La transición que se hizo en el año 1978, no fue una verdadera transición democrática, ya que, lo que realmente se hizo fue una pseudodemocracia postfranquista, con la consiguiente aceptación de la mayoría de los partidos políticos, que vieron, en ello, una posibilidad de continuar en la política como medio de vida, abandonando, sobre todo, por parte del progresismo de izquierdas, de cualquier principio ideológico, al igual que el nacionalismo, desde ese momento, y finalmente el independentismo amoldándose a una Constitución heredada de ese postfranquismo.
La mayor prueba de que no fue una verdadera transición democrática, fue el que se instaurase nuevamente una monarquía que venía impuesta por el dictador, junto con todo el entramado político, jurídico y económico del franquismo, mediante un lavado de cara de las instituciones heredadas del franquismo, habiendo sido necesario, una ruptura y no una reforma.
Tanto el estado español, como las nacionalidades vasca, catalana y gallega, apostaron por esta falsa transición democrática, y, de ahí, los problemas que se tienen actualmente con los conflictos territoriales, después de haber pasado más de 40 años desde dicha transición.
Así, hoy en día seguimos teniendo conflictos en estado español como son la decisión de si se quiere que seamos una monarquía o una República, de si se quiere seguir con un estado autonómico como el actual, un estado federal, confederal o la independencia de determinados territorios, todo ello heredado de esa transición y esa Constitución que nos impone la Monarquía y la unidad del territorio, siendo precisamente el monarca el que velará por la misma, y, no dando cabida alguna, al derecho a decidir tanto en lo que a la forma de estado se refiere, como a la resolución del conflicto territorial.
Esta Constitución, como todos sabemos es difícilmente cambiable, por las mayorías exigidas, y, con ello, se impide en avanzar en verdaderos procesos democráticos, como son el modelo de estado, y la resolución del conflicto territorial entre otras cosas.
Es así, como en este momento vemos lo que ocurre en Catalunya, donde a cambio, tanto de ocupar el mayor cargo del Estado, o, el de Catalunya, se llegan a acuerdos de cesiones, de difícil cumplimiento, ya que en muchos de ellos, es necesario realizar cambios constitucionales, en donde no se reconoce capacidad de decisión alguna, dando la impresión de que a unos les importa el cargo engañándose con que tienen mayoría, y, en otros asiéndose a un hierro incandescente, como es el caso de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), aún sabiendo que el partido socialista no ha cumplido acuerdos anteriores como era la mesa bilateral España-Catalunya con el fin de resolver el conflicto.
Junts, en este momento, y, por su situación particular, apuesta por la ruptura, pero durante muchos años ha sido cómplice de llevar adelante esta transición antidemocrática, y, por lo tanto, de avalar una Constitución que no permite decidir a su pueblo, entre otras cosas.
Si nos referimos a los partidos vascos, en primer lugar el PNV, continua con su engaño de cumplir con el Estatuto Vasco (ya caduco), circunstancia incumplida reiteradamente tanto con gobiernos del PP como del PSOE, siendo curioso que el Estatuto vasco dimana de la Constitución y, por ello, en ningún momento el estado español ha tenido intención de cumplirlo, pero que al PNV le sirve para continuar diciéndonos que a cambio de sus votos conseguirá las transferencias pendientes, avalando de esta forma esta transición pseudodemocrática.
EHBildu ha dado, con el discurso trasnochado de que no venga la ultraderecha, un viraje a su ideario, abandonando la faceta soberanista, convirtiéndose en una opción semejante a lo que es ERC en Catalunya y, lo que en su momento fue Euskadiko Ezkerra (EE), es decir, al fin y a la postre avalando igualmente esa transición del 78.
A los partidos conservadores como el PP, y no digamos aún más a la ultraderecha, este modelo de transición antidemcrático del 78, les viene muy bien, ya que no deja de ser la continuación del postfranquismo.
El PSOE (socialdemocracia liberal) se le puede incluir claramente en el grupo de los conservadores respecto al hecho de la transición , ya que es un partido que en el momento de la transición pasó de ser republicano a monárquico, de anti-OTAN a a favor de la OTAN, y, partidarios del derecho a decidir de los pueblos a no serlo. La realidad, es que ahora, que este partido un día dice una cosa y al siguiente otra, es algo que lo lleva haciendo desde la transición del 78.
La izquierda estatal defiende la Constitución, sin darse cuenta que dimana de una transición no democrática, y, al defenderla están defendiendo la Monarquía, la unidad del estado español y el no derecho a decidir, elementos que, en principio van, en contra de su ideario político, circunstancia en la que podemos incluir tanto a nacinalistas, como a la izquierda independentista, ya que cuando avalan presupuestos a los gobiernos, tanto del PP como del PSOE, están avalando la Monarquía, la OTAN y el no derecho a decidir, perpetuando, en definitiva, una transición antidemocratica.
Si nos centramos en como se ha perpetuado, esta transición antidemocrática en el apartado judicial, vemos claramente, como el sistema político judicial funciona de manera diferente según el interés de quien gobierno, y, así vemos como el Constitucional dijo No a al Estatut aprobado por mayoría de la población catalana y, ahora, dirá si a las concesiones que ha dado Sánchez tanto para mantener su Presidencia, como la de poner en la Generalitat al PSC.
Mi visión es que esa manera de manosear la política, al fin de al cabo, no resuelven los problemas que están encima de la mesa, y, no dejan de ser “parches” que en cualquier momento estallan, ya que el problema, en sí, es que todo deriva de una transición antidemocrática como es la del 78, siendo necesario pasar a un escenario de una política diferente, elaborando una verdadera transición democrática que posibilite resolver los conflictos tanto de forma de estado, como los territoriales, en la que un elemnto básico es el respeto al derecho a decidir.
Con todo ello, es necesario más que nunca hacer una nueva transición , esta vez verdaderamente democrática, que elabore una nueva Constitución donde el derecho a decidir sea un elemento básico, con el fin de que se resuelvan los conflictos territoriales, así como la forma de modelo de estado, de manera que este asunto no distorsione la política actual, al ser una moneda de cambio, no para evolucionar sino para perpetuarse en el poder, y, pasando página para que se de una opción para que nuestras sociedades evolucionen y progresen, en conceptos como son el progreso a nivel de desarrollo, con el respeto más absoluto a todo tipo de libertades.
Apostemos por una nueva transición democrática.
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