¿Conoces a Francisco Aznar y García, el talentoso artista español? Inició su trayectoria en la Academia de Bellas Artes de San Luis en Zaragoza, perfeccionándose luego en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. En 1899, se convirtió en académico número tras el fallecimiento de Carlos de Haes.
A lo largo de su vida, dejó su huella colaborando en diversas publicaciones, series y ornamentaciones. Además, participó en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, obteniendo menciones honoríficas en 1860 y 1867.
Entre su legado encontramos unos grabados, de las ruinas de Santa María del Temple en Ceínos que dibujó Parcerisa.
A unos 60 km al norte de Valladolid, en la tranquila tierra de Campos, entre Medina de Ríoseco y Mayorga, descubrimos la encantadora villa de Ceinos. Si sigues la carretera hacia Asturias, en lo alto de una pequeña colina, encontrarás una iglesia que se destaca, y dos apasionados escritores le dedicaron su respeto.
¡Vamos a explorar los misterios detrás de las columnas templarias de estos grabados en pleno siglo XXI!
La Historia:
La donación de Ceinos figura en un documento fechado en 1168, cuando el rey Fernando II la otorga a la Orden del Temple. Posteriormente, alrededor de 1183, se vuelve a mencionar en el Tratado de Paz entre León y Castilla.
En julio de 1228, se suma otra donación realizada por Doña Teresa Egido, quien cede "unas tierras que poseía en Griegos y en Campo de Villela", ubicadas entre Tiedra y Urueña. A cambio de esta generosa contribución, se establece la condición de que se realice anualmente un canto en su honor y en el de sus familiares en la iglesia de Sancta Marie de Zafinos. La confirmación de esta donación proviene del maestre de Ceinos.
Tras la disolución de la Orden, Ceinos pasaría a manos de la Corona, quien la cedería a Don Juan Alfonso de Alburquerque.
La Encomienda asumiría la administración de diversas iglesias, entre las que destacan:
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La iglesia de Santa María y San Mamés en Villacid, obteniendo de esta última la mitad de los derechos eclesiásticos.
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La iglesia de Santa María del Templo y la Ermita de Nuestra Señora de Cabo en Villafrechos.
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La iglesia de San Martín en Zalengas (actualmente despoblado).
En 1222, trasladaron desde Baeza el cuerpo de D. Gonzalo Núñez, el último de los hermanos Laras, quien falleció entre enemigos de su fe y patria. Quizás, al final de sus días, deseó unirse al legado de sus hermanos vistiendo el hábito de alguna sagrada milicia. El arzobispo D. Rodrigo lo narra así: "En la villa llamada Beatia, su muerte por una enfermedad grave, sus seguidores lo trajeron y lo enterraron en Ceinos, donde los templarios tienen su lugar sagrado".
Las ruinas de la Iglesia de Santa María del Temple muestran vestigios fascinantes: fragmentos de esculturas, diversos arcos, columnas y capiteles. Estas piezas fueron adquiridas por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, donde ahora forman parte de sus galerías, compartiendo su historia y belleza. Además, en las casas particulares de Ceinos, algunas de estas piezas se han incorporado como elementos estructurales complementarios, brindando a la localidad un toque de conexión con su pasado arquitectónico.
Descripción:
La iglesia presenta una única y amplia nave rectangular, con un ábside semicircular de menor altura. Este ábside cuenta con contrafuertes exteriores rematados en capiteles, y columnas en su interior. El techo de la nave está cubierto por una bóveda de cañón agudo, la cual se sostiene sobre arcos fajones que descansan en gruesas columnas con capiteles decorativos de follaje.
En el interior de la iglesia, se instalaron cuatro retablos de época moderna. Uno de estos retablos albergaba una escultura de la Virgen, una talla en madera contemporánea a la construcción del templo. Este conjunto arquitectónico muestra una amalgama de elementos que reflejan la estética y técnica de la época, destacando la influencia de la arquitectura gótica con la utilización de arcos apuntados y la presencia de detalles ornamentales en los capiteles. La iglesia se erige como un testimonio arquitectónico de la historia y el arte de su tiempo.
bizantino sostenido por pilares lombardos. Justo antes de ingresar al edificio, se encontraba un vestíbulo o atrio con forma de patio interior, posiblemente un claustro, desde el cual se accedía a una estancia notable: la capilla de los señores de Alvires. Estos descansaban allí bajo lápidas de mármol.
Esta capilla, aunque adosada parcialmente a la iglesia, era independiente y carecía de conexión directa con ella. Tenía una planta cuadrada y su interior estaba exquisitamente decorado. En la parte inferior de sus muros internos, una serie de arcos rodeaban la estancia, la mayoría de ellos ciegos. Estos arcos estaban sostenidos por columnas dispuestas en parejas, con arquivoltas decoradas con estrellas y puntas de diamante. En los fondos de los arcos, se pintaron figuras de santos con aureolas doradas. Un nicho de doble anchura y mayor profundidad constituía lo que llamaban la capilla del Santo Cristo.
