LA IMPORTANCIA DE CITAR

Debo agradecer a la Sta. L.M., mexicana de Monterrey, que me haya inspirado estas reflexiones. ¡Cuántas veces la facilidad del “copia y pega” nos hace colgar en las redes textos que no son nuestros! Personalmente considero que no es ningún pecado copiar algo que nos ha interesado o nos ha gustado y compartirlo, es más, es una maravillosa oportunidad para citar a su autor. Veamos por qué.

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A quienes hayan tenido la ocasión de leer el Zohar o el Talmud, sin duda les habrá llamado la atención la insistencia con la que los rabinos aclaran de quién tomaron las palabras que citan. Así leemos, por ejemplo, en Zohar (I-55a): “enseñó Rabbí Shimon en nombre de Rav Ieivá Savá”, o en (I-122a): “dijo Rabbí Pinjás en nombre de Rabbí Yehudah”. Están repitiendo lo que otro sabio ya dijo antes, pero se esmeran en mencionarlo expresamente. ¿Por qué?

La respuesta la encontraremos en el Talmud (Nedarim 62b):

אמר רבי אלעזר: כל האומר דבר בשם אומרו מביא גאולה לעולם
Amar Rabbí Eleazar: kol haomer davar beshem omro mevi gueulah laOlam.

“Dijo Rabbí Eleazar: todo el que dice una palabra en nombre de quien la dijo, trae redención al mundo”.

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En resumen: nombrar a quien pronunció una enseñanza no es un simple gesto formal o de agradecimiento, sino un verdadero acto mágico cargado de resonancias morales, espirituales y hasta cósmicas. Si, como afirma la tradición, citar al autor “trae redención al mundo”, omitir su nombre no puede sino producir el efecto contrario. Al eludir ese deber, no sólo faltamos al reconocimiento ajeno: nos privamos a nosotros mismos de las bendiciones que conlleva. Creemos estar despojando a otro, y en realidad, somos nosotros quienes quedamos despojados. Nada más parecido al “timo del tocomocho”.

JULI PERADEJORDI

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