Op. cit.: Tomo I, Libro II, p. 466. [13]Consideraciones sobre la Iniciación. Editorial Librería Pardes, Barcelona, 2012, p. 33 [14]Teoria y Fenomenologia del Soggetto Radicale. Edizioni AGA Milano, 2019 [15]Il Sole di Mezzanotte. Aurora del Soggetto Radicale. A.G.A. Editrice, 2019 [16] Cfr.: Claudio Mutti: “Las Sectas de Occidente”, en: Revista Ciudad de los Césares, N° 127, Mayo/Julio 2021, Santiago de Chile, p. 14 y ss. [17]Teoria y Fenomenologia del Soggetto Radicale, p. 32 [18]Op. Cit.: Cap III, “El Oscuro Enoch”, p. 121 a 128 [19]Op. cit.: p. 68 y 69 [20]Op. cit.: p. 169 [21]Op. cit.: pp. 226 y 228 [22]Il Sole di Mezzanotte. Aurora del Soggetto Radicale. p. 11 [23] Op. cit.: p. 18 [24] Op. cit. p. 40 y 41 [25] Editions Arché, Milan, 2014. [26]Op. Cit.: p. 192 Artículo*: Unknown Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL (Frasco Martín) Psicología Clínica y Tradicional en Mijas Pueblo (MIJAS NATURAL) *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí compartidos. No todo es lo que parece.
Guénon en Ecuador
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