DOS ORILLAS Soy Thot, el escriba excelente, de manos puras, señor de pureza, que expulsa el mal, que escribe lo que es exacto, cuya abominación es la falsedad, cuyo cálamo protege al Señor del Universo, señor de las leyes, que da voz a los escritos, cuyas palabras han reorganizado las Dos Orillas (1). Uno llega hasta aquí porque así lo decidió en su elección; cuando varó su alma en esta posibilidad, fue descendiendo por las divisiones progresivas de la manifestación y en este alejamiento fue perdiendo la consciencia de su identidad, amaneciendo finalmente en un espacio que parece yacer devorado por la velocidad y las prisas de una multiplicación que se muestra ya agresiva, con lo que la visión chata del mundo de la individualidad propia de este final de ciclo, se aplana todavía más y más, atrapándonos en esta asfixia de su ilusión. Esta es entonces la Orilla a la que hemos llegado y desde la que partimos –y podemos partir–, si es que queremos conocer de qué se trata toda esta historia de nuestra existencia. Comprobamos a diario la fuertísima influencia de este medio y la casi nula intención de cualquier humano para salir de esta inversión tan dañina. También comprobamos que, de los poquísimos que intuyen este engaño –el de la vida moderna y sus “cientifismos” aduladores de lo individual–, mínimo es el número que apuesta por una búsqueda de otra comprensión o visión de la existencia más acorde a una divinidad que se intuye. E incluso se comprueba que aún de entre los emprendedores del viaje no todos pueden o quieren llegar a la otra Orilla y van quedando ilusionados en parajes intermedios sin alcanzar la verdadera Utopía, donde todo finalmente queda conocido mediante el Amor y la Belleza divinos, donde ya no hay nada que contar en la unidad del Cielo y la Tierra, y donde se intuye la estrechísima Puerta de la Suprema Identidad. Dentro de cada uno de nosotros hay diez enemigos: la ignorancia, la tristeza, la inconstancia, el deseo, la injusticia, la lujuria, la decepción, la envidia, el fraude, la ira, la temeridad y la malicia (2). Quizá el viaje, de Orilla a Orilla, sea más largo o más costoso desde este sueño profundo en el que nos dejaron las aguas del Leteo (que cada quien bebió a su gusto); una navegación que parte en la noche más oscura de los estados del Ser, un siendo que se mece en la barca del olvido, y deriva sometida al vaivén del destino. El desamarre de esta Orilla y la arrancada hacia los mundos del Conocer, combatiendo a esos “diez” que nos acompañan hasta el fin, es algo milagroso, sólo posible por la actividad de los cielos que han querido derramarse en este gesto sobre el ser, despertándolo a la Luz y amamantándolo en ella. Los oráculos advierten a través de aquellos hombres a los cuales les tocó el gran honor de ser intérpretes de las verdades místicas especialmente lo siguiente: “no mires la naturaleza, puesto que su verdadero nombre es destino”. Y también “no acrecientes el poder del destino, puesto que él tiene en otra cosa su propio fin”. Ellos nos advierten de los peligros derivados del vivir bajo el poder del destino y de una actitud consistente en dejarnos someter a la misma autoridad que los “rebaños del destino”. De este modo los oráculos nos alejan de los sentidos y de los deseos materiales, porque es a causa de estos elementos que nos corporeicemos y habiendo devenido simples cuerpos seamos controlados según la necesidad del hado; y es que el ser similares hace que las realidades devengan unas conforme a las otras; aquello que deviene similar a otra realidad (no tiene importancia cuál sea la naturaleza de esta realidad) participa también de la condición de esa misma realidad y, por lo tanto, del principio que la gobierna. (…) Si se interesa por la condición del cuerpo y desea aquellos bienes que sean definidos como corpóreos, buscando honores, poder y riquezas, su condición es semejante a la del filósofo que se embarca en una nave y allí es encadenado: está sujeto también él a los vientos que mueven la nave, y puede ser maltratado por alguno de los marineros, ofendido por alguno de sus carceleros (3). Vamos a cruzar las aguas del mundo intermediario, vamos a embarcarnos hacia las profundidades del alma para despertarla en sus alturas ahora dormidas y verle la cara a este destino que rebasado un punto ya nada puede; o quizá ya estemos en ello, ya hemos trabajado con el alma y se percibe la claridad de otros mundos, otros estados del Ser, causas nacidas de la Causa Primera, pues ya se está en el viaje, remontando las divisiones hacia el Uno solo, la Orilla Destino. Así dice Thot que sus palabras han reorganizado las Dos Orillas, su Voz que encontramos en los escritos sagrados son nuestro motor en este viaje, en el que toda palabra va quedando reabsorbida al llegar a la perfección de su manifestación, en el silencio al que llega este mismo discurso completado, en perfecto acto en el instante eterno, en la gran Luz inmensamente unificadora que abraza Todo en Uno. Sí, como un rayo a veces se percibe esta Realidad y de nuevo el alma vuelve a caer adormecida y vuelve al tiempo que corre y de nuevo está viajando, pero está consigo el Recuerdo avivado por ese roce que va teniendo con el Eterno y dispone de los cuadernos de bitácora que registran los caminos que llevan a unirse a Él. Las canciones de amor que se escuchan hoy día, parecen hablar de algún modo de las dificultades y grandezas con las que nos topamos a lo largo de este viaje, en el fondo todo se trata de parajes de diferente intensidad amorosa, aunque la reorganización de estas Dos Orillas se logra mediante ese otro Amor, sublime Luz en la que todo queda vuelto Uno. Sea como sea toda nuestra circunstancia, es la que se precisa, aquí estamos y aquí afirmamos nuestros pies para el impulso, moldeamos con paciencia e invocando la luz del conocimiento, “con manos puras”, estos tablones que disponemos de manera que sellen herméticamente para formar un casco válido, cueste lo que cueste, sin fisuras; y las velas de buena calidad ligadas al mástil, que son los oídos limpios de opinión, puros y atentos al soplo de los dioses para mover el timón de nuestro ser de modo acorde; es el arte de conjugar las oposiciones, para conservar la dirección Axial que une al ser con el Principio. No vale la imperfección, no valen las contemplaciones con nada individual para una hazaña que pretende lo universal y la metafísica. Precisamos un casco perfecto, que como una copa se tienda hacia lo alto para llenarse y poder retener Su Luz; las velas, desplegadas desde el Axis, sensibilizadas a las cualidades más sutiles que nacen de ese soplo que derrite al ser en la Memoria de quien en verdad Es. Mucho más allá de cualquier ensoñación es recuperar el Recuerdo inscrito en un hilo sutil del alma anclado en la salida del cosmos. ¡Aligeremos!, ¡aligeremos timonel!, ¡afinemos ya de una en el ápice del Cielo! (4) y como alguien dijo “con el Misterio engalonándolo todo”. Notas 1 El Libro de los Muertos de los antiguos egipcios, cap. 182, mencionado en el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos de Federico González Frías. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. 2 Giovanni Pico de la Mirandola, Conclusiones mágico-cabalísticas. 3 Proclo, Elementos de Teología, sobre la Providencia, el Destino y el Mal. Ed. Trotta, Madrid, 2017. 4 “La Estrella polar, llamada el ‘ápice’ del Cielo porque ella ‘corona’ todo nuestro universo visible, y además es considerada en todas las tradiciones como el lugar por donde simbólicamente se accede a los estados superiores del ser, esencialmente supra-cósmicos y metafísicos”. (Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. http://ift.tt/2eHLkS0) - Artículo*: Letra Viva. Una Utopía Hermética - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
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