Psicología

Centro MENADEL PSICOLOGÍA Clínica y Tradicional

Psicoterapia Clínica cognitivo-conductual (una revisión vital, herramientas para el cambio y ayuda en la toma de consciencia de los mecanismos de nuestro ego) y Tradicional (una aproximación a la Espiritualidad desde una concepción de la psicología que contempla al ser humano en su visión ternaria Tradicional: cuerpo, alma y Espíritu).

“La psicología tradicional y sagrada da por establecido que la vida es un medio hacia un fin más allá de sí misma, no que haya de ser vivida a toda costa. La psicología tradicional no se basa en la observación; es una ciencia de la experiencia subjetiva. Su verdad no es del tipo susceptible de demostración estadística; es una verdad que solo puede ser verificada por el contemplativo experto. En otras palabras, su verdad solo puede ser verificada por aquellos que adoptan el procedimiento prescrito por sus proponedores, y que se llama una ‘Vía’.” (Ananda K Coomaraswamy)

La Psicoterapia es un proceso de superación que, a través de la observación, análisis, control y transformación del pensamiento y modificación de hábitos de conducta te ayudará a vencer:

Depresión / Melancolía
Neurosis - Estrés
Ansiedad / Angustia
Miedos / Fobias
Adicciones / Dependencias (Drogas, Juego, Sexo...)
Obsesiones Problemas Familiares y de Pareja e Hijos
Trastornos de Personalidad...

La Psicología no trata únicamente patologías. ¿Qué sentido tiene mi vida?: el Autoconocimiento, el desarrollo interior es una necesidad de interés creciente en una sociedad de prisas, consumo compulsivo, incertidumbre, soledad y vacío. Conocerte a Ti mismo como clave para encontrar la verdadera felicidad.

Estudio de las estructuras subyacentes de Personalidad
Técnicas de Relajación
Visualización Creativa
Concentración
Cambio de Hábitos
Desbloqueo Emocional
Exploración de la Consciencia

Desde la Psicología Cognitivo-Conductual hasta la Psicología Tradicional, adaptándonos a la naturaleza, necesidades y condiciones de nuestros pacientes desde 1992.

sábado, 24 de marzo de 2018

Neurociencia y contemplación: ¿Cuál es la naturaleza de la mente humana? 1° Parte.

