¿Qué es Babilonia?
Para entender el misterio de Babilonia debemos remontarnos al libro del Génesis capítulo 11, al relato de la torre de Babel. Allí se nos dice como los hombres intentaron crear una torre de ladrillo cocido, y no de piedra, que llegase hasta el cielo y «hacerse un Nombre» (Gn 11:3-4). Entonces Dios confundió (Babel significa confusión) las lenguas de los pueblos, que hasta entonces había sido una y la misma, y los esparció sobre la Faz de la tierra.
¿Qué significa este relato? Vemos que se escribe que los hombres intentaron crear una torre de ladrillo cocido, y no de piedra, que llegase hasta el cielo. Esto es un símbolo del hombre que pretende llegar al cielo por sus propios medios, del hombre viejo que pretende regirse por si mismo al margen de Dios siendo su propio Dios. El ladrillo cocido simboliza que esa torre estaba asentada sobre los débiles cimientos de la tierra («y vinieron vientos y tempestades y fue grande su ruina» (Lucas 6:49)). El construir en piedra simboliza construir desde los cimientos de Cristo, verdadera piedra angular (Lucas 6:48). Así vemos que el hombre, en su orgullo trata de prescindir de Dios y llegar al cielo por si mismo pretendiendo realizarse al margen de Dios y ser su propio centro y la fuente de si mismo como Lucifer pretendió. «Hagámonos un nombre» dijeron los hombres. En lugar de recibir su Nombre, su ser, de Dios pretendieron llamarse a sí mismos, pretendiendo ser su propia fuente. A continuación se nos dice que Dios confundió sus lenguas y los esparció sobre la Faz de la tierra.
¿Qué sucedió cuando el Señor bautizó a sus discípulos en el Espíritu Santo? esta escrito que todos podían entenderse unos a otros a pesar de que hablaban en otras lenguas (Hechos 2:1-13). Esto tiene un significado profundo, fue necesario que Cristo Jesús nos trajese el regalo de su Espíritu para poner fin a la maldición de Babilonia. El hombre nuevo, es el que a diferencia del hombre viejo que trata de edificar una torre de ladrillo hasta el cielo, edifica sobre la roca, Cristo. El hombre nuevo no pretende regirse por si mismo al margen de Dios ni ser su propio centro sino que se somete a Dios y recibe todo su ser, todo su Nombre, de Dios. Por esto puede nombrar con sus verdaderos nombres a las cosas como Adán antes de la caída (Génesis 2:20) y su lengua no esta «confusa» (Babel) y por eso, tras recibir el Espíritu Santo, podían entenderse unos a otros. El hombre nuevo no se «hace un nombre» por si mismo si no que recibe su Nombre de Dios. «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe». Apocalipsis 2:17
Citas Bíblicas:
Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. Génesis 11:1-9.
Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro. Apocalipsis 17:1-7.
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto. Hechos 2:1-13.
«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe». Apocalipsis 2:17
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