Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

jueves, 27 de noviembre de 2025

El viaje circular en la literatura: de Odiseo a Peter Handke, pasando por Cervantes | Pura Virtud


Siguiendo a Pascal Quignard, reflexionamos sobre el viaje circular en la literatura, de Homero (La Odisea) a Peter Handke (La noche del Morava), pasando por Miguel de Cervantes (El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha), atendiendo a cómo el primer personaje en la literatura europea que "piensa" a otro es Argos, el perro de la Odisea, que reconoce oculto a Ulises bajo la apariencia de mendigo que acaba de llegar a Ítaca.

En palabras del Premio Nobel de Literatura Peter Handke: «La lengua poética es la natural, la adecuada. Pero sólo si hay un sentimiento. Y ya nadie de los que escriben tiene ningún sentimiento. Ahora sólo existe el vocabulario de los sentimientos. El vocabulario para el alma y para los sentimientos lo tenemos sólo los que no tenemos alma, los que al final, olvidados, nos hemos quedado sin alma»

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"Contra la tentación tribal de la paranoia, en buena medida inseparable del universalismo y del Capital, resalta la narrativa de autores como William Vollmann, autor de El Atlas (1996), o del gran László Krasznahorkai, autor de Y Seiobo descendió a la Tierra (2008), que son elevados por la arquitectura de sus respectivas obras a la categoría de “cartógrafos” del mundo contemporáneo, empleando ficciones con ansia de totalidad y con la ambición suficiente como para abarcar el absoluto partiendo de la experiencia subjetiva, sin caer por ello en el derrotismo o en la excesiva discursividad… Y todo ello en una época donde la disgregación que es consecuencia de la entropía, de la Ilustración y de la digitalización se hace cada vez más evidente.
Si tuviera que escoger entre las distintas poéticas del novelista contemporáneo, yo diría que es la narrativa del enigmático Evan Dara, como antes la de su modelo Thomas Pynchon, aquella que mejor ha sabido reflejar las consecuencias de la última Modernidad en las pequeñas comunidades y en las psiques individuales: en El cuaderno perdido (1995) se narra desde dentro la desintegración de la comunidad; y en La cadena fácil (2008) se narra desde fuera la desintegración del individuo… Si es que cabe la diferencia. En lugar de ambos, el absoluto ficticio de una comunidad o de una identidad individual, emerge el peligro de la colmena, la tentación de la red, con su contrapartida salvífica: la sincronicidad y la apofenia propias del Ánima Mundi que nos conectan a todos dentro de una misma imaginación común atemporal.
Leámoslo en palabras de dos eminentes novelistas como Thomas Bernhard: «Qué horrible nos resulta el todo»; y también Roberto Bolaño: «Que el Todo es imposible, que el conocimiento es una forma de clasificar fragmentos». En ese sentido, apuntando incluso más ejemplos como La amante de Wittgenstein (1988), de David Markson, podemos afirmar que la literatura es la única y atemporal realidad virtual que puede experimentar la humanidad pasada, presente y futura. Todo lo demás es simple y llana destrucción de lo humano en beneficio de lo artificial. Por eso afirmo que la novela es, en cuanto invención y ambición, la forma humana de conocimiento de la realidad más capaz: uniendo lo disperso en un mismo imaginario social que comprende distintos sistemas de sentidos interconectados entre sí por un conjunto de memes semánticos compuestos por palabras e imágenes comunes.
Y es que, aquello que con más fuerza une a las sociedades modernas es el imperio del ocio, la tiranía del entretenimiento de las culturas postindustriales, con su evidente correlato existencial: el tedio y la náusea… Eso que Charles Baudelaire llamaba «el horror de la vida» y que H.P. Lovecraft denominó como «la tortura diaria de lo cotidiano»… No en vano Gustave Flaubert quiso escribir una novela sobre la nada y tras décadas de pugna contra el folio en blanco acabó publicando Bouvard y Pécuchet (1881); y por otro lado, David Foster Wallace consagró su última novela, El rey pálido (2011), al aburrimiento. Es nuestro único y último tema: el existencialismo de las existencias más inauténticas. Krasznahorkai supo sintetizar la Modernidad en una máxima: «Transcurre, pero no pasa»… Retorna sin más avance que la recursividad.
Esta es la poética de la Modernidad, si dejamos a un lado la vertiente dionisíaca de François Rabelais, Pietro Aretino, Miguel de Cervantes, Laurence Sterne, Charles Nodier, James Joyce, el recientemente fallecido Robert Coover y demás; porque si después de Franz Kafka llegó Samuel Beckett; y después de Beckett, Thomas Bernhard; todavía queda la pregunta final, a saber, ¿existe algo más que ese silencio posterior a Auschwitz augurado por Theodor Adorno? Yo pienso que, con la poética de la Modernidad en la mano, aún podemos afirmar que László Krasznahorkai, autor de Tango satánico (1985), es la última respuesta a esa pregunta"

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