Escrito por Leandro Posadas. «Uno de los hechos más poéticos de los que tengo constancia, al respecto del universo, es que en lo esencial, todos los átomos de nuestro cuerpo estuvieron antes en una estrella que explotó. Más aún: los átomos de tu mano izquierda y y los de tu mano derecha, probablemente, procedían de estrellas distintas». Lawrence Krauss, Un universo de la nada. En el prefacio a su libro The Prehistory of the Mind, el arqueólogo Steven Mithen afirma que a lo que hoy entendemos como mente le tomó millones de años evolucionar por medio de un proceso gradual sin una meta o dirección predestinada[1]. Podemos ver dicho proceso en los trazos que nuestros ancestros nos dejaron en herramientas y pinturas en algunas cavernas hace ya más de 2500 millones de años, pero fue sólo hace unos 5000 años que ellos nos dejaron algunos escritos. Por consiguiente, sostiene el Profesor Mithen, para comprender la evolución de la mente y para saber qué es esto que somos debemos obligatoriamente conocer nuestra prehistoria. En 1914 el médico y neurólogo Sigmund Freud funda el Psicoanálisis, el cual iba a ejercer una enorme influencia en nuestra imagen como humanos, en nuestras actividades psíquicas y en nuestros productos culturales. En dicha teoría S. Freud postuló la teoría del inconsciente según la cual «el hombre no es, como cree ser, señor de su destino, sino que es gobernado por un conjunto de motivaciones y emociones desconocidas a la consciencia, y su vida consciente es sólo una elaborada racionalización post hoc, con el fin de esconder las verdaderas razones de su comportamiento»[2]. Hemos «recibido» esta «mente que creemos ser», y con ella centurias de condicionamientos; convencionalismos; teorías acerca de nosotros mismos, de nuestros complejos; ideas; «arquetipos»; modos emocionales de reaccionar, los cuales nos hacen creer que estamos inmersos en un sistema establecido que nos debe llevar a algún destino o lugar preciso. ¿De dónde vienen nuestras ilusiones, ideas, creencias, sufrimientos, concepciones, anhelos, apegos, alegrías, tristezas, deseos? Todo lo que experimentamos surge de «esta mente que creemos ser». Si no existiese esta mente no existirían todas estas formas o fenómenos mentales a los cuales les damos tanto valor e importancia. Tal es la extremada ponderación que les damos que incluso llegamos a creer fehacientemente que nosotros somos nuestras emociones, pensamientos, sensaciones y opiniones. No encontraremos un libro que describa con exactitud los detalles de esta experiencia que es ser ser humano, y que cada uno de nosotros «siente», segundo a segundo, a través de cada circunstancia, de cada fracaso, de cada triunfo, de cada anhelo, de cada ruptura, de cada aventura, de cada pensamiento, emoción y sensación. La teoría, la sola erudición no puede estar de la mano con la realidad. La realidad es la que es, y ha existido incluso mucho tiempo antes de la aparición de la mente humana. Hemos «recibido» una mente no adiestrada. Nos «educaron» para vivir con una mente que gira continua y desesperadamente sobre sí misma, y por eso está lejos de un estado de comprensión clara y de sabiduría real de la misma realidad que nos circunda. No sabemos lo que somos como especie y aún no nos ponemos de acuerdo. En Una Pace incrollabile, el humilde maestro del Bosque de Tailandia, Ajahn Chah, le comenta a un monje erudito: «No tengo grandes conocimientos. No he estudiado mucho. Lo que he estudiado es mi corazón y mi mente, y he aprendido de modo natural a través de la experiencia, los intentos y los errores […] Mi práctica era la de observarme a mí mismo: cuando me agradaba alguna cosa contemplaba lo que me estaba ocurriendo y hacia dónde me llevaba dicho deseo. Inevitablemente me empujaba hacia una insatisfacción futura (dukkha). Poco a poco, que la comprensión clara y la presencia consciente se profundizaban, alcancé a conocerme a mí mismo. Desde hace varios años existe una especie de «neuromanía», un excesivo y ansioso interés acerca del cerebro humano, de la mente humana, del origen de los pensamientos, de las conexiones neuronales y de su relación con el cuerpo y las emociones. Hoy muchos diletantes del camino interior quieren ser llamados maestros del sonado mindfulnes; un gran número de personas quieren ser llamados consejeros espirituales (coach), incluso coach ontológicos… Llevo estudiando filosofía occidental desde hace más de 20 años, y la misma tradición filosófica, su rigurosidad, seriedad y profundidad no se obtienen en unos breves meses o años. La sabiduría de la filosofía griega antigua no se vende por medio de una «certificación» para aliviar mentes distraídas y no adiestradas, ansiosas por calmar de vez en cuando su brama, pero sin firmes y dignos deseos de acabar con el sufrimiento humano. Mucho menos se podría mercadear con el