A media altura de la estancia, esta se transformaba de cuadrada a octogonal mediante cuatro pechinas. Justo debajo de estas, se podían apreciar los símbolos de los evangelistas, mientras que en los ocho ángulos ascendían columnitas que sostenían nervios amplios, decorados con estrellas y convergiendo en la clave central. En esta clave, destacaba el símbolo del Agnus Dei. La riqueza artística y simbólica de esta capilla la convertía en una parte fascinante del conjunto arquitectónico.
El legado bizantino y de las iglesias de Oriente era obvio. En los ocho lados del cimborio, se abrían ventanas decoradas. Aquellas sobre las pechinas estaban cerradas, mientras que las demás tenían aberturas estrechas hacia el exterior. La entrada al sur se realizaba a través de una puerta románica con arcos decrecientes de medio punto, sostenidos por cuatro columnas a cada lado, desde donde descendía una escalinata de piedra, lamentablemente en estado de deterioro. En el centro del mismo muro, un rosetón calado proporcionaba luz a la estancia descrita.
Las arquerías interiores que rodeaban los muros tenían aberturas en dos lados, conectando con el exterior. Seis arcos se abrían en el muro oeste, según Gracía Escobar, o cuatro, según el dibujo de Parcerisa. En el muro norte, una puerta con dos arcos a cada lado comunicaba con el atrio de la iglesia. Estos arcos eran sostenidos por grupos de columnas pareadas apoyadas sobre un zócalo alto, similar a una entrada de sala capitular.
Las arquivoltas presentaban cabezas de clavo y estrellas, mientras que los arcos eran de medio punto. Los capiteles exhibían follajes desplegados en airosas volutas, trenzados que formaban canastillos, y figuras de hombres y aves entrelazados con gruesos tallos. Dos pájaros con cabeza humana y enlazados por las colas destacaban por su originalidad y simbolismo. Al lado de estas columnas ornamentadas, Quadrado observó tres esculturas decapitadas y con las manos mutiladas, representando a una con alas de ángel, otra con palmas de mártir, y la tercera como una mujer sentada. Estas esculturas, al menos cinco en total, contribuyen a la comprensión de los inicios de la escultura gótica en Castilla.
En la actual iglesia parroquial de Ceinos, construida por los caballeros de San Juan alrededor de 1500, se conserva una imagen de la Virgen conocida como la del Claustro. Esta escultura de piedra, de gran tamaño, representa a la Virgen sentada con el Niño sobre las rodillas, policromada y con intervenciones modernas. Se cree que es una obra nor-gótica de alrededor de 1200. La iglesia también alberga tres campanas que se presume pertenecieron a la desaparecida iglesia del Temple.
La trágica historia de destrucción y abandono:
En 1799, el arquitecto clásico Francisco Álvarez Benavides propuso derribar este monumento para construir con sus piedras la iglesia parroquial. Aunque no se sabe con certeza qué fue afectado en ese momento, se cree que incluyó las dependencias adyacentes. El templo sobrevivió, pero su espacio se destinó a un cementerio. Las esculturas de la iglesia de Ceinos, según el lamento de Caveda en 1849, sufrieron una mutilación miserable. García Escobar, en 1853, encontró el templo abandonado, desmoronándose día a día. La torre se deshacía rápidamente, y las esculturas estaban gravemente afectadas por el paso del tiempo y el abandono.
Para 1860, la iglesia ya estaba en ruinas, como revela el dibujo de Parcerisa, y solo se conservaba en estado regular el cuerpo de los pies, según lo señalado por Quadrado. Este último aseguró que el edificio se extendía hacia el oeste, donde pudo observar sillares con labores bizantinas, posiblemente provenientes del claustro o convento cercano.
El patrimonio artístico y arquitectónico de Ceinos experimentó un lamentable declive, y las imágenes evocan la melancolía de un pasado esplendoroso ahora perdido en las grietas del tiempo y la negligencia. La Virgen que en su día fue llevada a la Iglesia parroquial, se dice que está en el Museo Arqueológico Nacional, olvidada en algun cajón de su sotano. Parte de la Iglesia, los sillares se usaron
para realizar el cementerio local.
BIBLIOGRAFIA:
BORDES, Juan, "Monumentos Arquitectónicos de España 1852 - 1881", Real Academia de Bellas Artes de San Fernando [etc.], Madrid, 2014, 94, cat. 270.
Grabado por dibujo de Francisco Javier Parcerisa (1803-1875). Estampación de J. M. Mateu, Madrid.
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