

Durante este verano, los medios de comunicación se han dedicado a decirnos el número de fallecidos por calor, empleando, al igual que con la pandemia, el discurso neuronal del miedo.
No entrando en el tema del cambio climático, que ya escribí en su momento, la realidad es que este tipo de afirmaciones carecen de una total falta de criterio científico y de sentido común. ¿Es que no fallecen más personas en invierno?, ¿es que en el cambio climático sólo entra el calor y no el frío?
La realidad es que los medios de comunicación y los políticos están divulgando este discurso del cambio climático, como si fuese un “mantra” con el fin de llevar a cabo la famosa Agenda 2030, agenda que por cierto es el nuevo negocio del neoliberalismo, al igual que ya lo fue la pandemia con las multinacionales farmacéuticas, y, que de forma inexplicable, lo ha comprado el progresismo, basándose en un ecologismo, que en ningún momento significa que tenga aval científico alguno, ya que la ciencia es la ecología, y como tal se plantea con el tema de las glaciaciones y períodos interglaciares cantidad de dudas razonables, mientras que el ecologismo, es una bandera política del progresismo, y, por lo tanto, carente de verdaderas bases científicas.
Se me dirá que hay científicos que avalan este proceso de cambio climático acelerado, pero, al igual que ocurrió durante la pandemia, estos científicos están pagados por organismos cercanos a la administración, y, por lo tanto, al poder político del globalismo neoliberal.
En la ecuación de lo que ocurre con los fallecimientos por olas de calor, curiosamente, existe una profesión esencial para avalar ese discurso, y, esa es la profesión sanitaria, que está actuando de forma negligente, como ocurrió durante la pandemia, sin plantearse dudas razonables y no saliendo al paso frente a los medios de comunicación y los políticos, en lo que a las afirmaciones que se exponen sobre la causa de estos fallecimientos.
Los fallecimientos no se deben a las olas de calor, se deben a las propias patologías, que pueden estar condicionadas tanto por el calor, como por el frío en invierno, que igualmente pueden estar agravadas porque precisamente estas personas con patologías toman un arsenal de pastillas, sabiendo los profesionales sanitarios que muchas de ellas pueden producir agravamiento de los efectos adversos por efecto de los rayos solares.
Si vamos a analizar estos fallecimientos por olas de calor, yo le insto a la profesión sanitaria que diga cuantos certificados de defunción han realizado considerando que el fallecimiento se debe a la ola de calor. Si realmente no hay esos certificados, estos profesionales, están nuevamente al igual que con la pandemia, eludiendo su responsabilidad en comunicar a la sociedad, la verdad de esta situación sanitaria, aunque ello contradiga a políticos y medios de comunicación, y, si existen, creo que no están ejerciendo de forma adecuada su profesión , ya que el calor, en sí, no es una enfermedad, ni ninguna patología.
El problema que tenemos es que cualquier disidencia del discurso oficial, es tildado por todo el espectro político y los medios de comunicación de negacionista y de ser de ultraderecha, y la realidad es que los verdaderamente de ultraderecha, son todos ellos, por comprar este discurso del globalismo neoliberal que nos está llevando en Europa hacia el abismo.
La Agenda 2030 está llena de supuestas buenas intenciones, pero su gestión es totalmente dictatorial y falta de criterio científico y sentido común.
Otro ejemplo, que se puede poner, entre otros muchos, es en el tema de la reducción del plástico, con medidas ridículas como la de tener que pagar por una bolsa de plástico en un supermercado cuando todos los productos están empaquetados en plástico. La verdadera solución a este tema del plástico pasa por medidas drásticas frente a las multinacionales alimentarias, y volver a educar a la sociedad a que tenemos que adquirir los productos necesarios para cada día, de forma que se vuelva a potenciar el comercio local con el consumo diario de productos que estén disponibles a granel, y, no estén disponibles en las grandes superficies, totalmente plastificados. ¿Dónde está el progresismo para protestar contra estas multinacionales alimentarias y realmente favorecer el que el consumo sea de forma diaria y local?
El problema es que tanto los conservadores como los progresistas han comprado esta Agenda 2030, pero diferenciando que los conservadores están apostando por su ideario neoliberal, mientras que los progresistas, con su falsa ecología, han aceptado un caramelo envenenado que envuelto en los colores del arco iris, lo que es en realidad es que la envoltura del mismo en el color negro.
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