sagrado silencio, el depósito común de todas las sabias y profundas tradiciones espirituales de este planeta, las cuales desde una observación paciente y meticulosa, nos han enseñado, sesudamente, desde hace siglos, a contemplar (-examinar, observar-), la naturaleza cambiante de esta «mente que creemos ser». Sobre el interés en la neurociencia predominan actualmente grandes estudios de reconocidos científicos, los cuales deben ser leídos y asimilados con seriedad, pues un camino interior debe ir de la mano de la ciencia. Por eso la filósofa francesa Simone Weil en su libro La sombra y la gracia sostiene y exige que no deben existir vacilaciones en las ciencias espirituales, ni ninguna vaga aproximación. Pues el Misterio, -y a la vez este misterio que somos-, exige una precisión aún mayor que la exactitud de las ciencias matemáticas[3]. Al reconocido neurólogo de Cambridge Ramachandran Vilayanur, en su libro The Emerging Mind (2003), no deja de sorprenderle el hecho que toda la riqueza psíquica de nuestra mente, todas las sensaciones, las emociones, los pensamientos, las ambiciones, los sentimientos amorosos y religiosos, e incluso este sí mismo que creemos ser, pareciera ser el fruto únicamente de la actividad de aquellas células gelatinosas al interno del cráneo. Tal sorpresa se justifica teniendo en cuenta que se ha calculado que el número de posibles permutaciones y combinaciones de esa actividad cerebral supere el número de partículas elementales del universo conocido. Y hoy sabemos que nuestra galaxia es sólo una más del total de galaxias del universo observable, que quizá ascienda a 400.000 millones[4]. La mente según el profesor y científico canadiense Steven Pinker «es un sistema de órganos de computación diseñado por selección natural para resolver los problemas con que se enfrentaban nuestros antepasados evolutivos en su estilo de vida cazador-recolector»[5]. Sin embargo, en su mismo libro How the mind works, Steven Pinker afirma que no comprendemos aún cómo funciona la mente, no tan certeramente, quizá, como entendemos nuestro cuerpo, y no tan suficientemente como para designar la cura de la infelicidad. Ajahn Chah, en otra conferencia titulada Leyendo la mente natural[6], si bien no responde con la precisión de la ciencia moderna a la pregunta sobre el funcionamiento de esta «mente que creemos ser», si nos expone cómo él desde su tradición se ha relacionado con el fenómeno de ser consciente de ser sentiente, es decir de ser mente. Para su tradición hay un estudio de la mente que lleva a la sabiduría, o a la felicidad entendida como un «estado de sabiduría», a diferencia de los serios y agudos estudios científicos cuyo objetivo pareciera estar muy lejos de la naturaleza misma de la mente. Pues para la neurociencia contemplativa dicha naturaleza profunda es la sabiduría de estar y ser aquí y ahora desde la paz. El tipo de compresión que viene de observar la mente con sabiduría lleva a capitular, a rendirse, a dejar ir. Hasta que no hay una capitulación total, perseveramos persistimos en nuestra reflexión, en nuestros psicologismos, en nuestros modos de ver y comprender erróneamente la realidad, y a la vez comprendernos erróneamente a nosotros mismos. En la práctica del silencio no somos indiferentes ante el surgimiento de deseos o ira o disgusto en nuestra mente. No los ignoramos, sino más bien los tomamos y los investigamos para ver cómo surgieron y de dónde vienen. Si este tipo de estados de ánimo están ya en nuestra mente, entonces los contemplamos y vemos cómo funcionan en nuestra contra. Los vemos con toda claridad y entendemos las dificultades que nos causamos a nosotros mismos al creerles y subordinarnos a ellos. Este tipo de entendimiento se encuentra en la naturaleza misma de la mente. No lo van a encontrar en ninguna otra parte. ______________________________ [1] Mithen Steven, The prehistory of the Mind. A search for the origins of art, religion and science, Phoenix Paperbacks, London 1998, p. 1. [2] Ramachandran, Vilayanur, Che cosa sappiamo della mente, Mondadori, Milano 2004, p. 9. [3] Salmann, Elmar, Scienza e spiritualità. Afinità elletive, EDB, Bologna 2009, p. 15. [4] Krauss Lawrence, Un universo de la nada, 2015, p. 19. [5] Pinker S., How the mind works, Penguin Books, England 1997, Prefacio X. [6] Cf. https://ift.tt/2G2Ci3U - Artículo*: Leandro - Más info en psico@mijasnatural.com / 607725547 MENADEL Psicología Clínica y Transpersonal Tradicional (Pneumatología) en Mijas y Fuengirola, MIJAS NATURAL *No suscribimos necesariamente las opiniones o artículos aquí enlazados
Escrito por Leandro Posadas. «Uno de los hechos más poéticos de los que tengo constancia, al respecto del universo, es que en lo esencial, todos los átomos de nuestro cuerpo estuvieron antes en una…

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